El Frente Polisario no desaprovecha
ocasión para intentar mantener a flote su fantasmal República Árabe Saharaui
Democrática (RASD), en un contexto de creciente aislamiento internacional y
progresiva retirada de apoyos diplomáticos.
Contenido
Desde
su proclamación en 1976, la RASD ha intentado —con escaso éxito— adquirir
estatus estatal en el concierto internacional. Sin embargo, carece de elementos
esenciales que configuran a un Estado moderno: no posee territorio propio ni
reconocimiento diplomático significativo. El único territorio que ocupa se
encuentra en Argelia, país que acoge a una población saharaui confinada desde
hace décadas en los precarios campamentos de Tinduf.
Pese
a autoproclamarse como el legítimo representante del pueblo saharaui, el Frente
Polisario apenas representa a una minoría que reside en dichos campamentos. La
mayoría de los saharauis vive en las provincias del sur de Marruecos, en el
Sáhara marroquí, al margen de la tutela del movimiento.
Incluso
su autoridad en los campamentos se ve hoy erosionada. El Movimiento Saharaui
por la Paz, una organización de creciente influencia tanto en Tinduf como en la
diáspora, disputa abiertamente la representatividad del Polisario.
En
cuanto a legitimidad internacional, el panorama es igualmente sombrío. Apenas
un puñado de países alineados con Argelia —como Irán, Venezuela, Nicaragua o
Corea del Norte— siguen sosteniendo la ficción diplomática de la RASD. Durante
los años de mayor influencia argelina en África, y con el respaldo de la Libia
de Gadafi, Argel logró que la RASD fuera admitida en la Unión Africana. Sin
embargo, hoy son pocos los países africanos que respaldan esa decisión.
Sudáfrica es una de las pocas excepciones. No obstante, el estatuto de la
organización continental no contempla mecanismos para revertir la incorporación
de una entidad ya admitida, lo que permite a la RASD seguir presente
formalmente en la Unión Africana, a pesar del desconocimiento mayoritario de sus
miembros.
Con
audacia incombustible, el Frente Polisario aprovecha cualquier foro
internacional para escenificar una supuesta legitimidad. Suele enviar
delegaciones a encuentros de la Unión Europea y utiliza estos gestos como
prueba de una presencia internacional que en realidad es marginal. La reacción
de los otros participantes en estos eventos es, sin embargo, de claro
aislamiento hacia los emisarios del Polisario.
Así
lo reafirmó recientemente el portavoz de Asuntos Exteriores y de Política de
Seguridad de la Unión Europea, al precisar: “La posición de la Unión Europea es
bien conocida: ni la Unión Europea ni ninguno de sus Estados miembros reconocen
a la RASD”. Y agregó, en referencia a la presencia de una delegación del
Polisario en la reciente reunión ministerial UE-UA: “Esa participación no
altera en absoluto la posición de la Unión”.
La
aclaración tuvo lugar tras una consulta sobre la asistencia de representantes
del Frente Polisario al encuentro. La estrategia de simulación diplomática y
difusión de noticias falsas que el Polisario lleva adelante, con el respaldo
logístico y político de Argelia, pierde fuerza a cada intento. La RASD sigue
siendo, en esencia, una construcción ficticia sostenida por un grupo de aliados
sin peso real en el escenario internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario