El
Govern catalán refuerza su dispositivo de seguridad en previsión de la
intervención por parte del gobierno español.
Los
plazos se acortan en Cataluña. Mañana a las 10 horas vence el plazo dado por el
gobierno central para que el presidente del Govern,
Carles Puigdemont, responda si ha declarado la independencia y haga cesar esa
situación ilegal.
A
medida que el plazo comienza a agotarse los ánimos están cada vez más caldeados
en la Autonomía. Especialmente después de la detención sin fianza de los
líderes independentistas Jordi Cuixart, responsable de Òmnium Cultural, y Jordi Sánchez, presidente de la Asamblea Nacional Catalana, por orden de
la jueza de la Audiencia Nacional, Carmen Lamela.
Ayer una manifestación en contra de la
independencia reunió a miles de personas en el centro de Barcelona.
Hoy el Govern
y los partidos secesionistas han adoptado medidas para el caso de que Rajoy
decida implementar el Artículo 155 de la Constitución española e intervenga la
Autonomía y detenga a sus dirigentes.
El presidente del Govern ha dejado provisionalmente
su vivienda en Girona para
instalarse en la residencia oficial del Palau de la Generalitat.
Además, desde hace unos días, cuenta con un dispositivo de protección reforzada
en el que participan agentes del Grupo
Especial de Intervención (GEI), la unidad de élite de los Mossos d´Esquadra.
Hasta ahora, salvo en
contadas excepciones, Puigdemont se trasladaba diariamente a Barcelona para
atender sus obligaciones desde su domicilio en el municipio gerundense de Sant Julià de Ramis, situado a
siete kilómetros al norte de la capital de la provincia. Allí durmió, por
ejemplo, la noche anterior al referéndum independentista del 1 de octubre. Sin
embargo, ante el rumbo de los acontecimientos, el jefe del Ejecutivo catalán ha
preferido mudarse al Palau de forma
temporal. En el ala este del edificio, en pleno barrio gótico de Barcelona, se
encuentra la Casa dels Canonges (Casa de los Canónigos), la
residencia de los presidentes de la Generalitat. En sus habitaciones se
alojaron Francesc Macià, Lluís Companys y Josep
Tarradellas. Sus sucesores únicamente usaron la vivienda de forma
ocasional. Puigdemont ha decidido convertirla ahora en su residencia oficial.
A esa medida de
protección personal se suma el incremento del número de agentes que se encargan
de su escolta. Hasta el momento, el núcleo de su dispositivo de seguridad lo
conformaban exclusivamente efectivos del Área
de Personal, una sección de la policía autonómica integrada por unos 150
hombres especializados en la custodia de personalidades. Pero la sensación de
intranquilidad que experimenta el Govern por
su desafío al Estado de derecho ha llevado a los Mossos a redoblar la seguridad de Puigdemont con la incorporación
de agentes del GEI, la sección de operaciones
especiales del cuerpo.
Se trata de una medida
absolutamente excepcional. La labor de estos efectivos está consiste en
realizar tareas de contravigilancia para
prevenir una posible agresión y, sobre todo, intentar detectar la presencia o
seguimientos de agentes de otros
cuerpos policiales o de inteligencia.
Los efectivos del GEI
están específicamente adiestrados para intervenir en operaciones que impliquen
un alto grado de riesgo, lo que da una idea del horizonte que maneja el
Ejecutivo catalán. El Departamento de Interior de la Generalitat, del que
dependen los Mossos, ha decidido que
la unidad proteja a Puigdemont durante
las 24 horas del día.
El refuerzo de la custodia
del “president” también podría tener
carácter preventivo. El Ministerio del
Interior español mantiene desplegados en Cataluña, dentro del contingente
de efectivos que ha trasladado desde el resto de regiones de España, a dos
comandos del Grupo Especial de
Operaciones (GEO) de la Policía
Nacional (una decena de agentes) y doscientos miembros del Grupo de Acción Rápida (GAR)
de la Guardia Civil, las unidades
de élite de ambos cuerpos. El motivo de su envío a Cataluña es reducir al
mínimo el tiempo de respuesta en caso de que un tribunal ordene la detención de
altos cargos de la Generalitat y el Parlament, y los servicios de esas
secciones policiales sean requeridos.
Al tratarse de
personalidades con escolta, el GEO y el GAR tendrían que intervenir en su
arresto.
Las alarmas del Govern
ya saltaron el pasado martes cuando Puigdemont concurrió en la Cámara
autonómica para proclamar la declaración unilateral de independencia (DUI)
y suspenderla ocho segundos después. Ante el temor a que el acto pudiera ser
interrumpido por las Fuerzas de Seguridad del Estado, el Departamento de
Interior blindó el Parlament y el parque de la Ciudadela con decenas de “mossos”.
Agentes armados
recorrieron el interior de la sede legislativa y efectivos antidisturbios
rodearon el edificio durante el tiempo que se prolongó la sesión. Asimismo, se
establecieron controles en los accesos al recinto.
El GEI fue fundado en
1984 y tiene su base en el complejo Egara, el cuartel general de los Mossos en
Sabadell (Barcelona). En la actualidad, cuenta con unos 40 agentes entrenados para
actuar en operaciones de alto riesgo, como misiones de rescate y dispositivos
antiterroristas. Disponen del armamento y el material de autoprotección más
sofisticado del cuerpo, como fusiles
de asalto HK G36, SCAR L y HK MP7 y fusiles
de precisión del calibre 308 Winchester y 338 Lapúa Magnum. Según una
versión, en mayo de 2016, el Govern realizó una importante adquisición de
fusiles y balas para sus francotiradores.
Además, el GEI se
mueve en vehículos y furgonetas camufladas de gran potencia y utiliza los
helicópteros de la Generalitat.
El pasado enero, la
Generalitat sacó a concurso 24
nuevas plazas de ingreso en el GEI justificándolo en la necesidad
de ampliar su plantilla por la activación del nivel 4 de amenaza terrorista.
Los miembros del GEI suelen
participar en maniobras conjuntas de capacitación con los GEO de la Policía
Nacional.
Los integrantes de
ambos cuerpos de elite podrían encontrarse ahora, cara a cara, si un juez
ordena la detención de Puigdemont.
No obstante, aún está
abierta la posibilidad de que prime la cordura y que los españoles resuelvan
sus diferencias mediante el diálogo y no por medio de la violencia.
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