La
crisis de Cataluña derivo en una declaración unilateral de independencia por
parte del gobierno catalán y en la consiguiente intervención de la Autonomía
por parte del gobierno español de Mariano Rajoy. El futuro oscila entre la
desobediencia civil y un pronto llamado a elecciones regionales.
LA
DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA
Pese a la insistencia de los optimistas que
aseguraban que finalmente “no pasaría nada” y que los catalanes no estaban
locos para separarse de España, finalmente si pasó.
Ante las amenazas de aplicación del artículo
155 de la Constitución española que permite intervenir a cualquier gobierno
autonómico que atente contra el orden constitucional, el jefe del Govern,
Carles Puigdemont, con el apoyo de los partidos de izquierda y anticapitalistas
Junts Pel Sí y las CUP votaron en el Parlament la declaración de independencia
de Cataluña.
De la votación tomaron parte los 83 diputados
pertenecientes a Junts Pel Sí, las CUP, Sí Que Es Pot y el diputado Germá Gordó,
los diputados que integran el Partido Popular de Cataluña, el Partido
Socialista Catalán y Ciudadanos se retiraron del recinto para no tomar parte en
la votación.
La votación se efectúo en secreto y mediante el
empleo de una urna para evitar responsabilidades legales a los diputados por el
acto de sedición. La declaración de independencia se aprobó por 70 votos a
favor, 10 en contra, 2 en blanco y una abstención.
La declaración aprobada dice: “Constituimos la república catalana, como
Estado independiente y soberano, de derecho, democrático y social.”
Cuarenta y cinco minutos después el Senado de
España aprobó la autorización al Gobierno central, con 214 votos a favor del
Partido Popular, PSOE, Ciudadanos, UPN, Foro y Coalición Canaria, frente a 47
votos en contra de Unidos Podemos, ERC, PdeCat, PNV, EH Bildu y Compromis, y la
abstención de Nueva Canarias, la autorización para aplicar el artículo 155 de
la Constitución española y restaurar el orden constitucional en la Autonomía.
El ex presidente de la Generalitat de Cataluña
y senador socialista José Montilla y el ex presidente de Baleares, el también
socialista Francesc Antich, se ausentaron del recinto durante la votación.
Inmediatamente, Rajoy cesó por real decreto a
Carles Puigdemont, a su sustituto Oriol Junqueras y a todos los consellers de
su Govern. Sin embargo, no será
Rajoy quien asuma las funciones de gobierno en Cataluña sino la vicepresidenta
Soraya Sáenz de Santamaría. También decidió que los Ministerios pasen a
dirigir la Administración catalana. También decretó el cierre de las
delegaciones que la Generalitat había abierto en los últimos años en ciudades
como Nueva York, Londres, Berlín o París. Ha declarado extintas las oficinas de
Puigdemont, de Junqueras y el Patronato
Cataluña Mon-Consejo de Diplomacia Pública de Cataluña (Diplocat).
Además, Rajoy ha suprimido órganos secesionistas como el Consejo
Asesor para la Transición Nacional (llamado ahora Instituto de Estudios para el Autogobierno que
lideraba el jurista y exmagistrado del TC Carles Viver Pi-Sunyer); la Comisión
especial sobre la violación de derechos fundamentales en Cataluña. Al tiempo que mantuvo la oficina de la
Generalitat en Bruselas, pero cesó a su director, Amadeu Altafaf, lo mismo que
al delegado del Govern en Madrid, Ferran Mascarell.
Además, se estableció el cese del secretario
general del interior de la Generalitat, César Puig, al secretario de Seguridad
Pere Soler y el director general de los Mossos d´Esquiadra, comisario mayor
Joseph Lluis Trapero Álvarez.
Por último, el jefe de Gobierno de España,
Mariano Rajoy también dispuso la realización de elecciones autonómicas en
Cataluña para el próximo 21 de diciembre a los efectos de renovar las
autoridades autonómicas y poner fin a la intervención.
Hasta aquí las medidas formales. La
implementación y el acatamiento de las mismas está por verse.
LA
RESISTENCIA CIVIL
Las reacciones internas han sido dispares, ex
funcionarios como Pere Soler y Trapero acataron su cese, pero Carles Puigdemont
no se da por cesado como presidente de la Generalitat, ha pedido hoy “paciencia, perseverancia y perspectiva”
a los catalanes para “defender las
conquistas conseguidas hasta hoy” y mantener una “oposición democrática” a
la aplicación del artículo 155 de la Constitución.
Puigdemont ha
dejado claro que no acata la aplicación del 155: “Nuestra voluntad es continuar trabajando
para cumplir los mandatos democráticos y a la vez buscar la máxima estabilidad
y tranquilidad, entendiendo las dificultades lógicas que comporta una etapa de
esta naturaleza, que nuestro país no ha recorrido nunca”.
El Govern de Carles Puigdemont, tiene
además previsto reunirse durante el día de hoy con diversas tareas sobre la
mesa, entre ellas debatir la posibilidad de convocar unas elecciones “constituyentes” para finales de año.
Los miembros del Govern no contemplan acatar
su cese y preparan los siguientes pasos a dar para desarrollar el encargo
recogido en la resolución aprobada ayer por el Parlament.
En la resolución independentista votada
ayer, el Parlament instaba al Govern a aprobar los decretos y resoluciones que
sean necesarios para desarrollar la ley de transitoriedad jurídica -que creaba
un marco legal catalán-, que suspendió el Tribunal Constitucional.
Mientras tanto, la Fiscalía General del
Estado prepara su querella por el delito de rebelión contra los artífices de la
declaración de independencia aprobada por el Parlament, una acción penal que
afectará al menos a los miembros del Govern y a los de la Mesa del Parlament que permitieron la votación.
Si el ex presidente de la Generalitat,
Carles Puigdemont, se empeña en seguir ejerciendo un cargo del que fue
destituido incurrirá en el delito de usurpación de
funciones. El cese de Puigdemont implica que deja de cobrar como
presidente y que ya no puede firmar como tal. Podría intentar percibir una
remuneración como expresidente de la Generalitat, pero para eso necesitaría
hacer una petición concreta solicitándolo.
Mientras tanto las CUP, PDeCat, ERC, ANC y Ómnium Cultural se
aprontan para implementar la resistencia civil. Estas organizaciones están tratando de
implementar actuaciones que pongan trabas al control de la Administración
catalana por parte del Gobierno central.
Para ello han impulsado la creación de
un total de 150 “Comités de Defensa del Referéndum”
(llama la atención en empleo de una sigla similar a los castristas “Comités de Defensa de la Revolución”
que actúan en Cuba).
Los independentistas afirman que estos comités, especialmente en pueblos, “suelen ser espacios
muy plurales y muy transversales. Hay gente de partidos políticos, de
asociaciones de vecinos, de entidades cívicas y culturales, del tejido
asociativo…”
En las grandes ciudades, en cambio, los CDR están en manos de la CUP. “Tenemos planes
de emergencia desde hace semanas para hacer frente a cualquier eventualidad.
Y ante el 155, no solo hay un plan B, sino un plan C y un plan D, depende de
cómo se intente aplicar la intervención del Govern”, destacan fuentes de
estos comités. Estas fuentes aseguran que “no somos sóviets, como se nos ha
dicho muchas veces. No actuaremos como tales ni
tampoco usaremos la violencia. Pero pondremos
nuestros cuerpos delante para evitar que el Gobierno español tome
nuestras instituciones”.
Se trata de la estrategia de la
resistencia civil. Destinada a “defender
nuestras instituciones con todos los medios a nuestro alcance no quiere decir
tirar tiros. Evidentemente, si hacen algo, reaccionaremos
con determinación. E incluso se podría decir que con mayor o menor riesgo”.
Las CUP también ha distribuido entre su militancia y a
través de las redes una serie de consejos para hacer frente a una
supuesta “etapa de represión”.
REPERCUSIONES
INTERNACIONALES
Los gobiernos de los principales países del
mundo -entre ellos EE. UU. Alemania, Reino Unidos y Francia e incluso Andorra-,
como así también destacadas organizaciones pluriestatales como la Unión
Europea, la ONU y la OTAN se han encolumnado uniformemente en favor de España y
en contra de la declaración unilateral de independencia.
En otros países europeos también existen
regiones con aspiraciones separatistas que siguen con mucha atención el
resultado de la experiencia catalana. Por lo consiguiente, ningún gobierno
europeo se atreve a alentar el separatismo de los catalanes.
Incluso los países de América Latina, donde
existen migrantes de origen español y catalán, han expresado su apoyo y
solidaridad con el Reino de España, en especial, Argentina, México y Colombia.
Una eventual república catalana solo podría
contar con el apoyo de la aislada Venezuela, de Rusia, Kosovo y algún otro país
paria del sistema internacional. Pero, aún los gobiernos de estos países han
preferido, al menos por el momento, guardar prudente silencio sobre la
proclamación de la república catalana.
Sin embargo, distintos gobiernos y
organizaciones internacionales han dado a entender muy claramente que esperan
que el diferendo con los catalanes se resuelva por vía del consenso y la
aplicación de mecanismos democráticos.
La situación en España irá evolucionando en las
próximas semanas. Pero cualquier escenario que implique violencia o represión
por parte de las autoridades españolas puede resultar negativo para la exitosa
resolución del diferendo.
De producirse una represión por parte de la
Policía Nacional o la Guardia Civil podría terminar inclinando la balanza en favor
de los independentistas en las elecciones de diciembre. También podría atentar
contra el férreo apoyo internacional de que hoy disfruta el gobierno de Mariano
Rajoy.
La situación actual en Cataluña es de un final
abierto.
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