Vladimir Putin se dispone reformar a la comunidad de
inteligencia de su país para adaptarla a las nuevas responsabilidades y
desafíos en materia de seguridad que enfrenta Rusia.
UNA
LARGA TRADICIÓN EN EL ESPIONAJE
Rusia es, posiblemente, uno de
los países con mayor tradición en materia de inteligencia. En este campo sólo
es superada por Israel. Los espías israelíes remontan sus orígenes a los
tiempos bíblicos. Se basan para ello en el siguiente pasaje de la Biblia: “Y Jehová habló a Moisés diciendo: envía tu
hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de
Israel; de cada tribu de sus padres enviaréis un varón, cada uno un elegido
entre ellos.” (Números 13:1-2).
Es así como los agentes del Mossad (y de otros servicios de inteligencia
israelíes) se consideran “elegidos”
entre los de su pueblo.
Los espías rusos son algo
modestos y remiten sus orígenes a la Oprichinina,
la policía secreta creada, en 1565, por el primer Gran Duque de Moscovia
coronado Zar, Iván, El Terrible.
Los oprichniki eran un cuerpo de caballería formado por seis mil
jinetes vestidos de negro y montados a caballos negros que llevaban en sus
cabalgaduras los emblemas de una cabeza de perro y una escoba, simbolizando su
misión de olfatear y barrer la traición.
Aunque fueron disueltos en
1572, los oprichniki quedaron
registrados en la historia rusa por su ferocidad y la crueldad con que trataban
a los sospechosos. Al punto tal que, aún hoy, los rusos emplean la palabra “oprichniki” como sinónimo de represor.
Un siglo más tarde, otro zar,
Pedro I, El Grande, (1672 – 1725), también creó una agencia de inteligencia la Preobrazhenski Pribaz para perseguir a
quienes osaban criticar al monarca.
En 1826, el zar Nicolás I
(1796 – 1855) transformó la Tercera Sección de su Cancillería en policía
política para combatir las ideas republicanas, liberales y socialistas que llegaban
desde Europa infectando a los intelectuales rusos.
En 1881, la “Tercera Sección”
se transformó en la temida Ojrana, la policía secreta zarista que perseguía a
los revolucionarios rusos. Pese a su gran red de agentes e informantes, la Ojrana
no pudo evitar que un anarquista armado con una tosca bomba de ácido asesinara
al zar Alejandro II.
La Ojrana contaba con una “Agencia Extranjera” (Zagranichnaia
Agentura) encargada de operaciones en el extranjero, especialmente del control
de los emigrados rusos de ideas revolucionarias.
Precisamente, el residente en
Paris de la Ojrana, Piotr Rachkovski, un verdadero maestro en el manejo de
agentes provocadores y en la falsificación de documentos, fue el responsable
del más importante “libelo de sangre”: Los protocolos de los sabios de Sión que
ha inspirado durante décadas al antisemitismo.
NACEN
LOS CHEKISTAS
Con el triunfo de la
Revolución de Octubre los bolcheviques, luego de suprimir a la Ojrana y fusilar
a sus agentes, crearon su propio organismo de inteligencia: El Comité
Extraordinario de Todas las Rusias para Combatir la Contrarrevolución y el
Sabotaje, más conocido como “Cheka”
(una de las varias abreviaturas de Vsrossíiskaia
Cherezuychainaia Komissia po Borbe s Kontrevoliutsiei i Sabotazhem),
fundada el 20 de diciembre de 1917.
El primer y único jefe de la
Cheka fue el revolucionario polaco Félix Edmundovich Dzerzhinski, conocido como
“El Félix de Hierro” por la energía
demostrada en combatir a los espías y contrarrevolucioanrios.
Fue Dzerzhinski quien eligió el
edificio de la oficina central de la Compañía Aseguradora de Rusia, en la plaza
de la Lubyanka como sede de la inteligencia soviética.
Los oficiales de inteligencia
rusos, aún hoy, suelen denominarse afectivamente unos a otros como “chekistas”.
Entre 1922 y 1954, el
organismo central de inteligencia de la URSS cambió nueve veces de denominación
y en algunos casos de dependencia dentro de la estructura orgánica del estado
soviético, sin que sus misiones, funcionamiento y métodos se modificaran
sustancialmente.
En marzo de 1954, se creó el
Comité de Seguridad del Estado, conocido por la sigla en ruso de KGB (Komitet Gosudarstvennoi Bezopanosti)
cuyo primer jefe fue Iván Alexándrovich Serov.
Durante los años de la Guerra
Fría, el KGB creció en funciones, personal, medios materiales e influencia
política. Pero, a mediados de la década de los ochenta, con las políticas de glasnot y perestroika implementadas por el entonces secretario general del
PCUS, Mijail Gorbachov, comenzaron los problemas para la inteligencia rusa.
En 1991, la URSS se debatía en
una profunda crisis social, económica y política que alentó el separatismo de
algunas repúblicas soviéticas. Para frenarlo, Gorbachov intentó reestructurar a
la URSS bajo la forma de un Estado menos centralizado.
El 20 de agosto de 1991, debía
firmarse un nuevo Tratado de la Unión, que debía convertir a la URSS en una
federación de repúblicas independientes con un presidente común con
competencias en política exterior y defensa.
El 19 de agosto de 1991, el
vicepresidente de Gorbachov, Guennadi Yanáyev, el primer ministro Valentín
Pávlov, el ministro de defensa Dmitri Yázov, el jefe del KGB Vladimir Kryuchkov
y otros altos funcionarios dieron un golpe de Estado para evitar la firma,
formando para ello un “Comité Estatal de
Emergencia”. Pusieron a Gorbachov (en ese entonces de vacaciones en Forós)
bajo arresto domiciliario. Pero la reacción popular, dirigida por el presidente
de la Federación de Rusia, Boris Nicolaievich Yeltsin, abortó la intentona
golpista.
EL
FIN DEL KGB
Con el fracaso del golpe de
Estado, la URSS se disolvió en quince repúblicas independientes, la Federación
de Rusia por ser la más grande e importante se convirtió en la heredera de la
URSS.
Tras el desmembramiento de la
Unión Soviética, todas las estructuras administrativas y burocráticas del
antiguo estado sufrieron una profunda modificación, en especial el KGB a quién
la opinión pública condenaba por su participación destacada en el fracasado putsch.
Los distintos “directorios principales” que la componían pasaron a convertirse
en agencias de inteligencia independientes.
El Primer Directorio
Principal, responsable de la inteligencia exterior, pasó a denominarse Servicio
de Inteligencia Exterior –SVR- (Sluzhba
Vneshney Razvedki).
El Segundo Directorio
Principal se transformó en Servicio Federal de Seguridad –FSB- (Federalnaya Sluzhba Bezopasnosti)
encargado de la inteligencia interior y la contrainteligencia.
El Octavo Directorio Principal
(encargado de comunicaciones y criptografía) y el Decimosexto Directorio
(responsable de comunicaciones, interceptaciones y sigint) pasaron a ser
primero el “Comité Gubernamental para las Comunicaciones” y luego se convirtió
en la “Agencia Federal Gubernamental de Comunicaciones e Inteligencia –FAPSI- (Federalnaya Agenstvo Pravitelstvennoy
Svayazi i Informatsii).
El Décimoquinto Directorio
(encargado de la seguridad de las instalciones gubernamentales) pasó a
denominarse Dirección Principal de Seguridad –GUO- encargado a la protección de
personalidades del gobierno.
Las Tropas de Fronteras del
KGB se convirtieron en un Servicio de Tropas de Frontera como organismo independiente.
En tanto que, la Dirección de
Inteligencia Militar, -GRU-, (Glavnoye Razvedyvatelnoye
Upravienie), con la creación del ministerio de Defensa se convirtió en el
principal Servicio de Inteligencia Militar de Rusia.
Más tarde, en el año 2000, con
la llegada de Vladimir Putin al poder, se reformularon los objetivos
estratégicos de Rusia a largo plazo, reforzándose las aspiraciones rusas de
convertirse en una potencia global. No sólo una potencia regional en Europa Oriental,
sino un verdadero actor internacional con capacidad de proyectar su poder en
cualquier escenario.
En sintonía con estos
objetivos, el 9 de septiembre de 2000 se estableció la “Doctrina de Información de Seguridad”, como complemento de la
Estrategia de Seguridad Nacional y la Doctrina Naval que definió las funciones
del poder naval ruso hasta el 2020.
Como parte de ese proceso, el
Servicio de Fronteras pasó a ser parte del FSB y el FAPSI se disolvió pasando
sus funciones y personal a distribuirse entre el FSB y el Servicio Federal de
Protección –FSO- (Federalnaya Sluzhba
Okhrani) además se crearon el Servicio Presidencial de Seguridad –PSB- (Prezidentskaya Sluzhba Bezopasnosti), el
Servicio Federal de Fronteras –FPS- (Federalnaya
Pogranichnaya Sluzhba).
La producción de inteligencia
proveniente de los distintos servicios es coordinada, gestionada y protegida
por la Comisión Técnica de Estado –GTK- (Gosudarstvenaya
Teknicheskaya Komissiya).
NUEVA
REALIDADES Y NUEVAS NECESIDADES
La reestructuración de la
comunidad de inteligencia rusa constituye una necesidad. La propia dinámica de
la política interna y los nuevos escenarios de conflicto en que se encuentran
involucradas las tropas rusas: Ucrania, Crimea y especialmente en Siria
demandan redimensionar el esfuerzo de inteligencia y rejuvenecer las
estructuras.
Por lo tanto, no puede
sorprender que Putin reconstruya una estructura unificada para dirigir y
coordinar las actividades de recolección de información, producción de
inteligencia y contrainteligencia para el nuevo rol que aspira a asumir Rusia a
corto plazo.
No obstante, cualquiera sea la
nueva estructura que asuman los organismos de inteligencia rusos, la tradición
de la oprichinina, la Cheka y el KGB estarán siempre presentes en el accionar de los agentes rusos
en todo el mundo.
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