jueves, 12 de junio de 2025

Bolivia: elecciones en medio de la creciente violencia y el colapso institucional

En Bolivia la pugna entre Arce y Morales no es sólo un conflicto de liderazgos, sino que se ha convertido en una disputa por el control de los pocos recursos que aún conserva el Estado.

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Buenos Aires – Bolivia se aproxima a las elecciones generales del 17 de agosto bajo un clima político cada vez más inflamable. La campaña electoral ha sido eclipsada por una escalada de violencia, choques armados entre manifestantes y fuerzas del orden, bloqueos de rutas y una crisis institucional que ha dejado al país sin garantías claras sobre la transparencia del proceso. En este contexto, las disputas internas dentro del oficialismo y el descrédito del sistema judicial debilitan la posibilidad de unas elecciones legítimas y pacíficas.

La fractura entre Evo Morales y el presidente Luis Arce, ambos referentes del Movimiento al Socialismo (MAS), ha arrastrado al partido oficialista a una división sin retorno. Morales, inhabilitado constitucionalmente para presentarse por cuarta vez, ha sido proclamado “único candidato” por sus bases más radicales, que lo respaldan incluso frente a una orden de captura por un caso de trata de personas. Desde su bastión en el trópico de Cochabamba, Morales impulsa bloqueos que paralizan parte del país y generan un clima de rebelión creciente.

Las consecuencias de esta movilización son graves: en menos de una semana murieron cuatro policías en enfrentamientos con seguidores del exmandatario. En Llallagua y Oruro, las patrullas policiales fueron blanco de disparos, sus vehículos incendiados y sus agentes tomados como rehenes. En paralelo, el desabastecimiento de combustible y alimentos, producto de los cortes de rutas, agudiza la crisis económica y genera un ambiente de desesperanza entre los ciudadanos.

Por su parte, el gobierno de Arce respondió con una ofensiva conjunta de policías y militares, autorizando operativos para liberar las rutas bloqueadas. Pero la violencia no cede, y las declaraciones de ambos bandos no hacen más que echar leña al fuego. Mientras el presidente, que se niega a renunciar, promete “mano dura” para defender el orden constitucional, Morales asegura que el pueblo se subleva ante la “judicialización de la política” y denuncia persecución.

Este enfrentamiento va mucho más allá de la competencia por el liderazgo del MAS. Se trata de una disputa por el control del aparato estatal en un país con reservas internacionales en caída, inflación en alza y un sistema judicial sumido en el descrédito. La suspensión indefinida de las elecciones judiciales, la prórroga de magistrados por decreto y la supresión de las primarias presidenciales han vaciado de contenido al proceso democrático.

En las regiones rurales, donde la autoridad del Estado es débil, los sindicatos cocaleros afines a Morales imponen su ley. En las ciudades, la clase media observa con creciente hartazgo cómo se disuelve el orden institucional. La violencia en La Paz, donde manifestantes intentaron tomar por la fuerza la plaza Murillo, sede del gobierno, o los disturbios en Cochabamba, donde se enfrentaron con gases y petardos, son apenas síntomas de una polarización que amenaza con salirse de control.

La oposición, agrupada en un “bloque unido” de centroderecha, intenta capitalizar el caos sin lograr aún un liderazgo claro. Mientras tanto, sectores civiles, empresariales y académicos reclaman una salida institucional que garantice elecciones limpias y pacíficas. Pero el reloj avanza, y con él la posibilidad de que la violencia termine por impedir un proceso electoral normal.

La violencia preelectoral no es un fenómeno nuevo en Bolivia, pero adquiere una dimensión inquietante cuando se combina con un panorama económico cada vez más precario. La inflación, aunque oficialmente contenida en cifras moderadas —un 2,1 % interanual, según el INE—, convive con una escasez creciente de productos importados, un mercado negro del dólar en expansión y un déficit fiscal estructural que el Gobierno apenas logra disimular con discursos de soberanía económica.

Bolivia, marcada por las heridas aún abiertas de 2019, cuando la salida forzada de Evo Morales derivó en una transición turbulenta, corre el riesgo de repetir una historia de colapsos. Si no se restablecen las condiciones mínimas de legalidad y convivencia democrática, el país podría enfrentarse a un nuevo ciclo de ingobernabilidad.

Las elecciones de agosto ya no solo decidirán quién ocupará la presidencia: podrían definir si Bolivia mantiene en pie su frágil democracia o se precipita en una crisis irreversible.

 

sábado, 7 de junio de 2025

Hammouchi en Moscú: Marruecos consolida su rol como pilar de la seguridad global


 

Marruecos ha vuelto a posicionarse como un actor clave en el tablero de la seguridad mundial. La figura central de esta proyección internacional es Abdellatif Hammouchi, el discreto pero influyente director general de la Seguridad Nacional y de la Vigilancia del Territorio del Reino, quien participó activamente en la 13ª Reunión Internacional de Altos Representantes para Asuntos de Seguridad celebrada en Moscú.

 

Buenos Aires 7 de junio de 2025

En un escenario internacional marcado por tensiones geopolíticas, amenazas cibernéticas y la persistencia del terrorismo transnacional, la cita, organizada por el Consejo de Seguridad ruso y presidida por Serguéi Shoigú, reunió a delegaciones de más de cien países, incluidos miembros del FSB ruso, el FBI estadounidense y agencias de inteligencia de África, Asia, Europa y América Latina. En este contexto, Hammouchi no fue un invitado más: fue protagonista.

Desde el atril principal, el alto funcionario marroquí instó a construir una “infraestructura común e indivisible de seguridad global”, basada en la cooperación horizontal, la confianza mutua y el intercambio rápido y seguro de información. “No puede haber seguridad verdadera si no es compartida”, sentenció ante una audiencia atenta.

De bastión regional a referente global

El ascenso de Marruecos como potencia en materia de seguridad no es casual ni repentino. Detrás de este salto estratégico se encuentra la reforma profunda del aparato de inteligencia y seguridad nacional impulsada por el Rey Mohammed VI desde hace más de una década. Bajo su liderazgo, el país ha pasado de ser un punto vulnerable de tránsito para redes criminales a convertirse en un nodo central en la contención del crimen transfronterizo.

En dicho esquema de seguridad, Abdellatif Hammouchi constituye una pieza clave. Nacido en 1966 en Beni Ftah y formado en Derecho en la Universidad de Fez, ingresó en el servicio secreto marroquí en los años noventa. Su perfil técnico, reservado y eficaz lo llevó rápidamente a posiciones de mando. En 2005 fue designado jefe de la DGST, y en 2015, el rey Mohamed VI le confió también la DGSN, convirtiéndolo en el primer marroquí al frente de ambos aparatos estratégicos.

Desde entonces, ha modernizado la Policía, creado un laboratorio de criminalística de referencia en Casablanca, fundado un instituto de formación policial internacional en Ifrán y profesionalizado un sistema de seguridad que ya coopera de igual a igual con agencias como el FBI, Europol, la CIA y la inteligencia alemana.

Una diplomacia de seguridad al servicio de la estabilidad

En Moscú, Hammouchi no sólo ofreció discursos. También mantuvo reuniones bilaterales con el FSB ruso y otros servicios homólogos para estrechar la cooperación en ciberseguridad, antiterrorismo y lucha contra el crimen organizado. Marruecos ha demostrado que la diplomacia no se ejerce únicamente desde los ministerios de exteriores: hoy la seguridad es también una herramienta de política internacional.

Los resultados están a la vista. Marruecos fue elegido para acoger la 93ª Asamblea General de INTERPOL, se ha integrado a redes africanas de ciberseguridad y ha firmado memorandos clave con países como España, los Emiratos Árabes Unidos, Qatar o Sri Lanka. Además, su colaboración en la Copa Mundial de 2022 en Doha y en los Juegos Olímpicos de París 2024 fue decisiva para el éxito de los dispositivos de seguridad.

Un modelo de seguridad con rostro humano

A diferencia de muchos sistemas de inteligencia cerrados y opacos, Hammouchi ha promovido una cultura de seguridad próxima a la ciudadanía. Ha abierto las puertas de la policía al talento femenino, fomentado la inclusión y liderado campañas de desradicalización juvenil. En paralelo, ha reforzado la vigilancia de las fronteras y anticipado amenazas emergentes, como los ataques cibernéticos, con una estrategia nacional hasta 2030.

Este equilibrio entre firmeza operativa y respeto a los derechos humanos le ha valido múltiples condecoraciones internacionales, entre ellas, la Medalla de Honor de la Policía Nacional de Francia y la Medalla Príncipe Nayef de Seguridad Árabe.

El Sur toma la palabra

La presencia de Hammouchi en Moscú simboliza más que la excelencia técnica de un servicio de inteligencia: representa la afirmación del Sur global como interlocutor estratégico en un mundo cada vez más multipolar. En un momento en que las viejas arquitecturas de seguridad muestran signos de fatiga, la propuesta marroquí de una cooperación equitativa y horizontal suena no sólo razonable, sino necesaria.

“Ya no somos un país de tránsito para los estafadores. Somos un nodo de seguridad que los enfrenta”, dijo Hammouchi. Con él, Marruecos no solo protege sus fronteras: contribuye activamente a la construcción de un orden internacional más seguro y justo.

En los pasillos del foro de Moscú, muchos vieron en Hammouchi no solo a un director de inteligencia, sino a una figura de Estado con visión estratégica. Marruecos, bajo las expresas directivas de Su Majesta, Mohammed VI, ha dejado de ser un actor periférico de la seguridad global para convertirse en una bisagra entre continentes y un socio confiable en tiempos inciertos. Una posición que, en el nuevo mundo que se dibuja, no es menor.

 

 

lunes, 2 de junio de 2025

Crece la sintonía estratégica entre Rabat y Londres


Un nuevo triunfo diplomático del rey Mohammed VI refuerza el reconocimiento internacional de la soberanía marroquí sobre su territorio del sur, con una alianza estratégica con el Reino Unido, mientras Argelia expresa su malestar e impotencia.

Buenos Aires, 2 de junio de 2025

En un giro diplomático de alto calibre, el Reino Unido anunció oficialmente su respaldo al propuesta de un Plan de Autonomía para la región del Sáhara, presentado por el Reino de Marruecos ante Naciones Unidas, en 2007, como “la base más creíble, viable y pragmática” para resolver el prolongado conflicto del Sáhara. La decisión, formalizada mediante una declaración conjunta en Rabat, marca un hito en las relaciones bilaterales y refuerza la posición de Marruecos en el escenario internacional. Se trata, sin duda, de una victoria diplomática significativa atribuida al liderazgo estratégico del rey Mohammed VI.

El ministro británico de Exteriores, David Lammy, y su homólogo marroquí, Nasser Bourita, firmaron el documento en el marco de la quinta sesión del Diálogo Estratégico Marruecos - Reino Unido. Londres, que durante décadas mantuvo una postura neutral, se une así a Estados Unidos, Francia y España en el reconocimiento de la propuesta marroquí como una solución realista, posible y justa. Se convierte, además, en el tercer miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU que respalda públicamente la propuesta de Rabat.

La declaración subraya la intención del Reino Unido de actuar a nivel bilateral y multilateral en consonancia con esta posición. Lammy anunció que la agencia británica UK Export Finance considera destinar hasta 5.000 millones de libras esterlinas a inversiones en todo Marruecos, incluidas las provincias del sur, lo que abre la puerta a una nueva etapa de cooperación económica.

Esta nueva postura refuerza la credibilidad del plan marroquí y representa un avance tangible hacia la resolución de un contencioso que ha frenado el desarrollo regional durante décadas”, destacó Bourita. Lammy, por su parte, elogió el papel de Marruecos como socio estratégico y reconoció la importancia del liderazgo del rey Mohammed VI en la promoción de la estabilidad y el desarrollo socioeconómico en África.

El Reino Unido y el Reino de Marruecos acordaron además profundizar su alianza estratégica en áreas clave como seguridad, defensa, comercio, innovación, cambio climático y derechos humanos. Ambos países destacaron la necesidad urgente de encontrar una solución definitiva al conflicto a través de la propuesta para Un Plan de Autonomía para la región del Sáhara.

El comunicado oficial no pasó desapercibido en Argelia. El Ministerio de Asuntos Exteriores argelino lamentó la decisión británica y calificó el plan de autonomía marroquí como “vacío de contenido”. El rechazo de Argel responde a su tradicional apoyo a los separatistas del Frente Polisario, que insisten en reclamar un impracticable referéndum de autodeterminación para el territorio, opción que ha ido perdiendo gradualmente respaldo en la escena internacional frente a la más realista propuesta marroquí de autonomía.

La reacción argelina pone de manifiesto el creciente aislamiento diplomático del eje Argel-Tinduf en un contexto donde más de un centenar de países ya reconocen la propuesta marroquí como la vía más viable para cerrar un conflicto que dura medio siglo.

La apuesta de Mohammed VI por una diplomacia activa, basada en la claridad y la ambición, ha permitido a Marruecos consolidar alianzas clave y transformar el Sáhara en un polo de atracción para la inversión extranjera.

Con la nueva postura de Londres, Marruecos suma un respaldo decisivo en su hoja de ruta hacia la consolidación de su soberanía sobre el Sáhara y fortalece su rol como actor geopolítico en África del Norte. La alianza sellada con el Reino Unido inaugura una etapa de cooperación estratégica que podría tener implicaciones profundas no solo para la región, sino también para la arquitectura diplomática global.

 

 

Una nueva estatua para un fantasma del pasado


 

Putin apela a la figura del dictador soviético Iósif Stalin para alentar el espíritu patriótico de los rusos tras tres años de guerra en Ucrania.

Buenos Aires — El pasado 15 de mayo, mientras la guerra sigue devastando Ucrania y el Kremlin intensifica su retórica patriótica, las autoridades rusas inauguraron en el centro de Moscú una estatua de Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, más conocido por su seudónimo de Iósif Stalin – 1878 / 1953- (Stalin significa acero en ruso). El conjunto escultórico muestra a Stalin mirando sagazmente a lo lejos, flanqueado por trabajadores que lo veneran y niños que le ofrecen flores. La estatua, réplica de una que se retiró en 1966 durante una campaña de desestalinización, se convirtió con rapidez en una atracción: la gente le dejaba flores, se detenía a posar para hacerse fotos, incluso con sus hijos, o simplemente la observaban con detenimiento. 

El monumento se erige en  la estación Taganskaya de Moscú. Un homenaje que dice tanto del presente como del pasado: en la Rusia de Vladímir Putin, el dictador georgiano regresa no como símbolo del terror, sino como emblema del espíritu nacional.

Desde hace años, el Kremlin ensaya una relectura del siglo XX en la que Stalin —pese a sus crímenes— aparece como el artífice de la victoria sobre la Alemania nazi. Pero la presencia pétrea de su efigie en Moscú marca un salto cualitativo: no se trata solo de revisionismo histórico, sino de una herramienta política. En plena ofensiva sobre Ucrania, Putin invoca el espíritu de la Gran Guerra Patria para galvanizar la moral nacional. Y pocos iconos resultan tan potentes —y tan controvertidos— como Stalin.

El dictador soviético, fallecido en 1953, gobernó con puño de hierro durante tres décadas. El Estado policial creó la categoría de “enemigo del pueblo” para designar a los detenidos. Una vez capturado, el infortunado perdía su condición de tovarich (camarada) y se convertía en zeki: ya no era una persona, sino un nombre en una lista, destinado al fusilamiento o al Gulag.

La persecución se extendía a los familiares del condenado, convertidos en “la madre, la esposa o los hijos de un enemigo del pueblo”. Estos, cuando escapaban de la cárcel, sufrían represalias: restricciones de movimiento, despidos laborales, prohibición de acceso a la universidad y otras sanciones.

Stalin utilizó primero esa etiqueta para eliminar a la “vieja guardia revolucionaria bolchevique” —Trotsky, Zinóviev, Kámenev, Piatakov, Rádek, Bujarin, Rýkov, entre otros—, a quienes su paranoia consideraba amenazas. Luego, cuando los planes quinquenales fracasaban, culpaba a sus ministros, acusándolos de espionaje y sabotaje al servicio del capitalismo. Tras sus “confesiones”, eran condenados y ejecutados.

La purga no se detuvo allí. Entre 1937 y 1938, alcanzó al Ejército Rojo: fueron eliminados tres de los cinco mariscales (Tujachevski, Yegórov y Blücher), 13 de los 15 generales de Ejército, 8 de los 9 almirantes, 50 de 57 generales de cuerpo, 150 de 186 generales de división, y todos los comisarios de ejército. La represión se extendió a intelectuales, profesores, astrónomos, estadísticos, biólogos opositores al pseudocientífico Lysenko, y a médicos judíos acusados en la conspiración de las “Batas Blancas”.

Ni siquiera la NKVD escapó a la limpieza: su jefe, Nikolái Yezhov, fue ejecutado en 1940, acusado de crímenes que él mismo había perpetrado por orden de Stalin.

Para sostener esta maquinaria de represión, Stalin creó la red de campos de concentración conocida como Gulag (Glavnoye Upravlenie Lagerei). El premio Nobel Alexandr Solzhenitsyn estimó que veinte millones de personas pasaron por el sistema, y tres millones murieron en condiciones extremas, como en las obras del canal entre el mar Blanco y el Báltico.

La cifra pudo haber sido aún mayor. El 27 de marzo de 1953, dos semanas tras la muerte de Stalin, Lavrenti Beria ordenó la amnistía de 1.200.000 presos. Aun así, los campos siguieron saturados.

Stalin convirtió a la URSS en una superpotencia industrial y militar, pero a un coste humano catastrófico. La Gran Purga de los años treinta y el Holodomor —la hambruna causada por la colectivización forzada en Ucrania— han sido reconocidos como crímenes de lesa humanidad. En Ucrania, se considera un genocidio deliberado: millones murieron entre 1932 y 1933 mientras el grano era requisado por el Estado soviético.

Nada de eso fue recordado en la ceremonia. Las autoridades destacaron el “liderazgo decisivo” de Stalin en la derrota del nazismo y el “resurgir del orgullo ruso”. Al acto asistieron funcionarios del Gobierno, veteranos de guerra y miembros del Partido Comunista, que jamás renunció al culto del líder de acero. Algunos portaban banderas con la hoz y el martillo; otros, retratos de Stalin en uniforme de mariscal.

Tras la muerte del dictador, en marzo de 1953, el nuevo secretario general Nikita Jrushchov emprendió la desestalinización. En 1956, durante el XX Congreso del Partido Comunista de la URSS, denunció sus crímenes en el célebre “Discurso Secreto”. Ese mismo año, el cuerpo embalsamado de Stalin fue retirado del mausoleo de Lenin y enterrado discretamente tras la muralla del Kremlin, entre las tumbas de Kalinin y Suslov.

Jrushchov fue también quien transfirió Crimea a Ucrania mediante un cambio administrativo. Esa cesión, hoy revivida por el conflicto, es uno de los ejes de la actual confrontación ruso-ucraniana.

Desde el inicio de la invasión en 2022, el Kremlin ha adoptado un relato que emula la Segunda Guerra Mundial. Kiev es descrita como un régimen “neonazi” y la ofensiva como una operación de “desnazificación”. Putin ha comparado la defensa de Donetsk con la resistencia de Leningrado. En ese marco, Stalin resurge como el comandante supremo que salvó la patria: un precedente que, según esta lógica, legitima la movilización nacional.

En 2021, Yuri Dmitriev, historiador que descubrió fosas comunes del estalinismo, fue condenado a 15 años por supuestos abusos contra su hija adoptiva, cargos que su entorno considera fabricados. El Museo del Gulag cerró en 2024 alegando fallos de seguridad y no ha vuelto a abrir. Su exdirector, Román Románov, fue destituido y las exposiciones están siendo reconfiguradas.

Ese mismo año, el Gobierno rebautizó el aeropuerto de Volgogrado como “Stalingrado”, recuperando el nombre que la ciudad ostentó entre 1925 y 1961, en homenaje a la célebre batalla y a su epónimo.

“La reestalinización progresiva del país es peligrosa no solo para la sociedad —porque justifica las peores atrocidades del Estado—, sino también para el propio poder”, advirtió Lev Shlósberg, político opositor del partido liberal Yábloko, que promovió una petición para desmontar el monumento en Moscú. “Tarde o temprano, la represión devora al gobierno que la impulsa”.

La rehabilitación simbólica de Stalin hiere profundamente la sensibilidad ucraniana y la de buena parte del mundo. Allí no se le recuerda como héroe, sino como el responsable de uno de los mayores crímenes del siglo XX. El Holodomor, reconocido como genocidio por decenas de países, sigue siendo una herida abierta. Su exaltación —en plena guerra y bajo el espectro del imperialismo ruso— agrava la fractura entre ambos pueblos.

Fuera de Rusia, la estatua ha suscitado indignación. La embajada ucraniana en Moscú denunció “la glorificación inaceptable del verdugo de Ucrania”. En Bruselas, el Parlamento Europeo pidió explicaciones. Organismos de derechos humanos alertaron sobre la “normalización del totalitarismo”.

Dentro del país, la sociedad se muestra dividida. Según el Centro Levada, la mayoría de los rusos tiene una visión positiva de Stalin, valorando su papel en la victoria de 1945 y la industrialización. Muchos justifican la represión como “necesaria” o creen que está exagerada por la propaganda occidental. Para las nuevas generaciones, formadas en una narrativa cada vez más nacionalista, el dictador aparece como un líder eficaz, severo, pero justo.

La nueva estatua de Stalin no es solo un homenaje de bronce: es un reflejo de la batalla por el relato histórico. En tiempos de guerra, el pasado se convierte en trinchera. Y el Kremlin, que necesita héroes más que verdades, ha elegido a uno de los más temibles. Como en los años más sombríos de su reinado, el acero vuelve a alzarse en Moscú. Esta vez, con la sonrisa tácita del poder.

 

miércoles, 28 de mayo de 2025

Marruecos, Ecuador y El Salvador abren un nuevo capítulo diplomático y económico tras el giro sobre el Sáhara


 

La visita del canciller Nasser Bourita a Quito consolida el acercamiento entre Rabat y América Latina, en medio del aislamiento creciente del Frente Polisario

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Buenos Aires, 27 MAY 2025

La visita oficial del ministro de Asuntos Exteriores de Marruecos, Nasser Bourita, a Ecuador ha marcado un punto de inflexión en las relaciones bilaterales entre ambos países. Se trata de la primera visita de un canciller marroquí desde el establecimiento de relaciones diplomáticas en 1988, un hecho que Bourita calificó como “histórico” y que simboliza la consolidación de una nueva alianza Sur-Sur entre dos naciones geográficamente distantes pero políticamente alineadas.

El viaje del diplomático marroquí coincidió con la investidura del presidente Daniel Noboa y se enmarca en un acercamiento progresivo de Rabat hacia América Latina, región a la que el Reino dedica desde hace dos décadas una activa estrategia de presencia política y económica.

La mayor aproximación del Reino de Marruecos hacia América Latina comenzó con la gira que el Rey Mohammed VI realizó por la región en 2005. Mohammed VI fue el primer monarca alauí en visitar América Latina.

Marruecos ha sabido capitalizar los cambios de posición de varios países latinoamericanos en relación con su Sáhara, que abandonan progresivamente el reconocimiento de la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y se alinean con el plan de autonomía marroquí.

Durante su estadía en Quito, Bourita mantuvo una sesión de trabajo con su homóloga ecuatoriana, Gabriela Sommerfeld, y fue recibido por el presidente Noboa. Ambos encuentros sellaron una serie de compromisos bilaterales que incluyen cooperación en comercio, agricultura, seguridad, educación y desarrollo económico. Entre los anuncios destacados figura la apertura inminente de una embajada ecuatoriana en Rabat —la primera del país andino en el Magreb— y la concesión por parte de Marruecos de 150 becas anuales, así como el envío de 2.000 toneladas de fertilizantes.

Bourita subrayó que la decisión de Ecuador de suspender en octubre de 2024 el reconocimiento a la RASD —una entidad que Marruecos considera justamente como ilegítima y ligada al Frente Polisario— fue el catalizador de esta nueva etapa. “A partir de ese momento, y por instrucciones de Su Majestad el Rey y del presidente Noboa, firmamos una hoja de ruta para una relación basada en el respeto mutuo y el interés común”, declaró el canciller alauí.

El giro diplomático ecuatoriano no es un caso aislado. Países como El Salvador ya han expresado su respaldo explícito a la soberanía marroquí sobre su Sáhara y estudian abrir consulados en ciudades de las provincias del Sur como El Aaiún, lo que refuerza la estrategia de legitimación internacional de Rabat.

Para el Frente Polisario, estos movimientos representan una erosión progresiva de su respaldo regional, especialmente tras los recientes apoyos de Francia y España al plan de autonomía marroquí, un giro que la organización separatista saharaui ha calificado como “traición”.

El interés de Marruecos por América Latina responde tanto a razones geopolíticas como económicas. Para Ecuador, la alianza abre una puerta al mercado del África Occidental, con especial énfasis en productos estratégicos como el banano. Bourita aseguró que su país actuará como “puente” para las exportaciones ecuatorianas en el continente africano, en lo que constituye una promesa de diversificación comercial para el país sudamericano.

El acercamiento entre Quito y Rabat se produce también en un momento de redefinición del mapa diplomático internacional, donde alianzas pragmáticas basadas en beneficios tangibles parecen imponerse sobre las afinidades ideológicas de décadas pasadas. En este nuevo contexto, Marruecos se posiciona como un actor hábil y proactivo, capaz de tejer redes de apoyo desde América Central hasta el Cono Sur, utilizando como eje su propuesta de un Plan de Autonomía para el Sáhara, presentado ante Naciones Unidas, en 2007; y su desinteresada oferta de cooperación estratégica.

La consolidación de estos vínculos no solo debilita la posición del Frente Polisario, sino que introduce a Ecuador en un juego diplomático de alcance global, en el que el Magreb y América Latina comienzan a estrechar lazos más allá de sus respectivas esferas tradicionales de influencia. En palabras del propio Bourita: “Estamos lejos geográficamente, pero hoy estamos más cerca que nunca”.

 

miércoles, 21 de mayo de 2025

La Unión Europea pone freno al oportunismo del Polisario


 

El Frente Polisario no desaprovecha ocasión para intentar mantener a flote su fantasmal República Árabe Saharaui Democrática (RASD), en un contexto de creciente aislamiento internacional y progresiva retirada de apoyos diplomáticos.

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Desde su proclamación en 1976, la RASD ha intentado —con escaso éxito— adquirir estatus estatal en el concierto internacional. Sin embargo, carece de elementos esenciales que configuran a un Estado moderno: no posee territorio propio ni reconocimiento diplomático significativo. El único territorio que ocupa se encuentra en Argelia, país que acoge a una población saharaui confinada desde hace décadas en los precarios campamentos de Tinduf.

Pese a autoproclamarse como el legítimo representante del pueblo saharaui, el Frente Polisario apenas representa a una minoría que reside en dichos campamentos. La mayoría de los saharauis vive en las provincias del sur de Marruecos, en el Sáhara marroquí, al margen de la tutela del movimiento.

Incluso su autoridad en los campamentos se ve hoy erosionada. El Movimiento Saharaui por la Paz, una organización de creciente influencia tanto en Tinduf como en la diáspora, disputa abiertamente la representatividad del Polisario.

En cuanto a legitimidad internacional, el panorama es igualmente sombrío. Apenas un puñado de países alineados con Argelia —como Irán, Venezuela, Nicaragua o Corea del Norte— siguen sosteniendo la ficción diplomática de la RASD. Durante los años de mayor influencia argelina en África, y con el respaldo de la Libia de Gadafi, Argel logró que la RASD fuera admitida en la Unión Africana. Sin embargo, hoy son pocos los países africanos que respaldan esa decisión. Sudáfrica es una de las pocas excepciones. No obstante, el estatuto de la organización continental no contempla mecanismos para revertir la incorporación de una entidad ya admitida, lo que permite a la RASD seguir presente formalmente en la Unión Africana, a pesar del desconocimiento mayoritario de sus miembros.

Con audacia incombustible, el Frente Polisario aprovecha cualquier foro internacional para escenificar una supuesta legitimidad. Suele enviar delegaciones a encuentros de la Unión Europea y utiliza estos gestos como prueba de una presencia internacional que en realidad es marginal. La reacción de los otros participantes en estos eventos es, sin embargo, de claro aislamiento hacia los emisarios del Polisario.

Así lo reafirmó recientemente el portavoz de Asuntos Exteriores y de Política de Seguridad de la Unión Europea, al precisar: “La posición de la Unión Europea es bien conocida: ni la Unión Europea ni ninguno de sus Estados miembros reconocen a la RASD”. Y agregó, en referencia a la presencia de una delegación del Polisario en la reciente reunión ministerial UE-UA: “Esa participación no altera en absoluto la posición de la Unión”.

La aclaración tuvo lugar tras una consulta sobre la asistencia de representantes del Frente Polisario al encuentro. La estrategia de simulación diplomática y difusión de noticias falsas que el Polisario lleva adelante, con el respaldo logístico y político de Argelia, pierde fuerza a cada intento. La RASD sigue siendo, en esencia, una construcción ficticia sostenida por un grupo de aliados sin peso real en el escenario internacional.

 

 

martes, 20 de mayo de 2025

El presidente Milei ratifica su liderazgo en las urnas


 

La Libertad Avanza (LLA), el partido oficialista liderado por Javier Milei, se impuso con claridad en las elecciones legislativas de la ciudad de Buenos Aires, consolidando al presidente como figura hegemónica de la centroderecha argentina y derrotando nuevamente al kirchnerismo, que partía como favorito en la mayoría de las encuestas previas.

Nacionalización de unos comicios municipales

En unos comicios locales que adquirieron un fuerte tono nacional —como ya ocurriera en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 en Madrid, que desembocaron en la proclamación de la Segunda República Española—, el candidato de LLA, Manuel Adorni, logró imponerse con el 30 % de los votos. Economista y periodista devenido en vocero presidencial, Adorni obtuvo el mismo porcentaje que Milei a nivel nacional en la primera vuelta de las presidenciales de octubre de 2023. En aquel entonces, LLA apenas había cosechado el 17,8 % en el distrito porteño.

Contra el pronóstico de numerosos analistas que daban como seguro vencedor al candidato kirchnerista Leandro Santoro, la fragmentación del voto centroderechista —con cuatro postulantes: Manuel Adorni (LLA), Silvia Lospenato (PRO), Horacio Rodríguez Larreta (exjefe de Gobierno porteño) y Ramiro Marra (ex LLA, hoy apartado del oficialismo)— no impidió que la candidatura respaldada por Milei se alzara con una victoria incuestionable.

El kirchnerismo, que albergaba la esperanza de conquistar por primera vez en tres décadas la capital argentina, debió conformarse con un distante segundo lugar, obteniendo el 21,3 % de los sufragios. Se trata de una significativa caída respecto al 32,27 % que había alcanzado en las elecciones de 2023.

El derrumbe del PRO

Los grandes derrotados de la jornada fueron los primos Macri. Por primera vez desde su fundación hace 22 años, el PRO no logró imponerse en ninguna de las quince comunas en que se divide la ciudad. La formación liderada históricamente por Mauricio Macri —y actualmente conducida en el ámbito local por el jefe de Gobierno, Jorge Macri— apenas alcanzó un 16 % de los votos, perdiendo 28,1 puntos respecto a los comicios de 2023.

Este revés electoral diluyó las ambiciones del expresidente Mauricio Macri de cogobernar junto a Milei, colocando a sus alfiles en ministerios clave, negociando en pie de igualdad las listas legislativas de octubre e incluso accediendo a negocios de alta rentabilidad vinculados al Estado, como la concesión de la Hidrovía Paraná–Paraguay o el control del litio.

Para Jorge Macri, el golpe sufrido plantea un escenario de complicada gobernabilidad, una vez que asuman los nuevos legisladores el próximo 10 de diciembre.

Larreta resiste; la izquierda y otros, en retroceso

En contraste, Horacio Rodríguez Larreta, ex jefe de Gobierno porteño y excandidato presidencial, logró un meritorio cuarto lugar con el 8 % de los votos. Lo hizo al frente de una fuerza recientemente conformada por disidentes del PRO. Con ese caudal, Larreta ratificó el respaldo obtenido en las PASO de septiembre de 2023, cuando había sumado un 11 % a nivel nacional.

La izquierda más dura se situó en quinto lugar, con un 3 % de los votos, porcentaje suficiente para obtener una banca en la legislatura porteña. Las doce restantes fuerzas políticas participantes no alcanzaron el umbral mínimo requerido para ingresar al recinto legislativo.

Derrotas históricas

Además del PRO, otras fuerzas tradicionales sufrieron reveses contundentes. Entre ellas, la Unión Cívica Radical (UCR), que, bajo el liderazgo tripartito del exministro de Economía Martín Lousteau, el vicerrector Emiliano Yacobitti y el incombustible Enrique “Coty” Nosiglia, apenas cosechó un 2,35 % de los votos.

Similar fue el caso de la Coalición Cívica, liderada por la infatigable Elisa “Lilita” Carrió, quien, al presentarse en solitario, apenas alcanzó un 2,5 %. Ramiro Marra, legislador porteño y exdirigente de LLA, expulsado por Karina Milei, se presentó con el sello de la Unión de Centro Democrático, sin éxito: no logró retener su banca.

Peor aún fue el resultado del politólogo Juan Manuel Abal Medina, exjefe de Gabinete de Cristina Fernández de Kirchner y exsenador nacional, quien obtuvo un testimonial 0,6 % de los votos.

Balance político

La victoria de LLA en la capital ha consolidado a Javier Milei como líder indiscutido de la centroderecha argentina y principal referente de la clase media urbana. La caída del PRO y de Mauricio Macri se explica, en gran medida, por la pérdida del monopolio de la representación del voto antipopulista. Desde 2023, Milei se ha convertido en la principal alternativa no kirchnerista para quienes criticaban a Macri por no haber cumplido sus promesas de 2015 y, sobre todo, por haber allanado el retorno de Cristina Kirchner y La Cámpora en 2019.

Milei ha cumplido con muchas de las expectativas de este electorado: logró controlar la inflación, estabilizó el tipo de cambio, alcanzó el equilibrio fiscal sin emisión monetaria, reactivó la economía y redujo significativamente los niveles de pobreza. Argentina, tras más de quince años de estancamiento, parece haber retomado la senda del crecimiento.

Paralelamente, el Gobierno ha contenido la protesta social —endémica en las calles del país durante años—, achicó la estructura estatal eliminando organismos considerados ineficientes, suprimió subsidios y combatió lo que denomina "ideología de género". También anunció reformas en materia fiscal y migratoria.

Rumbo a Buenos Aires

El siguiente paso para Milei será, previsiblemente, cooptar a dirigentes del PRO y la UCR bonaerense dispuestos a sumarse a LLA, con vistas a conformar listas comunes para enfrentar al kirchnerismo en su bastión: la provincia de Buenos Aires. La cita será en las elecciones provinciales de septiembre.

El oficialismo tiene altas probabilidades de imponerse en el principal distrito del país, sobre todo si el peronismo concurre dividido por el enfrentamiento entre el gobernador Axel Kicillof y su mentora política, Cristina Fernández de Kirchner.

Mientras la economía continúe creciendo, la inflación siga a la baja y los indicadores sociales mejoren, Javier Milei y La Libertad Avanza parecen destinados a mantener su supremacía en las urnas.

 

 

jueves, 15 de mayo de 2025

El secuestro de Amir Boukhors desata una tormenta diplomática entre Argelia y Francia




Un escándalo de espionaje reaviva heridas coloniales, agrava tensiones geopolíticas, congela la cooperación bilateral y pone en evidencia la represión del régimen argelino.

 

Contenido

El 29 de abril de 2024, Amir Boukhors, exmilitar y feroz opositor al régimen argelino conocido como Amir DZ, fue secuestrado en las afueras de París. Veintisiete horas después, aparecía drogado y aturdido en una zona boscosa. Lo que parecía un caso aislado se ha convertido en una crisis diplomática de gran calado entre Francia y Argelia, marcada por acusaciones de injerencia, espionaje y violación del derecho internacional.

Según la Fiscalía Nacional Antiterrorista (PNAT), detrás del secuestro se encontraba una célula compuesta por agentes de los servicios de inteligencia argelinos (específicamente la temida Dirección General de Documentación y Seguridad Externa -DGDSE-) y personal del consulado argelino en Francia. El plan era trasladar a Boukhors en un vehículo diplomático hasta Alicante y desde allí a Argel. La operación fracasó por motivos logísticos y por la inesperada reacción del propio Boukhors, que logró convencer a sus captores de que era un refugiado político protegido por Francia.

Las detenciones de varios implicados, entre ellos un vicecónsul y el ex primer secretario de la embajada argelina, Salah-eddine S., han provocado una escalada sin precedentes. Francia expulsó a una docena de funcionarios diplomáticos argelinos. Argelia respondió con la misma moneda, alegando “detención ostentosa e injustificada” y acusando a París de "menospreciar deliberadamente" sus instituciones.

“El secuestro de un opositor bajo asilo político constituye un acto inaceptable de extraterritorialidad y una amenaza directa a la soberanía nacional”, declaró Jean-Noël Barrot, ministro francés de Exteriores. “Responderemos con firmeza, sin ambigüedades ni complacencias”.

Las relaciones entre ambos países, marcadas por una historia común dolorosa, han ido deteriorándose desde el verano de 2023. La decisión de Emmanuel Macron de alinearse con Marruecos en el contencioso del Sáhara llevó a Argelia a retirar a su embajador. Las tensiones se agravaron aún más este año cuando ambos países lanzaron la llamada “Asociación Excepcional Reforzada”, un marco de colaboración sellado entre el rey Mohammed VI y el presidente Emmanuel Macron,

Desde entonces, la tensión ha ido en aumento, agravada por la detención en Argel del escritor franco-argelino Boualem Sansal, condenado por “atentar contra la integridad territorial del país”.

Para Francia, el caso Boukhors ha cruzado una línea roja. No solo se trata de una violación de su soberanía, sino de un desafío abierto a los valores republicanos que garantizan el derecho de asilo. Para Argelia, en cambio, se trata de un pulso geopolítico en el que París estaría protegiendo a “delincuentes disfrazados de activistas”.

El abogado de Boukhors, Éric Plouvier, asegura que “la operación fue organizada al más alto nivel del Estado argelino”. Las órdenes de arresto que Francia emitirá en breve contra altos mandos como el general de división Abdelghani Rachedi y el coronel Souahi Zerguine se enfrentan a un muro político: Argelia no reconoce su implicación y no contempla su entrega. “Sería una rendición humillante”, apuntan fuentes diplomáticas.

La figura de Amir Boukhors, con más de un millón de seguidores en TikTok y miles en otras redes, se ha convertido en un símbolo. Desde su refugio en Francia, ha denunciado sin descanso la corrupción de las élites argelinas y los abusos en los centros de detención secretos de Ben Aknoun y Blida, comparándolos con las infames prisiones del régimen sirio.

Francia, que rechazó su extradición en 2022 por riesgo de tortura, considera que Boukhors fue víctima de una “operación de Estado” en suelo francés. “No es solo un crimen, es un asunto de Estado”, sentencia Plouvier.

Mientras tanto, la cooperación bilateral en materia de seguridad, migración y energía permanece congelada. Los gestos de acercamiento de los últimos meses han quedado en nada. Lo que debía ser una primavera diplomática se ha transformado en un invierno de hielo.

Amir Boukhors, cuya lucha desafía a dos gobiernos, simboliza ahora el coste personal de enfrentarse al poder. Y su caso —más que un hecho aislado— evidencia las fisuras profundas de una relación todavía cautiva de su pasado colonial.

  

miércoles, 14 de mayo de 2025

La Asociación Excepcional Reforzada entre Marruecos y Francia llega al Sáhara marroquí



La intensa relación de amistad entre Marruecos y Francia no es solamente fruto de la historia o la geografía, sino también de una voluntad compartida de encarar juntos los desafíos del desarrollo.

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La asociación entre el Reino de Marruecos, tejida a lo largo de décadas, ha conocido en los últimos meses un nuevo impulso en una región de enorme simbolismo político y económico: el Sáhara marroquí.

El reciente viaje de Rémy Rioux, director general de la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD), a la región de Dajla-Ued Edahab, confirma el interés de París por acompañar a Rabat en su estrategia de crecimiento equilibrado e integrador. Acompañado por una importante delegación francesa,

La Agencia Francesa de Desarrollo (Agence Française de Développement, AFD). Conocida entre 1992 y 1998 como Caisse Française de Développement (CFD), literalmente Fondo Francés para el Desarrollo. Es una institución financiera pública que contempla las políticas de desarrollo y solidaridad internacional de Francia.

En su visita el Director Rioux ha dejado claro que la cooperación bilateral trasciende las palabras y se traduce en acciones concretas. “La AFD, en nombre del Estado francés, desea explorar los medios de contribuir al desarrollo de la región de Dajla-Ued Edahab”, declaró tras reunirse con las autoridades locales.

Una apuesta por el desarrollo regional

El objetivo es ambicioso pero estratégico: consolidar una red de cooperación que permita transformar a la bella ciudad – puerto de Dajla —puerta del Sáhara Atlántico— en un polo de desarrollo sostenible. Para ello, Francia pone sobre la mesa no sólo fondos, sino también conocimiento técnico y una red de colaboración institucional que articula los intereses del Estado francés con los del Reino marroquí.

La presencia de la AFD en esta región se inscribe en la llamada “Asociación Excepcional Reforzada”, un marco de colaboración sellado entre el rey Mohammed VI y el presidente Emmanuel Macron, cuyo alcance va más allá de los protocolos diplomáticos. Se trata de una hoja de ruta que contempla desde la financiación de infraestructuras hasta el refuerzo de capacidades locales.

Dajla: un enclave con vocación global

La delegación gala visitó las obras del puerto de Dajla Atlántico, una de las piezas clave del nuevo modelo de desarrollo impulsado por Rabat para las provincias del sur. Este proyecto emblemático no sólo persigue mejorar la conectividad marítima y logística, sino también dinamizar sectores como la pesca, el turismo y las energías renovables.

Rioux se mostró “impresionado” por las riquezas naturales y culturales de la región: el océano Atlántico, los paisajes desérticos, los yacimientos arqueológicos y la diversidad patrimonial forman un mosaico que, adecuadamente gestionado, podría convertirse en motor de crecimiento económico.

El interés francés por este enclave estratégico no es casual. Marruecos representa desde hace años un socio prioritario para París, tanto en el plano económico como en el geopolítico. La estabilidad institucional del Reino, su papel en la gestión de los flujos migratorios y su creciente protagonismo en el África subsahariana lo convierten en un aliado de primer orden para Francia en un contexto de reconfiguración de las alianzas globales.

Diplomacia de desarrollo

Pero más allá de las cifras y los proyectos, la visita de la AFD deja entrever una forma de diplomacia basada en la cooperación horizontal y el codesarrollo. En lugar de exportar modelos prefabricados, París apuesta por fortalecer las capacidades de los actores locales —los consejos regionales, las sociedades de desarrollo local, los servicios multiservicios— para que sean ellos quienes definan su hoja de ruta.

Este enfoque ha sido bien recibido por las autoridades marroquíes, que subrayan la importancia de construir una relación basada en el respeto mutuo y los intereses compartidos. “Esta cooperación se enmarca en una visión común del desarrollo integrador y sostenible”, afirmó Ali Khalil, wali de la región.

Lazos históricos, desafíos contemporáneos

Francia y Marruecos comparten una historia y elementos culturales comunes, pero también por una intensa relación humana y económica. Más de 1,3 millones de marroquíes viven en Francia, y el Reino es uno de los principales destinos de inversión de las empresas francesas en África.

Sin embargo, en los últimos años, la relación bilateral ha atravesado ciertos altibajos. La visita de la AFD a Dajla puede interpretarse también como un gesto de distensión, un intento de retomar el pulso a una cooperación que necesita actualizarse al ritmo de los nuevos desafíos: la lucha contra el cambio climático, la seguridad energética, la movilidad juvenil y la transformación digital.

Más allá del simbolismo

El compromiso de Francia en el Sáhara marroquí tiene también una carga simbólica. Al invertir en esta región, París envía una señal política que no pasa desapercibida en un contexto internacional en el que la cuestión del Sáhara Occidental sigue siendo objeto de tensiones diplomáticas. Marruecos, que defiende una solución basada en la autonomía bajo su soberanía, encuentra en Francia un socio dispuesto a acompañar su visión de desarrollo, sin interferencias políticas pero con una clara apuesta por la estabilidad regional.

Una alianza por redescubrir

La relación entre Rabat y París no se define ya únicamente por la historia o por la lengua común, sino por la capacidad de reinventarse frente a los desafíos del siglo XXI. En ese camino, el desarrollo de Dajla y de las provincias del sur se convierte en una metáfora de una relación bilateral que, lejos de agotarse, busca nuevos horizontes.

El Sáhara se consolida así como un escenario privilegiado para que Marruecos y Francia ensayen una diplomacia de futuro: una alianza basada en proyectos tangibles, respeto mutuo y una visión compartida del desarrollo. Una relación especial que, como el océano que baña Dajla, encuentra en la profundidad su mejor anclaje.

 

lunes, 12 de mayo de 2025

De la mano del rey Mohammed VI Marruecos refuerza su resiliencia ante catástrofes


En una muestra de previsión estratégica y liderazgo institucional, Marruecos ha iniciado un ambicioso programa de infraestructura humanitaria con la construcción de plataformas regionales de reservas de primera necesidad.

 

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Impulsado personalmente por Su Majestad el Rey Mohammed VI, el proyecto de construcción de una plataforma de reservas de primera necesidad constituye una piedra angular del modelo marroquí de resiliencia ante catástrofes naturales y emergencias complejas. La ceremonia inaugural de las obras en la región de Rabat-Salé-Kenitra, celebrada en la comuna de Ameur, marcó el punto de partida de una iniciativa que busca transformar la capacidad de respuesta del Reino frente a crisis humanitarias.

Una visión proactiva ante los desafíos del siglo XXI

La iniciativa, fruto de las expresas orientaciones del Rey Mohammed VI, pretende dotar a cada región de Marruecos de una plataforma de abastecimiento inmediato en situaciones de desastre. Inundaciones, seísmos, deslizamientos de tierra o incidentes químicos e industriales ya no encontrarán al país desprevenido. “Se trata de un modelo innovador, coherente con los principios de gobernanza preventiva y justicia territorial”, señalan fuentes del Ministerio del Interior.

El proyecto va más allá del almacenamiento de suministros: establece un sistema descentralizado y escalable que permitirá una movilización veloz de recursos en las 12 regiones del Reino. En Rabat-Salé-Kenitra, la futura plataforma ocupará 20 hectáreas y contará con cuatro almacenes de gran capacidad, refugios logísticos, un helipuerto y estacionamientos, todo con una inversión de 287,5 millones de dírhams (28,75 millones de dólares). La entrega está prevista en un plazo de doce meses.

La huella del monarca en la arquitectura del socorro nacional

Mohammed VI ha sido el principal artífice de esta arquitectura nacional de respuesta. No se trata simplemente de una decisión técnica o administrativa, sino de una apuesta política con visión de largo plazo. El Rey, acompañado por el Príncipe Heredero Moulay El Hassan durante la presentación del proyecto, ha insistido en un enfoque integral y anticipatorio. Su estrategia busca evitar la improvisación ante desastres, una lección que Marruecos aprendió con crudeza tras el terremoto de Al Haouz.

La planificación contempla una inversión total de 7.000 millones de dírhams, de los cuales 2.000 millones se destinarán a la construcción de las plataformas y 5.000 millones a la adquisición de productos y equipos. Estas instalaciones albergarán reservas suficientes para atender hasta tres veces las necesidades que se presentaron tras el citado seísmo.

Infraestructura y humanidad: qué contienen las plataformas

Cada plataforma dispondrá de un amplio espectro de medios destinados a garantizar la supervivencia y dignidad de las poblaciones afectadas. Entre ellos destacan:

  • Alojamiento inmediato: con la adquisición de 200.000 tiendas de campaña multiusos, colchones, mantas y camas de campamento.
  • Restauración y alimentación: cocinas móviles, panaderías de campaña y kits alimentarios para familias damnificadas.
  • Agua y electricidad: equipos móviles de potabilización de agua y generadores eléctricos para garantizar servicios básicos.
  • Salud de emergencia: 12 hospitales de campaña, módulos quirúrgicos de urgencia y reservas estratégicas de medicamentos.
  • Rescate y salvamento: herramientas específicas para luchar contra inundaciones, terremotos, derrumbes y riesgos tecnológicos o químicos.

Además, todo el sistema estará gestionado por personal capacitado y sujeto a normas rigurosas, conforme a los estándares internacionales de ayuda humanitaria y protección civil.

Un cambio de paradigma

Esta red de plataformas no sólo responde a la lógica de la emergencia, sino que configura un ecosistema nacional orientado a la producción local de equipamientos de socorro. Desde Rabat hasta Laayún, el mapa de Marruecos se vertebra así en torno a una infraestructura invisible pero vital: la del cuidado y la protección en los peores momentos.

El emplazamiento de las plataformas ha sido determinado tras un estudio pormenorizado de los riesgos regionales y la densidad poblacional. En regiones como Casablanca-Settat o Marrakech-Safi, con mayores concentraciones humanas y exposición a peligros sísmicos, se han previsto centros logísticos de mayor envergadura.

Un modelo replicable

Expertos en gestión de catástrofes señalan que la iniciativa marroquí podría convertirse en un modelo a seguir para otros países del sur global. Al combinar centralización estratégica con despliegue regional, Marruecos logra un equilibrio entre eficacia operativa y equidad territorial. “Este programa refuerza la soberanía humanitaria del país”, afirma un alto funcionario del gabinete real.

En una región geopolíticamente volátil, expuesta al cambio climático y con importantes brechas de infraestructura, el liderazgo del Rey Mohammed VI en esta materia ofrece una respuesta moderna, estructural y empática. No se trata sólo de ayudar en la emergencia, sino de preparar al país para afrontarla con dignidad, eficacia y humanidad.

Esto marca una gran diferencia con la situación de otros países del Norte de África

Argelia, por ejemplo, segundo país en tamaño del continente africano, ha sido históricamente vulnerable a seísmos —como el devastador terremoto de Boumerdès en 2003— e incendios forestales. Aunque dispone de capacidades logísticas considerables a través de su ejército y la Protección Civil, su modelo sigue centrado en la reacción más que en la previsión estructurada.

La respuesta argelina a catástrofes suele depender de almacenes centrales y decisiones de emergencia. A diferencia de Marruecos, no existe un programa nacional de plataformas regionales preposicionadas, lo que puede alargar los tiempos de respuesta en zonas periféricas como la Cabilia o el Sahara argelino. Las recientes crisis climáticas han evidenciado lagunas en la gestión coordinada de recursos y en la descentralización operativa.

Túnez ha logrado avances institucionales en la gestión del riesgo desde la revolución de 2011, pero sus capacidades logísticas siguen siendo limitadas. El país depende en gran medida de la cooperación internacional para la provisión de equipos de emergencia y asistencia técnica. La Agencia Nacional de Protección Civil tiene un papel destacado, aunque con escasos recursos frente a eventos como inundaciones o incendios forestales.

En comparación con el programa marroquí, Túnez carece de una visión de largo plazo que integre reservas estratégicas y producción nacional de equipos de rescate. Las dificultades presupuestarias y la inestabilidad política han frenado proyectos de gran escala en este ámbito.

Egipto ha priorizado la modernización de sus infraestructuras críticas desde el mandato de Abdel Fattah al-Sisi. En el ámbito de la protección civil, cuenta con capacidades considerables, especialmente en El Cairo y Alejandría. Sin embargo, el enfoque egipcio tiende a concentrarse en grandes centros urbanos, dejando vulnerables a regiones como el Sinaí o el Alto Egipto.

El país ha desarrollado sistemas de alerta temprana, centros de mando unificado y almacenes militares, pero aún no ha desplegado una red descentralizada de reservas estratégicas como la que impulsa Marruecos. La centralización de los recursos puede entorpecer una intervención rápida en zonas alejadas del eje del Nilo.

Marruecos: modelo descentralizado, preventivo y escalable

En este contexto, el programa marroquí sobresale por su visión descentralizada, anticipatoria y sostenible. No solo abarca todas las regiones del Reino, sino que incorpora criterios de riesgo, densidad poblacional y proximidad logística. La inversión en hospitales móviles, generadores eléctricos, unidades potabilizadoras de agua y cocinas móviles coloca a Marruecos en una posición avanzada en la gestión humanitaria del siglo XXI.

Además, el desarrollo de un ecosistema industrial nacional para producir los equipos necesarios refuerza la autonomía del país y crea capacidades permanentes. Esta dimensión de soberanía logística y tecnológica es aún incipiente en otros países vecinos.

Hacia una arquitectura magrebí de resiliencia climática

Los desafíos que enfrentan los países del norte de África —cambio climático, urbanización acelerada, riesgos sísmicos y escasez hídrica— exigen respuestas innovadoras y cooperativas. El modelo marroquí podría inspirar una agenda magrebí de resiliencia compartida, donde la experiencia, la tecnología y los recursos se pongan al servicio de una región más preparada y cohesionada.

Sin embargo, para que esa cooperación avance, será necesario superar tensiones diplomáticas crónicas, especialmente entre Marruecos y Argelia. Mientras tanto, Marruecos consolida su liderazgo en este campo, demostrando que la previsión también es una forma de soberanía.