Una
declaración del Grupo de Puebla imprudentemente suscripta por el presidente
argentino Alberto Fernández causó hondo malestar a su par chileno Gabriel
Boric.
El ministro de Relaciones Exteriores argentino
Santiago Cafiero afirma que: “La Argentina de hoy, por el liderazgo de
Alberto, tiene un rol relevante en el mundo […] Fue un liderazgo
latinoamericano reconocido en el mundo”.
Después de escuchar esas declaraciones del canciller
argentino, muchos comenzaron a preguntarse en que consistía ese “rol
relevante” de la Argentina en el mundo y cuál era el “liderazgo
latinoamericano” que ejerce el presidente Alberto Fernández.
Argentina, lamentablemente, solo lidera entre los
países más endeudados y con mayor inflación del mundo.
Alberto Fernández, por su parte, se ha hecho famoso
por sus frases imprudentes y sin sentido, sus notorios furcios y sus habituales
desatinos internacionales que poco tiene de diplomáticas.
Comenzando por su inolvidable frase de que: “Los
mexicanos salieron de los indios y los brasileños salieron de la selva”,
que recorrió el mundo mostrando que algunos progresistas argentinos muy adentro
suyo albergan un “enano racista”, como bien podría haberlo dicho la
periodista italiana Oriana Fallacci.[i]
Siguiendo con el furcio de creer que estaba
inaugurando la “Cumbre de las Américas” cuando en realidad debía dar
comienzo a la “Cumbre de la CELAC”, o el papelón de quedarse dormido
durante la ceremonia de asunción del presidente Gustavo Petro, en Colombia.
Sus errores diplomáticos también son de gran
importancia. Por ejemplo, el ofrecer a Vladimir Putin que Argentina fuera la “puerta
de entrada” de Rusia en América Latina, una semana antes de la anunciada
invasión rusa a Ucrania.
También son muy recordadas sus apreciaciones sobre las
violaciones a los derechos humanos en Venezuela. El 26 de junio de 2022,
declaró a diario Clarín: “El tema de derechos humanos no tiene ideologías ni
banderas. Cuando sentí que en Venezuela estaban en riesgo los derechos humanos,
pedí a la ONU que investigara lo que pasaba. Gracias a Dios votamos eso, porque
las cosas en Venezuela mejoraron muchísimo y esas noticias ya no existen”.
Una afirmación que difícilmente compartiría la ex Alta Comisionada para los
Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet.
El jueves 16 de febrero los errores en la gestión de
los asuntos internacionales de Alberto Fernández pusieron una nueva piedra en
el zapato de las siempre delicadas relaciones bilaterales de Argentina con
Chile.
El presidente argentino tiene problemas para armonizar
su rol de jefe de Estado de sus simpatías y compromisos ideológicos y políticos.
En esta ocasión su imprudencia consistió en firmar una
declaración del Grupo de Puebla que cuestionaba la imparcialidad e
independencia de la justicia chilena.
El Grupo de Puebla es un foro político integrado por
representantes de fuerzas políticas latinoamericanas de izquierda. Fundado el
12 de julio de 2019 en la ciudad mexicana de Puebla. Su objetivo principal es
articular ideas, modelos productivos, programas de desarrollo y políticas de
Estado de carácter progresista. Está compuesto por presidentes, expresidentes,
referentes políticos y sociales dentro del movimiento progresista y por
académicos de diecisiete países latinoamericanos, España y Portugal.
En esta ocasión la declaración del Grupo de Puebla
consignaba que: “Acusar y no haber permitido el juicio por ocho años, es una
inadmisible forma de perseguir un liderazgo en una nueva modalidad de lawfare.”
El documento realiza una encendida defensa de Marco
Enríquez Ominami, uno de los fundadores e ideólogo principal del Grupo de
Puebla que, desde 2015, enfrenta cargos por corrupción.
Marco Enríquez Ominami, es un exdiputado socialista y
cineasta chileno, que suele actuar en América Latina como lobista de empresas
francesas, aprovechando las credenciales progresistas que le dan ser hijo del
guerrillero Miguel Enríquez, muerto cuando era secretario general del
Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Chile, y las relaciones personales
forjadas durante su largo exilio en Francia, escapando de la dictadura de
Pinochet.
La causa penal abierta contra Enríquez Ominami es
relativa al financiamiento irregular de la política por parte de la empresa
Sociedad Química y Minera de Chile, mediante la emisión de facturas falsas. Un
delito que tiene una pena máxima de cuatro años de cárcel.
El Grupo de Puebla demanda que se ponga en marcha el
proceso judicial para que supuestamente Enríquez Ominami pueda demostrar su
inocencia.
El presidente chileno Gabriel Boric consideró que la declaración
incursionaba en los asuntos internos de su país y replicó contundente: “Acá
se respetan las instituciones, espero lo mismo de sus colegas”.
Refiriéndose al respeto que en Chile se hace de la división de poderes y de la
independencia de la justicia y en clara alusión, sin nombrarlo, al presidente
argentino Alberto Fernández que pretende destituir a la Suprema Corte de
Justicia de su país para favorecer a la vicepresidente Cristina Kirchner
condenada a 6 años de prisión e inhabilitación especial perpetua para ejercer cargos
públicos por el delito de administración fraudulenta en perjuicio de la
administración pública.
La ministra de
Relaciones Exteriores de Chile, Antonia Urrejola, actuando conforme a los
procedimientos diplomáticos, citó al embajador argentino en Chile, Rafael
Bielsa para manifestarle que su gobierno considera el contenido de esa
declaración como “absolutamente improcedente”.
Entre los firmantes de la declaración del Grupo de
Puebla se encuentran el expresidente de Gobierno de España, José Luis Rodríguez
Zapatero, el expresidente de Colombia, Ernesto Samper, el expresidente de
Ecuador, Rafael Correa, el expresidente de Panamá, Martín Torrijos, el
expresidente de Bolivia, Evo Morales y figuras relevantes del ámbito social latinoamericano
como el exjuez Baltazar Garzón o la excandidata presidencial del Perú, Verónika
Mendoza.
Fernández fue el único
presidente en ejercicio que firmó la declaración, su homólogo boliviano Luis
Arce Catacora, también integrante del Grupo de Puebla, prudentemente se abstuvo
de suscribirla. Algo
que el mandatario argentino debió haber hecho también, especialmente tomando en
consideración lo sensible que es la opinión pública chilena a cualquier actitud
argentina que crea que puede afectar a su país.
Lo más sorprendente del caso es que el roce
diplomático se produce entre dos mandatarios que comparten la misma
identificación progresista y de izquierda.
Lo que ocurre es que Alberto Fernández con sus ansias
de protagonismo suele comportarse en los ámbitos internacionales como un
elefante en un bazar pasando por alto procedimientos diplomáticos sin medir las
consecuencias.
Ahora, su torpeza ha generado un incidente más, esta
vez con un país vecino que históricamente ha mantenido una susceptibilidad especial
en su trato con Argentina.
En lugar de buscar convertirse en un líder latinoamericano
(para lo cual ha demostrado no tener condiciones) el presidente argentino
Alberto Fernández debería dedicarse más a su vocación de tocar la guitarra[ii] y cantar. Cantar quizás
esa canción de Joaquín Sabina que dice: “He defraudado a todos empezando por
mí”.[iii]
[i] FALLACI, Oriana: En una de sus famosas declaraciones la periodista
italiana afirmó que dentro de cada argentino habitaba un “enano fascista”.
[ii] GUITARRA: En
Argentina a las personas fabuladoras, verborrágicas y mentirosas suele
denominárselas “guitarreros”.
[iii] SABINA,
Joaquín: canción titulada “Lo niego todo”.
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