Argelia intenta una maniobra
diplomática imposible. Argel pretende acercarse a Occidente sin romper su
tradicional alianza con Rusia, de quien depende para obtener armas y
entrenamiento militar.
Argelia enfrenta desde hace años problemas
estructurales en su sistema de alianzas que no ha podido solucionar.
Internamente es un régimen represivo, tutelado por los
militares, que periódicamente simula elecciones totalmente condicionadas para
brindar al mundo la ficción de que es una democracia.
Económicamente, Argelia depende totalmente de sus
exportaciones de hidrocarburos, que conforman el 95% de su PBI.
Precisamente, el 80% de sus exportaciones de gas tiene
por destino a países de Unión Europea, especialmente Francia, Italia y España.
Si bien la Unión Europea depende en gran medida del
gas argelino, también la economía argelina es dependiente de las compras
europeas de gas y de las inversiones y exportaciones que recibe de Europa.
Al mismo tiempo, la Unión Europea tiene estándares muy
precisos en materia de derechos humanos y libertades públicas que en ocasiones emplea
como instrumento de presión al servicio de sus objetivos geopolíticos o pasa
por alto los atropellos a esos derechos y libertades en la medida que así lo
demanden sus intereses.
En el caso de Argelia, el Parlamento Europeo y otras
institucione comunitarias han mirado hacia otro lado cuando Argel reprimía
despiadadamente a los periodistas y activistas del Hirak, la represión a los
separatistas de la Cabilia o frente al trato criminal que da a los migrantes
irregulares subsaharianos que ingresan a su territorio.
Al mismo tiempo, Argelia desde los tiempos de la lucha
por la independencia, a mediados del siglo pasado, mantiene una alianza
estratégica primero con la Unión Soviética y actualmente con Rusia como su
sucesora.
Para Argelia, Rusia es su principal proveedor de
armamentos (el 80% de los equipos que emplea el Ejército Nacional Popular de
Argelia son de origen ruso), instruye a sus oficiales en la doctrina operativa
más eficaz para el empleo de cada tipo de armas y por último ambos países y sus
aliados realizan maniobras conjuntas. Así, por ejemplo, Argelia participó con
sus tropas de las maniobras denominadas “Vostok 22”, en septiembre de
2022, en la república rusa de Osetia del Norte, cercana a la sensible frontera
con Georgia.
Poco después, entre el 16 y el 28 de noviembre de
2022, en Argelia, en la región de Bechar, a unos cincuenta kilómetros de la
frontera cerrada con Marruecos, se llevaron a cabo la maniobras conjuntas de
tropas argelinas y rusas denominadas “Escudo del Desierto 2022”.
El gobierno argelino ha negado insistentemente la
realización de estas maniobras, pero el ministro de Asuntos Exteriores ruso,
Sergey Lavrov, confirmó, el 1° de febrero de 2023, en una entrevista a la
cadena oficial RT (Russia Today), la realización de las mismas, dejando en
evidencia la duplicidad de la diplomacia argelina.
Argelia constituye el segundo comprador mundial de
armas rusas, sólo superada por China.
La política internacional de Argelia muestra un fuerte
alineamiento con los intereses rusos. Incluso los principales aliados de Moscú
han pasado a ser los principales socios internacionales de Argelia: Cuba,
Bielorrusia, Venezuela, Irán, Siria, Nicaragua y Corea del Norte.
Por último, sus vínculos con Rusia proporcionan a
Argel la garantía del apoyo de un miembro permanente del Consejo de Seguridad
de Naciones Unidas con derecho a veto. Algo que Argelia valora especialmente
para prevenir eventuales conflictos en el Sáhara con Marruecos.
Resumiendo, podríamos decir que Argelia depende en lo
económico de Occidente y en lo militar y diplomático de Rusia.
Esta situación obliga a Argelia a desarrollar un
difícil y poco creíble equilibrio diplomático.
Un equilibrio que se desestabilizó primero con el
apoyo que recibió Marruecos de parte de los Estados Unidos y España y luego,
especialmente, con el estallido de la invasión rusa a Ucrania.
Cuando a finales de 2020, los Estados Unidos
reconocieron la soberanía marroquí sobre su Sáhara, Argelia reaccionó creando
un clima de confrontación bélica con Marruecos y desatando una carrera
armamentista (que lo ubicó entre los diez primeros países del mundo que destinan
mayor proporción de su PBI a comprar armamentos) en el Magreb, con sus
adquisiciones de armamentos rusos.
Rusia inmediatamente pidió a Argel que no incrementase
sus exportaciones de gas a Europa, mientras que Occidente solicitó al
presidente Abdelmadjid Tebboune que dejase de adquirir armas rusas para que las
exportaciones de armamentos no se convirtieran para Moscú en una forma de
financiar la guerra en Ucrania.
Diversos legisladores estadounidenses, reaccionaron solicitando
sanciones internacionales contra Argelia por esas compras de armamentos.
Para ganar tiempo, sin cesar sus vínculos con Moscú,
el presidente Tebboune realizó una serie de maniobras distractoras: suspendió
sin fecha un viaje de Estado a Rusia y, el 23 de enero, el jefe de Estado Mayor,
general Saïd Chengrilha, viajó a París donde lo recibió el presidente Emmanuel
Macron, en el Palacio de Eliseo. En esa visita, muy poco difundida y dónde no
se exhibieron fotografías de Macron junto a Chengrilha, se habría firmado
acuerdos de compras de armamentos franceses para el ejército argelino y se
anunció un reforzamiento de los vínculos estratégicos entre ambos países.
Sin embargo, el acercamiento entre París y Argel duró
poco más de dos semanas. El incidente provocado por Francia cuando procedió a
la exfiltración de la periodista franco – argelina Amira Bouraoui, una de las
voces más críticas contra la dictadura de Tebboune.
Argelia acusó a agentes franceses de haber sacado
clandestinamente a Bouraoui de Argelia hacia Túnez, para luego embarcarse en un
avión con rumbo a París.
Francia declaró que únicamente había brindado “protección
consular” a una ciudadana francesa
Argelia inmediatamente llamó a consultas a su embajador
en París y las relaciones entre ambos países entraron en un impase.
Tebboune aprovecho el incidente para sincerar su
política exterior. Abandonó bruscamente la prudencia mostrada en su
acercamiento hacia Francia y sin más ocultamientos se inclinó decididamente
hacia su aliado histórico: Rusia.
El presidente argelino se comunicó telefónicamente con
Vladimir Putin acordando retomar su visita de Estado a Moscú para el mes de
mayo. El viaje tiene por objeto ultimar detalles para el acuerdo de adquisición
de armamentos rusos por valor de U$S 11.000 millones de dólares y otros
tratados de cooperación económica y diplomática.
Para neutralizar el aislamiento internacional que ha
originado su invasión a Ucrania, el Kremlin proyecta incrementar su presencia
en el Mediterráneo Occidental y en África a los efectos de aumentar sus
exportaciones de armamentos y obtener el apoyo de los votos de los países
africanos en los organismos multilaterales internacionales.
Por lo tanto, Argelia se ha convertido para Rusia en una
suerte de “puerta de entrada” a África y un aliado confiable al servicio
de sus intereses geopolíticos en la región.
Uno de los principales campos de acción donde tendrá
lugar el accionar conjunto argelino – ruso es la región saharo – saheliana.
Allí, los mercenarios del Grupo Wagner, que ya operan en Libia (un país
convulsionado pero rico en petróleo y gas), proyectan reemplazar la presencia
de las fuerzas francesas que actualmente están retirándose de Mali.
Otros cinco mil mercenarios de Wagner, contratados por
el magnate ruso Yeugeny Prigozhim, dominan actualmente la República
Centroafricana saqueando un país con grandes recursos en oro, diamantes y
maderas preciosas.
El Grupo Wagner, el nuevo aliado de Argelia, es
considerado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos como una “organización
criminal internacional”. Además, Yevgeny Prigozhin ha admitido públicamente
haber creado y financiado la Internet Research Agency, una empresa con sede en
San Petersburgo, conocida como una “fábrica de troles” y a la que el
gobierno estadounidense acusa de interferir en las elecciones presidenciales de
2016, en las que triunfo el magnate inmobiliario Donald Trump.
Por lo tanto, resulta evidente que Argelia por el
oportunismo y la duplicidad de su política exterior, además de su dependencia
de los armamentos y apoyos rusos, no puede ser un socio confiable para las potencias
occidentales.
En la actual confrontación que vive el mundo es claro
que Argelia ha elegido el bando de Rusia, comportándose como uno más de sus
aliados.
Ahora, resta a los Estados Unidos y a Europa definir
que política seguir con un país que con su política aventurera y belicista esta
desestabilizando el Norte de África.
No hay comentarios:
Publicar un comentario