En su columna del pasado domingo, el genial Sebastián Borensztein afirmó que “faltan cinco minutos para que el ministro Massa demuestre que, puesto en la misma situación, es como Alberto solo que un poco más pillo.”
Quizá Borensztein hubiera preferido emplear otra
expresión en lugar de “pillo”, pero es demasiado educado para hacerlo.
De todas maneras, Sebastián tranquilo, que todos lo entendimos.
Sin embargo, creo que Borensztein pasa por alto
algunas otras diferencias entre estos dos candidatos testaferros de la
auténtica “dueña del circo”, la cada día más iracunda Cristina Kirchner.
La diferencia entre Sergio y Alberto Fernández no pasa
esencialmente por la inteligencia, ayer hemos visto que el ministro de Economía
puede competir con posibilidades con el presidente. Su intervención en la
cumbre de la CELAC, calificando al Uruguay de “hermano menor” en la cara
del presidente Lacalle Pou está muy a la altura de ese antológico: “los mexicanos
salieron de los indios, los brasileños de la selva”, del presidente
guitarrero.
Ambos tienen similar capacidad para tomar decisiones,
el mismo temperamento fuerte (salvo frente a Cristina) o igual propensión para
desdecirse inmediatamente o traicionar mañana a los aliados y amigos de hoy, si
se lo considera necesario para mantenerse en el poder. Pero hay otros factores
en juego.
En 2019, cuando Cristina lo nominó como candidato,
Alberto Fernández carecía de un partido que lo apoyara y le suministrara los
cuadros necesarios para gobernar o al menos para ocupar las posiciones claves
de la nueva administración.
Alberto tampoco contaba con un entorno familiar de
apoyo personal y político, solo lo rodeaba un reducido número de amigos de
confianza que llevó al gobierno y sobre el cual hizo blanco con saña Cristina
Kirchner para alejarlos gradualmente del presidente: Marcela Losardo, Gustavo
Beliz, Matías Kulfas y de los cuales solo sobreviven: Vilma Ibarra, Santiago
Cafiero, Julio Vitobello, Juan Manuel Olmos, Cecilia Todesca, Alberto Iribarne,
Victoria Tolosa Paz y Víctor Santa María.
Fue muy fácil, para Cristina amenazar al presidente
con vaciarle el gobierno a la primera muestra de independencia de Alberto
Fernández. En ese momento, el presidente testaferro descubrió los límites de su
poder y debió resignarse a gobernar bajo la continua presión que ejercían
Cristina Kirchner y La Cámpora.
Alberto Fernández tampoco parece contar con demasiado
apoyo de otros factores de poder: empresarios, banqueros o sindicalistas.
El mismo Alberto no albergaba un proyecto presidencial
hasta la propuesta de Cristina. Es sabido que Alberto Fernández a comienzos de
2019, aspiraba a ser embajador argentino en Madrid y trabajaba para lograr esa
posición y no más.
Así que la propuesta de Cristina Kirchner debe haberlo
tomado por sorpresa y sin ideas o un plan elaborado de qué hacer como
presidente, por lo cual el diseño del gobierno y de cómo y para qué se
gobernaría quedó sencillamente en manos de la “Jefa” indiscutida del
Frente para Todos.
Pero, con Massa en la Casa Rosada las cosas serían muy
distintas.
Por empezar, Massa si tiene desde hace más de una
década un claro proyecto presidencial para el cual viene trabajando
intensamente y que nadie ignora.
Ese proyecto es compartido y apoyado fervientemente
por su entorno familiar: los Galmarini, su esposa Malena, sus cuñados Martín y Sebastián,
su suegro Fernando “Pato” Galmarini, la madre de su esposa Marcela Durrieu,
entre otros.
Un entorno familiar altamente politizado, donde sus
miembros cuentan con años de militancia política y de experiencia como
funcionarios públicos.
Massa además dispone de un partido con representación
nacional, el Frente Renovador, que posee legisladores nacionales (9), en la
provincia de Buenos Aires y otras provincias, así como concejales en varios
municipios del país.
Por lo tanto, Massa cuenta con su propia “cantera”
de cuadros políticos, de donde extraer futuros funcionarios, además de un
experimentado equipo económico que conoce los números reales de la economía
argentina y los acuerdos que se han establecido y que posiblemente sean muy
difíciles de rastrear para un nuevo gobierno.
Por último, Massa ha sabido establecer alianzas con
diversos sectores de la sociedad argentina que consideran viable su proyecto
presidencial.
Entre ellos están los empresarios del llamado “círculo
rojo”. Grupo empresarial formado entre otros por Jorge Pablo Brito el
mandamás de los bancos Macro y de Tucumán, quién además es el presidente de la
Asociación de Bancos de Argentina (ADEBA); los empresarios de medios José Luis
Manzano y Daniel Vila que cuentan con el Multimedios Grupo 1 (América TV,
América 24, diario El Cronista y canales de televisión por cable, radios y
periódicos del interior del país) con inversiones en Andes energía y Edenor; Claudio
Belocopitt, propietario de la importante Swiss Medical Group y de diversos
sanatorios y clínicas, además de ser accionista del Multimedios Grupo 1, con
40% del paquete accionario; Mauricio Filiberti de Transclor; Marcos Midlin que
controla el Grupo Emes y Pampa Energía S. A. y Alejandro Bulgheroni de Pan
American Energy, entre otros.
Finalmente, Massa es bien visto y cuenta con contactos
dentro del Departamento de Estado de los Estados Unidos y mantiene una estrecha
amistad y familiar de décadas con Horacio Rodríguez Larreta, uno de los líderes
de la oposición.
Por lo tanto, Sergio Massa estaría en mejores
condiciones para independizarse de Cristina Kirchner después de recibir la
banda y el bastón. El tigrense no por nada se ganado el apodo de “panqueque”
por lo cambiante de sus alianzas políticas.
Seguramente todo esto está siendo evaluado por
Cristina Kirchner antes del “gran dedazo”.
Quizá, Sergio Masa ofrezca al Frente de Todos, mayores
posibilidades de continuar en la Casa Rosada pero seguramente ofrece mayores
riesgos de romper el Frente que otros candidatos más dependientes de la voluntad
de la “Jefa”, como por ejemplo el gobernador Axel Kicillof, o su colega
del Chaco Jorge “Coqui” Capitanich.
Por otra parte, el Frente de Todos deberá enfrentar
los próximos comicios con un panorama sumamente complejo: tendrá 600% de
inflación acumulada en cuatro años. Alberto Fernández habrá acumulado más
inflación que cualquier otro presidente de la democracia restablecida en 1983.
Mientras que el dólar blue lleva acumulado un incremento del 444% y el 42% de
la población argentina se sitúan por debajo de la línea de la pobreza. El
gobierno también arrastrará los 130.000 muertos provocados por el pésimo manejo
de la pandemia del coronavirus del Covid 19, donde se privilegiaron las
afinidades ideológicas a la salud de los argentinos en la compra de vacunas y donde
se crearon vacunatorios vip para los funcionarios y amigos del poder.
No puede sorprender entonces, cuando todas las
encuestas indican que el Frente de Todos tiene muy mala imagen y pocas
posibilidades de continuar en el gobierno después del 10 de diciembre de 2023,
aún con el “pillo” de Sergio Massa como candidato presidencial.
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