Argelia, país
sede de la Copa Africana de Futbol, convierte al torneo deportivo en el
escenario para dirimir sus diferencias políticas con Marruecos.
Se supone en todo el mundo que las competencias
deportivas tienen el propósito de acercar a los pueblos a través de sanas
competencias donde cada país se esfuerza por mostrar sus logros y su capacidad
colectiva para alcanzar el éxito.
Ese es el espíritu con que se viven los juegos
olímpicos, los mundiales de futbol, la Copa América o el Campeonato de África
de Naciones para jugadores locales, entre otras competencias internacionales.
Las masivas celebraciones populares en Argentina y
Marruecos por los excelentes desempeños alcanzados en el Mundial de Futbol de
Qatar demuestran la importancia que tienen estas competencias para los pueblos.
Al mismo tiempo, para los países sedes es una
oportunidad inigualable de acumular “poder blando” (soft power), o sea,
prestigio e influencia en el escenario internacional, además de constituir un
gran negocio para el desarrollo de la industria turística y hotelera.
Un mundial de futbol o una copa continental de ese
deporte mueven miles de millones de dólares en publicidad, derechos de
transmisión, turismo, periodismo, etc. También crean cientos de empleos en el
país sede.
Es por ese motivo que los países pujan durante años
para convertirse en sede un mundial de futbol. Marruecos intentó sin éxito ser
sede del Mundial 2026 y ahora compite para obtener el mismo logro para el
Mundial 2030.
El reciente mundial, ha permitido a Qatar mostrarse
ante los ojos del mundo entero como un país abierto y tolerante desmintiendo en
gran medida las acusaciones de ciertos círculos sobre violaciones a los
derechos humanos y de ser una monarquía encerrada en sus creencias
conservadoras y su dogmatismo religioso. Con el mundial y con su influencia en
el mundo del futbol internacional, puede decirse que, sin lugar a duda Qatar ha
incrementado su presencia y prestigio en el mundo.
Pero, esa oportunidad de obtener más soft power,
ansían la mayoría del país y por la cual realizan faraónicas inversiones, es
despreciada y desaprovechada por la camarilla militar que realmente gobierna en
Argelia más allá de la pantalla formal que le proporciona el presidente
Abdelmadjid Tebboune.
Así lo demuestra la decisión del gobierno argelino de
impedir el vuelo y arribo en su territorio del avión de la Royal Air Maroc que
debía transportar a la delegación marroquí que competiría en la 7ª edición de
la Copa de África para jugadores locales que se realizará en ese país. Con esa
decisión argelina el seleccionado marroquí quedó excluido de la competición.
De nada sirvieron los esfuerzos realizados por el
presidente de la Federación Internacional de Futbol (FIFA), Gianni Infantino y
del presidente de la Confederación Africana de Futbol (CAF), Patrice Motsepe
por convencer a la cúpula militar argelina de otorgar un permiso excepcional al
avión marroquí que trasladaría a la delegación.
Recordemos que Argelia unilateralmente cerró, en 1994,
su frontera terrestre con Marruecos y que, en 2022, retiró a su embajador en
Rabat y cerró sus cielos a las aeronaves matriculadas en el Reino magrebí.
Este acto sin precedentes en la diplomacia
internacional, entre dos países que no se encuentran en guerra, y mucho más en
el ámbito de las competencias deportivas internacionales es una muestra más de
que la opaca dictadura militar que rige los destinos de Argelia desprecia el
derecho internacional y las prácticas diplomáticas más elementales en aras de
mantenerse en el poder.
La idea de un enemigo (real o imaginario) es esencial
para que los militares argelinos justifiquen el régimen represivo con que
mantienen oprimido al pueblo argelino.
En este sentido, cualquier oportunidad resulta
propicia para tensar aún más la débil cuerda de las relaciones bilaterales con
su vecino y rival del Magreb.
Además, los dirigentes argelinos celosos de los logros
marroquíes en el último mundial y de los festejos ordenados del pueblo marroquí
con su Rey al frente, no quieren darle a Marruecos la oportunidad de brillar
nuevamente en la Copa Africana.
Se debe tener presente que “Los leones del Atlas”,
la selección marroquí se impuso en las dos últimas ediciones del torneo africano
y que era firme candidato para obtener la copa en su 7ª edición.
Resulta inaceptable para los intolerantes militares
argelinos ver a Los leones del Atlas levantar su tercera copa y festejar
precisamente en Argel, como para el presidente Tebboune tener que tomar parte
en la entrega de premios si gana el seleccionado marroquí.
En términos futboleros; Argelia como no puede derrotar
a Marruecos en la cancha, se asegura de excluir al Reino del torneo, privando
al pueblo marroquí de un posible nuevo festejo.
Tanto la FIFA como la CAF no pueden dejar pasar el
atropello cometido por Argelia contra Marruecos sin aplicar fuertes sanciones
al país organizador.
La proscripción de Marruecos de la Copa Africana de
Futbol es otra muestra flagrante de como Argelia constituye un obstáculo
permanente para la integración y la paz no solo del Magreb sino de toda África.
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