La visita del
jefe del Estado Mayor del Ejército argelino general Saïd Chengriha es una
muestra más del juego pendular del Eliseo en el Norte de África.
Francia se resiste a admitir que los tiempos han
cambiado en el Magreb, que ya no es la potencia hegemónica en la región y ya no
está en condiciones de seguir aplicando su estrategia de mantener divididos y
enfrentados a los pueblos que lo habitan.
Apoyando durante un tiempo a uno y luego al otro, pero
siempre manteniendo activo el diferendo artificial en el Sáhara.
Mientras tanto, tanto las empresas francesas aprovechan
la influencia de su país para hacer buenos negocios tanto con Marruecos como
con Argelia.
El reconocimiento de la soberanía marroquí sobre su
Sáhara por parte de los Estados Unidos y España sacó a Francia de su posición
de confort en el Norte de África. Dejó de ser uno de los actores centrales. El
país galo pasó a ocupar una posición secundaria y para nada determinante.
Al no ser un actor determinante, su influencia en el
Magreb se ve sensiblemente recortada en un momento en que soplan fuertes
vientos antifranceses en la región sahelo – saheliana.
Por lo tanto, la decisión de presidente Emmanuel
Macron de recibir al general Saïd Chengriha, un militar fuertemente cuestionado
por las organizaciones de los derechos humanos como el principal responsable
del trato represivo que sufren los opositores en Argelia, con tratamiento
ceremonial de jefe de Estado, responde más a la necesidad francesa de
neutralizar la Reunión de Alto Nivel entre Marruecos y España, que en la
necesidad de venderle armas a Argelia.
Macron recibió a Saïd Chengrilha, en el Palacio del
Eliseo, el 23 de enero, acompañado por el general Thierry Burkhard, jefe de
Estado Mayor de las Fuerzas Armadas francesas, o incluso por el ministro de las
Fuerzas Armadas, Sebastien Lecornu. Un honor que por primera vez un presidente
francés concede a un alto funcionario argelino desde la independencia de esta
antigua colonia en 1962.
Macron quiere ser consultado sobre los asuntos que involucren
a Marruecos, en especial los referidos al Sáhara. Pero, hoy las antiguas
esferas de influencia del siglo XX son cosas del pasado y Francia deberá
aceptarlo, aunque no sea de su agrado.
Para Argelia la compra de armas francesas es una cuestión
central en la visita a París de su jefe de Estado Mayor, en la que invertirá una
parte considerable de los 23.000 millones de dólares en que ha incrementado
Argel su presupuesto militar para 2023.
Los militares argelinos saben muy bien que al adquirir
armas francesas están de alguna manera comprando el apoyo francés contra
Marruecos.
Por otra parte, Argelia necesita compensar sus fuertes
vínculos con la Rusia de Putin para aventar el fantasma de unas eventuales
sanciones económicas aplicadas por los Estados Unidos a los asociados de Moscú.
De allí que también el presidente Abdelmadjid Tebboune suspendió, sin fecha,
una visita agendada a Moscú.
Argelia necesita reforzar su muy deteriorado “poder
blando” (soft power). El prestigio de Argelia ha sufrido debido a las
acusaciones internacionales por las violaciones a los derechos humanos de los
activistas de la Hirak y la continua e injustificada agresividad hacia
Marruecos en cuestiones insólitas y casi ridículas como el negar el permiso de
ingreso a su espacio aéreo al avión de Royal Air Marroc que debía transportar a
la selección marroquí de futbol, “Los leones del Atlas”, que debían
competir en la VII Copa de África para jugadores locales, que se desarrollaría
en Argel.
Al mismo tiempo, el hecho de que la visita quedara a
cargo del general Chengriha y no del presidente Tebboune contiene más de un
mensaje. Primero, es una evidente señal de dónde y en quién reside el poder
real dentro del régimen opaco que gobierna en Argel.
Argelia es una dictadura militar disfrazada de “democracia
popular”. Aunque, últimamente los militares argelinos no se preocupan
demasiado por disimularlo.
En segundo lugar, el general Chengriha aprovechará la
ocasión para estrenarse en la política internacional y, posiblemente, dar
señales de estabilidad en Argelia en vista de la próxima renovación del mandato
presidencial de Tebboune.
Otra elección amañada como la de 2019, donde los
candidatos opositores fueron vetados, que intentará darle continuidad y
gobernabilidad a Argelia, a pesar del movimiento Hirak que demanda desde hace
años un cambio democrático.
Tal como hemos dicho, posiblemente, la visita del jefe
de Estado Mayor argelino a Francia culmine con la firma de un acuerdo para la
adquisición de armas francesas por parte de Argelia, aunque por el momento
ambas partes rodean a dicho acuerdo del mayor secretismo.
Seguramente, adquirirá en Francia, en especial,
armamentos que Moscú no está en condiciones de suministrar a Argel, pero los
argelinos difícilmente abandonarán a su proveedor principal por razones de
técnica u operatividad militar y por motivaciones de alineamiento político. La
compra de armas francesas es la forma de crear el eje Francia – Argelia.
Los militares argelinos necesitan la creación de un
nuevo eje Francia – Argelia que contrabalanceé las nuevas alianzas estratégicas
forjadas por Rabat y el creciente protagonismo internacional del Reino de
Marruecos de la mano del Rey Mohammed VI.
No obstante, las armas francesas contribuirán a
incrementar la carrera armamentista en el Norte de África. Con el riesgo
adicional de una parte de esas armas sean desviadas y termine en manos de
grupos terroristas y del crimen organizado en la región sahelo – saheliana,
como los terroristas separatistas del Frente Polisario, principales
destinatarios de parte de las armas adquiridas en Francia.
Lamentablemente, la diplomacia francesa en el Magreb
se torna así en una fuerte impulsora de la inestabilidad en la región y en un
incentivo más para mantener la histórica rivalidad entre Argelia y Marruecos.
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