Fue uno de los
teóricos más importantes de la política internacional en el siglo XX. Sus
trabajos se corresponden con la tradición realista de la relaciones
internacionales, y suele ser considerado, junto con George F. Kennan y Henry
Kissinger, como uno de los principales expositores del realismo geopolítico
estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial.
Hans
Joachim Morgenthau nació en el seno de una familia judía en Coburgo, Ducado de
Sajonia-Coburgo-Gotha, Alemania en 1904. Después de estudiar en el Casimirianum
de Coburgo, curso estudios en la Universidades de Berlín, Fráncfort del Menoy,
Münich para luego terminar su doctorado en el Instituto de Estudios
Internacionales y del Desarrollo de Ginebra, Suiza.
Terminó
su tesis doctoral en 1929, y la publicó bajo el título: The International
Administration of Justice, Its Essence and its Limits. Llego a los Estados
Unidos en 1937, escapando del nazismo y luego de pasar un tiempo enseñando en
Suiza y España. Fue amigo, entre otras personalidades del jurista Hans Kelsen y
la politóloga Hannah Arendt y asesor de los presidentes John F. Kennedy y
Lyndon B. Johnson.
Durante los últimos años de su vida
fue un importante opositor a las armas nucleares y un censor del papel de los
Estados Unidos en la guerra de Vietnam.
Hans Morgenthau falleció después de
una grave hospitalización, el 19 de julio de 1980, por una úlcera en el Lenox
Hill Hospital de Nueva York.
El
profesor Hans Morgenthau se desempeñó como docente en la Universidad de Chicago
y en la Universidad
de Nueva York. Ha publicado entre
otros: “Politics Among Nations”
-1948-, “In defense of the National
Interest” -1951-, “The purpose of
american politics” -1960-, “Politics
in the Twentieh Century” -1962-, “A
New Foreign Policy for the United States” -1969- y “Science: servant or master?” -1972-.
Morgenthau –junto con Henry Kissinger- son los
exponentes más destacados de la escuela realista en materia de política
internacional, una escuela de pensamiento profundamente imbricada con la
geopolítica. En sus escritos el profesor Morgentahau sostenía que para
comprender la política internacional había que partir de seis principios
básicos, a saber:
Primero:
sugirió que las relaciones políticas están gobernadas por reglas objetivas
profundamente arraigadas en la naturaleza humana. Dado que estas reglas son “impenetrables para nuestras preferencias,
los hombres las desafiarán sólo a riesgo de fracaso”. Si estas reglas en sí
mismas no pueden cambiarse, el determinismo de Morgenthau sostenía que la
sociedad puede mejorarse entendiendo primero las leyes que gobiernan la
sociedad y luego basando la política en dicho conocimiento.[1]
Segundo:
Morgenthau planteaba que los hombres de Estado “piensan y actúan en términos de interés definido como poder” y que
la evidencia histórica prueba su presupuesto. Este concepto, central para el
pensamiento de Morgenthau, les da continuidad y unidad a las políticas
exteriores aparentemente diversas de naciones - estados ampliamente separadas.
Más aún, el concepto de “interés definido
como poder” hace posible evaluar las acciones de los líderes políticos en
diferentes momentos de la historia.
En su
opinión, la política internacional es un proceso en el cual los intereses
nacionales se ajustan. “El concepto de
interés nacional no presupone ni un mundo naturalmente armónico y pacífico ni
la inevitabilidad de la guerra como consecuencia de la persecución, por parte
de todas las naciones, de sus intereses nacionales. Bien por el contrario,
supone que el constante conflicto y amenaza de guerra queda minimizado a través
del continuo ajuste de los intereses en conflicto por parte de la acción
diplomática.”[2]
Tercero:
Morgenthau reconocía que el sentido de “interés
definido como poder” es inestable. Sin embargo, en un mundo en el cual las
naciones soberanas rivalizan por el poder, las políticas exteriores de todas
las naciones deben considerar a la supervivencia la meta mínima de la política
exterior. Todas las naciones están forzadas a proteger “su identidad física, política y cultural contra la intrusión de otras
naciones.” Así el interés nacional se identifica con la supervivencia
nacional. “Tomada aisladamente, la
determinación de su contenido en una situación concreta es relativamente
simple, pues abarca la integridad del territorio de la nación, de sus
instituciones políticas y de su cultura.” En la medida en que el mundo esté
dividido en naciones, afirmaba Morgenthau, el “interés nacional es por cierto la última palabra en la política mundial.”
El interés, entonces, es la esencia de la política.
Una vez
que su supervivencia está asegurada, el estado - nación puede buscar intereses
menores. Morgenthau suponía que las naciones ignoraban el interés nacional sólo
a riesgo de destrucción. Sin embargo, en la formulación de la política exterior
del siglo XX, los intereses menores a veces precedieron al interés nacional. Si
Gran Bretaña en 1939 - 1940 hubiera basado su política hacia Finlandia en
consideraciones legalistas - moralistas, respaldadas con una gran ayuda militar
contra la agresión soviética, entonces la posición británica se habría visto lo
suficientemente debilitada para asegurar su destrucción por parte de la Alemania nazi. Gran
Bretaña no habría restaurado la independencia de Finlandia ni salvaguardado su
propio interés nacional más vital, el de la supervivencia física. Solo cuando
el interés nacional más estrechamente vinculado con la supervivencia nacional
ha sido salvaguardado, pueden las naciones perseguir intereses menores.
Cuarto:
Morgenthau afirmó que “los principios
morales universales no pueden aplicarse a las acciones de los Estados en su
formulación abstracta y universal, pero debe filtrárselos a través de
circunstancias concretas de tiempo y lugar.” En su búsqueda del interés
nacional, los estados están gobernados por una moral que difiere de la moral de
los individuos en sus relaciones personales. En las acciones de los hombres de
Estado, en tanto que estadistas, las consecuencias políticas de una política
particular se convierten en los criterios para juzgarla. Confundir la moral de
un individuo con la moral de un Estado es atraer el desastre nacional. Dado que
la responsabilidad oficial primordial de los hombres de Estado es la
supervivencia del Estado mismo, sus obligaciones respecto de la ciudadanía
exigen una modalidad diferente del juicio moral que la del individuo.
Quinto:
Morgenthau afirmó que el realismo político identifica las “aspiraciones morales de una nación particular con las leyes morales que
gobiernan el universo.” De hecho, si la política internacional se ubica dentro
de un marco de intereses definidos en términos de poder, “podemos juzgar a otras naciones como juzgamos la propia.”
Sexto:
Morgenthau subrayaba la autonomía de la esfera política. Las acciones políticas
deben juzgarse con criterios políticos. “El
economista pregunta: ¿Cómo afecta esta política el bienestar de la sociedad o a
un segmento de ella? El abogado se pregunta: ¿Es esta política acorde con las
reglas del derecho? El realista se pregunta: ¿Cómo afecta esta política el
poder de la Nación ?”
Nosotros podríamos agregar que el geopolítico también se hace esta pregunta en
forma permanente.
En las
luchas de poder, las naciones siguen políticas diseñadas para preservar el statu quo, lograr expansión imperialista
o ganar prestigio. En opinión de Morgenthau, la política interna y exterior
puede reducirse a una que corresponda a alguno de estos tres tipos básicos: “Una política busca mantener el poder, ya
aumentar el poder, ya demostrar poder.”
Si bien
el fin de una política de statu quo
es preservar la distribución de poder existente, la nación que adopta semejante
política no necesariamente actúa para impedir todos los cambios
internacionales. Por el contrario, las naciones que buscan el statu quo se proponen coartar el cambio
que pueda producir transformaciones fundamentales en la distribución
internacional del poder. Morgenthau cita la Doctrina Monroe
como ejemplo de una política statu quo
que satisface sus dos criterios. Primero, se la diseñó para mantener el
equilibrio de poder prevaleciente en el hemisferio occidental. Segundo,
expresaba la disposición de Estados Unidos a no impedir todo cambio en la
región. Por el contrario, Estados Unidos sólo actuaría contra cualquier
modificación que amenazara la distribución del poder existente. De igual forma,
los tratados concluidos al finalizar guerras invariablemente modifican el statu quo prevaleciente en ese
momento.
El
imperialismo es la segunda alternativa principal a disposición de las naciones.
Se trata de una política diseñada para lograr una “reversión de las relaciones de poder existentes entre naciones.”
Las metas de las potencias imperialistas incluyen preponderancia local, imperio
continental o dominio mundial. Las naciones pueden adoptar políticas
imperialistas como resultado de la victoria, la derrota o la debilidad de otros
estados. Un Estado cuyos líderes esperan la victoria puede alterar sus
objetivos desde la restauración del statu
quo a un cambio permanente en la distribución del poder. Más aún, una
nación derrotada puede adoptar una política imperialista para “dar vuelta la balanza del vencedor, para
derrocar el statu quo creado por su victoria y para cambiar su lugar por el de
él en la jerarquía del poder.” Finalmente, la existencia de estados débiles
puede demostrar ser irresistible para un Estado fuerte.
Para
lograr objetivos imperialistas, los estados pueden recurrir a la fuerza militar
o a medios culturales y económicos. La conquista militar es la más antigua, más
obvia y más efectiva forma de imperialismo. El imperialismo económico no
permite una absoluta dominación. Sin embargo, si un Estado imperialista se ve
imposibilitado de obtener el control sobre otro por medios militares, puede
intentar obtenerlo a través del empleo de sus capacidades económicas. El
imperialismo cultural constituye un procedimiento para intentar influir en la
mente humana “como instrumento para cambiar las relaciones de poder entre dos
naciones.”
Según
Morgenthau, los estados pueden seguir una política de prestigio. Esta puede ser
“uno de los instrumentos a través de los
cuales las políticas de statu quo e imperialismo tratan de lograr sus fines.”
Su objetivo es “impresionar a otras
naciones con el poder que la propia nación concretamente posee o con el poder
que cree o quiere que otras naciones crean que posee.” Morgenthau sugirió
dos técnicas específicas de esta política: la diplomacia y el despliegue de
fuerzas. Una política de prestigio tiene éxito cuando una nación gana semejante
reputación de poder que el uso concreto de poder se vuelve innecesario.
Morgenthau
se preocupaba no sólo por la búsqueda de poder, sino también por las
condiciones de la paz internacional. Su concepto de orden internacional está
estrechamente vinculado con su concepto de interés nacional, La búsqueda de
intereses nacionales que no son esenciales para la supervivencia nacional
contribuyen al conflicto internacional. En el siglo XX, especialmente, las
naciones han sustituido los objetivos globales por metas más limitadas que, en
opinión de Morgentahu, constituyen la esencia del interés nacional. El
nacionalismo moderno, combinado con las ideologías mesiánicas del siglo XX, ha
oscurecido el interés nacional. Bajo pretexto de extender el comunismo o “hacer el mundo seguro para la democracia”,
las naciones intervienen en los asuntos de regiones que no son vitales para su
seguridad. Por ejemplo, Morgenthau, al igual que Kennan, se oponía a la
intervención militar americana en Vietnam del Sur, porque el sudeste asiático
supuestamente queda más allá de los intereses vitales de Estados Unidos y,
porque este país encontraría imposible, excepto, quizás, con un amplio gasto de
recursos, mantener un equilibrio de poder en el sudeste asiático. Por
contraste, manifestó gran preocupación acerca de la influencia soviética en
Cuba, debido a su ubicación geográfica en estrecha proximidad al territorio
americano.
Aun en
un sistema internacional sin políticas exteriores ideológicamente motivadas, la
competencia entre naciones - estado opuestas, es probable. Como muchos otros
realistas, Morgenthau consideraba el equilibrio de poder como la técnica más
efectiva para manejar el poder en un sistema internacional basado en relaciones
competitivas entre estados. Definía el equilibrio de poder como:
1.- Una
política orientada a cierto estado de cosas.
2.- Un
estado de cosas concreto.
3.- Una
distribución de poder aproximadamente igual.
4.-
Cualquier distribución de poder.
Sin
embargo, no es el equilibrio de poder en sí mismo sino el consenso
internacional sobre el cual está construido lo que preserva la paz
internacional. “Antes de que el
equilibrio de poder pudiera imponer sus restricciones sobre las aspiraciones al
poder de las naciones a través del juego mecánico de fuerzas opuestas, las
naciones en competencia primero tuvieron que restringirse a sí mismas aceptando
el sistema de equilibrio de poder como el marco común de sus empresas.”
Semejante consenso “mantuvo bajo control
el deseo de poder ilimitado, potencialmente propio, como lo sabemos, de todos
los imperialismos, e impidió que se volviera una realidad política.”
Al igual
que el equilibrio de poder, la diplomacia juega un papel crucial en la
preservación de la paz. De hecho, una condición previa para la creación de un
mundo pacífico es el desarrollo de un nuevo consenso internacional en el siglo
XX. El papel del diplomático se ha visto disminuido por el desarrollo de las
comunicaciones avanzadas, por el descrédito público de la diplomacia y los
diplomáticos y por la tendencia de los jefes de gobierno a conducir sus propias
negociaciones en conferencias cumbre. El aumento de importancia de las
asambleas internacionales, la sustitución de la diplomacia abierta por la
secreta y la inexperiencia por parte de las superpotencias contribuyó a la
decadencia de la diplomacia durante gran parte del siglo XX. Morgenthau
claramente prefería una diplomacia similar a la del sistema internacional
anterior al siglo XX.
Si se la
ha de revitalizar como una técnica eficaz de manejar el poder la diplomacia
debe responder a cuatro condiciones:
A) Debe
apartársela de su espíritu de cruzada.
B) Los
objetivos de política exterior deben ser definidos en términos de interés
nacional y debe apoyárselos con un poder adecuado.
C) Las
naciones deben considerar la política exterior desde el punto de vista de otras
naciones.
D) Las
naciones deben estar dispuestas a transar en temas que no son vitales para
ellas. Si la diplomacia puede elevarse a una posición de importancia de vuelta,
creía Morgenthau, no sólo podría contribuir a “la paz a través de la adaptación”, sino también a crear un
consenso internacional sobre el cual se puedan construir instituciones
políticas mundiales más adecuadas.[3]
[1] MORGENTHAU, Hans J.: Política
entre las naciones. La lucha por el poder y la paz. Sexta edición revisada por Kenneth W.
Thompson. Grupo Editor Latinoamericano. Bs. As. 1986. Pág. 123.
[2] DOUGHERTY, James E. y Robert L.
PFALTZGRAFF: Teorías en pugna en las
relaciones internacionales. Grupo Editor Latinoamericano. Bs. As. 1993.
Pág. 64.
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