La
detención en los Estados Unidos de otra ciudadana rusa acusada de actuar como
“agente de un gobierno extranjero” sin registrarse previamente habla de un
cambio sustancial en las actividades de inteligencia del Kremlin.
El FBI
detuvo el 18 de julio a María Butina una bella estudiante rusa de posgrado de
29 años que realizaba actividades de lobby en favor de la libre tenencia y
portación de armas en Estados Unidos.
María
Butina, nació en Siberia, estudio ciencia política en la Universidad Estatal de
Altái y en la Escuela de Estudios Políticos en Barnaul, también en la República
Rusa de Altái. En 2015, solicitó un permiso de residencia como estudiante de
posgrado para cursar un Máster en Servicios Internacionales en la Universidad
Americana de Washington que completó a comienzos de 2018.
Durante
su estadía en Washington, Butina la llamativa belleza pelirroja se vinculó con
políticos republicanos y dirigentes de la influyente Asociación Nacional del
Rifle (ANR). Incluso se las ingenió para ser invitada al baile de gala para
celebrar la asunción de la presidencia por parte de Donald Trump.
La
cobertura que empleaba Butina para justificar sus actividades en círculos
republicanos y de la ANR consistía en afirmar que era fundadora de un grupo
ruso denominado “El Derecho a Portar
Armas”, dedicada a impulsar precisamente que los ciudadanos rusos pudieran
adquirir libremente armas de fuego, aunque nunca presentó pruebas de la
existencia de esta organización.
No
obstante, cualquiera que tenga algo de conocimiento sobre el régimen político,
la legislación o como se desenvuelve la vida en la sociedad rusa comprendería
en el acto que la existencia de un grupo político con ese programa era
totalmente disparatada en Rusia.
Pero,
aparentemente, en los círculos en que se movía Butina nadie parecía tener ese
conocimiento o al menos sus justificaciones interesaban menos que su belleza y
sensualidad.
María
Butina llevaba a cabo sus actividades no declaradas bajo las directivas del exsenador
Alexander Torshin, de 64 años, actual vicegobernador del Banco Central de Rusia
y socio honorario vitalicio de la Asociación Nacional del Rifle.
A
Troshin se le atribuyen vínculos directos con el presidente Vladimir Putin,
además en una ocasión al menos fue invitado a un desayuno en la Casa Blanca el
2 de febrero de 2017, pero luego el evento fue sorpresivamente cancelado.
No
obstante, Alexander Troshin cenó en una oportunidad con Donald Trump Junior en
un restaurante de Louisville, de Kentucky sin que trascendiera el motivo del
encuentro.
Para
el Servicio de Información de la Guardia Civil de España, Torshin está
vinculado al grupo criminal conocido como “Taganskaya”
y, en 2013, participó de actividades de blanqueo de dinero.
Para el
FBI, tanto María Butina como Alexander Torshin son agentes del Sluzhba Vneshney Razvedki (SVR), el
servicio de inteligencia exterior de Rusia.
Lejos
de tratar de ocultarse y pasar desapercibida, Butina buscaba llamar la
atención. Se sacaba provocativas fotografías en ropa interior de Doce &
Gabbana manipulado armas de fuego. La agente rusa era asidua concurrente a
eventos de la ANR y del Partido Republicano donde su belleza deslumbraba en un
ambiente dominado por hombre maduros especialmente sensibles a la presencia
femenina.
Torshin
y Butina organizaron sus propios eventos en Washington para ampliar los
contactos con las altas esferas del gobierno estadounidense y viajes de
prominentes dirigentes de la ANR y políticos del Partido Republicano a Moscú para
reunirse con autoridades rusas.
Butina
convivía con Paul Erickson, un activista de Dakota del Sur de 56 años, también
miembro de la ANR lo que les permitía acceso a los círculos republicanos.
Aunque
el FBI no pudo probar actividades de espionaje por parte de Butina la ha
inculpado de ser un agente no declarado de un gobierno extranjero (Rusia) y de
mantener contactos con diplomáticos rusos sospechosos de ser espías. Estos
cargos podrían significarle una condena de hasta quince años si es encontrada
culpable.
UN NUEVO MODUS OPERANDI
El
caso de María Butina marca una tendencia en las operaciones recientes del SVR.
La de emplear como agentes a mujeres jóvenes y particularmente bonitas y
llamativas. La primera fue Anya Kushenko, Anna Chapman o, como la denominó la
prensa occidental, “la agente 90 – 60 –
90”.
Anya
nació en 1982 en la región de Volgogrado. Emigró a Londres en 2002 y en 2004 se
caso con el psicólogo Alex Chapman obteniendo de ese modo la ciudadanía
británica. Así se transformó en Anna Chapman. En 2006, se divorció de su esposo
británico y viajó a Nueva York para iniciar una nueva vida. Allí se presentaba
como empresaria y frecuentaba ambientes de muchos dinero y locales de moda.
El 27
de junio de 2010 fue detenida por el FBI junto a otros nueve agentes rusos.
Anya no permaneció mucho tiempo en prisión ni fue formalmente procesada. El 8
de julio de 2010, fue parte del mayor intercambio de espías desde el fin de
Guerra Fría. Ese día, en Viena, Ana Chapman y sus nueve colegas fueron
canjeados por cuatro agentes occidentales presos en Moscú. Entre los liberados
por el Kremlin estaba Sergei Skripal, un coronel del Glánoye Razvédyvatelnoye Upravlenie (GRU), el
servicio de inteligencia militar de Rusia, que era un doble agente al servicio
del MI6 británico. En marzo de 2018, Skripal y su hija Yulia sobrevivieron
milagrosamente a un atentado con el agente neurotóxico Novichok, cuando
almorzaban en un restaurante de Salisbury, al sur de Inglaterra.
El
gobierno británico responsabilizó a SVR por el ataque con gas neurotóxico y la
crisis estuvo a punto de afectar la Copa Mundial de Futbol que debía jugarse en
Rusia.
A su
regreso a Moscú, Anya Kushchenko fue recibida como una heroína, la condecoró el
presidente Dmitri Medvédev, se convirtió en presentadora de televisión y se
tejieron mil historias sobre su vida posterior.
Otro caso
llamativo que involucra a una bella e inteligente mujer rusa es el de Natalia
Vladimorova Veselnitskaya, una abogada y lobista de 43 años.
Veselnitskaya
y su firma legal “Kamerton Consulting”
representaron al Servicio de Federal de Seguridad de Rusia entre 2005 y 2013.
En
febrero de 2015, Veselnitskaya fundó una organización, con sede en Delaware,
Estados Unidos, denominada “Human Rights Accountability
Global Initiative Foundation” -Fundación de Iniciativa Global para la
Responsabilidad por los Derechos Humanos- desde la cual realizó tareas de
cabildeo en favor de la derogación de la Magniski Act. a los efectos de
conseguir a posteriori que el gobierno de Vladimir Putin revoque la prohibición
de que ciudadanos estadounidenses adopten niños rusos.
Veselnitskaya
adquirió fama internacional cuando contactó, en junio de 2016, a Donald Trump
Junior ofreciéndole información clasificada sobre la candidata demócrata
Hillary Clinton proveniente del gobierno ruso.
Aunque
finalmente la oferta resultó ser una patraña, Veselnitskaya logró reunirse, el
9 de junio de 2016, con Donald Trump Junior, su cuñado Jared Kushner y el
entonces jefe de campaña Paul Manafort en The
Trump Tower para discutir temas relacionados con la campaña presidencial.
Los miembros del equipo del presidente Trump aún tratan de explicar al FBI y al
Congreso de los Estados Unidos que no eran parte de una trama de colusión con
el gobierno ruso para adulterar el resultado de las elecciones presidenciales
de 2016.
Veselnitskaya,
quien estuvo casada con Aleksandr Mitusov, un ex viceministro de transporte del
área de Moscú mantiene fluidos vínculos con funcionarios del gobierno ruso y
con ciudadanos rusos residentes en los Estados Unidos que el FBI considera son
sospechosos de llevar a cabo tareas de inteligencia.
Al
parecer, en la última década, el Kremlin se ha dedicado a enviar a los Estados
Unidos a jóvenes y atractivas agentes para que a fuerza de favores sexuales,
dinero e invitaciones a Moscú para reuniones de cortesía con altos funcionarios
rusos penetren los círculos de poder en Washington, en especial del Partido
Republicano y organizaciones conservadoras como la ANR o el Desayuno Nacional
de la Plegaria.
Esta
táctica permite a la inteligencia rusa expandir su influencia en los Estados
Unidos y reclutar eventuales agentes de influencia e informantes bien
posicionados.
El mundo
de la inteligencia está cambiando. Cuando la información clasificada se
almacena en computadoras los hackers se convierten en elementos más importantes
que los agentes de campo. En un mundo sobre informado las operaciones de
desinformación y las “fake news”
están a la orden del día. Cuando los centros de estudios de las universidades y
las consultoras financieras privadas elaboran certeros análisis de situación la
inteligencia tiende a tercerizarse y por ende a privatizarse.
En este
contexto influir sobre los que deciden o los que forman tendencia en una
sociedad es cada día más relevante para los gobiernos, especialmente para
aquellos que son cuestionados por la opinión pública internacional. No debe
sorprendernos entonces que Moscú envíe sus bellas agentes para captar
voluntades en Washington.
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