El
despliegue militar estadounidense en África comprende a 46 bases ubicadas en 24
de los 54 países del continente y que alojan a 7.000 hombres de sus fuerzas
armadas y un número indeterminado de “contratistas civiles”, es decir,
“mercenarios”.
La presencia militar
estadounidense en África no ha dejado de incrementarse desde los atentados del
9/11. En el año 2002, el presidente George W. Bush lanzó la llamada “Iniciativa Pan Sahel”, un intento de
que los ejércitos de la región saharo – saheliana cooperen entre sí y con los
Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo yihadista y el crimen
organizado en la región.
La creciente importancia que
los planificadores del Pentágono otorgaban al continente africano se hizo
evidente en 2007, cuando la Administración Obama creó el USAFRICOM, el Comando
de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos para África.
Desde diciembre de 2010, en
que el Secretario de Defensa, Robert Gates aprobó la última restructuración de
las fuerzas armadas estadounidenses (United States Armed Forces). Las mismas
quedaron organizadas en nueve comandos de combate unificados, a saber: África,
Central, europeo, Norte, Pacífico, Sur, Operaciones Especiales, Estratégico y
de Transporte.
Aunque esta organización
seguramente se modificará cuando se materialice la reciente decisión del
presidente Donald Trump de crear una fuerza espacial como sexta división de las
USAF.
En 2013, el presidente Barack
Obama autorizó la “Operación Juniper Shield”
destinada a frenar la expansión yihadista de Boko Haram en Nigeria y la “Operación Juniper Micron”, en Mali para
cooperar con la fuerzas francesas que llevan a cabo la “Operación Barkane”.
Desde entonces la presencia
militar estadounidense no ha cesado de incrementarse acompañando la también
creciente actividad yihadista. Entre 2010 y 2017 el número de incidentes
terroristas de esa etiología se incrementó un trescientos por ciento; y los
países que experimentan actividades terroristas en forma permanente pasaron de
cinco a doce. Al mismo tiempo, según el “Africa
Centre for Strategic Studies”, dependiente del departamento de Defensa de
los Estados Unidos, el número de grupos terroristas que el Pentágono considera
como amenaza se incrementó de cinco en 2002 a veintiuno en 2017. Aunque algunos
expertos consideran que la lista es considerablemente más extensa.
Aunque el número de bases
estadounidenses en África es difícil de precisar por que el USAFRICOM
continuamente cierra algunas instalaciones y abre otras. En 2017, los
estadounidenses contaban con al menos cuarenta y cinco bases distribuidas en
veinticuatro de los cincuenta y cuatro países africanos.
De las cuales al menos quince
constituyen “localizaciones permanentes”,
el resto se dividen en tres categorías: bases de operaciones avanzadas (FOSes
según sus siglas en inglés); localizaciones de seguridad cooperativa (CSLs) y
localizaciones de contingencia (CLs).
Las dos localizaciones
permanentes del USAFRICOM son el campamento Lemonnier en el diminuto estado de
Yibuti, en el Cuerno de África y en aguas del mar Rojo, y la base que rentan al
Reino Unido en la isla Ascensión en la costa oeste de África.
Veamos las características de
la base de Camp Lemonnier tal como las describe el estudio: “La Geopolítica de las bases militares (V)”,
elaborado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos.
Ubicada en la localidad de
Ambouli, a escaso kilómetros de la capital de Yibuti, se halla Camp Lemonnier,
la única base militar permanente de los Estados Unidos en suelo africano. Esta
instalación conjunta operada por la U. S. Navy proporciona todos los medios de
combate y apoyo necesarios para realizar acciones antiterroristas, de
estabilización y de lucha contra la insurgencia en el Cuerno de África.
Emplazada en las antiguas instalaciones del 5° Regimiento Inter Armas de
Ultramar francés, la base acoge a la Fuerza Conjunta – Combinada del Cuerno de
África (CJTF-HoA).
Constituida tras los ataques
del 11/9 para apoyar la “Operación
Libertad Duradera” en Kenia, Etiopia, Sudán, Somalia, Eritrea y Yemen, la
CJTF-HoA estableció, inicialmente, su cuartel general en el buque USS Mount
Whitney atracado en el puerto de Yibuti. Paralelamente, Washington procedió a
negociar con este país africano el arrendamiento para combatir el terrorismo
yihadista.
En 2003, Camp Lemonnier
comenzó a operar bajo el mando del Cuerpo de Marines hasta que, tres años
después, la Armada tomó el control de estas instalaciones cuyas operaciones
recaerían dentro del área de responsabilidad del Central Command (CENTACOM). En
ese entonces las instalaciones sólo abarcaban 390 m².
En 2009, un años después de
que Camp Lemonnier pasara a formar parte del área de responsabilidad del recién
creado AFRICOM, se produjo una nueva ampliación de la base con la construcción
de una pista de rodaje y zona de estacionamiento de aeronaves.
En 2013, Camp Lemonnier
experimentó una nueva ampliación con la construcción de dos grandes zonas de
estacionamiento capaces de albergar medio centenar de aeronaves, así como
hangares, talleres, depósitos, servicios y barracones.
Finalmente, en 2014 Camp
Lemonnier logró su configuración definitiva tras suscribirse un acuerdo por el
que los Estados Unidos arrendaría la base durante un periodo de veinte años
prorrogable tras la negociación de los términos del contrato por un precio de
setenta millones de dólares anuales, doblando así el costo del alquiler
anterior.
Con la extensión aproximada de
cuatro mil metros cuadrados, la base acoge entre 3.000 y 4.000 estadounidenses
entre personal militar, contratistas civiles y personal civil del gobierno de
los Estados Unidos (muchos de ellos analistas de la Agencia Central de
Inteligencia). Por razones de seguridad todo el personal se halla confinado
dentro de las instalaciones (comedores, gimnasio, cafés o una piscina). A este
personal hay que sumar un millar de trabajadores locales o de terceros países
que diariamente prestan sus servicios a la base.
Actualmente, Camp Lemonnier no
sólo alberga al CJTH-HoA para combatir el terrorismo, promover la estabilidad y
apoyar la generación de capacidades locales en esta región, sino que otras 23
unidades tienen allí su base, entre las que se destaca el Cuartel general del
Mando Conjunto de Operaciones Especiales para el Cuerno de África (JSOTF-HoA)
al mando de un millar de efectivos de las fuerzas armadas -incluyendo el 10°
Grupo de los Navy Seal- que realizan operaciones abiertas o encubiertas en toda
la región. También existen entre seis y doce centros de mando y control de
drones que, desde sus aeródromos en lugares remotos de la geografía africana,
cubren el área comprendida entre el Cuerno de África, Libia, Malí y República
Centroafricana.
En estos centros se encuentran
varios centenares de efectivos de la CIA y de la Fuerza Aérea, entre
operadores, analistas de inteligencia, mecánicos y tratadores de imágenes.
Asimismo, en Camp Lemonnier se
halla acuartelada una fuerza de seguridad del Cuerpo de Marines que proporciona
la seguridad diaria de la base, un batallón de ingenieros navales para el
mantenimiento de las instalaciones, el destacamento logístico encargado del
punto de suministro de combustible del puerto de Doraleh que, situado a seis
kilómetros de la base, reabastece a los buques estadounidenses y aliados que
transitan por la zona, y dos regimientos -uno de infantería y otro de
artillería- del Ejército de Tierra para labores de protección, adiestramiento o
cooperación civil – militar con las fuerzas locales. Finalmente, el vector
aéreo de Camp Lemonnier está formado por el 449° Grupo Aéreo Expedicionario
(compuesto por aviones HC-130P Hércules
para labores de búsqueda y rescate), el 870° Escuadrón de Reconocimiento
Expedicionario (con MQ-9 Reaper de
reconocimiento y ataque), un destacamento de aviones de transporte C-17 Globemaster, varios helicópteros
pesado CH-53 Super Stallion, varios
cuatrimotores de patrulla marítima P-3
Orion y varios turbohélices U-28ª
para labores de inteligencia.
Además la base ha albergado de
forma temporal un escuadrón de cazabombarderos F-15E Strike Eagle para apoyar al gobierno yemení y atacar
objetivos designados por la CIA o el mando de operaciones especiales en 2011,
un escuadrón de cazabombarderos F-16C
Fighting Falcon y varios aviones de reabastecimiento KC-135 Stratotanker en previsión de una crisis en Sudán del Sur en
2016, varios cuatrimotores de reconocimiento EP-3E Aeries II para realizar labores de inteligencia en el Golfo
de Adén en repetidas ocasiones, dos aviones de patrulla marítima P-3C Orion
nipones para apoyar las operaciones antipiratería entre 2009 y 2011 o numerosos
convertiplanos V-22 Osprey del
JSOTF-HoA para realizar misiones de infiltración, exfiltración o rescate.
Estratégicamente situada entre
el Mar Rojo, el Golfo de Adén y el Océano Índico, la base de Camp Lemonnier se
ha convertido, desde los sucesos del 11 de septiembre de 2001, en el principal
pilar de la presencia militar estadounidense de África. Además de ser la
primera y única base permanente del país en el continente, posee la mayoría de
los centros de mando de los drones que operan en la región y acoge al grueso de
las fuerzas de operaciones especiales. También, desde Camp Lemonnier se planean
las acciones encubiertas y se lideran las operaciones antiterroristas en puntos
geográficos tan calientes como Yemen o Somalia.
Camp Lemonnier también tiene
un papel esencial en la obtención, tratamiento y diseminación de inteligencia
sobre los grupos yihadistas que operan en el Cuerno de África, Oriente Medio e
incluso el Sahel.
Además de este conjunto de
funciones que abarcan inteligencia, antiterrorismo, gestión de crisis,
contrainsurgencia o generación de capacidades locales en la región, no puede
olvidarse que la posesión de una instalación de estas características en las
puertas del Golfo de Adén permite apoyar la lucha internacional contra la
piratería en el Cuerno de África y monitorear el tráfico marítimo entre el
Océano Índico y el Canal de Suez, así como cualquier movimiento terrestre o
aéreo en el sur de la península arábiga.
El inventario de
localizaciones de contingencia, por su parte, incluye localizaciones en Nzara
(Sudán del Sur); Arlit (Nigeria); Bamako y Gao (Mali); Kasenyi (Uganda);
Victoria (la capital de las Seychelles); Monrovia (Liberia); Ousassa y Nema
(Mauritania); Faya Largeau (Chad), Bujumbura (Burundi); Lakipia (en la base
aérea keniana); y otra base aérea keniana en Wajir que la marina estadounidense
actualizó y expandió a esta última década. También se encontraba un puesto
fronterizo en Arba Minch (Etiopía) que se cerró oficialmente en 2015 después de
cinco años de operaciones.
Una localización de
contingencia a largo plazo se encuentra en Niamey, la capital de Níger, que ha
visto un marcado crecimiento en los últimos años, mientras que también tiene
una localización más remota, una base militar de para el empleo de drones en
Agezed, cuya construcción demandó cien millones dólares.
Otra base de drones esta en
Yamena (Chad) desde allí se realizan operaciones contra Boko Haram y en Yemen.
La envergadura del despliegue
estadounidense en África comprende aproximadamente a 7.000 hombres de las
fuerzas armadas, incluidos el 17% de sus fuerzas especiales (en 2001 solo
albergaban el 1% de este tipo de fuerzas).
Desde 2001, han muerto 36
efectivos de las fuerzas armadas de los Estados Unidos en África, las últimas
bajas se produjeron el pasado 4 de octubre, en Níger, cuando cuatro soldados de
las fuerzas especiales estadounidenses y cinco soldados nigerianos resultaron
muertos en una emboscada montada por el Estado Islámico en el Gran Sahel, la
filial local del ISIS o Daesh.
Además, Estados Unidos destinó
954 millones de dólares entre 2015 y 2018 en programas de asistencia para la
lucha antiterrorista.
Además, de los efectivos de la
USAF, el Pentágono mantiene contratos con diversas empresas de servicios
militares que desarrollan una variedad de actividades que van desde el apoyo
logístico, custodia de instalaciones hasta interrogatorio de prisioneros,
traductores y recuperación de inteligencia. Esto implica la presencia en África
de un número no precisado de “contratistas
civiles” -no necesariamente estadounidenses- que es el nombre actual de los
mercenarios.
La mayor presencia militar
estadounidense en el continente africano responde no sólo a los intereses
geopolíticos y económicos americanos sino especialmente a una mayor actividad
terrorista y del crimen organizado en esta región.
Esto indica que cada día más,
África corre el riesgo de convertirse en un campo de batalla entre el yihadismo
y occidente.
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