Disidencias
de las FARC secuestran y asesinan a tres periodistas del diario El Comercio en
el norte del territorio ecuatoriano.
La sociedad ecuatoriana se
encuentra fuertemente conmovida por el asesinato de tres periodistas del diario
El Comercio, secuestrados el pasado 26 de marzo en la zona de Mataje, en la
provincia ecuatoriana de Esmeralda, frontera con Colombia, mientras realizaban
una cobertura periodística sobre recientes hechos de violencia en la región.
Desde el pasado 7 de enero
efectivos militares y policiales han sufrido diversos ataques -atentados
explosivos, tiroteos con armas automáticas e incluso disparos de morteros- que
provocaron al menos cuatro muertos y un centenar de heridos de diversa
consideración, en las localidades de San Lorenzo, Mataje y Viche en la
provincia de Esmeralda.
Los ataques son
responsabilidad del Frente Oliver Sinisterra una de las llamadas “disidencias” de las FARC.
Los integrantes de este grupo
narcoterrorista anteriormente formaban parte de la columna Daniel Aldana del
Frente 29 de las FARC.
Las disidencias de las FARC
-que el gobierno colombiano denomina “Grupos
Armados Organizados Residuales” (GAOR)- son frentes o grupos de
guerrilleros que no aceptaron desmovilizarse -es decir, ir a las zonas
veredales, entregar sus armas y hacer el tránsito hacia la vida en la legalidad
y la paz- como lo estipula el acuerdo de paz firmado por el gobierno de
Colombia y la organización narcoterrorista, en 2016.
Oscar Armando Sinisterra
Sevillano, cuyo alias en la organización era “Oliver”, era un líder de las FARC de la localidad de Nariño que
cayó en combate en febrero de 2015.
Sus hombres tomaron el nombre
de “Oliver Sinisterra” para
denominarse al separarse de las FARC. Su líder Walter Arizala Vernaza, alias “Guacho”,
organizó sembradíos de coca y organizo el cobro de “impuestos revolucionarios”
en toda la región de Nariño y proximidades de la frontera con Ecuador.
Pronto el Frente Oliver Snisterra
comenzó a expandir sus operaciones criminales a territorio ecuatoriano.
El 26 de marzo, los
narcoguerrilleros se toparon con el equipo de periodistas del diario El
Comercio. El equipo periodístico estaba integrado por el cronista Javier Ortega
(32), el fotógrafo Paul Rivas (46) y su chofer y asistente Efraín Segarra (60).
Las últimas noticias de los
periodistas con vida se obtuvieron el pasado 3 de abril. Los guerrilleros
enviaron como prueba de vida de un vídeo donde los periodistas aparecían de pie
y sujetos por cadenas. Pero la filmación carecía de fecha que permitiera
establecer cuando había sido grabado.
El viernes 13, el presidente
Lenin regresó de Lima donde participaba de la Cumbre de las Américas, para
confirmar en Quito la muerte de los periodistas.
“Con
profundo pesar -dijo el presidente ecuatoriano- lamento informar que se han cumplido las
doce horas de plazo establecido, no hemos recibido pruebas de vida y
lamentablemente tenemos información que confirma el asesinato de nuestros
compatriotas”.
El primer mandatario
ecuatoriano anunció, además, que se reanudaron las operaciones antiguerrilleras
en la frontera con Colombia y ofreció una recompensa por información que
permitiera la captura del “narcoterrorista,
alias Guacho” a quien se incluyó entre los “más buscados de Ecuador”.
Aún no se recuperaron los
cuerpos de los infortunados periodistas, pero la sociedad ecuatoriana no logra
superar su estupor y dolor.
La tragedia ecuatoriana
demuestra los límites del acuerdo de paz que debían terminar con las
actividades criminales de las FARC.
En realidad, la organización
madre se fragmentó en decenas de pequeños grupos más dinámicos y radicalizados.
Por lo tanto, más peligrosos.
El proceso de paz en Colombia,
que tantos apoyos internacionales recibió y que proporcionó el premio Nobel al
presidente Juan Manuel Santos, en la práctica ha brindado pocos beneficios
reales al pueblo colombiano. Ahora sus perjuicios desestabilizadores se
proyectan a los países de la región, comenzando por Ecuador.
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