TÁCTICAS ZOOLÓGICAS
Recuerdo que hace un par de años escribí un artículo
el que calificaba al comportamiento desarrollado por Cristina Fernández de
Kirchner como la “política del avestruz”. En el mismo hacía referencia a la
tendencia que mostraba la señora presidente a escapar recurrentemente a la
realidad. Algo similar al comportamiento que erróneamente la sabiduría popular
atribuye a la avestruz (Struthio camelus);
el de ocultar su cabeza en la tierra cuando se siente amenazado.
Cristina Fernández mostraba una clara tendencia a
negar la realidad nacional que no era favorable para su gobierno ni para el
resto de los argentinos. Así, por ejemplo, si los sectores disconformes con su
gestión llevaban a cabo una masiva manifestación que congregaba a millones de
personas en el espacio público del país, un accidente ferroviario producto de
la corrupción se cobraba la vida de cincuenta ciudadanos o una violenta
inundación hacia lo mismo con cien habitantes de la provincia de Buenos Aires,
la presidente y su gobierno se limitaban a guardar silencio e ignorar el hecho
tratando de evitar toda responsabilidad en el mismo.
En ocasiones el gobierno buscaba desviar la atención o
ganar tiempo atribuyendo el hecho a las maquinaciones del Grupo Clarín, de los
complots llevados a cabo por las corporaciones, el accionar de las “señoras del Barrio Norte” o a cualquier
otra entelequia por el estilo.
Pero, en los últimos tiempos, Cristina Fernández ha
modificado esta actitud para implementar otra táctica política que parece
rendirle mejores frutos.
Siguiendo con mis hábitos zoológicos denominaré a ese
comportamiento como la “política del
tero”
Como todos los sudamericanos sabemos, el tero, o Vanellus chilensis según su denominación
científica, es una pequeña ave zancuda muy difundida en la región de hábitos
muy particulares. Hacen sus nidos en el suelo a campo abierto, razón por la
cual son muy sensibles ante cualquier ruido o movimiento extraño. Al alarmarse
emiten su grito característico y repetido, que es casi una constante en las
zonas rurales. Ante la presencia de un intruso teatraliza la situación
echándose como si estuviera empollando, pero en otro lado, para que el
merodeador se dirija hacia él. En algunas ocasiones hace vuelos cortos
alejándose de su nido con la apariencia de no poder volar bien, como si
estuviera herido, repitiéndolo varias veces cada vez más lejos hasta que pase
el peligro. Si esto falla agrede al intruso con vuelos rasantes, incluso
rozándolos con los espolones de sus alas.
GRITOS E INTIMIDACIONES
Veamos las similitudes del comportamiento del tero con
las tácticas empleadas por la presidente de los argentinos. Cuando algún grave
hecho político se produce e impacta a la opinión pública o le otorga alguna
ventaja a los sectores opositores en las encuestas, Cristina Fernández sale
resueltamente a neutralizarlo.
En estos casos, un discurso emitido por la temida “Cadena Nacional” es el instrumento
preferido de la primera mandataria. Este le permitirá lanzar algún exabrupto o
una temeraria afirmación que sorprenderá a propios e indignará inmediatamente a
ajenos. Inmediatamente el tema elegido para distraer a la opinión pública se
replicará incesantemente al menos durante las siguientes semanas.
Los habituales voceros oficiales, el piquetero Luis
D´Elia, Hebe de Bonafini, Aníbal Fernández, etc., saldrán inmediatamente a
respaldar los dichos presidenciales agregando detalles de su propia cosecha
expandiendo la polémica al infinito.
Así, si la presidente dice muy suelta de cuerpo que
hay solo un cinco por ciento de pobres en Argentina, inmediatamente su Jefe de
Gabinete sube la apuesta diciendo y reiterando que en Alemania hay más pobres
que en nuestro país. Lista la maniobra lo que siguen son ríos de tinta de los
analistas y cataratas de palabras de los comentaristas radiales.
En función de la “brecha”
que divide a la sociedad argentina, el matutino Página 12, Radio 10, el canal oficial
de televisión y Víctor Hugo Morales replicaran los argumentos oficiales
haciendo una encendida defensa de los mismos con nuevos aditamentos aún más
escandalosos.
Mientras que los diarios Clarín y La Nación, Radio
Mitre y periodistas como Longobardi, Lanatta, Leuco o Nelson Castro, entre
otros, se rasgaran las vestiduras en sus editoriales, aportando pruebas
irrefutables de la mendacidad de los dichos oficiales.
La verdad no importa, convencer tampoco, el objetivo
de la maniobra era tan solo distraer al público de algún aspecto urticante de
la realidad nacional. Lo que importa es generar el suficiente "ruido informativo” en los medios
de comunicación, para que nadie preste atención al monstruoso enriquecimiento
de los funcionarios públicos, al deterioro creciente de las infraestructuras
básicas del país, al aislamiento internacional, al creciente culto a la
personalidad y al nepotismo convertidos en una práctica habitual de gobierno.
Por el momento al menos, la táctica ha demostrado ser
eficaz, aún con muletas Cristina Fernández está logrando su desastroso segundo
mandato evitando un caótico final wagneriano e incluso, aprovechando una
insólita primavera en las encuestas,
acaricia la idea de dejar a un testaferro en el gobierno.
Por último,
señalemos que cuando la distracción no funciona y alguien desafía realmente el
poder kirchnerista la réplica no se hace esperar. La familia del fiscal Alberto
Nisman y los miembros de la Corte Suprema de Justicia y el propio Cardenal
Bergoglio, en su momento, han sido víctimas de la furia y la persecución
desatada desde el aparato oficial de propaganda, desde la AFIP u otros
organismo gubernamentales y pueden dar testimonio del elevado precio que se
paga por cualquier gesto de dignidad e independencia.
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