jueves, 31 de julio de 2025

Marruecos vuelca su solidaridad en Palestina


 


El rey Mohammed VI, presidente del Comité Al-Quds, lidera la respuesta solidaria del pueblo marroquí frente a la tragedia humanitaria que vive el pueblo palestino.

 

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En medio del deterioro humanitario sin precedentes en la Franja de Gaza, Marruecos ha vuelto a situarse en la primera línea de la solidaridad internacional con la población palestina. Por instrucciones directas de Su Majestad el Rey Mohammed VI, presidente del Comité Al-Quds, el Reino ha enviado un nuevo cargamento de 180 toneladas de ayuda humanitaria urgente destinado a aliviar el sufrimiento de miles de civiles atrapados en la espiral de violencia y escasez.

La operación, coordinada por el Ministerio de Asuntos Exteriores, comprende grandes cantidades de productos alimentarios, suministros médicos esenciales y agua potable. La entrega se está realizando a través de una ruta segura que garantiza el rápido acceso de estos recursos a la población palestina necesitada eliminado el fantasma de la hambruna que la amenza. La medida humanitaria se inscribe, según Rabat, “en el marco del compromiso constante del Soberano en favor de la causa palestina”.

Esta acción no es un gesto aislado, sino la continuidad de una política humanitaria sostenida. En marzo de 2024, Marruecos logró lo que ningún otro país había conseguido hasta entonces: hacer llegar un cargamento de ayuda a Gaza por vía terrestre a través de Israel, tras un transporte aéreo hasta Tel Aviv. Aquella operación pionera, compuesta por 40 toneladas de alimentos, medicinas y mantas, marcó un hito logístico en la cooperación internacional hacia Palestina.

Apenas unos meses después, una nueva entrega —esta vez de 180 toneladas— incluía productos infantiles, tiendas de campaña y material quirúrgico. Todo ello bajo el amparo del Comité Al-Quds, institución presidida por el rey alauí y dedicada a la defensa del estatus de Jerusalén Este y del pueblo palestino.

Pese al mejoramiento de las relaciones diplomáticas entre Marruecos e Israel desde 2020, en el marco de los Acuerdos de Abraham, el Reino ha mantenido firme su respaldo político y moral a Palestina. En múltiples foros árabes e internacionales, Mohammed VI ha reiterado su adhesión a la solución de los dos Estados, con Jerusalén Este como capital palestina, y ha exigido el respeto del Derecho Internacional por parte de Israel.

En febrero pasado, en la sede de la Liga Árabe en El Cairo, el embajador marroquí Mohamed Ait Ouali remarcó la necesidad de impulsar la reconstrucción de Gaza y apoyar los proyectos económicos palestinos. Poco antes, el Comité Ejecutivo de la OLP había reconocido públicamente la mediación exitosa de Marruecos para liberar fondos congelados por Israel.

Este equilibrio diplomático —mantener relaciones con Israel sin renunciar al apoyo a Palestina— no está exento de tensiones internas, que Su Majestad el Rey Mohammed VI ha sabido superar con sabiduría y valentía.

A pesar de la complejidad regional, Marruecos ha reforzado su perfil como actor humanitario clave en el mundo árabe. En la reciente Cumbre de la Liga Árabe celebrada en mayo, Mohammed VI dejó clara su postura: “Reafirmamos nuestro apoyo constante al pueblo palestino para recuperar sus derechos legítimos y establecer su Estado independiente y soberano”.

En Gaza, donde la cifra de víctimas supera los 65.000 muertos según fuentes palestinas, y donde la infraestructura civil está al borde del colapso, el cargamento marroquí supone un alivio, aunque parcial. En actual contexto de bloqueo, bombardeos y devastación, la intervención del monarca marroquí adquiere una dimensión política y humanitaria difícil de soslayar.

Más allá del peso simbólico, la ayuda marroquí representa una línea de continuidad en la defensa de los valores de justicia, dignidad y solidaridad en Oriente Medio. Y sitúa a Mohammed VI como uno de los pocos líderes árabes con capacidad de tender puentes sin perder de vista el drama de Palestina.

 

martes, 29 de julio de 2025

Marruecos celebra el Día del Trono con un balance de logros y una mirada esperanzadora al futuro


 

El Rey Mohammed VI reivindica en su discurso los avances de su reinado, en un país que consolida su posición como potencia emergente africana y actor global confiable. La estabilidad política, el desarrollo humano y las infraestructuras modernas, ejes del Marruecos del futuro.

En el marco del 26º aniversario de su entronización, el Rey Mohammed VI dirigió a la Nación un discurso que no sólo repasó los avances estructurales alcanzados durante su reinado, sino que proyectó con firmeza un promisorio horizonte estratégico para Marruecos. En un tono sereno pero determinado, el monarca reafirmó su papel central como conductor de un proceso de transformación que ha convertido al país magrebí en un referente continental en materia de desarrollo, estabilidad e integración internacional.

Desde Tetuán, ciudad simbólica en la historia moderna del reino, el soberano presentó una síntesis de los logros alcanzados bajo su dirección, que describió como fruto de una “visión de largo plazo” y de “acertadas opciones” políticas y económicas. Mohammed VI, que desde 1999 conduce los destinos del país, destacó la importancia de la seguridad institucional, la estabilidad interna y la cohesión social como fundamentos sobre los cuales Marruecos ha logrado consolidar una economía diversificada, orientada a la inversión, y articulada a través de una red de alianzas internacionales de gran alcance.

Desarrollo con rostro humano

Uno de los núcleos del discurso fue la mejora sostenida en los indicadores de calidad de vida de los marroquíes. En una declaración que marca un cambio de paradigma, el Rey enfatizó: “No me voy a conformar si ello no contribuye de modo tangible a la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos”. La frase resume una política de Estado que ha hecho de la inclusión social una prioridad.

Mohammed VI subrayó la caída de la pobreza multidimensional —del 11,9% en 2014 al 6,8% en 2024— y el ingreso del país en la categoría de “alto desarrollo humano”, según el último censo nacional. Aun así, el Rey reconoció las desigualdades persistentes entre el Marruecos urbano y el rural, y llamó a un esfuerzo coordinado para superar la fractura territorial. “No hay lugar, ni hoy ni mañana, para un Marruecos a dos velocidades”, sentenció.

El anuncio de una nueva generación de programas de desarrollo territorial, apoyados en la regionalización avanzada y la valorización de las especificidades locales, apunta en esa dirección. Las prioridades, detalló el monarca, serán el empleo, la educación, la protección sanitaria, la gestión hídrica sostenible y la habilitación territorial integrada.

Un Marruecos que emerge en el escenario global

La transformación económica del país fue otro de los puntos destacados del discurso. Marruecos, afirmó el Rey, ha experimentado “un renacimiento industrial sin precedentes”, duplicando sus exportaciones desde 2014, especialmente en sectores estratégicos como la automoción, la aviación, las energías renovables y el turismo.

Este dinamismo se ha visto reforzado por tratados de libre comercio que conectan a la economía marroquí con un mercado potencial de 3.000 millones de consumidores, convirtiendo al reino en una plataforma de inversión y producción confiable. Las infraestructuras modernas —con la reciente ampliación de la línea ferroviaria de alta velocidad entre Kenitra y Marrakech como ejemplo— consolidan este perfil emergente.

El Rey también hizo referencia a los grandes proyectos en curso en materia de soberanía energética e hídrica, esenciales para un país que debe enfrentar los desafíos del cambio climático sin comprometer su desarrollo.

Diplomacia activa

El discurso incluyó una dimensión geopolítica significativa. Marruecos, sostuvo el monarca, no sólo busca afirmarse como una potencia emergente, sino como un actor de diálogo y cooperación en su entorno regional e internacional. En este marco, el Rey renovó su “mano tendida” al pueblo argelino y subrayó su disposición a un diálogo franco y responsable con Argelia.

Asimismo, reafirmó el compromiso de Marruecos con la Unión del Magreb Árabe, señalando que su concreción sólo será posible con una participación solidaria tanto de Marruecos como de Argelia.

En cuanto al conflicto del Sáhara Occidental, el Rey celebró el respaldo internacional creciente a la propuesta marroquí de autonomía, destacando particularmente, entre las decenas de apoyos explícitos recibido, ls provenientes del Reino Unido y de Portugal. Esta diplomacia proactiva ha permitido al país fortalecer su posición en organismos multilaterales y ganar legitimidad frente a viejas disputas regionales.

Estabilidad institucional y horizonte democrático

Con la mirada puesta en el calendario político, Mohammed VI anunció que las elecciones legislativas se celebrarán conforme al cronograma constitucional, e instó a preparar un reglamento electoral que garantice transparencia y legitimidad. Dio instrucciones al ministro del Interior para iniciar las consultas con los actores políticos, en un claro mensaje de continuidad democrática.

En un contexto regional marcado por la inestabilidad y la polarización, el mensaje del Rey se presenta como un recordatorio del camino singular que Marruecos ha sabido trazar: modernización sin ruptura, apertura sin pérdida de soberanía, crecimiento con justicia social. Una fórmula que, sin ser perfecta, ha dado frutos visibles.

Un liderazgo comprometido

A lo largo del discurso, el Rey se ubicó en su rol institucional de figura articuladora de todos los procesos: promotor del desarrollo humano, garante de la estabilidad institucional, motor de la transformación económica y arquitecto de la proyección internacional de Marruecos. Lejos de delegar, asumió como propias las orientaciones fundamentales del Estado.

En un gesto cargado de simbolismo, cerró su intervención con un mensaje de reconocimiento a las Fuerzas Armadas, la administración territorial y los cuerpos de seguridad, e invocó la memoria de sus predecesores, Mohammed V y Hassan II, como parte de una continuidad dinástica que reivindica estabilidad y legitimidad.

Consciente de los retos que aún enfrenta el país —como la desigualdad territorial o el estrés hídrico—, el Rey Mohammed VI aprovechó el Día del Trono para proyectar un Marruecos de futuro, articulado entre tradición y modernidad, donde la monarquía sigue siendo el eje estructurante del Estado.

Un liderazgo que, más allá del ritual institucional, se afirma como pilar central de una transformación sostenida y, en buena medida, singular en el norte de África.

 

lunes, 28 de julio de 2025

Marruecos se consolida como la potencia emergente del fútbol mundial


 

La inauguración de la oficina África de la FIFA en el Complejo Mohammed VI de Salé simboliza un nuevo capítulo en la proyección global de Marruecos como potencia futbolística y centro neurálgico del desarrollo deportivo en el continente africano.

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En una jornada colmada de simbolismo, con la presencia de los máximos dirigentes del fútbol mundial y africano, Marruecos celebró este sábado un hito sin precedentes: la inauguración de la nueva sede de la FIFA para África. Ubicada en el imponente Complejo Mohammed VI de Fútbol en Salé, a pocos kilómetros de Rabat, esta nueva oficina representa mucho más que una descentralización administrativa. Es, en palabras de Gianni Infantino, presidente del organismo rector del fútbol mundial, “un centro mundial que tendrá un impacto global en la práctica del fútbol”.

La ceremonia oficial, que coincidió con las celebraciones por la Fiesta del Trono, del próximo 30 de julio, congregó a figuras de peso como el propio Infantino, el presidente de la Confederación Africana de Fútbol (CAF), Patrice Motsepe, y el presidente de la Federación Real Marroquí de Fútbol (FRMF), Fouzi Lekjaa. Todos coincidieron en un diagnóstico: Marruecos ha dejado de ser una promesa para convertirse en una realidad palpable en el mapa futbolístico global.

Una infraestructura a la altura de los grandes

El Complejo Mohammed VI no es solo una academia o un centro deportivo. Erigido como una obra estratégica impulsada por el Rey Mohammed VI, su infraestructura cuenta con instalaciones de última generación para el entrenamiento, alojamiento y formación de jugadores, árbitros, técnicos y dirigentes. Es un ejemplo de cómo un país puede traducir una política pública deportiva en una plataforma de desarrollo humano, con vocación continental y proyección global.

En este moderno complejo se diseñarán políticas, se planificarán competencias y se fortalecerán vínculos con las 54 federaciones africanas. Para Patrice Motsepe, la elección de Marruecos como sede era natural: “No podría haberse elegido mejor lugar. El país ha demostrado, en los hechos, su compromiso con el crecimiento del fútbol en todas sus variantes”.

Marruecos: locomotora del fútbol africano

La inauguración de la sede no llega en un vacío. Marruecos lleva años consolidando su peso específico en el fútbol continental. Fue el primer país africano en alcanzar las semifinales de una Copa del Mundo masculina, en Catar 2022. Su selección femenina debutó con éxito en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda 2023 y disputará por segunda vez consecutiva la final de la Copa Africana de Naciones femenina, en la misma jornada de la inauguración, en Rabat.

Además, Marruecos organizará cinco ediciones consecutivas del Mundial Femenino Sub-17, a partir de 2025, y será sede de la Copa Africana de Naciones masculina en diciembre de este año. Pero su mayor desafío está en el horizonte: coorganizar el Mundial de 2030 junto con España y Portugal, en una edición centenaria que, en palabras de Infantino, “será la más hermosa jamás vista”.

La nueva oficina en Rabat sustituye a la que antes operaba desde París y se suma a una red de sedes regionales que la FIFA ha impulsado para estrechar vínculos con sus federaciones miembro, como las ya existentes en París, Miami, Yakarta o Dubái. Se trata de un paso más en el proceso de africanización del fútbol global, con Marruecos como punta de lanza.

Diplomacia del balón

La sede de la FIFA en África no es solo un reconocimiento a los logros deportivos marroquíes. También es un éxito diplomático. El Reino ha sabido capitalizar su estabilidad institucional, su inversión sostenida en infraestructuras y su vocación panafricana para posicionarse como puente entre Europa, el mundo árabe y África subsahariana.

La visión del rey Mohammed VI, expresada a través de su política de “África para los africanos”, ha encontrado en el deporte una herramienta eficaz de proyección internacional. Así lo destacó Fouzi Lekjaa al referirse a Marruecos como “una tierra de encuentro y de diálogo entre civilizaciones, al servicio del desarrollo de la juventud africana”.

Infantino, por su parte, elogió sin reservas al soberano marroquí: “Quiero agradecer a Su Majestad el Rey Mohammed VI por el impulso sin precedentes que ha dado al deporte. Lo que se está haciendo aquí no solo es bueno para Marruecos o para África. Es bueno para el mundo entero”.

Un futuro prometedor

La sede africana de la FIFA en Rabat funcionará como un espacio de trabajo, formación y toma de decisiones, pero también como símbolo. Un símbolo de un continente que quiere tomar las riendas de su destino futbolístico y dejar de ser periférico en las grandes decisiones del deporte rey.

Infantino lo resumió con claridad: “África es FIFA. Y desde aquí, desde Marruecos, vamos a construir el futuro del fútbol mundial”.

En tiempos donde el fútbol profesional está atravesado por intereses comerciales, tensiones geopolíticas y desigualdades persistentes, la experiencia marroquí ofrece una lección: con voluntad política, inversión estratégica y visión de largo plazo, el balón también puede ser un instrumento de unidad, desarrollo e identidad.

Tres claves de la nueva sede de la FIFA en África

  1. Infraestructura de vanguardia: El Complejo Mohammed VI en Salé cuenta con canchas profesionales, unidades médicas, residencia para jugadores y áreas de formación.
  2. Proyección continental: Marruecos será sede de la CAN 2025 y del Mundial 2030, y albergará múltiples torneos femeninos juveniles en los próximos cinco años.
  3. Visión diplomática: La oficina refuerza la imagen del país como referente continental y promotor del fútbol como herramienta de integración y desarrollo.

Marruecos no solo juega al fútbol. Lo piensa, lo planifica y lo proyecta. Desde ahora, con oficina propia para África.

 

jueves, 24 de julio de 2025

Tailandia y Camboya reabren una larga confrontación


 

 La frontera más caliente del Sudeste Asiático revive su eterno conflicto, ahora con misiles, minas y muertos. Una disputa territorial enquistada, un nacionalismo inflamado y el la asimetría militar siembran el riesgo de una guerra abierta.


El conflicto entre Camboya y Tailandia, enquistado desde los tiempos del dominio colonial francés, ha vuelto a estallar con violencia. Una línea de frontera trazada hace más de un siglo, un templo milenario en lo alto de una montaña y el nacionalismo herido de dos pueblos son los ingredientes de una crisis que ya se ha cobrado al menos una docena de vidas y amenaza con convertirse en una guerra regional de consecuencias imprevisibles.

El jueves 24 de julio, las tropas de ambos países intercambiaron fuego en al menos seis puntos a lo largo de su porosa frontera de 817 kilómetros. Bombardeos, misiles y ataques con drones transformaron en zona de guerra un área donde se erigen los templos de Ta Muen Thom y Preah Vihear, santuarios del antiguo Imperio jemer. Las víctimas se cuentan por decenas. La diplomacia, entre ruinas: embajadores expulsados, fronteras cerradas, acusaciones cruzadas. El fantasma del 2011 —cuando una disputa similar dejó una veintena de muertos— se torna hoy más denso, más volátil.

Las huellas del pasado

La raíz del conflicto no está en el presente, sino en 1907, cuando Francia, entonces potencia colonial en Indochina, impuso un trazado fronterizo que Tailandia (entonces Siam) nunca aceptó del todo. El templo de Preah Vihear fue adjudicado a Camboya por la Corte Internacional de Justicia en 1962, fallo que Bangkok acató a regañadientes. Pero la soberanía de los terrenos adyacentes —incluidos otros templos como Ta Muen Thom— sigue sin resolución.

A lo largo del siglo XX y lo que va del XXI, los estallidos armados han sido periódicos, inflamados por ciclos de nacionalismo y aprovechados por líderes en apuros políticos. En esta ocasión, el conflicto se ha visto agudizado por el reciente desplome político en Tailandia, donde la primera ministra Paetongtarn Shinawatra fue suspendida tras una llamada filtrada con el veterano líder camboyano Hun Sen, lo que desató protestas en Bangkok y minó su legitimidad.

Un choque asimétrico

Aunque Camboya ha respondido con determinación, la diferencia de poder militar entre ambos países es abismal y jugará un papel crucial en el desenlace de la crisis. Tailandia cuenta con unas Fuerzas Armadas modernas y bien financiadas, que superan en número y capacidad tecnológica a las camboyanas.

·       Efectivos: Tailandia dispone de 361.000 soldados activos (más del triple que los 120.000 de Camboya) y una reserva bien entrenada.

·       Capacidades aéreas: La Fuerza Aérea tailandesa opera cazas Gripen suecos, F-16 y F-5 estadounidenses, además de helicópteros Black Hawk y aviones de ataque Cobra. Camboya carece prácticamente de aviación de combate, dependiendo solo de helicópteros de transporte y modelos soviéticos obsoletos.

·       Blindados y artillería: El Ejército tailandés dispone de tanques VT-4 de fabricación china y centenares de unidades estadounidenses, junto con más de 600 piezas de artillería pesada. Camboya, en contraste, opera tanques soviéticos T-55 y artillería ligera, lejos de la capacidad de fuego de su vecino.

·       Apoyo internacional: Estados Unidos considera a Tailandia un aliado estratégico, y China ha incrementado su influencia en años recientes, dotando al país de tecnología y asesoramiento militar.

Esa desproporción ha quedado expuesta en los últimos días, cuando Bangkok utilizó su poder aéreo para bombardear objetivos camboyanos tras la muerte de 11 civiles tailandeses en ataques con cohetes BM-21 procedentes de Phnom Penh. Mientras tanto, casi 5.000 camboyanos han sido evacuados de las zonas fronterizas.

Nacionalismo, minas y diplomacia rota

A la escalada armada se suma un componente emocional y simbólico. Tanto en Tailandia como en Camboya, el nacionalismo se ha agitado como un látigo. El templo de Preah Vihear no es solo una ruina antigua: es un emblema identitario, una joya del pasado imperial jemer que cada país reivindica como propia. Y cuando la historia se convierte en política, las soluciones racionales suelen esfumarse.

El uso de minas terrestres, atribuidas por Tailandia a Camboya y negadas por esta, ha elevado el nivel de la confrontación. Soldados mutilados, civiles muertos, templos milenarios convertidos en trincheras: el conflicto se torna cada vez más tóxico.

Mientras tanto, la vía diplomática parece clausurada. Ambos países han retirado a sus embajadores, suspendido los cruces fronterizos, boicoteado productos y hasta prohibido programas de televisión. La retórica oficial es beligerante y no hay visos inmediatos de desescalada.

Tres posibles escenarios

La evolución del conflicto depende de muchos factores, pero pueden trazarse tres posibles desenlaces:

1. Escalada militar abierta

Una posibilidad alarmante. Si continúan los ataques sobre zonas civiles o templos históricos, y si el fervor nacionalista impide cualquier negociación, el conflicto podría escalar a una guerra regional limitada. Con el desequilibrio militar a su favor, Tailandia podría arrasar puestos avanzados camboyanos, forzando una reacción internacional.

2. Contención con mediación externa

China y Estados Unidos han llamado a la calma. Si alguna potencia logra ejercer presión sobre ambos gobiernos —por intereses comerciales, de seguridad o estabilidad regional—, podría forzarse un alto el fuego provisional. Esto requeriría una mediación firme y creíble, quizás bajo el paraguas de la ASEAN o Naciones Unidas.

3. Congelamiento del conflicto

El escenario más probable a corto plazo. Sin un acuerdo formal, los combates pueden cesar y reanudarse intermitentemente, como ha ocurrido en años anteriores. Se mantendría la tensión, los despliegues militares y el discurso nacionalista, sin una solución de fondo. La frontera seguiría siendo una herida abierta.

Una frontera, muchos riesgos

El conflicto entre Tailandia y Camboya ilustra los peligros de los nacionalismos en contextos frágiles. Lo que comienza como una disputa territorial puede arrastrar a millones a la inseguridad, destruir patrimonio irremplazable y generar una espiral de violencia difícil de revertir.

Los templos antiguos son testigos de imperios muertos. Que no se conviertan también en tumbas de la razón.

 

miércoles, 23 de julio de 2025

Macedonia del Norte respalda el plan marroquí para el Sáhara


 

La política exterior de Marruecos cosecha nuevos apoyos para su Plan de Autonomía en el Sahara en la región de los Balcanes, en asociación con Macedonia del Norte una joven nación con fuerte presencia musulmana entre su población.

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Buenos Aires. La República de Macedonia del Norte ha dado un paso decisivo en su política exterior al expresar su respaldo explícito al Plan de Autonomía para el Sáhara Occidental presentado por Marruecos ante, Naciones Unidas, en 2007, calificándolo como “la única base para el arreglo de este diferendo”. Así lo establece la declaración conjunta firmada este lunes en Skopie por los ministros de Asuntos Exteriores de ambos países, Timčo Mucunski por el país balcánico y Nasser Bourita por el Reino alauí.

Este posicionamiento refuerza la creciente ola de apoyos internacionales en torno a la propuesta marroquí, en un contexto diplomático favorable alimentado por la intensa actividad exterior impulsada por el rey Mohammed VI. El monarca, figura clave en la arquitectura diplomática del Magreb, ha consolidado una red de alianzas estratégicas que hoy dan sus frutos con nuevos reconocimientos, como el de Macedonia del Norte, a la propuesta considerada por Marruecos como solución realista, duradera y de compromiso al conflicto del Sáhara.

La declaración conjunta reafirma, además, el compromiso de ambos países con el proceso liderado por las Naciones Unidas y con la resolución 2.756 del Consejo de Seguridad, adoptada en octubre de 2024, que llama a las partes a intensificar los esfuerzos para alcanzar una salida política mutuamente aceptable.

Nueva era de cooperación bilateral

Más allá del plano político, Skopie y Rabat han sellado un compromiso de relanzamiento de sus relaciones económicas y comerciales. En vísperas del 25º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países, el ministro macedonio Mucunski anunció la voluntad de “intensificar la cooperación en los ámbitos de la economía y los negocios”. Entre los proyectos concretos en estudio figura la apertura de una conexión aérea directa y la organización de un foro empresarial bilateral en Marruecos, destinado a impulsar inversiones conjuntas.

“Compartimos valores estratégicos comunes y creemos que existen muchos sectores con gran potencial de cooperación”, afirmó Mucunski en rueda de prensa. Las discusiones bilaterales también abarcaron temas de innovación, energía y desarrollo sostenible.

La importancia que Skopie otorga a estas relaciones se explica, en parte, por la vocación europeísta de Macedonia del Norte, que aspira desde 2005 a incorporarse a la Unión Europea y que ya forma parte de la OTAN desde marzo de 2020. Desde esta posición geoestratégica en el corazón de los Balcanes, el país busca ampliar sus horizontes económicos y diplomáticos más allá del continente, encontrando en Marruecos —país con profundos vínculos con la UE, Estados Unidos y Reino Unido— un socio privilegiado.

Reformas marroquíes, modelo a seguir

El respaldo macedonio no se limita al plano del conflicto saharaui. Skopie también ha elogiado “las profundas reformas emprendidas por Marruecos bajo la dirección ilustrada de Su Majestad el Rey Mohammed VI”, incluyendo el Nuevo Modelo de Desarrollo, la regionalización avanzada y las Iniciativas Atlánticas dirigidas a reforzar la integración africana.

En particular, Macedonia del Norte saludó el liderazgo de Rabat en proyectos clave como el gasoducto Nigeria-Marruecos y la apertura del espacio atlántico a los países del Sahel, esfuerzos que buscan consolidar al Reino como polo de estabilidad y desarrollo en el continente africano.

Este reconocimiento, en boca de un país europeo, representa no solo un gesto diplomático, sino un aval político a las ambiciones africanas y euro-mediterráneas de Marruecos, que en los últimos años ha diversificado su presencia internacional con una política exterior ambiciosa y coherente.

Macedonia del Norte: pequeña nación con vocación europea

Situada en la península de los Balcanes y sin salida al mar, Macedonia del Norte es una joven república surgida tras la disolución de Yugoslavia en 1991. Tras años de disputas con Grecia por su nombre oficial, finalmente adoptó en 2019 el de “República de Macedonia del Norte”, abriendo así la puerta a su integración euroatlántica.

Con poco menos de dos millones de habitantes, de los cuales un tercio son de religión musulmana, y una economía aún frágil, Skopie lucha por modernizar su infraestructura y reducir el desempleo. Su política exterior ha girado hacia la consolidación de alianzas estratégicas que favorezcan la inversión, la estabilidad regional y el desarrollo sostenible.

La aproximación a Marruecos, en este contexto, parece alinearse con una estrategia de apertura hacia África y el sur del Mediterráneo, en busca de socios no tradicionales pero confiables, con los que compartir intereses en foros multilaterales y en la agenda de desarrollo global.

 

jueves, 17 de julio de 2025

La guerra olvidada entre drusos y beduinos que sacude el sur de Siria



Medio Oriente no encuentra paz, cuando todavía se encuentran abiertos los frentes de combate en Gaza, El Líbano e Irán, se desatan nuevos incidentes armados entre Siria e Israel por la minoría drusa.

La región de Sweida, en el sur de Siria, ha vuelto a convertirse en un escenario de guerra abierta. En apenas cinco días, más de 350 personas han muerto en los enfrentamientos entre milicias drusas y tribus beduinas sunitas, en un conflicto que mezcla tensiones religiosas, rivalidades territoriales y los intereses cruzados de potencias regionales. El nuevo gobierno sirio, liderado por el excomandante islamista Ahmad al-Sharaa, se ve atrapado en un fuego cruzado que amenaza con fracturar aún más a un país que apenas empieza a emerger del caos tras casi tres lustros de guerra civil.

Israel, que se adjudica el rol de protector de la minoría drusa —presente también en los Altos del Golán, ocupados por el Estado judío desde 1967—, ha intervenido directamente con bombardeos sobre Damasco. Mientras tanto, las tropas sirias se han replegado de Sweida por orden expresa de Estados Unidos, que lidera una mediación diplomática junto con Turquía y los países árabes.

Una chispa en un polvorín

El conflicto estalló el domingo pasado tras el secuestro de un verdulero druso en un control instalado por beduinos. Las represalias no tardaron en llegar. Grupos armados drusos respondieron con ataques y secuestros. Las fuerzas gubernamentales, desplegadas días después, fueron acusadas de tomar partido por los beduinos. El resultado fue devastador: según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), entre las víctimas hay al menos 55 civiles, 79 combatientes drusos, 189 militares y 18 milicianos beduinos. Algunas muertes se produjeron por ejecuciones sumarias cometidas por soldados del régimen, según denuncias recogidas por ONG locales.

“Nuestro pueblo está siendo exterminado”, clamó uno de los líderes espirituales drusos en un llamado desesperado al presidente de EE. UU., al primer ministro israelí y a la comunidad internacional. En Sweida, el horror se propagó rápidamente: vídeos de saqueos, casas quemadas y hombres drusos humillados se viralizaron por las redes, mientras decenas de cuerpos se acumulaban en las calles.

Israel como garante de los drusos

La respuesta israelí fue fulminante. En una operación quirúrgica, sus aviones atacaron el cuartel general del Ejército sirio en Damasco y otras instalaciones militares. El ministro de Defensa, Israel Katz, justificó los bombardeos como una medida de protección a los drusos y advirtió: “Las advertencias han terminado. Ahora vienen los golpes dolorosos”.

El mensaje fue claro. Netanyahu no está dispuesto a permitir la presencia de tropas hostiles cerca de los Altos del Golán, una meseta estratégica cuya soberanía Israel se atribuyó unilateralmente en 1981. La conexión con la comunidad drusa —presente tanto en Israel como en Siria y Líbano— añade una dimensión sentimental a la cuestión: “Israel no abandonará a los drusos en Siria”, reiteró Katz.

El Estado judío, que durante años ha mantenido una política ambigua de intervención limitada en Siria, parece haber dado un giro. Desde la caída del régimen de Bashar al-Asad en diciembre de 2024, Israel ha intensificado su ofensiva aérea contra posiciones del nuevo gobierno sirio, al que considera un régimen islamista radical. El hecho de que Al-Sharaa, presidente interino, haya sido miembro de Al Qaeda y combatiente del grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS) alimenta esa narrativa.

Minorías en jaque

En el centro del conflicto están los drusos, una minoría religiosa surgida del islam chií en el siglo XI, cuya doctrina incorpora elementos del neoplatonismo y el gnosticismo. Practican la monogamia, creen en la reencarnación y no aceptan conversiones. Viven repartidos en Siria, Líbano, Israel y Jordania, y se organizan en torno a jeques y estructuras comunitarias cerradas.

En Siria, donde viven la mitad de los drusos que existen en el mundo, representan cerca del 3% de la población y se concentran principalmente en la provincia de Sweida. Durante el régimen de los Asad gozaron de cierta protección institucional, pero tras la caída del dictador, su posición se ha vuelto extremadamente precaria. El nuevo gobierno prometió respeto a las minorías, pero solo uno de sus 23 ministros es druso. Las comunidades locales denuncian exclusión, violencia sectaria y marginación.

Los beduinos, en cambio, son en su mayoría sunitas, con una larga tradición nómada en las regiones desérticas del sur. Durante la guerra civil siria se alinearon con los grupos rebeldes que combatieron al régimen. En el nuevo escenario post-Asad, han estrechado vínculos con el gobierno interino, lo que los ha convertido en aliados incómodos para la población drusa.

Un acuerdo inestable

Tras la presión internacional, el presidente Al-Sharaa anunció la retirada del Ejército de Sweida y transfirió el control de la seguridad a las “facciones locales y jeques sabios” drusos. En un discurso televisado, justificó la decisión como una medida para evitar una guerra con Israel: “Teníamos dos opciones: guerra abierta a costa de nuestro pueblo, o dar una oportunidad a la razón”.

Estados Unidos celebró el acuerdo. El secretario de Estado, Marco Rubio, afirmó que se habían alcanzado “pasos específicos para restaurar la calma”. Turquía y países árabes participaron en la mediación, aunque aún se desconocen los términos exactos del pacto.

¿Y ahora qué?

El alto el fuego es frágil. Las tensiones siguen vivas en el terreno y los desplazamientos masivos han comenzado. Israel ha levantado un muro adicional en Majdal Shams, en los Altos del Golán, para evitar nuevos cruces de población drusa desde Siria. Durante la noche del miércoles, decenas de familias atravezaban llorando la frontera para reencontrarse tras años de separación forzada por la guerra.

Israel utiliza la protección de los drusos como estrategia para frenar la influencia de grupos islamistas cerca de sus fronteras y reafirmar su control sobre el Golán.

El presidente sirio interino enfrenta un escenario complejo: reconstruir el país, reconciliar facciones armadas, garantizar la seguridad y evitar que Israel consolide un corredor militar en el sur. Pero la confianza de las minorías en su liderazgo es escasa. La reciente masacre en Latakia contra la secta alauita, las tensiones con los kurdos en el noreste y el escaso pluralismo del nuevo gobierno no ayudan a reducir el escepticismo.

La ONU ha convocado una reunión urgente del Consejo de Seguridad para abordar la crisis. Mientras tanto, la comunidad internacional observa con inquietud cómo Siria, una vez más, se asoma al abismo.

 

lunes, 14 de julio de 2025

Argelia en la lista negra del blanqueo de capitales y financiación del terrorismo de la Comisión Europea


La Comisión Europea alerta sobre los vínculos del régimen argelino con grupos yihadistas, operaciones financieras opacas y alianzas estratégicas con Estados patrocinadores del terrorismo como Irán

En una medida que sacude las relaciones diplomáticas del Mediterráneo occidental, la Comisión Europea ha incluido a Argelia en su lista de países de alto riesgo por presentar graves deficiencias en la lucha contra el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo. La decisión, adoptada tras una evaluación técnica exhaustiva, obliga a las entidades financieras europeas a extremar los controles sobre todas las operaciones que involucren a jurisdicciones como la argelina.

La inclusión de Argelia en esta lista no es un hecho aislado. Se inscribe en una estrategia más amplia de la Unión Europea, en armonía con el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), para proteger su sistema financiero de las amenazas del crimen organizado y del terrorismo global. Según la comisaria de Servicios Financieros, María Luís Albuquerque, la medida responde al “compromiso firme de adaptar nuestras reglas a las normas internacionales, especialmente ante los indicios de utilización de plataformas estatales para fines ilícitos”.

Un régimen bajo sospecha

Desde hace años, Argelia aparece señalada por expertos en seguridad internacional como un actor ambivalente en la lucha contra el terrorismo. A pesar de sus esfuerzos por mostrarse como un bastión contra el yihadismo en el Sahel, el país magrebí ha sido denunciado en múltiples informes por mantener vínculos indirectos —y en ocasiones directos— con grupos extremistas que operan en la región.

Especial preocupación suscitan los lazos entre altos mandos de los servicios de inteligencia argelinos y líderes del yihadismo saheliano. El caso más llamativo se produjo el 3 de noviembre de 2021, cuando se reveló una reunión entre el número dos de la Dirección General de Documentación y Seguridad Exterior (DGSE) de Argelia y Iyad Ag Ghali, jefe del Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (GSIM), filial de Al Qaeda en el Sahel. Según informes de inteligencia occidental, el encuentro se realizó cerca de Tin Zouaten, en la frontera con Malí, para coordinar “acciones conjuntas” cuya naturaleza sigue envuelta en el misterio.

A estas conexiones se suma el historial de colaboración, directa o mediante tolerancia pasiva, entre el régimen argelino y el Frente Polisario, organización armada saharaui con bases en Tinduf. El Polisario, además de mantener estrechas relaciones con Irán —otro país bajo sanciones internacionales por terrorismo—, ha sido señalado por participar en redes de contrabando, tráfico de armas y secuestros para financiar su estructura militar.

Irán y Rusia: los nuevos aliados estratégicos

Bruselas también observa con creciente inquietud la profundización de los vínculos de Argelia con dos potencias que desafían el orden internacional: Irán y Rusia. En los últimos años, Teherán ha suministrado al régimen argelino drones militares, que habrían sido desviados hacia el Frente Polisario. Esta triangulación armamentística recuerda el patrón que Irán utiliza con otras milicias como Hezbolá o los hutíes yemeníes: fortalecer a actores insurgentes para ampliar su influencia regional.

Por otra parte, Argelia ha incrementado de forma exponencial sus compras de armas rusas —hasta 10.000 millones de dólares anuales, según estimaciones— y ha permitido la participación de fuerzas rusas en maniobras conjuntas en el Mediterráneo. Además, se ha acusado al país de facilitar la entrada en Malí del grupo Wagner, la empresa paramilitar vinculada al Kremlin que ha desplazado a las fuerzas francesas en su lucha contra el yihadismo.

“Argelia se ha convertido en la retaguardia de muchos grupos salafistas que operan en el Sahel”, advierte Jesús Sánchez Lambás, vicepresidente del Instituto Coordenadas de Gobernanza. “Mientras Europa concentra su atención en Ucrania, ignora que al sur del Mediterráneo se gesta una amenaza igualmente peligrosa para su seguridad”.

Un pasado marcado por el salafismo

Las raíces de los vínculos entre el Estado argelino y el yihadismo se remontan al decenio negro (1992–2002), cuando el Grupo Islámico Armado (GIA) y su escisión, el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), protagonizaron una guerra civil no declarada que dejó más de 200.000 muertos. En 2007, el GSPC se integró formalmente en Al Qaeda, adoptando el nombre de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI).

Desde entonces, AQMI ha financiado sus actividades a través de secuestros, contrabando y tráfico de drogas, con una base operativa que, según diversos informes, se reubica en suelo argelino cada vez que las fuerzas extranjeras le acorralan en países vecinos. Esta dualidad —represión pública y complicidad encubierta— ha sembrado dudas sobre la verdadera voluntad del régimen en la lucha contra el extremismo.

A ello se añade una política interior cada vez más autoritaria. Organizaciones de derechos humanos denuncian que las autoridades argelinas han instrumentalizado los cargos de terrorismo para reprimir la disidencia pacífica. Casos de tortura, detenciones arbitrarias y violaciones del debido proceso se acumulan en los últimos informes de Amnistía Internacional y Human Rights Watch.

Implicaciones para Europa y el Magreb

La inclusión de Argelia en la lista negra europea pone en entredicho su papel como interlocutor fiable en la región. También plantea interrogantes sobre el equilibrio de poder en el Magreb, donde Marruecos —firme aliado de Occidente en la lucha antiterrorista y contra el crimen organizado— se consolida como aliado preferente de la Unión Europea y de Estados Unidos.

Bruselas teme que el doble juego de Argelia favorezca el fortalecimiento de los grupos extremistas en el Sahel, una región clave para frenar los flujos migratorios y el tráfico de armas hacia Europa. La reciente creación de una Autoridad Europea contra el Blanqueo de Capitales (AMLA), con capacidad de supervisión directa sobre entidades de alto riesgo, forma parte de la respuesta institucional a estas amenazas.

Nos enfrentamos a una guerra híbrida donde el terrorismo, el crimen organizado y la manipulación geopolítica convergen”, señalan fuentes diplomáticas europeas. “Y Argelia, lejos de ser un muro de contención, parece estar cavando túneles bajo nuestras defensas”.

La Unión Europea ha lanzado así una advertencia formal al régimen argelino: o coopera de forma transparente en la lucha contra el terrorismo y el lavado de dinero, o enfrentará el aislamiento diplomático y posibles sanciones. Por ahora, el mensaje es claro: Bruselas ya no confía en la fachada de neutralidad de Argel.