Un informe exclusivo de The
Washington Post revela que cientos de mercenarios del autodenominado Ejército
Popular Saharaui, brazo armado de los separatistas del Frente Polisario,
entrenados por Irán, fueron capturados por el gobierno provisional sirio,
después de haber combatido en las filas del exdictador Bashar al-Assad, durante
la cruenta guerra civil de Siria.
Contenido:
La
caída del régimen sirio de Bashar al-Assad ha desvelado una de las redes más
opacas de la geopolítica regional: la colaboración entre la República Islámica
de Irán y el Frente Polisario, grupo separatista saharaui con base en los
campamentos de Tinduf (Argelia). Fuentes diplomáticas y de inteligencia revelan
que este vínculo va más allá del apoyo político y diplomático, incluyendo
entrenamiento militar, tráfico de armas y lazos con redes yihadistas en el
Sahel.
Según
un informe publicado por The Washington Post, las nuevas autoridades
sirias han detenido a centenares de combatientes del Polisario en Alepo y otras
regiones del país. Estos milicianos, afirman fuentes occidentales, fueron
enviados a Siria por Irán y Argelia, con pasaportes argelinos, y recibieron
instrucción en técnicas de combate urbano y uso de drones, en colaboración con
asesores militares iraníes.
La
información ha sido confirmada por el Frente de Salvación Nacional de Siria,
cuyos portavoces señalan que al menos 200 militantes del Polisario fueron
desplegados en zonas sensibles como Daraa y Sweida, en bases militares
controladas por Teherán. En paralelo, documentos obtenidos en antiguos centros
de inteligencia sirios revelan la existencia de entrenamientos conjuntos entre
el Polisario y la Guardia Revolucionaria iraní, una fuerza clave en la
estrategia militar exterior de Irán.
Respecto
a Siria, las relaciones entre la dinastía Al-Assad y el Polisario se remontan a
1978. Desde entonces, Damasco ha brindado apoyo diplomático y
logístico a la milicia saharaui. Siria, bajo la dictadura de Bashard
al-Assad, era además uno de las pocos estados en el mundo que reconocía a la inexistente
República Árabe Saharaui Democrática (RASD).
Los
vínculos con Teherán
Marruecos
ya había roto relaciones con Irán en 2018, tras denunciar que la milicia
libanesa Hezbollah, aliada de Teherán, estaba entrenando a combatientes
saharauis en los campamentos de Tinduf. El ministro de Exteriores, Nasser
Burita, aseguró contar con “pruebas concluyentes” de que diplomáticos
iraníes en Argel actuaban como intermediarios entre Hezbollah y el Polisario,
facilitando envíos de armas —incluidos misiles SAM-9 y Strela-3— y cursos de
táctica de guerra.
La
conexión entre el régimen iraní y la causa saharaui no es nueva, pero sí ha
adquirido una dimensión más peligrosa en el contexto actual de tensiones en el
norte de África. El rearme del Polisario, sus ataques esporádicos contra
posiciones marroquíes en el Sáhara y su papel en zonas de conflicto
internacional, han desdibujado las fronteras entre insurgencia local y
terrorismo internacional.
Del
separatismo al yihadismo
El
Frente Polisario asesino a 289 ciudadanos españoles durante las décadas de los
años 70 y 80. Los pescadores españoles que faenaban en la zona de El Aaiún o
los trabajadores que picaban piedras en las minas de fosfato de Fosbucraá
fueron aniquilados en masa. Barcos con toda la tripulación pasada a machete,
secuestros, torturas físicas y psicológicas o fusilamientos con ráfagas de
ametralladora eran algunas de las desastrosas “postales” que
dejaron los terroristas separatistas que nunca fueron debidamente investigadas
ni sancionadas, según afirma la Asociación Canaria de Víctimas del Terrorismo
(ACAVITE).
Uno
de los casos más paradigmáticos, registrados recientemente, es el de Adnan Abu
Walid al-Sahraoui, antiguo miembro del Polisario y fundador del grupo Estado
Islámico en el Gran Sáhara. Desde 2015, al-Sahraoui lideró ataques en Mali,
Burkina Faso y Níger, incluidos atentados contra tropas francesas, nigerinas y
estadounidenses. Estados Unidos ofrecía cinco millones de dólares por su
captura antes de su muerte en 2021.
Fuentes
marroquíes y europeas han advertido que los campamentos de Tinduf se han
convertido en un “caldo de cultivo” para la radicalización. El propio
Mohamed Lamin Buhali, exministro de Defensa de la autoproclamada República
Árabe Saharaui Democrática (RASD), admitió en una entrevista al diario ABC
la presencia de al menos 25 saharauis en las filas de Al Qaeda y otros grupos
salafistas en el Sahel.
Un
informe del Instituto Flamenco para la Paz, una prestigiosa institución financiada
por la Unión Europea, vincula además al Polisario con el tráfico de armas
procedentes del colapso del régimen de Muhammad Gadafi en Libia. Fusiles,
lanzacohetes y otros pertrechos fueron redistribuidos por miembros del grupo
saharaui, algunos de los cuales combatieron como mercenarios en la guerra civil
libia.
El
Congreso de EE UU considera designar al Polisario como grupo terrorista
La
escalada de denuncias ha llevado a sectores del Congreso estadounidense a
considerar la clasificación oficial del Frente Polisario como organización
terrorista extranjera. Joe Wilson, congresista republicano y miembro del Comité
de Relaciones Exteriores, ha promovido un proyecto de ley que respalda
exclusivamente el plan de autonomía marroquí y denuncia la “conexión directa”
del Polisario con Irán y grupos radicales.
“El
verdadero camino hacia la paz en la región pasa por una autonomía real bajo
soberanía marroquí”, declaró Wilson tras reunirse
con el ministro marroquí Nasser Bourita. Según el congresista, el Polisario “amenaza
la seguridad del norte de África y de aliados estratégicos como España y
Francia”.
España
y Europa en alerta
El
Ministerio de Defensa español ha advertido en varias ocasiones sobre el riesgo
de atentados y secuestros en la región de Tinduf y otras zonas del Sahel. En
2011, tres cooperantes europeos —la madrileña Ainhoa Fernández Rincón, el
mallorquín Eric Gonyalons y la italiana Rossella Urru— fueron secuestrados en
Rabuni, sede administrativa del Polisario en Argelia, por elementos del grupo
en colaboración con Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI). Fueron liberados
tras el pago de un rescate que no fue oficialmente cuantificado.
Un
informe de la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF) ya había
advertido en 2008 sobre el desvío sistemático de ayuda humanitaria en Tinduf,
en colaboración entre altos cargos del Polisario y autoridades argelinas, lo
que refleja la economía paralela en que se sustenta parte de la estructura
saharaui.
Mauritania
sufre la presión separatista
Mauritania,
vecina de la zona en conflicto, ha recibido también presiones directas por
parte del Polisario. El 23 de noviembre de 2023 se presentó en Nuakchot, una
delegación del Frente Polisario encabezada por Mohamed Salem Ould Salek entregó
al presidente Mohamed Ould Cheikh El Ghazouani una carta del secretario general
del Polisario, Brahim Ghali, en la que advertía que la estabilidad regional
dependía del “respeto a las fronteras”. Fuentes diplomáticas interpretan
esta misiva como una amenaza velada en caso de que Nuakchot refuerce sus lazos
con Rabat.
¿Hacia
una redefinición internacional del Polisario?
El
Frente Polisario ha evolucionado, según múltiples informes, desde un movimiento
de liberación nacional hacia un grupo terrorista internacional con
ramificaciones en el crimen organizado, el yihadismo y las alianzas
geopolíticas más controvertidas del mundo árabe. Sus vínculos con Irán,
Hezbollah y grupos salafistas en el Sahel ponen en cuestión su legitimidad como
representante de la minoría saharaui retenida en Tinduf.
La comunidad internacional,
especialmente la Unión Europea y Naciones Unidas, enfrenta ahora el desafío de
revisar su postura ante un grupo terrorista que, bajo el amparo de una falsa causa
identitaria, participa activamente en redes de desestabilización regional. En
este escenario, ignorar la evidencia ya no es una opción.
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