Washington
consolida el giro estratégico iniciado por Donald Trump y envía un mensaje
firme y claro a Argelia y al Frente Polisario: no hay alternativa a la
autonomía bajo soberanía marroquí
Contenido
El
secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, ha sellado este martes en
Washington la continuidad del reconocimiento de la soberanía marroquí sobre su Sáhara,
confirmando que la posición adoptada por el expresidente Donald Trump, en
diciembre de 2020, sigue siendo la hoja de ruta diplomática de la Casa Blanca
en relación con el largo y espinoso conflicto del Sáhara. “Una autonomía
auténtica bajo soberanía marroquí es la única solución factible”, sentenció
Rubio en una declaración que cierra la puerta a cualquier otra vía política,
incluyendo la tradicional exigencia de un referéndum de autodeterminación
impulsado por el Frente Polisario y apoyada por Argelia.
La
reunión con el ministro marroquí de Exteriores, Nasser Bourita, se desarrolló
en un clima de firme sintonía bilateral y tuvo lugar en un momento en el que
Rabat, siguiendo expresas directivas del Rey Mohammed VI, busca afianzar su
estatus como potencia regional clave en el Magreb.
La
portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce, por su parte, fue categórica
al afirmar que la Propuesta para la Negociación de un Plan de Autonomía para la
Región del Sáhara, presentada ante Naciones Unidas por el Reino de Marruecos,
en 2007, era “seria, creíble y realista” y que constituye la única base
viable para una solución política justa y duradera a este diferendo.
Un
conflicto enquistado y una apuesta clara
El
respaldo estadounidense no es menor. Estados Unidos no solo reitera un apoyo diplomático,
sino que también abre la posibilidad de suspender su contribución financiera a
la misión de Naciones Unidas (MINURSO), una medida que apunta a presionar a las
partes para que se sienten en la mesa de negociación sin condiciones previas.
La
disputa sobre el Sáhara, antigua colonia española que Marruecos ha recuperado
para su soberanía, lleva cinco décadas sin una solución definitiva. Tras la
retirada de España en 1975, el conflicto derivó en un enfrentamiento armado
entre Marruecos y el Frente Polisario, que declaró la inexistente y autodenominada
República Árabe Saharaui Democrática (RASD), que carece de reconocimiento
internacional. Desde entonces, la tensión ha sido una constante, alimentada por
la pugna geopolítica entre Rabat y Argel, que se remonta a la derrota argelina
en la Guerra de las Arenas, en 1963.
El
gesto de Washington no ha dejado indiferente a la región. En Rabat, se
interpreta como una consolidación del liderazgo marroquí construido por el Rey
Mohammed VI. En Argel, en cambio, la incomodidad es evidente. Las altas esferas
del régimen argelino observan con creciente preocupación cómo el apoyo
internacional a la opción de autonomía gana fuerza, mientras la exigencia de un
referéndum pierde vigor en las principales capitales occidentales.
Ecos
internacionales y consecuencias diplomáticas
La
posición estadounidense ha tenido un amplio eco mediático y político. Medios
como Reuters, NBC y CBS han destacado el carácter
inequívoco del mensaje emitido por Rubio. Asimismo, agencias como EFE y Anadolu
han puesto el foco en la implicación geopolítica del respaldo estadounidense,
que refuerza la alianza con Marruecos en un contexto de tensiones crecientes en
el norte de África y Oriente Medio.
Francia
y España, dos actores históricos en la región, ya habían respaldado la
propuesta marroquí en años anteriores, incluso la semana pasada El Eliseo ha
ratificado públicamente su respaldo a la soberanía marroquí sobre su Sáhara. La
posición de Washington, en cambio, ha sido más contundente: no hay plan B, solo
la autonomía bajo soberanía marroquí.
Estabilidad
regional y alianzas estratégicas
Más
allá del Sáhara, la reunión entre Bourita y Rubio abordó otros asuntos
sensibles: la evolución de los Acuerdos de Abraham, el conflicto en Gaza, y la
situación de los rehenes en manos de Hamás. Estados Unidos elogió el papel de
Marruecos como mediador regional y socio fiable. No es una cuestión menor.
Desde 2005, Rabat y Washington mantienen un tratado de libre comercio,
Marruecos es aliado extra OTAN de los Estados Unidos y celebran anualmente las
maniobras militares African Lion, consideradas las más importantes del
continente africano.
Este
nuevo espaldarazo al plan marroquí se enmarca en una lógica más amplia de
consolidación de alianzas estratégicas. En un mundo marcado por la
multipolaridad y el auge de tensiones regionales, Marruecos se perfila como un
pilar de estabilidad en el Magreb, una condición que Washington valora como
esencial para su política en el norte de África.
El
desafío de Argelia
Para
Argelia, el mensaje de la Casa Blanca representa un nuevo revés diplomático
difícil de disimular. La tradicional defensa del “derecho del pueblo
saharaui a la autodeterminación” choca de frente con la realidad impuesta
por las grandes potencias. Argel ha reiterado su rechazo a participar en
cualquier negociación que no contemple la independencia como opción. Sin
embargo, su margen de maniobra parece reducirse conforme se consolida un
consenso internacional favorable a la vía marroquí, mientras que Argel enfrenta
tensiones con sus vecinos del sur, la Alianza de Países del Sahel y un
creciente aislamiento internacional que incluso afecta su alianza tradicional
con Moscú.
La
incomodidad argelina se traduce en un repliegue discursivo y en el
reforzamiento de su alianza con actores internacionales muy cuestionados como Irán,
pero cada vez resulta más difícil justificar el mantenimiento de un conflicto
que la comunidad internacional comienza a ver como un obstáculo para la
estabilidad regional.
¿Punto
de inflexión?
La
reafirmación estadounidense podría marcar un punto de inflexión. Las
conversaciones auspiciadas por Naciones Unidas continúan estancadas, y la
mediación del enviado especial no ha logrado desbloquear la situación. Pero si
algo ha dejado claro la diplomacia estadounidense es que el tiempo del
inmovilismo ha terminado. Con Washington alineado firmemente con Rabat, la
presión sobre el Polisario y Argelia aumenta considerablemente.
El
futuro del Sáhara está claramente determinado como una parte indivisible del
territorio marroquí. La propuesta de autonomía bajo soberanía marroquí gana
enteros como única solución pragmática y posible. La pelota está ahora en manos
de Argel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario