jueves, 24 de abril de 2025

La Argentina alienta al optimismo


 

El fin de siete años de cepo cambiario y la reducción de la inflación crean un panorama esperanzador para la Argentina gobernada por el libertario Javier Milei después del desquicio provocado por dos décadas de populismo kirchnerista.

A contracorriente de los vientos proteccionistas que azotan la economía global, y con una región marcada por el estancamiento, Argentina se perfila este 2025 como una excepción de peso en el mapa latinoamericano. El Fondo Monetario Internacional, tradicionalmente escéptico respecto a las variables argentinas, ha tenido que reconfigurar sus previsiones para ubicar al país austral entre las cinco economías con mayor crecimiento del planeta. La causa de esta mutación económica tiene un nombre propio: Javier Milei.

La economía argentina, tras dos años de contracción consecutiva, ha experimentado un rebote sorprendente. El Producto Interior Bruto creció un 5,7% interanual en febrero y el FMI estima un 5,5% de crecimiento total para el año. Aunque aún se trata de una recuperación desde una base baja, el ritmo y el contexto macroeconómico en que se produce son inéditos. La recuperación se da sin recurrir a políticas expansivas tradicionales, ni a controles de precios ni subsidios generalizados, sino más bien con una política de ajuste del gasto fiscal que ha sido tan severa como efectiva.

El fin del cepo

El pasado 11 de abril, el Gobierno de Milei anunció el desmantelamiento del cepo cambiario, vigente desde 2019, y la entrada en vigor de la Fase 3 de su plan económico. Lejos de provocar una corrida cambiaria, el levantamiento fue seguido por una apreciación del peso, que sorprendió incluso a los operadores más optimistas. El tipo de cambio oficial, ahora dentro de bandas de flotación, ha sido entregado al mercado, eliminando la noción de “dólar atrasado” tan arraigada en la historia económica argentina.

El ministro de Economía, Luis Caputo, y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, articularon una estrategia que conjuga disciplina fiscal, independencia monetaria y liberalización cambiaria. Esta arquitectura técnica ha logrado estabilizar precios relativos sin desatar la hiperinflación que algunos auguraban. El FMI lo resumió con una fórmula precisa: “ajuste fiscal fuerte y recuperación de la confianza”.

Una macroeconomía sobria

El éxito técnico contrasta, sin embargo, con el estilo político de Milei. Su liderazgo, incendiario en redes sociales y frontal en las formas, ha generado fisuras en el Congreso y tensiones con sectores moderados de la oposición. El desafío es claro: lograr que las reformas estructurales—tributaria, previsional y laboral—no sólo sean aprobadas, sino que adquieran carácter irreversible, aun en caso de alternancia política.

La paradoja argentina reside hoy en su convivencia entre una macroeconomía ortodoxa, digna de manuales liberales, y una praxis política más cercana a los vaivenes de la polarización global. “La brecha más difícil de cerrar ya no es la cambiaria, sino la institucional entre la macro y la política”, señala un asesor gubernamental.

El motor de la recuperación

Detrás del rebote económico destacan sectores puntuales como la gestión financiera (+30,2%), la pesca (+28,3%) y el comercio (+7,4%). La reactivación del crédito, ha revitalizado a las fintech y a la banca tradicional. La minería, otro pilar estratégico, también ha contribuido al nuevo impulso productivo.

No obstante, el crecimiento es desigual. Servicios esenciales como la salud (-0,5%) y la educación (+0,5%) siguen rezagados. El recorte del gasto público, necesario para sanear las cuentas fiscales, ha afectado a las capas más vulnerables, especialmente a los pensionados y trabajadores informales. La pobreza, aunque se redujo sustancialmente del 52,9% heredado del gobierno de Alberto Fernández al 38,1% de la población, una significativa caída de 14,8 puntos porcentuales, aún se mantiene escandalosamente alta.

Perspectivas y desafíos

El plan económico de Milei ha logrado sortear con éxito lo que históricamente ha arrastrado a sus antecesores: una crisis cambiaria con efectos hiperinflacionarios. Hoy, con una brecha cambiaria bajo control, inflación contenida y confianza en ascenso, Argentina ofrece señales de previsibilidad que vuelven a seducir a los inversores.

Pero el gran desafío es la sostenibilidad. Como lo señala Jorge Vasconcelos, economista jefe del IERAL, la estabilidad macro es condición necesaria pero no suficiente. Hace falta una fiscalidad ordenada, un marco laboral moderno y una apertura económica con sesgo productivo. Es decir, el "triángulo del crecimiento sustentable": estabilidad, sustentabilidad fiscal e inserción global.

En octubre, las elecciones legislativas pondrán a prueba el modelo Milei. El presidente deberá demostrar que puede construir mayorías parlamentarias estables sin ceder a la lógica del clientelismo o la improvisación. Por el momento, al menos, todo parece indicar que el gobierno de Javier Milei implementa un cambio estructural en la historia económica argentina.

Conclusión

Argentina parece haber encontrado en Milei una figura capaz de implementar un plan económico coherente y duradero, en un país donde la coherencia ha sido históricamente efímera. Si logra cerrar la brecha entre la institucionalidad técnica y la política, el país podría no solo recuperar terreno, sino marcar el inicio de un nuevo ciclo económico permanente. Si fracasa, el péndulo podría oscilar nuevamente hacia el populismo económico, una trágica historia por demás conocida.

 

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