domingo, 11 de junio de 2023

Sórdida puja dentro de Juntos por el Cambio


 

A tan sólo dos semanas del vencimiento del plazo para oficializar las listas de candidatos que competirán en las elecciones generales de octubre en Argentina, Juntos por el Cambio, la principal fuerza política opositora muestra la existencia de dos propuestas de gobierno distintas y enfrentadas.

Los últimos días los argentinos asistieron a un intercambio de acusaciones cruzadas entre los dos candidatos presidenciales de Juntos por el Cambio (JxC) con más posibilidades de triunfar en las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias (PASO), del 13 de agosto, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich.

Durante los últimos tres años, el jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, parecía liderar cómodamente la intención de voto y era “un número puesto” para obtener la candidatura presidencial del espacio opositor que encabezaba todas las encuestas con una intención de voto que superaban cómodamente el 40%.

Eso es hoy cosa del pasado, actualmente, JxC, aunque sigue liderando la intención de voto por espacios políticos, ha perdido más de 10 puntos en las encuestas a manos del economista liberal Javier Milei. Rodríguez Larreta por su parte, figura en las encuestas de voto por candidato tercero, muy lejos de Milei que encabeza las preferencias seguido cómodamente por Patricia Bullrich.

Las causas de la caída en las encuestas de Rodríguez Larreta son varias. La principal es que mientras que las ideas de un cambio de políticas orientado hacia propuestas liberales, de reducción del Estado, recortes en los impuestos y apertura de la economía al mundo cada día seducen a más argentinos y son precisamente el núcleo duro de las propuestas tanto de Milei cono de Patricia Bullrich, el jefe de Gobierno porteño insiste en proponer las mismas recetas de dirigismo económico, proteccionismo para la industria ensambladora, aranceles a los productos importados, precios máximos y acuerdos de salarios por debajo de la inflación, impuestos exorbitantes que rondan la confiscación y mucho, mucho estatismo y elevado gasto fiscal que aplicó el kirchnerismo durante sus cuatro gobiernos, con resultados catastróficos.

Por otra parte, Rodríguez Larreta insiste en proponer un acuerdo con los gobernadores e intendentes peronistas que llevan décadas al frente de sus gobiernos atrincherados en estructuras clientelísticas, nepotistas y de caudillaje que nada tienen de democráticas. Acuerdo que se extiende al sindicalismo corrupto, las organizaciones piqueteras que viven extorsionando a los gobiernos y a los exfuncionarios kirchneristas procesados y/o condenados por la justicia, comenzando por la jefa de la asociación ilícita: Cristina Fernández de Kirchner.

Al electorado las propuestas de Rodríguez Larreta le suenan a más de lo mismo, cuando no a un pacto para garantizar impunidad a quienes han llevado al país al borde del abismo y ahora proponen dar un decidido paso adelante.

En consecuencia, Rodríguez Larreta ha bajado en las encuestas arrastrando en gran medida a su partido con un programa de gobierno alejado de las necesidades y deseos de la gente.

El jefe de Gobierno porteño, que lleva meses comprando voluntades de dirigentes políticos y periodistas, está viendo que su ansiada candidatura presidencial se le escurre entre las manos y apela a cuanta maniobra maquiavélica puede tramar para tratar de revertir la situación.

La última semana recurrió a la táctica de ampliar la coalición de JxC incorporando nuevos candidatos presidenciales en un intento de restarle votos a la candidatura de Patricia Bullrich su principal rival. Los precandidatos elegidos fueron el dirigente liberal José Luis Espert y un peronista no kirchnerista, el saliente gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti.

La maniobra tensionó tanto la puja interna en JxC que por un momento pareció que la coalición se rompería dando lugar a un nuevo realineamiento de las alianzas políticas y de la oferta opositora para las próximas elecciones. Todo esto a una semana del vencimiento del plazo para inscribir alianzas electorales y dos semanas para el cierre de listas de candidatos.

Finalmente, la sangre no llegó al río. La puja se resolvió con un empate pírrico. Ingresó  a JxC Espert, un economista de ideas muy similares a las de Milei y Patricia Bullrich y de muy escaso aporte electoral (quizá cuente con un 7% de intención de voto en la provincia de Buenos Aires) y se descartó la incorporación de Schiaretti, para no atentar contra las posibilidades de los candidatos cordobeses de JxC (Luis Juez y Rodrigo de Louredo) de imponerse en los comicios provinciales cordobeses, del 25 de junio, sobre el delfín del gobernador saliente, el intendente peronista de la ciudad de Córdoba Capital, Martín Llaryora.

Pero la cuestión dejó profundas cicatrices, especialmente porque se cambiaron graves acusaciones cruzadas entre otros referentes de JxC: Lilita Carrió, dirigente de la Coalición Cívica, Gerardo Morales de la U.C.R. y Mauricio Macri sólido sostén de Patricia Bullrich. Aunque retornó la calma y la moderación, no todo está dicho ni las diferencias saldadas.

El incidente golpeó aún más la posición de JxC en las encuestas. Hoy su intención de voto esta lejos el 30% y se ve seguida muy de cerca por La Libertad Avanza (LLA), el partido del economista Javier Milei.

Para el electorado más informado y pensante quedó claro que JxC alberga dos propuestas de gobierno claramente diferentes y antagónicas que difícilmente puedan coexistir sin conflictos en un futuro gobierno de esta coalición.

Horacio Rodríguez Larreta, Lilita Carrió y la Coalición Cívica; Gerardo Morales, Martín Lousteau, Emiliano Giacobitti y el eterno operador radical en las sombras Enrique “Coty” Nosiglia de la UCR y la ex radical Margarita Stolbizer, del partido GEN (otro espacio político de dudoso caudal electoral. Tal vez no llegue en forma independiente al 3% de los votos emitidos para superar el límite impuesto por las PASO) alientan una propuesta que como hemos visto no es más que un kirchnerismo descafeinado y prolijo.

Mientras que Patricia Bullrich, Mauricio Macri, Néstor Grindetti, Ricardo López Murphy, Carolina Losada, Luis Juez, Cristian Ritondo y Adrián Lombardi, entre otros proponen un cambio de reglas de juego orientado hacia las ideas liberales, promercado y antiestatistas.

Resulta evidente para cualquiera que ambas propuestas no podrán convivir ni en un mismo gobierno, ni mucho tiempo más dentro de una misma coalición política. Esto es precisamente lo que perciben los electores, que han experimentado en varias ocasiones las frustrantes consecuencias de votar una coalición política heterogénea pensada tan solo para desplazar a un partido o apartar a un dirigente del poder y que al día siguiente de llegar al gobierno se ve involucrada en agrias luchas intestinas que terminan en una catástrofe para el sistema democrático y para el futuro del país.

En general, las coaliciones que se crean para ganar elecciones no sirven para gobernar.

Así, que, como dice el refrán: “el que se quemó con leche, ve a una vaca y llora” y, por lo tanto, el apoyo electoral de JxC disminuye en la medida en que los votantes lo perciben como un espacio político contradictorio e inestable.

El principal beneficiario de esta situación es Javier Milei (por el FdT también atraviesa por problemas internos de programas y de hombres que hasta el momento le han impedido definir a sus precandidatos para competir en las PASO) que no comanda una coalición sino un partido (LLA) que responde monolíticamente a una sola propuesta, la liberal, y a un solo dirigente: él.

Milei presenta una propuesta de gobierno (la única por el momento) claramente definida, concreta y basada en la teoría económica liberal que expresa una firme voluntad de cambiar las reglas de juego para sacar al país de las crisis periódicas. Por eso crece en las encuestas pese a ser un outsider en la política sin una estructura partidaria consolidada.

Finalmente, el próximo 24 de junio se revelarán todas las incógnitas y dudas. Ese día el país conocerá claramente quienes competirán en las PASO de agosto por una candidatura en las elecciones generales de octubre. Quedan por lo tanto dos semanas cargadas de tensiones, pujas y sorpresas.

 

 

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