El conflicto
bélico entre Ucrania y Rusia se prolonga aumentando los riesgos de una escalada
militar y del incremento de los daños colaterales
CONTENIDO
El conflicto entre Rusia y Ucrania puede ser vista de
muchas maneras. En principio señalando que no ha habido una declaración formal
de guerra y que las partes en conflicto han entablado negociaciones diplomáticas
bilaterales tendientes a lograr un alto al fuego desde el tercer día posterior
al inicio de las operaciones militares.
Guerra declarada o no, estamos en presencia del primer
conflicto militar entre Estados europeos desde 1945.
Por el momento, se trata de un enfrentamiento bélico que
los especialistas en estrategia e historia militar califican como “guerra
limitada”.
Es decir, que los beligerantes voluntariamente acuerdan
tácitamente circunscribir el conflicto para evitar una escalada de la
violencia, reducir los daños colaterales y evitar involucrar a otros actores.
En otras palabras, este conflicto, al menos por el
momento, se desarrolla dentro del territorio ucraniano, empleando medios
militares convencionales y tratando de que las acciones se resuelvan
rápidamente evitando que derive en una guerra de desgaste, prolongada en el
tiempo.
Sin embargo, después de más de una semana de intensos
combates, el conflicto corre el riesgo de expandirse incrementando sus efectos
negativos.
De prolongarse más tiempo el conflicto Europa enfrentará los
efectos de tres tipos riesgos: nucleares, humanitarios y económicos.
El riesgo nuclear surge de la capacidad y disposición de
Rusia a emplear armentos de este tipo, sean ellos de carácter táctico o
estratégico, en caso de sufrir un ataque por parte de las fuerzas de la OTAN,
aunque sea con medios convencionales.
Además, dentro de Ucrania existen diversas instalaciones
nucleares que constituyen un riesgo adicional. Debido a la posibilidad de un
accidente involuntario, un acto de sabotaje o el no menos peligroso robo de
material fisionable. De allí la preocupación de las fuerzas rusas de tomar el
control de las instalaciones nucleares de Chernóbil y Zaporizhzhia, esta última
la centra de este tipo más grande de Europa.
El riesgo humanitario, por otra parte, surge no solo de
las víctimas civiles del conflicto sino especialmente por la población
desplazada.
Asta el momento se estima que un millón de ucranianos (la
mitad de ellos niños) han abandonado su país para escapar de los peligros
originados por los combates, bombardeos, toques de queda y racionamiento de
alimentos.
La creación de “corredores humanitarios” acordados
por las partes en la segunda ronda de negociaciones es un avance en la protección
de la población ucraniana afectada por el conflicto, pero, sin duda, contribuirá
al éxodo de refugiados.
La población ucraniana que abandone su país y se instale
transitoriamente en territorio de otros Estados de la Unión Europea difícilmente
se sienta tentada de retornar a sus hogares al concluir el conflicto si las
ciudades ucranianas son desbastadas y la economía local entre en recesión.
Esto lo saben los líderes europeos que ven con
preocupación el flujo constante de refugiados a los cuales no pueden negar el
ingreso y deben asistirlos con alojamiento, alimento, etc.
Un millón de refugiados ucranianos sea todo un desafío
para la sobrecargada economía de la Europa comunitaria.
Precisamente, con respecto a la economía europea, las
sanciones impuestas a Rusia por los países de la OTAN pueden terminar siendo a
su bumerang.
Occidente respondió a la agresión rusa sobre Ucrania
expulsando a los principales bancos rusos del sistema de pagos internacional SWIFT,
limitando sus exportaciones de alta tecnología y restringiendo drásticamente su
disponibilidad de divisas.
Pero, para la Europa comunitaria que recibe casi el 40%
del gas natural y 32% del petróleo que consume de Rusia, las sanciones significan
un incremento de precios en la energía del 32% que disparará la inflación europea
hasta un “inaceptable” 6,1% y la del Reino Unido hasta el 10%.
En el caso específico de Alemania, por ejemplo, la
paralización de gasoducto Nord Stream II pone en peligro una inversión de 9.500
millones de dólares; el 50% de los cuales fueron aportados por bancos y
empresas alemanas.
La prolongación de las sanciones terminará llevando a la
Europa comunitaria a la recesión.
Además, muchas de estas sanciones implican ruptura
unilateral de contratos que pueden ser recurridas ante los tribunales locales e
internacionales por la parte rusa. En cada caso concreto será la justicia quien
determine la legalidad o no de dichas sanciones y el derecho de las empresas y
ciudadanos rusos de recibir una compensación pecuniaria por los daños y
perjuicios recibidos.
RESUMIENDO
La prolongación del conflicto ruso – ucraniano afecta no
solo a los Estados involucrados en las operaciones bélicas sino también generan
riesgos nucleares, humanitarios y económicos al resto de los países europeos.
Solo los Estados Unidos, por su histórico aislamiento
geopolítico, escapan en gran medida a estas consecuencias adversas. De allí la
diferente percepción (e intereses) que parecen tener los países de la OTAN.
Mientras Estados Unidos aspira a prolongar el conflicto
en el tiempo para desgastar a Rusia, sus aliados europeos parecen más interesados
en lograr un alto al fuego y la pronta estabilización de Europa Oriental para
alejar cualquier riesgo de escalada.
Estas diferencias pueden acentuarse conforme evoluciones
el conflicto.
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