jueves, 25 de febrero de 2016

UNA RUTA PARA LA COCAÍNA SUDAMERICANA


UNA REGIÓN SIN LEY
Desde hace décadas la región sáharo – saheliana, conformada por el sur de Argelia, el Norte de Mauritania y de Malí, se ha transformado en un gran espacio sin ley donde prosperan todo tipo de actividades del crimen organizado transnacional.
En especial, allí se produce la comercialización ilícita de productos que forman parte de la ayuda humanitaria que la Unión Europea y las Naciones Unidas envía para la subsistencia de la población marroquí que permanece internada en los campos de concentración de Tinduf, en el sudeste de Argelia.
SECUESTROS S.A.
También es un escenario propicio para el desarrollo de la lucrativa industria del secuestro de extranjeros para pedir rescate. Los blancos más frecuentes para la industria del secuestro son los periodistas, cooperantes pertenecientes a ongs europeas, trabajadores de Naciones Unidas e inexpertos y audaces turistas.
Recordemos, por ejemplo, que el 23 de octubre de 2011, en Rabuni, la seudo “capital administrativa” de los mencionados campos de concentración administrados por el Frente Polisario, tres cooperantes europeos fueron “secuestrados” por elementos criminales.
Se trataba de los españoles Ainhoa Fernández Rincón, miembro de la Asociación de Solidaridad con el Pueblo Saharaui de Extremadura, Enric Gonyalons, miembro de la fundación catalana Mundabat y la italiana Rosella Urru, representante del Comité Italiano para el Desarrollo de los Pueblos, quienes al momento de su desaparición se encontraban en tres casas distintas dentro de un recinto amurallado que rodea todo el campamento y que es frecuentemente recorrido por patrullas móviles del Frente Polisario.
No obstante, el intimidante sistema de seguridad, los secuestradores irrumpieron en cinco vehículos todoterreno del tipo 4X4 y a bordo de los mismos huyeron con sus prisioneros rumbo a la frontera entre Argelia y Malí.
Recién el 18 de julio de 2012, y tras el pago de un cuantioso rescate, los cooperantes europeos fueron liberados y pudieron regresar a sus países.
El secuestro, que nunca se esclareció debidamente, se atribuyó a terroristas de AQMI, pero para todos los observadores estuvo siempre claro que los secuestradores no pudieron actuar exitosamente sin la complicidad de elementos jerárquicos del Frente Polisario que controlaban el campo.
Sin embargo, los negocios ilícitos más prósperos son el contrabando de combustible, tabaco, armas y drogas.
LA RUTA DE LA DROGA
La región sáharo – saheliana es un área clave de la ruta africana de la cocaína sudamericana que traslada el 40% de esta sustancia (entre 80 y 100 toneladas anuales) que arriba a las costas de la Comunidad Europea.
La cocaína llega a África proveniente de América del Sur prácticamente todos los días. Producida por países cultivadores como Bolivia, Colombia o Perú, parte de la cocaína sale por los territorios de Venezuela y Brasil, en alijos a bordo de barcos que arriban al Golfo de Guinea o en aviones privados con destino a campos de aterrizaje clandestinos en Guinea-Bissau. Este pequeño Estado de África Occidental es considerada ampliamente la principal base del narcotráfico en la costa atlántica del continente. En los últimos años, los golpes militares y otros cambios forzosos en el débil gobierno de Guinea Bissau han reflejado directamente la competencia por el control de los ingresos derivados del tráfico de drogas.
En algunos casos provenientes de Colombia llegan a los aeropuertos internacionales oficiales de Nigeria, Benin y Ghana, ocultos en cargamentos de plátanos o de café: Funcionarios, de aduanas y oficiales de policía corruptos se aseguran de que los cargamentos de drogas sean remitidos rápidamente a Europa, ya sea por vía aérea o terrestre.
Es ahí donde Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y otros grupos terroristas que operan en la región desestabilizando a Mali, Mauritania, Níger y Burkina Faso, desarrollan sus actividades criminales. Estos grupos suelen competir por una parte de las ganancias, como transportistas o guardianes de los envíos de drogas y otros productos ilícitos (inmigrantes, tabaco y armas) a través del Sáhara hacia Europa. Veamos algunos ejemplos.
AIR COCAINE
El 2 de noviembre de 2009, fue encontrado calcinado el fuselaje de un Boing 727 en el municipio septentrional de Tarkint, un pueblo maliense de tan solo 4.500 habitantes, en el que no hay carreteras asfaltadas y que escapa a los radares de aviación civil. Su alcalde, Baba Ould Cheikh, era conocido como mediador desde 2003 en algunos de los secuestros de viajeros occidentales capturados por AQMI.
Alexandre Schmidt, jefe de la oficina de Dakar de la UNODC, señaló en ese entonces que el aparato podía haber transportado hasta diez toneladas de cocaína -en ese entonces el valor de un kilo de esa droga en Europa era de 33.500 euros-. Otras fuentes estiman que el volumen de carga habría sido algo inferior.
Las autoridades de Mali detectaron que desde los primeros meses de ese año se habían producido al menos otros cuatro aterrizajes de aviones no identificados en la zona pero, al parecer, se trataba de aparatos de menor porte.
El suceso quedó sin ser esclarecido hasta que el entonces ministro del Interior de Marruecos, Taieb Cherkaoui, durante una visita a Bamako, en octubre de 2009, para asistir a la reunión del grupo de acción antiterrorista del G-8 (CTAG), que se amplió a los países de la zona hizo una explosiva revelación.
Cherkaoui informó que 34 personas, entre ellas dos mujeres y también un ciudadano español habían sido detenidos en Salé, una ciudad próxima a Rabat. Los apresados eran miembros de una red de traficantes que, a través de las fronteras de Argelia y Mauritania, introducía droga en Marruecos para su reexportación a Europa. Entre marzo y agosto de 2010, esa red envió ocho cargamentos que totalizaron aproximadamente 600 kilogramos de cocaína. De los interrogatorios se dedujo que el jefe de dicha organización criminal era un español detenido en Malí por homicidio. El ministro marroquí finalizó su anuncio destacando que existía “una aparente coordinación y colaboración” entre los “traficantes de drogas y miembros de AQMI”
Fue entonces cuando se descubrió que el responsable del envío del Boeing 727, era un ex policía gallego, Miguel Ángel Devesa, quien había actuado en complicidad con el venezolano Gustavo Valencia y el portugués Souza Mirando.
Los tres se encontraban en ese momento detenidos en Bamako, la ciudad capital de Mali, después de que la policía local los sorprendiera descuartizando con una motosierra el cuerpo de Juan Carlos García Soto, alias “Johnny”, un narco colombiano que viajaba con pasaporte colombiano.
Al parecer, el asesinato del colombiano habría sido producto de una disputa “por negocios” ocurrida entre narcotraficantes.
En diciembre de 2010, los miembros claves de otra de las redes de drogas más grandes del Sáhara fueron detenidos en Malí y Mauritania. La red de narcotráfico fue denominada “Polisario” debido a que la casi totalidad de sus miembros provenían de los campos de concentración de Tinduf.
En otra ocasión, el ejército mauritano mató a dos hombres y capturó a otros siete en el marco de una operación contra territorios controlados por narcotraficantes en proximidades de la frontera de Mauritania con Malí. El líder de aquella organización era un saharaui llamado Sultani Ould Ahmadou Ould Baddi, más conocido como Sleitine, quien fue alcanzado por un disparo en la zona abdominal. Un par de días más tarde las autoridades malienses lograron capturar a otros tres importantes traficantes del Sáhara.
Estos antecedentes muestran que la presencia de organizaciones criminales internacionales operando en la región es de larga data.
OPERACIÓN COCAIR V
Para mostrar la vigencia de esta apreciación basta con mencionar dos hechos ocurridos  a principios de este mes.
En el primero, las autoridades mauritanas capturaron dos toneladas de cocaína. La droga estaba distribuida en pequeñas bolsas en un campamento turístico situado en la costa, a unos doscientos kilómetros al noroeste de Nouakchott, la ciudad capital de Mauritania. La droga aparentemente se encontraba en tránsito hacia Europa.
Las autoridades mauritanas detuvieron a un importante número de narcotraficantes argelinos, mauritanos, malienses, senegaleses y saharauis.
Según declaró en el canal de TV, France 24, que transmite en idioma árabe, Ahmadu Abdel Malek, vocero oficial en Francia de la Unión por la República, el partido de gobierno en Mauritania: “Las fuerzas de seguridad mauritanas y las fuerzas antinarcóticos detuvieron a varias bandas y esta no es la primera vez que logran capturar a una organización donde la mayoría de sus integrantes son miembros del Polisario y del gran Sáhara, que conocen profundamente ese territorio…”
Estas declaraciones son la confirmación de ciertas versiones que indicaban con insistencia la participación de narcotraficantes provenientes directamente de los campos de Tinduf actuando bajo las órdenes de importantes funcionarios del Frente Polisario.
Citando a oficiales mauritanos, la página web mauritana “Sáhara Medias” también ha confirmado la presencia de elementos saharauis en el grupo de narcotraficantes detenidos.  
Según fuentes de inteligencia de los Estados Unidos, la red de narcotraficantes desarticulada en Mauritania también se empleó para abastecer de armas y municiones a los yihadistas de AQMI y otros grupos terroristas de Malí y de la región de Sáharo-Saheliana.
En el otro caso, una operación internacional antidrogas, denominada COCAIR V, financiada por la Comisión Europea y que involucró a una treintena de países de África, Latinoamérica y el Caribe, permitió el secuestro de 411 kilogramos de cocaína y otros 50 kilogramos de otras sustancias psicotrópicas, además de 1,6 millones de dólares, 750 piezas de armamento y municiones y varios vehículos todoterreno 4X4 y numerosos documentos falsificados.
Esta operación también llevó a la detención de decenas de narcotraficantes mauritanos, argelinos, malienses y miembros del Frente Polisario.
CONCLUSIONES
El incremento de capturas de drogas y armas, así como la cada vez más frecuente desarticulación de redes del crimen organizado que operan con cierta impunidad en la región sáharo – saheliana, hablan de la importancia que está área adquiere como centro de gestación de amenazas a la seguridad que afectan no sólo a los países africanos sino que también proyectan su accionar sobre Europa y América Latina.
En este escenario conflictivo, el Frente Polisario y los campamentos de Tinduf operan como un caldo de cultivo donde se genera un flujo constante de “mano de obra desocupada” para abastecer las necesidades del crimen organizado como así también del terrorismo yihadista como AQMI, el Movimiento por la Unidad y la Yihad en África Occidental (MUYAO), Ansar al Din, Boko Haran y otros grupos.
Por lo tanto, terminar con la presencia del Frente Polisario en el sur de Argelia debe ser una prioridad para dar estabilidad y seguridad a toda la región.




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