UNA
REGIÓN SIN LEY
Desde hace décadas la región
sáharo – saheliana, conformada por el sur de Argelia, el Norte de Mauritania y de
Malí, se ha transformado en un gran espacio sin ley donde prosperan todo tipo
de actividades del crimen organizado transnacional.
En especial, allí se produce
la comercialización ilícita de productos que forman parte de la ayuda
humanitaria que la Unión Europea y las Naciones Unidas envía para la
subsistencia de la población marroquí que permanece internada en los campos de
concentración de Tinduf, en el sudeste de Argelia.
SECUESTROS
S.A.
También es un escenario
propicio para el desarrollo de la lucrativa industria del secuestro de
extranjeros para pedir rescate. Los blancos más frecuentes para la industria
del secuestro son los periodistas, cooperantes pertenecientes a ongs europeas,
trabajadores de Naciones Unidas e inexpertos y audaces turistas.
Recordemos, por ejemplo, que
el 23 de octubre de 2011, en Rabuni, la seudo “capital administrativa” de los mencionados campos de concentración
administrados por el Frente Polisario, tres cooperantes europeos fueron “secuestrados” por elementos criminales.
Se trataba de los españoles
Ainhoa Fernández Rincón, miembro de la Asociación de Solidaridad con el Pueblo
Saharaui de Extremadura, Enric Gonyalons, miembro de la fundación catalana
Mundabat y la italiana Rosella Urru, representante del Comité Italiano para el
Desarrollo de los Pueblos, quienes al momento de su desaparición se encontraban
en tres casas distintas dentro de un recinto amurallado que rodea todo el
campamento y que es frecuentemente recorrido por patrullas móviles del Frente
Polisario.
No obstante, el intimidante
sistema de seguridad, los secuestradores irrumpieron en cinco vehículos
todoterreno del tipo 4X4 y a bordo de los mismos huyeron con sus prisioneros
rumbo a la frontera entre Argelia y Malí.
Recién el 18 de julio de 2012,
y tras el pago de un cuantioso rescate, los cooperantes europeos fueron
liberados y pudieron regresar a sus países.
El secuestro, que nunca se
esclareció debidamente, se atribuyó a terroristas de AQMI, pero para todos los
observadores estuvo siempre claro que los secuestradores no pudieron actuar
exitosamente sin la complicidad de elementos jerárquicos del Frente Polisario
que controlaban el campo.
Sin embargo, los negocios
ilícitos más prósperos son el contrabando de combustible, tabaco, armas y
drogas.
LA
RUTA DE LA DROGA
La región sáharo – saheliana
es un área clave de la ruta africana de la cocaína sudamericana que traslada el
40% de esta sustancia (entre 80 y 100 toneladas anuales) que arriba a las
costas de la Comunidad Europea.
La cocaína llega a África
proveniente de América del Sur prácticamente todos los días. Producida por
países cultivadores como Bolivia, Colombia o Perú, parte de la cocaína sale por
los territorios de Venezuela y Brasil, en alijos a bordo de barcos que arriban
al Golfo de Guinea o en aviones privados con destino a campos de aterrizaje
clandestinos en Guinea-Bissau. Este pequeño Estado de África Occidental es
considerada ampliamente la principal base del narcotráfico en la costa
atlántica del continente. En los últimos años, los golpes militares y otros cambios
forzosos en el débil gobierno de Guinea Bissau han reflejado directamente la
competencia por el control de los ingresos derivados del tráfico de drogas.
En algunos casos provenientes
de Colombia llegan a los aeropuertos internacionales oficiales de Nigeria,
Benin y Ghana, ocultos en cargamentos de plátanos o de café: Funcionarios, de
aduanas y oficiales de policía corruptos se aseguran de que los cargamentos de
drogas sean remitidos rápidamente a Europa, ya sea por vía aérea o terrestre.
Es ahí donde Al Qaeda en el
Magreb Islámico (AQMI) y otros grupos terroristas que operan en la región
desestabilizando a Mali, Mauritania, Níger y Burkina Faso, desarrollan sus
actividades criminales. Estos grupos suelen competir por una parte de las
ganancias, como transportistas o guardianes de los envíos de drogas y otros
productos ilícitos (inmigrantes, tabaco y armas) a través del Sáhara hacia
Europa. Veamos algunos ejemplos.
AIR
COCAINE
El 2 de noviembre de 2009, fue
encontrado calcinado el fuselaje de un Boing 727 en el municipio septentrional
de Tarkint, un pueblo maliense de tan solo 4.500 habitantes, en el que no hay
carreteras asfaltadas y que escapa a los radares de aviación civil. Su alcalde,
Baba Ould Cheikh, era conocido como mediador desde 2003 en algunos de los
secuestros de viajeros occidentales capturados por AQMI.
Alexandre Schmidt, jefe de la
oficina de Dakar de la UNODC, señaló en ese entonces que el aparato podía haber
transportado hasta diez toneladas de cocaína -en ese entonces el valor de un
kilo de esa droga en Europa era de 33.500 euros-. Otras fuentes estiman que el
volumen de carga habría sido algo inferior.
Las autoridades de Mali
detectaron que desde los primeros meses de ese año se habían producido al menos
otros cuatro aterrizajes de aviones no identificados en la zona pero, al
parecer, se trataba de aparatos de menor porte.
El suceso quedó sin ser
esclarecido hasta que el entonces ministro del Interior de Marruecos, Taieb
Cherkaoui, durante una visita a Bamako, en octubre de 2009, para asistir a la
reunión del grupo de acción antiterrorista del G-8 (CTAG), que se amplió a los
países de la zona hizo una explosiva revelación.
Cherkaoui informó que 34
personas, entre ellas dos mujeres y también un ciudadano español habían sido
detenidos en Salé, una ciudad próxima a Rabat. Los apresados eran miembros de
una red de traficantes que, a través de las fronteras de Argelia y Mauritania,
introducía droga en Marruecos para su reexportación a Europa. Entre marzo y
agosto de 2010, esa red envió ocho cargamentos que totalizaron aproximadamente
600 kilogramos de cocaína. De los interrogatorios se dedujo que el jefe de
dicha organización criminal era un español detenido en Malí por homicidio. El
ministro marroquí finalizó su anuncio destacando que existía “una aparente coordinación y colaboración”
entre los “traficantes de drogas y miembros de AQMI”.
Fue entonces cuando se
descubrió que el responsable del envío del Boeing 727, era un ex policía
gallego, Miguel Ángel Devesa, quien había actuado en complicidad con el
venezolano Gustavo Valencia y el portugués Souza Mirando.
Los tres se encontraban en ese
momento detenidos en Bamako, la ciudad capital de Mali, después de que la
policía local los sorprendiera descuartizando con una motosierra el cuerpo de
Juan Carlos García Soto, alias “Johnny”,
un narco colombiano que viajaba con pasaporte colombiano.
Al parecer, el asesinato del
colombiano habría sido producto de una disputa “por negocios” ocurrida entre narcotraficantes.
En diciembre de 2010, los
miembros claves de otra de las redes de drogas más grandes del Sáhara fueron
detenidos en Malí y Mauritania. La red de narcotráfico fue denominada “Polisario” debido a que la casi
totalidad de sus miembros provenían de los campos de concentración de Tinduf.
En otra ocasión, el ejército
mauritano mató a dos hombres y capturó a otros siete en el marco de una
operación contra territorios controlados por narcotraficantes en proximidades
de la frontera de Mauritania con Malí. El líder de aquella organización era un
saharaui llamado Sultani Ould Ahmadou Ould Baddi, más conocido como Sleitine,
quien fue alcanzado por un disparo en la zona abdominal. Un par de días más
tarde las autoridades malienses lograron capturar a otros tres importantes
traficantes del Sáhara.
Estos antecedentes muestran
que la presencia de organizaciones criminales internacionales operando en la
región es de larga data.
OPERACIÓN
COCAIR V
Para mostrar la vigencia de
esta apreciación basta con mencionar dos hechos ocurridos a principios de este mes.
En el primero, las autoridades
mauritanas capturaron dos toneladas de cocaína. La droga estaba distribuida en
pequeñas bolsas en un campamento turístico situado en la costa, a unos
doscientos kilómetros al noroeste de Nouakchott, la ciudad capital de
Mauritania. La droga aparentemente se encontraba en tránsito hacia Europa.
Las autoridades mauritanas
detuvieron a un importante número de narcotraficantes argelinos, mauritanos,
malienses, senegaleses y saharauis.
Según declaró en el canal de
TV, France 24, que transmite en idioma árabe, Ahmadu Abdel Malek, vocero
oficial en Francia de la Unión por la República, el partido de gobierno en Mauritania:
“Las fuerzas de seguridad mauritanas y
las fuerzas antinarcóticos detuvieron a varias bandas y esta no es la primera
vez que logran capturar a una organización donde la mayoría de sus integrantes
son miembros del Polisario y del gran Sáhara, que conocen profundamente ese
territorio…”
Estas declaraciones son la
confirmación de ciertas versiones que indicaban con insistencia la
participación de narcotraficantes provenientes directamente de los campos de
Tinduf actuando bajo las órdenes de importantes funcionarios del Frente
Polisario.
Citando a oficiales
mauritanos, la página web mauritana “Sáhara
Medias” también ha confirmado la presencia de elementos saharauis en el
grupo de narcotraficantes detenidos.
Según fuentes de inteligencia
de los Estados Unidos, la red de narcotraficantes desarticulada en Mauritania
también se empleó para abastecer de armas y municiones a los yihadistas de AQMI
y otros grupos terroristas de Malí y de la región de Sáharo-Saheliana.
En el otro caso, una operación
internacional antidrogas, denominada COCAIR V, financiada por la Comisión
Europea y que involucró a una treintena de países de África, Latinoamérica y el
Caribe, permitió el secuestro de 411 kilogramos de cocaína y otros 50
kilogramos de otras sustancias psicotrópicas, además de 1,6 millones de
dólares, 750 piezas de armamento y municiones y varios vehículos todoterreno 4X4
y numerosos documentos falsificados.
Esta operación también llevó a
la detención de decenas de narcotraficantes mauritanos, argelinos, malienses y
miembros del Frente Polisario.
CONCLUSIONES
El incremento de capturas de
drogas y armas, así como la cada vez más frecuente desarticulación de redes del
crimen organizado que operan con cierta impunidad en la región sáharo –
saheliana, hablan de la importancia que está área adquiere como centro de
gestación de amenazas a la seguridad que afectan no sólo a los países africanos
sino que también proyectan su accionar sobre Europa y América Latina.
En este escenario conflictivo,
el Frente Polisario y los campamentos de Tinduf operan como un caldo de cultivo
donde se genera un flujo constante de “mano
de obra desocupada” para abastecer las necesidades del crimen organizado
como así también del terrorismo yihadista como AQMI, el Movimiento por la
Unidad y la Yihad en África Occidental (MUYAO), Ansar al Din, Boko Haran y
otros grupos.
Por lo tanto, terminar con la
presencia del Frente Polisario en el sur de Argelia debe ser una prioridad para
dar estabilidad y seguridad a toda la región.
No hay comentarios:
Publicar un comentario