LA ARGENTINA PRERREVOLUCIONARIA
La Argentina fue uno de los
países latinoamericanos que más ha sufrido problemas de gobernabilidad y hechos
de protesta social en la primera década del siglo XXI.
En mayo de 1989, el
presidente radical Raúl R. Alfonsín (1927 – 2009) debió renunciar seis meses
antes de cumplir su mandato constitucional de seis años. La renuncia de
Alfonsín fue la única forma de detener los saqueos a supermercados y comercios
en los barrios más pobres del Gran Buenos Aires, Rosario y otros centros
urbanos. Estos eran protagonizados por pobladores afectados por el aumento
desmedido en los precios de los alimentos y productos de primera necesidad. El
índice inflacionario había registrado un incremento del 200% ese mes. Los
incidentes dejaron 14 muertos y decenas de heridos.[i]
El gobierno de la
Unión Cívica Radical había sucedido a un largo gobierno dictatorial signado por
sus violaciones a los derechos humanos y por la guerra de Malvinas. Alfonsín debió
soportar alzamientos militares en 1987 y en dos oportunidades durante 1988. El
verano de 1988 / 89, se inició, en Argentina, con una veda parcial en el
suministro energético a la población. Para colmo de males, el 17 de enero de
1989, un grupo terrorista atacó un cuartel del Ejército situado en el gran
Buenos Aires.
En el mes de febrero
la crisis económica se agudizó. Una fuerte depreciación del austral[ii]
con relación al dólar despertó un fuerte malestar en bancos y empresas contra
el gobierno. En el mes de mayo, tras el triunfo del candidato peronista Carlos
Menem (1930) en las elecciones presidenciales, el gobierno radical fue incapaz
de controlar el país. Estallaron entonces múltiples saqueos e incidentes entre
manifestantes y propietarios, guardias privados de seguridad y fuerzas de
policiales.
La población
argentina, tras nueve años de dictadura militar, debió ver con dolor como el
primer presidente democrático no era capaz de cumplir su mandato
constitucional.
Carlos Saúl Menem,
era hijo de inmigrantes sirios que se habían radicado a principios del siglo XX
en la provincia andina de La Rioja donde prosperaron en el comercio y la
actividad vitivinícola. Aunque se graduó de abogado en la prestigiosa
universidad argentina de Córdoba, Menem se dedicó casi con exclusividad a la
actividad política en las filas del Partido Justicialista.
Elegido gobernador de
su provincia natal en 1973, durante el tercer gobierno del general Juan D.
Perón, tras el golpe militar del 24 de marzo de 1976 debió enfrentar largos
años de cárcel y destierro interior. En las elecciones de 1983, aunque el Partido
Justicialista perdió la elección nacional, Carlos Menem fue nuevamente elegido
gobernador de La Rioja. En 1987, fue reelecto en el cargo.
Pese a su evidente
popularidad en la pequeña, despoblada y pobre provincia de La Rioja, Carlos
Menem carecía de inserción en la política argentina. La población en general lo
veía como una figura un tanto exótica aún para los parámetros latinoamericanos.
Usaba el cabello largo y grandes patillas al estilo de los caudillos
provinciales del siglo XIX. Menem era más conocido por sus escándalos
conyugales, sus amoríos con conocidas artistas del espectáculo y por su pasión
por el automovilismo que por su capacidad como dirigente político.
Para sorpresa de la
mayoría de los observadores y analistas políticos, derrotó al gobernador de la
poderosa provincia de Buenos Aires, el veterano caudillo justicialista Antonio
Cafiero, en la elección interna de su partido. Después se impuso ampliamente en
la elección presidencial al candidato de la Unión Cívica Radical, el gobernador
de la provincia de Córdoba, Eduardo Angeloz, su antiguo condiscípulo en la
universidad.
Aunque Menem tenía el
típico perfil del político populista latinoamericano una vez en el gobierno
sorprendió nuevamente tanto a sus propios partidarios como a sus opositores.
Inmediatamente abandonó sus promesas electorales de implementar el “salariazo” y la “revolución
productiva”. También renunció a los principios estatistas y dirigistas que durante
décadas había sido la base ideológica del peronismo. Menem demostró ser
realista y pragmático al adherir a los principios del “Consenso de
Washington” que por entonces eran la filosofía política
dominante en el mundo.
Menem fue uno de los
primeros presidentes latinoamericanos en percibir los futuros efectos del fin
de la guerra fría, la globalización y el predominio de los Estados Unidos.
Abrió la economía
argentina, privatizó las deficitarias empresas estatales, refinanció la deuda
externa y dio al país un período de estabilidad y crecimiento del que no había
gozado en décadas.
En 1994, la
prosperidad económica le permitió reformar la constitución argentina para poder
ser reelecto en 1995. Así alcanzó varios records en la historia argentina. Fue
el presidente argentino que gobernó más tiempo seguido al país. También fue el
único presidente civil que completó dos periodos presidenciales consecutivos.
Por último, fue el único presidente argentino que completó su mandato
presidencial desde que Juan D. Perón completó el suyo en 1952.
Pero, el modelo
menemista tenía otra cara menos feliz. Muchas de las privatizaciones fueron
realizadas con “desproligidades” y corrupción. Se vendió a precio vil el
patrimonio de los argentinos y se entregó al control extranjero sectores claves
de la economía argentina. La industria nacional fue prácticamente arrasada por
la competencia de productos extranjeros subsidiados.
La política exterior
se convirtió en “relaciones carnales” con los Estados Unidos. Argentina
participó de la Guerra del Golfo –1991-, restableció relaciones con el Reino
Unido y reforzó sus vínculos económicos con Brasil en el marco del MERCOSUR.
Mientras una parte de
la población vivía la “fiesta menemista”, creyendo que ingresaba al “primer
mundo”, aprovechaba el “dólar barato” para viajar por el mundo practicando
el “deme dos”, crecieron los excluidos del sistema económico. Argentina
acentuó su perfil de país exportador de materias primas con escaso valor
agregado y la desocupación se incrementó aceleradamente.
No obstante, sentir
los crujidos del sistema que había creado Carlos Menem fue capaz de terminar su
mandato en medio de escándalos de corrupción por la venta de armas a Croacia y
Ecuador. Años después muchos funcionarios de su gobierno y el mismo deberían
transitar los juzgados y aún enfrentar la cárcel para responder a las
acusaciones de corrupción, malversación de fondos públicos y enriquecimiento
ilícito.
Una alianza de centro
izquierda, entre la Unión Cívica Radical, el Frepaso y el socialismo, logró una
amplia victoria sobre el justicialismo y llevó a la presidencia al veterano
dirigente radical Fernando de la Rúa.
Fernando De la Rúa
(1937) era ciertamente un hombre de paradojas. Había nacido en la mediterránea
provincia de Córdoba, pero su base electoral estaba en la ciudad de Buenos
Aires. Era un abogado y profesor universitario con sólido prestigio intelectual
y profesional pero su vocación era la política. Había cursado estudios
secundarios en el Liceo Militar llegando a ser el abanderado de su promoción.
Tenía vinculaciones familiares y sociales con el ámbito castrense –su esposa
pertencía a la familia Pretiné integrada por prestigiosos militares- pero
militaba en el partido político más antiguo de la Argentina: la Unión Cívica
Radical. Por último, integraba el ala más conservadora de su partido, pero
llegó al poder integrando una coalición de centroizquierda.
De la Rúa comenzó su
carrera política en 1973, cuando contra todo pronóstico derrotó al candidato
justicialista en una disputada segunda vuelta electoral por el cargo de senador
nacional por la ciudad de Buenos Aires.
Su mandato quedó
interrumpido en 1976 por el golpe de Estado. Pero, el no fue molestado por los
militares –en ese entonces tenía un cñado almirante- y pudo desarrollar su
actividad como abogado sin ningún inconveniente e incluso cobrar su “jubilación”
como senador.
Cuando en 1982, los
militares, tras la derrota en Malvinas, permitieron nuevamente la actividad
política intentó alcanzar la nominación presidencial de su partido. Fracasó al
ser derrotado por el líder del ala izquierda, Raúl Alfonsín. No obstante,
volvió a ser elegido senador por la ciudad de Buenos Aires su bastión
electoral.
En 1997, fue elegido “Jefe
de Gobierno” de la ciudad de Buenos Aires; y todas las encuestas indicaban
que era el único candidato capaz de derrotar al postulante justicilista, el
poderoso gobernador de la provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde.
Los líderes de la
Alianza UCR – Frepaso debieron aceptar su candidatura para tener la posibilidad
de llegar al gobierno. Pero, las diferencias ideológicas no tardarían en
manifestarse. El primer incidente se produjo en torno a la votación en la OEA
con respecto a las violaciones de derechos humanos en Cuba. Pronto fue evidente
que dentro del gobierno se libraba una sórdida puja por el poder.
Diez meses más tarde,
el vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez renunció a su cargo después de
una controversia que involucraba a miembros de su propio gobierno en el pago de
sobornos a senadores para que aprobaron una polémica ley sindical.
Tras el alejamiento
de Álvarez el gobierno quedó herido de muerte, la economía, que se encontraba
en recesión, se tornó incontrolable. De la Rúa se proponía reducir el gasto
público tal como le solicitaban los organismos financieros internacionales.
Para ello aumentó la presión impositiva sobre los sectores medios y populares.
Al tiempo que reducía en un 13% los sueldos de los empleados públicos y los
haberes de jubilados y pensionados. El resultado fue un acelerado incremento de
la recesión que aumento el desempleo y empobreció a extensas capas de la
sociedad argentina. De nada sirvió que el presidente abandonando sus reparos
ideológicos y convocase al economista liberal Domingo Cavallo otorgándole
poderes especiales. El padre de la convertibilidad, en tiempos de Carlos Menem,
no pudo sacar al país de la crisis económica. Sólo fue capaz de incrementar
astronómicamente el endeudamiento externo. Cuando De la Rúa asumió la
presencia, la deuda externa era de 115.000 millones de dólares, al momento de
su renuncia era de 225.000 millones.[iii]
Debido a la crisis
económica y a la falta de respuestas por parte del gobierno, el radicalismo
sufrió un duro revés en las elecciones legislativas de octubre del 2001, que
ganó el peronismo, pero que registraron un nivel inédito de votos en blanco e
impugnados –recordemos que el voto es obligatorio en Argentina-[iv].
A comienzos del mes
de diciembre, el gobierno dispuso la inmovilización parcial y temporal de los
saldos bancarios como medida desesperada para evitar la fuga masiva de
depósitos. El “corralito” bancario, como se lo denominó, bloqueó unos
40.000 millones de dólares pertenecientes a miles de ahorristas de clase media.
Estos depósitos fueron devueltos gradualmente en pesos argentinos a una paridad
de 1,3 por dólar y bonos públicos con vencimiento en el año 2008.
El repudio de la
población pronto se hizo sentir, con “cacerolazos” y marchas de
protesta, el 19 de diciembre de 2001. La renuncia del ministro de Economía,
Domingo Cavallo no fue suficiente para calmar los ánimos. El presidente
Fernando De la Rúa decretó el estado de sitio que desembocó, el 20 de
diciembre, en saqueos, cacerolazos y enfrentamiento entre manifestantes y
policías que arrojaron un saldo de 27 muertos, cientos de heridos y detenidos.
Sin embargo, no se
trató de violencia política espontánea y descontrolada. El descontento de la
población fue incrementado y encauzado en una maniobra de desestabilización
perfectamente orquestada. Así lo demuestra entre otras pruebas, la investigación
realizada por un equipo periodístico especial del diario Clarín integrado por
Alberto Amato y Lucas Guagnini[v].
Seguidamente reproducimos algunas de las conclusiones a que arribaron los
periodistas:
Ø Los
saqueos tuvieron una llamativa coordinación. En algunos barrios se avisó desde
el día antes cuáles supermercados serían atacados y a qué hora. Tal como
denunció ante el Departamento Judicial de San Isidro, el empresario de
supermercados Alfredo Coto. El empresario informó que en la villa de La Cava se
habrían repartido volantes convocando a concurrir ante el local del
supermercado Coto de Las Lomas, luego afectado por los saqueos.
Ø Además,
se anunciaron falsos repartos de comida en determinados supermercados. Una vez
reunida la gente, actuaban los agitadores y grupos operativos encargados de
forzar el acceso a los negocios. El falso reparto se transformaba en saqueo.
Ø Esa
“avanzada saqueadora”
estaba integrada por individuos marginales –lumpen social y político- a quienes habitualmente se contrata para
hacern el “trabajo sucio”
de la política por dinero.
Ø Los
miembros de esos grupos cobraron por su tarea. Según la misión y el riesgo que
pudiera tener, las tarifas variaron entre 30 y 100 pesos por persona y por día.
Los saqueadores profesionales se movilizaron en camionetas y micros puestos a
su disposición para que su accionar comprendiera un radio más amplio.
Ø Cada
“grupo operativo” respetó
los límites geográficos de su distrito. Este hecho revela la existencia de una
organización y planificación compleja que vinculaba a los grupos de
saqueadores.
Ø Pese
a la característica de auténtico estallido social que tuvieron los saqueos,
hubo zonas del gran Buenos Aires donde, pese a la existencia de graves “bolsones de pobreza”, se
produjeron pocos o ninguno de estos hechos.
Ø Vecinos
de Merlo, San Martín, Tigre y La Matanza manifestaron a los periodistas que
habían visto a “punteros”[vi]
del peronismo que instaban a los saqueos.
Ø Se
avisó al menos a dos canales de televisión cuáles comercios serían saqueados.
En muchos casos, las cámaras llegaron junto a los saqueadores, en otros incluso
antes.
Ø Se
vio a particulares con equipos de comunicaciones coordinando el accionar de los
saqueadores y señalando objetivos a ser asaltados.
Ø En
la mañana del 19 de diciembre, algunos funcionarios del gobierno de la
provincia de Buenos Aires, que encabezaba el doctor Carlos Ruckauf,
reconocieron que los saqueos “parecen
organizados”.
Ø En
algunas zonas del conurbano la actitud pasiva del personal policial frente a
los hechos de violencia y robo favoreció la multiplicación y descontrol de los
saqueos.
Ø El
concejal del partido de La Matanza y dirigente piquetero Luis D´Elía declaro
ante el juez federal Norberto Oyarbide, que investigaba el presunto complot
para derrocar al presidente Fernando De la Rúa, lo siguiente: “Uno podía ver la inacción de la policía o
por ejemplo, cómo mientras había inacción respecto de los comercios minoristas,
los supermercados eran fuertemente protegidos. O los coches particulares
llevando informaciones falsas, creando situaciones de enfrentamiento de pobres
contra pobres”.
“(...) yo creo que efectivamente existió el accionar
de muchos punteros que operaron en esta línea, es decir sembrar el pánico”.
“Creo que a alguno de los punteros lo podríamos
identificar. Uno de ellos es el puntero del Partido Justicialista cuyo apodo es
Tucho, me paró cuando yo entraba a mi barrio y me cruzó con su coche, que creo
que era un Taunus viejo, y me dijo que del barrio Don Juan nos venían a
saquear. Él siguió a paso de hombre, pero era mentira. Él formaba parte de esta
cadena que creó el estado de pánico”.
“Había helicópteros que eran de la provincia de
Buenos Aires, la policía dejó hacer frente a los comercios minoristas pero no
frente a los supermercados”.[vii]
Ø Cuando
los saqueos parecían estar fuera de control, la Policía de la Provincia de
Buenos Aires, muchas veces con personal de uniforme y en patrulleros,
desarrolló una operación de acción psicológica. En la mayoría de los partidos
del conurbano se hizo circular el rumor de que los barrios iban a ser tomados
por asalto por vecinos de otros barrios. Era falso, pero lograron que los
vecinos permanecieran en sus hogares para defender sus pertenencias.
Ø La
mayoría de los testimonios señalan a dirigentes barriales del peronismo en el
Gran Buenos Aires. Pero, la inminencia de los estallidos sociales seguidos de
saqueos era un fuerte rumor en todo el ambiente político. Tanto que los
intendentes de la Alianza UCR – Frepaso tomaron previsiones para evitar
incidentes en sus distritos.
Ø Al
contrario de lo que ocurrió en los saqueos de 1989, en esta ocasión pudo
observarse que muchos saqueadores portaban armas de fuego.
Ø El
presidente de una cámara de comercio del conurbano proporcionó a los
periodistas el siguiente relato, que ilustra sobre el mecanismo empleado para
efectuar los saqueos: [a los
saqueadores] “Los llevaban en
camiones, en camionetas y hasta en micros. Tenían una tarifa fija: pagaron cien
pesos a primera línea. Eran los que rompían las persianas con tenazas y
barretas. Esa gente entraba y corría directo a las cajas registradoras y a las
computadoras. Pagaban setenta pesos a la segunda línea, los que entraban a
saquear las góndolas. El pago incluía todo lo que se pudieran llevar. Incluso
le pagaron menos, unos cincuenta pesos, a quienes reclamaban comida frente a
los negocios. Por esta zona operó una Trafic blanca, les daban ropa para que se
cambiaran: pantalón, remera y gorrita con visera. Los iban a buscar, los
dejaban cerca del negocio a saquear y los volvían a levantar para sacarlos de
la zona. También hubo mucha gente con handys en las esquinas, que hacían un trabajo de inteligencia: avisaban donde no
había policía, o cuando la policía se había
retirado a custodiar otro negocio. Vos veías a los tipos del handy y, quince
minutos después, llegaban a la zona los saqueadores. No digo que en todas
partes haya sido así. Pero por aquí, sí”.[viii]
Estos datos prueban
que los saqueos son un instrumento idóneo para crear un clima de descontrol y
violencia política suficiente para provocar la caída de un gobierno. También
prueban que los saqueos no constituyen estallido inorgánicos de violencia
social sino que son acciones perfectamente planificadas y coordinadas por
estructuras políticas –en especial partidos políticos legales y reconocidos-
destinados a desestabilizar un gobierno y tomar el poder.
Lamentablemente, el
alejamiento de De la Rúa no trajo estabilidad al país. Su sucesor, el
gobernador peronista de la provincia de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá (1947), se
mantuvo en el cargo tan sólo una semana. Cuando el presidente provisional dejó
entender que no se descalificaba como candidato electoral en comicios a
realizarse a la brevedad y además dio muestras de afrontar la calamitosa
situación económica apelado al populismo y con escaso sentido de la realidad,
perdió el apoyo de los principales caudillos peronistas. Víctima de una
intriga palaciega, por el momento poco clara, renunció a la presidencia el 26
de diciembre, pero no antes de declarar el default de la deuda externa.
Inmediatamente fue reemplazado por ex gobernador de la provincia de Buenos
Aires, Eduardo Duhalde. Este había sido el candidato presidencial peronista
derrotado por Fernando De la Rúa tan sólo dos años antes.
Sin embargo, el
desplazamiento de Fernando De la Rúa no trajo calma al país. El presidente
Duhalde decretó una fuerte devaluación. El peso argentino redujo su valor
considerablemente. De una relación uno a uno con el dólar, después de unos
meses se estabilizó en una paridad de tres a uno. Las protestas sociales
siguieron produciéndose a diario y el descontento de la población era tan
intenso que muchos observadores estimaban que el menor incidente podía derivar
en un estallido revolucionario de consecuencias imprevisibles.
Es así como seis
meses más tarde, le llegó el turno de acortar su mandato a un primer mandatario
peronista. El 27 de julio de 2002, Eduardo Duhalde (1941) designado por el
Congreso para completar el mandato de Fernando De la Rúa –que concluía el 10 de
diciembre de 2003- resolvió llamar a elecciones y renunciar en enero de 2003
–finalmente el traspaso de mando se efectuó el 25 de mayo de 2003-. La decisión
del presidente provisional fue tomada después de una protesta piquetera
efectuada en el puente Pueyrredón –uno de los accesos a la ciudad de Buenos
Aires-. La protesta, llevada a cabo el día anterior, derivó en un duro
enfrentamiento entre policías y manifestantes que dejó el saldo de dos
piqueteros muertos por las balas policiales.
El presidente ofreció
elecciones anticipadas y sancionó a los policías involucrados en los hechos
para detener las protestas piqueteras. Sin embargo, las agrupaciones vinculadas
con la protesta social prosiguieron sus actividades –sin mayores incidentes con
las autoridades- durante toda la gestión de Duhalde e incluso radicalizaron su
accionar durante el primer año de gestión de su sucesor el peronista Néstor
Kirchner (1950 – 2010).
El nuevo presidente,
hasta el momento de su elección era gobernador de una rica pero escasamente
poblada provincia –Santa Cruz- patagónica situada en el extremo sur del país.
En realidad, el
triunfador en los comicios fue el ex presidente Carlos S. Menem quien se impuso
en la primera ronda de votación por casi el 25% de los votos emitidos. Pensando
que en la segunda ronda electoral los restantes candidatos se unirían en su
contra el anciano ex mandatario desistió de intentar una tercer reelección.
Néstor Kirchner,
había nacido el 25 de febrero de 1950, en la ciudad de Río Gallegos, capital de
la provincia de Santa Cruz, en el seno de una familia de inmigrantes europeos.
En marzo de 1975 Kirchner era un militante de la “Juventud Peronista”, la rama más radicalizada del peronismo y
estudiante de la Universidad Nacional de La Plata, en la provincia de Buenos
Aires, cuando contrajo matrimonio con una compañera de estudios: Cristina
Fernández (1953).
En 1976, cuando se
produjo el golpe de Estado militar, completó sus estudios de derecho. Con el
título de abogado en una mano y su esposa en la otra regresó a su ciudad natal
para ejercer su profesión. El éxito económico acompañó su actividad su
actividad como abogado.
En 1986 fue electo
intendente de la ciudad de Río Gallegos en las filas del Partido Justicialista,
con apenas un centenar de votos de ventaja sobre su contrincante radical.
En septiembre de
1991, alcanzó la gobernación de Santa Cruz en tanto que su esposa era elegida
diputada en la Cámara de Diputados provincial. Desde allí, Kirchner se labró un
perfil un tanto particular de peronista de centroizquierda. Comenzó a criticar
el modelo neoliberal de Menem y a la dirigencia sindical vinculada con el
justicialismo. Al mismo tiempo otorgaba gran importancia al control del déficit
fiscal y a la implementación de un modelo de crecimiento económico basado en
incentivar la producción y no la especulación. En diciembre de 1990 manifestó
su repudio a la decisión de Menem de indultar a los antiguos miembros de la
Junta Militar que llevó a cabo el golpe de Estado de 1976.
Desde luego, la
gestión de Kirchner se vio facilitada por las escasas dimensiones del aparato
económico y el mercado laboral de Santa Cruz, y además no estuvo exenta de
críticas. Para sus detractores, Kirchner no era muy diferente de otros
gobernadores peronistas que a la hora de tomar decisiones se mostraban
personalistas y autoritarios. Sobre todo en su trato con los medios de
comunicación provinciales y en los nombramientos de hombres de su confianza
como jueces provinciales. Por otra parte el control gubernamental de los
empleos públicos y la existencia de una economía provincial fuertemente subsidiada
posibilitaban el mantenimiento de una electoralmente provechosa red de
clientelismo político, típica de los feudos provinciales.[ix]
Así lo entiende
también la periodista argentina Sylvina Walger, conocida en los años noventa
por sus lapidarios juicios sobre Carlos Menem. Refiriéndose a Néstor Kirchner,
escribió Walger: “Él, un mandatario cuyas mejores intenciones suelen verse
enturbiadas por decisiones autoritarias similares a las de sus colegas de las
provincias, patrones de estancia acostumbrados a moverse entre clientes, que no
es lo mismo que ciudadanos. Todo ello en un país donde la práctica republicana
no pasa aún de ser una entelequia”.[x]
Esto le permitió
modificar la constitución provincial y ser reelecto gobernador en los comicios
del 14 de mayo de 1995, con un contundente 66,5% de los sufragios.
Poco más tarde
manifestó su distanciamiento del presidente Carlos Menem al crear una línea
interna dentro del Partido Justicialista denominada “La Corriente Peronista”. El nucleamiento aspiraba a ser un espacio
de reflexión y debate suprapartidista que pretendía buscar soluciones políticas
y no economicistas para afrontar los problemas del país. El 23 de mayo de 1999
ganó su tercera gobernación consecutiva con el 54,7% de lo votos.
A comienzos del 2002,
los principales caudillos peronistas –en su mayoría gobernadores de provincia-
Kirchner, Menem, Rodríguez Saá, De la Sota y Juan Carlos Romero, anunciaron su
intención de presentarse a un proceso de elecciones primarias del Partido
Justicialista que primero se anunció para noviembre de 2002 y que luego se
postergó a febrero de 2003.
Duhalde estaba
resuelto a frustrar las posibilidades de Menem y Rodríguez Saá, máximos
favoritos en las primarias justicialistas. A tal fin, primero confió en la
presentación del gobernador de la provincia de Santa Fe. Carlos Reuteman, pero
el ex piloto de F1 declinó competir en estas condiciones de atomización de las
postulaciones justicialistas.
Entonces Duhalde
trasladó sus preferencias al gobernador de Córdoba, Juan Manuel De la Sota,
pero el 15 de enero de 2003 anunció que su apuesta para la sucesión
presidencial era Kirchner. El apoyo de Duhalde implicaba para el santacruceño
contar, no sólo el núcleo oficialista del partido y la institución
presidencial, sino todo el aparato peronista de la provincia de Buenos Aires,
con mucha diferencia, el distrito político y económico más importante del país.
En esta forma Néstor
Kirchner que, gracias al tardío apoyo del presidente y principal caudillo
electoral de la provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, obtuvo el segundo
puesto en la elección con algo menos del 22% de los votos emitidos se vio
inesperadamente proyectado a la presidencia.
Kirchner llegó a la
presidencia en una situación de debilidad extrema. Si bien el Partido Justicialista
contaba con mayorías propias en ambas cámaras del Congreso –Diputados y
Senadores- el presidente no disponía de bloques propios que le aseguraran el
control de la legislatura. Dependía de la permanente negociación con los
restantes caudillos peronistas –Eduardo Duhalde, Carlos Menem y Adolfo
Rodríguez Saa-, con los gobernadores de las provincias más importantes –Juan
Manuel De la Sota, en Córdoba, Jorge Obeid en Santa Fe, entre otros- y hasta
con el principal partido de la oposición la Unión Cívica Radical.
Consciente de su
debilidad el presidente Kirchner eligió una estrategia confrontativa que
consistió en primero golpear para luego negociar. Según algunos analistas,
Kirchner se esforzó en demostrar, con gestos simbólicos, tres cosas: gestión,
antes que trabajo en equipo; valentía, para diferenciarse de De la Rúa, y
austeridad en contraposición con Menem.[xi]
Otros analistas son
aún más terminantes. El escritor y filósofo argentino Santiago Kovadoff opina
que el estilo del presidente argentino es sólo una pose actoral. Dice al
respecto Kovadoff: “La espontaneidad puede ser; paradójicamente, buscada.
Kirchner es un profesional de la indignación; en él hay una impostación airada
del discurso. Administra su enojo y eso lo aproxima a un actor. Tiene
convicciones es cierto, pero ante todo es un político”.[xii]
Así, comenzó su
mandato encarando profundas renovaciones en las cúpulas de las fuerzas armadas
y la Policía Federal Argentina. Luego impulsó la renovación parcial de la
desprestigiada Corte Suprema de Justicia de la Nación, el máximo tribunal del
país. Si bien se apeló al mecanismo constitucional del juicio político a través
del Congreso de la Nación, los argumentos para el enjuiciamiento de los
magistrados fue cuando menos una pobre justificación para su desplazamiento.
En ambos casos el
objetivo no declarado de la nueva administración era “depurar” esas
áreas del Estado de funcionarios que habían alcanzado posiciones de poder
durante las dos presidencias de Carlos S. Menem.
También hubo un
fuerte hostigamiento verbal contra los sectores del empresariado que se
beneficiaron con el proceso de privatizaciones de empresas del Estado y la
apertura de la economía realizada en la década del noventa.
Incluso el presidente
llegó a cuestionar a la siempre poderosa Iglesia Católica Argentina, cuando el
episcopado realizó un cierto activismo político intentando infructuosamente
oponerse a la designación en la Corte Suprema de un jurista que se definió a
priori como “atea militante” y partidaria de la despenalización del
aborto. Sus enfrentamientos con la jerarquía eclesiástica serían constantes
durante su gobierno.
Sin embargo, la
Administración Kirchner tuvo mucho cuidado en no ofender dos factores de poder.
Tal como señala el politólogo Sergio Berenztein: “Es evidente que aquí hay
mucha estrategia política y discursiva. Kirchner elige cuándo pelearse y con
quién, con el objetivo de posicionarse en el centro de la escena. Con Estados
Unidos, jamás cometió un exabrupto. Y para los que lo ven como un Presidente
adolescente, digamos que en este caso maduró de golpe”.[xiii]
En primer término,
otorgó máxima prioridad al fortalecimiento de sus vínculos con el gobierno de
los Estados Unidos. Plenamente consciente de necesitar el apoyo de Washington
para negociar con los organismos financieros internacionales de crédito una
salida gradual del “default”, en que se encontraba la Argentina desde
enero del 2002, el presidente Kirchner atendió hasta la menor sugerencia de la
Administración Bush.
Suspendió sin fecha
una visita a Cuba, cuando la Secretaría de Estado de los Estados Unidos
manifestó su desagrado con esta visita. Aunque la Argentina se abstuvo en dos
oportunidades de condenar las violaciones a los derechos humanos en ese país.
Los vínculos entre Buenos Aires y La Habana entraron en un proceso de
enfriamiento. Pese a que Fidel Castro fue el invitado central durante la
ceremonia de asunción de la presidencia por parte de Néstor Kirchner. Incluso
se le brindaron toda clase de facilidades –como la transmisión por el canal
oficial de televisión- para que el presidente cubano pronunciara en la Facultad
de Derecho de la Universidad de Buenos Aires uno se sus habituales y
prolongados discursos...
Kirchner también
intentó mantenerse en sintonía con Washington enviando “tropas de paz”
argentinas a colaborar en la pacificación y normalización institucional de
Haití, pese a la oposición de ciertos grupos de izquierda radicalizada.
Pero al factor de
poder que más atendió, desde su asunción de la presidencia, Néstor Kirchner fue
la protesta social que recorría las calles y rutas argentinas. Luego de los
sucesos de diciembre de 2001, la protesta social quedó en manos de un
heterogéneo, pero poco numeroso, conglomerado conformado por agrupaciones de
trabajadores desocupados, partidos radicalizados de izquierda y organizaciones
de defensa de los derechos humanos.
Temeroso de seguir la
misma suerte que en su momento sufrieron Raúl Alfonsín, Fernando De la Rúa e
incluso Eduardo Duhalde, el presidente Kirchner maniobró cuidadosamente para
reducir las actividades de protesta por diversos medios.
UN MENSAJE PARA LA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA
Comenzó por asumir un
discurso de tono populista radicalizado,
reivindicando a los sectores revolucionarios de la década de 1970 y
condenando –sin mayores distinciones- a los miembros de las fuerzas armadas
como cómplices de la represión ilegal al terrorismo.
La revisión del
pasado inmediato alcanzó su máxima expresión en marzo de 2004 cuando dispuso
entregar un predio de diecisiete hectáreas –en una de las zonas edilicias más
cotizadas de la ciudad de Buenos Aires- al as organizaciones de derechos
humanos. El predio había pertenecido a la Escuela de Mecánica de la Armada.
Allí funcionó uno de los mayores centros de detención ilegal de los años setenta.
En ese entonces albergaba a diversos institutos educativos navales. Las
organizaciones de derechos humanos han manifestado su intención de construir
allí un “Museo de la Memoria” que recuerde a las futuras generaciones
argentinas las luchas revolucionarias y las violaciones a los derechos humanos
ocurridas en esa época. El costo de la obra sería de aproximadamente ocho
millones de dólares que deberían ser aportados por el Estado.
En el acto
conmemorativo del golpe de Estado del 24 de marzo de 2004, realizado en la
antigua Escuela de Mecánica de la Armada, el presidente apareció, con la sola
compañía de su esposa, la senadora Cristina Fernández, rodeado de los
exponentes más duros de la izquierda y rodeado de una custodia personal formada
por “piqueteros”. En esa ocasión Kirchener pidió “perdón de parte del
Estado por la vergüenza de haber callado durante veinte años de democracia las
atrocidades cometidas por los represores ilegales de la última dictadura
militar”.[xiv]
Al mismo tiempo el
presidente se negaba a autorizar a las fuerzas de seguridad a controlar los
cada vez más violentos cortes de calles, ocupaciones de fábricas, dependencias
oficiales y locales e instalaciones de empresas internacionales, aduciendo que
no estaba dispuesto a “criminalizar la protesta social”.
Paralelamente, el
gobierno trató atraerse a sus filas al mayor número de “dirigentes sociales”
que le fuera posible. Convirtió al diputado Miguel Bonasso en un interlocutor
privilegiado. Este legislador, periodista y escritor, en los años setenta fue
dirigente del grupo terrorista “Montoneros”. Lo mismo hizo con la
presidenta de las “Abuelas de Plaza de Mayo”, Estela de Carlotto y con
la muy combativa Hebe de Bonafini, la presidenta de las “Madres de Plaza de
Mayo”, célebre por sus expresiones públicas en apoyo de grupos terroristas
como los vascos separatistas de la ETA –Euzkadi Ta Astazuma: Patria Vasca y
Libertad-
Estos tres dirigentes
tuvieron un importante protagonismo durante las trágicas protestas que
Argentina vivió entre el 19 y 20 de diciembre de 2001. A ellos habría que
agregar a otro ex terrorista, el periodista Horacio Verbistsky, quien conduce
el Centro de Estudios Legales y Sociales –CELS- entidad que junto con la
Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional –CORREPI- monitorean todas las designaciones que el
gobierno realiza en el área de seguridad y defensa, mantiene legajos
actualizados de la actuación de todo el personal policial y militar. Verbistsky
es, además, un columnista destacado del diario “Página 12”, vocero
tradicional del pensamiento de izquierda, que apoya la gestión de Néstor
Kirchner.
Finalmente, el
presidente, para terminar con las “asignaturas pendientes” envió al
Congreso un proyecto de ley que proponía una indemnización y reparación para
los hijos de desaparecidos nacidos en cautiverio o que sufrieron la supresión
de su identidad por el cual quienes hayan sido víctimas de sustitución de
identidad cobrarán por única vez cerca de 71.000 pesos –27.000 dólares- y
220.000 –74.000 dólares- los que hayan sufrido supresión de identidad.[xv]
Cabe recordar que quienes habían perdido a sus seres queridos por la represión
ilegal habían sido indemnizados por el Estado con anterioridad durante el
gobierno de Carlos S. Menem.
LA
VIOLENCIA QUE NO CESA
Paralelamente, el
gobierno apeló a la manipulación de los fondos destinados a la ayuda social. En
su edición del 26 de junio de 2004, la prestigiosa revista argentina “Noticias”
publicó una nota titulada “Los CEOs del piquete”, donde citaba que
“Un ministro de Duhalde, que pidió que no se revele su identidad, dice saber de
dónde sacan la plata los piqueteros: ‘Cuando yo estaba en el Gobierno, además
de darles miles de planes sociales, a los jefes piqueteros les pagábamos 50 mil
pesos – unos 17.000 dólares- a cada uno, cash. Primero empezaron
cobrando 30 mil pero después le subimos la plata. Ojo, esos ‘sobres’ los
cobraban todos los jefes piqueteros, hasta los que ahora están con Kirchner”.[xvi]
En el mismo artículo los líderes piqueteros Luis D’Elia y Raúl Castells
desmienten haber recibido dinero alguno del Gobierno. Pero desde el Gobierno,
tanto por parte de allegados al ex presidente Eduardo Duhalde como a Néstor
Kirchner no se mencionó el tema ni para confirmarlo o desmentirlo...
Para asegurarse el
control político de la “ayuda social” el presidente situó a su hermana,
Alicia Kirchner al frente del estratégico ministerio de Desarrollo Social. Este
organismo dispone de un presupuesto anual cercano a los 6.000 millones de pesos
–algo más de 2.000 millones de dólares- desde el que se solventan los “Planes
Jefas y Jefes de Hogar” que entregan 150 pesos –unos treinta dólares-
mensuales a los trabajadores desocupados.
Los “Planes Jefas
y Jefes de Hogar Desocupados”, cuentan con 1.838.109 beneficiarios
–divididos en 1.211.330 mujeres y 626.779- hombres en todo el país[xvii].
El diez por ciento de estos planes era administrado por organizaciones
piqueteras.
Además, del “Plan
Jefas y Jefes de Hogar” este ministerio maneja otros 55 programas de
asistencia social. El “Plan Nacional de Seguridad Alimentaria”, por ejemplo, comprende el “Programa El
Hambre Más Urgente” que atiende a 10.370.588 personas, con una inversión de
293.788.762 pesos. Se trata de asistencia alimentaria, que no se instrumenta en
forma fija sino en la modalidad que cada comunidad considera más conveniente
–mediante vales, cajas con alimentos, asistencia a comedores comunitarios,
etc.-[xviii]
El “Plan de
Desarrollo Local: Manos a la Obra” otorga microcréditos –entre 500 y 20.000
pesos (180 y 7.000 dólares aproximadamente)- para proyectos productivos y
capacitación. Entre las iniciativas más frecuentes están la creación de
carpinterías, fábrica de pañales, plantas de jugos, fábricas artesanales de
ladrillos y bloques de cemento para la industria de la construcción,
emprendimientos turísticos, huertas comunitarias. Hasta el primero de noviembre
de 2003 se habían financiado 561 proyectos que beneficiaron a 49.000 personas.
El “Plan para el
Adulto Mayor”, por su parte, otorga al beneficiario una pensión y los servicio
de la obra social PROFE –un sistema de medicina social gratuita- dependiente de
la Comisión Nacional de Pensiones.
Mientras que a través
del ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, que
conduce otro cercano colaborador del presidente Kirchner, el ministro Julio De
Vido, se instrumenta el “Programa Federal de Solidaridad Habitacional”
que emplea a beneficiarios del “Plan Jefas y Jefes de Hogar” en la
construcción de viviendas e infraestructura –cloacas, agua potable- en las provincias
con mayor población con necesidades básicas insatisfechas –Corrientes, Chaco,
Entre Ríos, Formosa, Jujuy, Misiones, Salta, Tucumán- con montos máximos
financiables de 20.000 pesos –7.000 dólares-.
El ministerio de
Salud otorga a través del “Programa Remediar” medicamentos gratuitos a
la población de bajos recursos y el “Programa Materno Infantil –PROMIN-“
distribuye millones de litros de leche fortificada con hierro por un monto
anual cercano a los treinta millones de dólares.
En muchos casos esta “asistencia
social”, si bien a servicio para atender las necesidades más urgentes de la
población carenciada también ha sido empleada para fortalecer o crear lazos de “clientelismo
político”[xix].
Algunos de los líderes de las organizaciones piqueteras más próximas al
gobierno han recibido los aportes más sustanciales de esa ayuda.
La Federación
Tierra y Vivienda, que lideraba un frecuenta interlocutor del presidente, el
diputado bonaerense Luis D’Elia, distribuía 80.000 Planes Jefas y Jefes de
Hogar, administra, con aportes del Estado, 300 comedores sociales y había firmado
convenios para la construcción de 1.200 viviendas y 200 micro emprendimientos.
Otro piquetero aliado a Kirchner, Juan Carlos Alderete, quien conducía la Coordinadora
Nacional de Desocupados, administra 45.000 planes asistenciales y firmó un
acuerdo para la edificación de 400 viviendas.
Aunque los
alineamientos y la creación de nuevas agrupaciones eran muy dinámicos dentro del
conglomerado de agrupaciones que desarrollaban la protesta política en las
calles argentinas. La actividad del gobierno había logrado dividir a al
movimiento de protesta en dos grandes sectores. Uno de ellos se declaraba más
próximo al gobierno, el otro, por el contrario, trata de diferenciarse del
kirchnerismo y desarrollaba un mayor activismo callejero.
El sector
progubernamental estaba constituido por los dirigentes que el 19 de junio de
2004, en el predio de convenciones “Parque Norte”, en la ciudad de
Buenos Aires, realizaron un congreso del “Frente de Organizaciones
Populares”, del cual tomaron parte la Federación de Tierra y Vivienda,
liderada por el legislador bonaerense Luis D’Elia, el Movimiento de
Trabajadores Desocupados Evita, conducido por Emilio Pérsico, la Agrupación
Barrios de Pie, liderado por Jorge Cevallos y la Corriente Clasista y
Combativa que conduce Juan Carlos Alderete.
El aval gubernamental
al citado evento se hizo evidente en la presencia de tres altos funcionarios
del presidente Kirchner, la ministro de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, el
ministro de Trabajo Carlos Tomada, Julio De Vido y del secretario de Derechos
Humanos, el ex juez Eduardo Duhalde.
En este encuentro se
constituyó el “Frente Transversal Nacional y Popular”, destinado a
apoyar la gestión del presidente Néstor Kirchner y eventualmente conformar
listas de candidatos a legisladores kishneristas en común para los comicios de
2005.
También se elaboró un
documento titulado “Honrar la vida. A favor de la democracia, con justicia y
paz social”. El citado documento señala que las agrupaciones firmantes se
disponen a “abandonar ciertas metodologías para no contestar a la violencia
con más violencia” y proponen al Gobierno que “no se actúe con violencia
para no darles la coartada a los sectores que piden represión”[xx].
Como puede
observarse, los documentos de los piqueteros gubernamentales prometían cesar
con el activismo callejero. Sin embargo, esta promesa fue de muy corta
duración. Una semana más tarde, el oscuro asesinato de un miembro de la
Federación Tierra y Vivienda, Martín “el oso” Cisneros a manos de un
delincuente, Juan Carlos Duarte, a quien los piqueteros acusan de
narcotraficante, sirvió de justificativo para que el piquetero oficial, Luis
D’Elia capturara con miembros de su agrupación la Comisaría 24ª de la Capital
Federal. Los piqueteros que retuvieron las instalaciones policiales durante
ocho horas, realizando serios destrozos en las mismas, pretendieron justificar
su delito diciendo que el asesino contaba con “protección policial”.
Nunca se demostró la
complicidad policial ni que el hecho fuera otra cosa que un ajuste de cuenta
entre vecinos con actividades complejas en un barrio difícil. Sin embargo, el
gobierno impidió que el personal policial recuperara las instalaciones, tampoco
estimuló a la justicia para que investigara los hechos y encarcelara a los
responsables.[xxi]
La única víctima
concreta del hecho fue el comisario Cayetano Greco, jefe de la dependencia
policial asaltada por los piqueteros, que fue desplazado de su cargo.
Los piqueteros
oficiales en realidad mantienen, pese a sus declaraciones en contrario, un
permanente activismo en las calles. El Movimiento Barrios de Pie, por
ejemplo realizó “embargos populares” en empresas de origen
norteamericano: el Citibank, McDonald’s, Shell y el hotel Sheraton.[xxii]
Los piqueteros oficialistas,
en especial Luis D’Elia suelen intervenir en la interna peronista a favor del
Néstor Kirchner lanzando las acusaciones más disparatadas e incluso realizando
marchas de hostigamiento a diputados duhaldistas.[xxiii]
Incluso en febrero de 2005, cuando el gobierno endureció su posición con la
empresa Shell por incremento del precio de los combustibles, los piqueteros
oficiales montaron una campaña de hostigamiento contra esta empresa con el
visto bueno oficial.
Los piqueteros más
enfrentados con el gobierno son el Bloque Piquetero Nacional, conducidos por
Néstor Pitrola, líder del Polo Obrero. El Polo Obrero es la expresión piquetera
del Partido Obrero, un partido político de ideología marxista-leninista de
orientación trotskista que conduce a nivel nacional el ex diputado de la ciudad
de Buenos Aires, Jorge Altamira. Néstor Pitrola, es un combativo dirigente
gráfico de la provincia de Buenos Aires, que sin embargo estuvo designado en la
Legislatura porteña como asesor de Altamira durante su gestión.
Otras organizaciones
integrantes del Bloque Piquetero Nacional son actualmente el Movimiento
Territorial de Liberación, que conduce Alberto Ibarra y que responde a las
directivas del Partido Comunista Argentino integrante del nucleamiento Izquierda
Unida. La Coordinadora de Unidad Barrial –CUBA- que conduce Oscar
Kupperman vinculado con el Partido de la Liberación.
A las protestas del
Bloque Piquetero Nacional contra el gobierno se suma el Movimiento
Independiente de Jubilados y Desocupados –MIJD- que responde a las
directivas del mediático dirigente Raúl Castells y el Movimiento Sin Trabajo
– Teresa Vive, que conduce Gustavo Jiménez y que también integra la
Izquierda Unida, Movimiento Teresa Rodríguez, dirigido por Roberto
Martino y una veintena de agrupaciones menores.
Raúl Castells suele
enfrentarse verbalmente con los piqueteros oficialistas. Parece tener un encono
especial con Luis D’Elia y Juan Carlos Alderete. En una entrevista concedida a
la periodista Verónica Suppo del diario La Nación, el 24 de noviembre de 2003,
no dudó en afirmar: “Lo que le cuesta entender a este gobierno es que hay
gente que tiene principios, que tiene dignidad. No pueden creer que todos son
comparables, que todos son prostitutas, como D’Elia y Alderete. ¿Qué piensan:
que nos van a pasar un sobre por debajo de la mesa y nos vendemos? Yo soy
socialista de toda la vida y ellos tienen que respetarnos...”[xxiv]
El piquetero Raúl
Castells también se ha referido, en términos igualmente duros, del presidente
Kirchner: “Cada día que pasa es más parecido a De la Rúa y se acerca más la
posibilidad que no termine su mandato”.
Una amenaza que no debería tomarse a la ligera, especialmente si
recordamos que en febrero del año 2001, en un corte de ruta, declaró: “A
este Gobierno lo vamos a voltear para que haya un gobierno de los trabajadores”.
Como hemos relatado pormenorizadamente, diez meses más tarde el gobierno de
Fernando De la Rúa terminó en medio de protestas y saqueos donde las
agrupaciones piqueteras tuvieron una importante participación.[xxv]
Por su parte, Raúl
Castells ha sido calificado de terrorista por el ministro de Salud de la
Nación, después de tomar las instalaciones del Hospital de Haedo. “Es un
terrorista –dijo el ministro Ginés González García- que está todos los
días atentando contra las instituciones, y ahora se mete nada menos que con los
hospitales, y para hacer un desmán que no tiene nada que ver”.[xxvi]
También el ex
presidente Eduardo Duhalde se ha sumado a la descalificación de los piqueteros,
en este caso los oficialistas, cuando señaló que “la actitud del Gobierno,
por un lado, genera que crezcan algunos grupos que yo llamó las PyMES
piqueteras, pero, por otro lado, va generando en la población una actitud más
negativa respecto de los piqueteros, porque ve que el Gobierno actúa con mano
de seda para que no haya excesos o represión”.[xxvii]
Además de los dos
grandes bloques citados existen otras agrupaciones piqueteras menores, pero muy
activas y violentas, que realizan acciones de protesta puntuales.
Algunas de estas
agrupaciones responden al peronismo revolucionario y son conducidas por
antiguos cuadros montoneros. Ellas son el Movimiento Peronista Auténtico,
Organizaciones Libres del Pueblo, Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas,
Movimiento de Trabajadores Desocupados Evita, Movimiento 26 de Julio,
Movimiento de Trabajadores Desocupados 17 de Octubre, Movimiento de
Trabajadores Desocupados – La Matanza, Frente de Desocupados Eva Perón, por
mencionar algunos con actividades de base en el conurbano bonaerense.[xxviii]
Otras a diversas
corrientes de la izquierda combativa como el “Movimiento de Unidad Popular –
20 de Diciembre”, o los más radicalizados del grupo “Quebracho” que
el 24 de junio del 2004, atacó el Edificio Libertador, sede del Ministerio de
Defensa y del Estado Mayor del Ejército, tirando abajo las rejas perimetrales y
quemando cubiertas de automóviles en protesta por el envío de tropas de paz a
Haití.
La existencia de gran
número de agrupaciones piqueteras a las que se suman partido políticos de
izquierda radicalizada y otras entidades defensoras de los derechos humanos
como “Hijos por la Identidad la Justicia y contra el Olvido y el Silencio
–HIJOS-“, Madres de Plaza de Mayo, etc., hacen que la Argentina viva
en un clima social de permanente agitación donde la convivencia política es
permanentemente amenazada por brotes de violencia que el Gobierno no obstina en
no reprimir bajo el argumento que cualquier intento de controlar “la
protesta social” puede derivar en la muerte de algún activista y de esta
forma encender el clima prerrevolucionario con consecuencias
imprevisibles.
Así los hechos de
violencia se multiplican con cualquier justificativo, desde los entendibles
reclamos de trabajo o ayuda social hasta planteos eminentemente políticos como
la presencia de funcionarios del Fondo Monetario Internacional, la guerra en
Irak o la simple modificación del “Código de Convivencia” de la ciudad
de Buenos Aires, son motivo suficiente para que una turba de manifestantes
ataque, el viernes 16 de julio de 2004, la sede de la Legislatura porteña,
intenten incendiarla y le pongan sitio durante ocho horas sin mayor respuesta
por parte del gobierno nacional.
De acuerdo con un
estudio realizado por el Centro de Estudios Nueva Mayoría, bajo la dirección
del licenciado Eduardo Ovalles, se observa la siguiente frecuencia en los
cortes de rutas que desde el año 1997 se han transformado en la forma de
protesta social predominante, habiendo tenido lugar 6.728 cortes de rutas y
vías públicas desde entonces.[xxix]
AÑO
|
NÚMERO DE CORTES POR MES
|
1997
|
4
|
1998
|
11
|
1999
|
21
|
2000
|
43
|
2001
|
115
|
2002
|
194
|
2003
|
106
|
2004
(Datos
del primer semestre)
|
129
|
Fuente: Centro de Estudios Nueva Mayoría
Estos acontecimientos
han llevado a muchos observadores a considerar que la Argentina vive una
situación prerrevolucionaria. Así se han expedido desde el titular del Banco
Mundial, Jamés Wolfensohn, diciendo que “en la Argentina han estado cerca de
una revolución”[xxx]
hasta antiguos terroristas como Luis Mattini[xxxi]
[i]
AMBITO FINANCIERO: “La democracia tolera la caída de los gobiernos”.
Artículo publicado en su edición del 27/10/03. El artículo periodístico resume
un trabajo realizado por el Centro de Estudios Nueva Mayoría.
[ii]
AUSTRAL: Durante el gobierno de Raúl Alfonsín se implementó un plan económico
denominado “Plan Austral”, que cambió la denominación de la moneda
argentina, el “peso”, por la de “austral”. Años más tarde durante
la presidencia del Carlos Menem, el ministro de Economía Domingo Caballo aplicó
otro plan económico que restauró la denominación de “peso” para la
moneda argentina y estableció su paridad con el dólar estadounidense.
[iii]
ROSALES, Lucía: “Crisis y nuevas formas de sociabilidad en Argentina”.
Artículo publicado en http://www.inisoc.org/lucia.htm.
Inciativa Socialista, verano de 2004. Pág. 1 a 8. Pág.4.
[iv]
VOTOS EN BLANCO E IMPUGNADOS: La legislación electoral argentin considera “voto
en blanco2 cuando dentro del sobre de
votación falta la boleta con la nómina de los candidatos. En tanto, que “voto
impugnado” es aquel en que hay más de una boleta electoral, la boleta electoral
registra inscripciones, tachaduras o está intencionalmente rota. En esa
elección se registraron todas esas anomalias. En algunos casos, los votantes
incluso colocaban dentro del sobre papeles con inscripciones obscenas o caricaturas
recortadas de la prensa.
[v]
AMATO, Alberto y Lucas GUAGNINI: “La
trama política de los saqueos de diciembre”. Artículo publicado en
el diario Clarín del 19 de mayo de 2002. Pág. 16 y 17.
[vi]
PUNTEROS: Denominación que en Argentina se asigna coloquialmente a los
dirigentes políticos barriales de menor nivel.
[vii]
AMATO, Alberto y Lucas GUAGNINI: “La
trama política de los saqueos de diciembre”. Artículo publicado en
el diario Clarín del 19 de mayo de 2002. Pág. 16 y 17.
[viii]
AMATO, Alberto y Lucas GUAGNINI: “La
trama política de los saqueos de diciembre”. Artículo publicado en
el diario Clarín del 19 de mayo de 2002. Pág. 16 y 17.
[ix]
CIDOB: “Biografías de líderes políticos CIDOB: Néstor Kirchner”. Nota
publicada en http://www.cidb.or.
[x]
WALGER, Sylvina: “Kirchner y la estética del poder”. Artículo publicado en
suplemento Enfoques del diario La Nación. Bs. As. 24/04/05. p.4.
[xi] DI
MARCO, Laura: “Como se contruye una imagen”. Artículo de tapa del
suplemento “Enfoques”, del diario La Nación. Bs. As. 24/04/05. p. 1.
[xii] KOVADOFF, Santiago:
citado en DI MARCO, Laura: ob. cit. p. 1.
[xiii] BERENSZTEIN, Sergio:
citado en DI MARCO, Laura: op. cit. p. 1.
[xiv] LA
NACIÓN: “Alfonsín: Estoy dolido porque Kirchner fue injusto”. Artículo
publicado en http://wwwlanacion.com.ar
del 25 de marzo de 2004. El discurso presidencial causó un gran malestar en
todos los sectores políticos que habían condenado las violaciones a los
derechos humanos en Argentina y a los cuales Kirchner hacía aparecer como encubridores
de la represión ilegal. Este malestar fue manifestado expresamente por la UCR,
partido al cual pertenece el ex presidente Raúl Alfonsín y que llevó adelante
los juicios a las cúpulas militares en 1984, este partido dio a conocer un duro
comunicado diciendo: “El Comité Nacional de la UCR condena la utilización
sectaria de una causa que compromete a la inmensa mayoría de los argentinos,
como es la de los derechos humanos y la defensa de las instituciones de la
democracia, y que no puede ser bastardeada con minúsculas especulaciones
motivadas en la aspiración de réditos políticos personales”.
[xv] LA
NACIÓN: “Indemnizarán a hijos de desaparecidos”. Artículo publicado en http://www.lanacion.com.ar Bs. As.
13/3/2004
[xvi]
WIÑAZKI, Nicolás: “Los CEOs del piquete”. Artículo publicado en la revista “Noticias”
del 26/06/2004. ps. 24 a 27, p. 25.
[xvii]
CAPRIATA, Laura: “Existen más planes sociales que nunca”. Artículo
publicado en http://www.lanacion.com.ar
Bs. As. 01/12/2003. p. 1.
[xviii] CAPRIATA, Laura: op.
cit. p.2
[xix]
CLIENTLISMO POLÍTICO: se entiende por tal a una tradicional práctica de
relaciones personales que en la trama de
los sistemas políticos latinoamericanos que se manifiesta fundamentalmente por
el apoyo electoral, por parte del ciudadano común, a un líder o caudillo que
como contrapartida le brinda apoyo de las más diversas maneras. Con mucha
frecuencia mediante la distribución arbitraria de los recursos del Estado.
[xx]
URGENTE 24: “Estrategia oficial: Ahora piqueteros blandos abandonan los
cortes de calles”. Artículo publicado en http://www.urgente24.info. Bs. As.
08/7/2004
[xxi] ALCONADA MON, Hugo: “Comisaría
24ª.: el ex jefe compromete a un funcionario”. Artículo publicado en http://www.lanacion.com.ar. Bs. As.
15/7/2004
[xxii] LA
NACIÓN: “Los piqueteros duros desafían a Kirchner”. Artículo publicado
en http://www.lanacion.com.ar. Bs.
As. 13/2/2004.
[xxiii]
GALLO, Daniel: “Marcha de piqueteros contra el duhaldismo”. Artículo
publicado en http://www.lanacion.com.ar.
En Bs. As. el 02/123/2004.
[xxiv]
SUPPO, Verónica: “Castells: “No todos somos prostitutas como D’Elia”.
Artículo publicado en http://www.lanacion.com.ar
Bs. As. 24/11/2003.
[xxv]
BLANCK, Julio: “Castells habla de revolución pero lo acusan de extorsión”.
Artículo publicado en el suplemento “Zona” del 25/7/2004. p. 35
[xxvi] LA
NACIÓN: “Castells es un terrorista”. Artículo publicado en http://www.lanacion.com.ar Bs. As.
22/7/2004.
[xxvii] INFOBAE: “Dura
réplica del Gobierno a las críticas de Duhalde por piqueteros”. Artículo
publicado en http://www.infobae.com. Bs.
As. 30/11/2003.
[xxviii]
GALLO, Daniel: “Marcha de piqueteros contra el duhaldismo”. Artículo
publicado en http://lanacion.com.ar Bs.
As. 02/12/2003.
[xxix]
OVALLES, Eduardo: “Incremento de los cortes de ruta durante 2004”,
artículo publicado en http://www.nuevamayoria.com.
Bs. As. 02/7/2004. p. 1 a 3. p. 3.
[xxx]
INFOBAE: “Para el BM, la Argentina estuvo cerca de vivir ‘una revolución’”,
Artículo publicado en http://www.infobae.com.
Bs. As. 24/1/2004.
[xxxi]
MATTINI, Luis; “La hora de las comunas”, en ¿Qué son las asambleas
populares?, Peña Lillo, Buenos Aires, 2002. Mattini, cuyo verdadero nombre
es Arnol Kremer, fue secretario general y comandante del PRT-ERP –una de las
principales organizaciones terroristas de Argentina en los años setenta-
después de la muerte de Roberto M. Santucho. Actualmente es ensayista y
escritor, dirige la Cátedra Libre Che Guevara, de la ciudad de Santa Rosa, en
la Universidad Nacional de La Pampa, y colabora con los grupos de jóvenes que
investigan nuevas prácticas de radicalidad. En el trabajo de referencia define
a la “situación prerrevolucionaria” diciendo que “cuando los de abajo no
quieren ser gobernados como hasta ese momento y los de arriba no pueden
gobernar como antes (rebelión popular)”
(p. 46).
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