NACIMIENTO DE LOS CAMPAMENTOS
En todos los conflictos la principal víctima suele ser
la población civil. El problema del separatismo en el Sáhara no es la
excepción. Como se recordará, en 1975, España puso fin a su ocupación colonial
en el sur del territorio marroquí, es decir, en el Sáhara marroquí.
Mientras Marruecos recuperaba la soberanía de sus
provincias del sur, un pequeño grupo de la etnia saharaui, alentado por
potencias extranjeras, comenzó a reivindicar su deseo de escindir una parte del
país para intentar formar allí un nuevo estado independiente.
Con este propósito se constituyó el Frente Polisario,
un grupo insurgente que inició una guerra de guerrillas, matizada con
frecuentes actos de terrorismo, contra la población y las autoridades
marroquíes.
La guerrilla polisaria contó desde un comienzo con el
apoyo de funcionarios franquistas en repliegue, armamento proveniente de la
Libia revolucionaria del dictador Muhammad Gadafi y especialmente de la
asistencia logística y política de Argelia, aún resentida con Marruecos por su
derrota en la “Guerra de las Arenas”
de octubre de 1963.
Recordemos que la década de 1970, era el tiempo de la
Guerra Fría donde inmediatamente cualquier conflicto se contaminaba con
elementos provenientes de la puja ideológica y geopolítica entre las
superpotencias. El conflicto del Sáhara inmediatamente se encontró sometido a
estos parámetros.
Desde el primer momento, la superioridad militar de
Marruecos se impuso en el conflicto y las milicias del Frente Polisario se
vieron obligadas a replegarse a territorio de Argelia acompañadas, tanto de la
población que le era dicta, como de otros saharauis que fueron engañados e
incluso forzados a acompañar a las milicias a su exilio argelino.
En esta forma se crearon los campamentos de “refugiados” de Tinduf, en Argelia, que
comprende cinco precarios asentamientos, donde desde hace cuatro décadas vive,
en condiciones infrahumanas, un número impreciso de personas.
Las condiciones desérticas de este territorio, en
especial la ausencia casi total de agua y la naturaleza arenosa y pedregosa del
suelo, impide a esta población, confinada en una zona militarizada, desarrollar
cualquier tipo de actividad económica, aún la agricultura de subsistencia que
se practica en otras regiones áridas de África, por lo cual depende totalmente
de la ayuda humanitaria que recibe desinteresadamente de Naciones Unidas, la
Comunidad Europea y diversas ongs internacionales.
Las familias saharauis retenidas allí reciben agua de
camiones cisterna y una “canasta alimentaria
básica” de ayuda humanitaria compuesta por farináceos, aceite, azúcar,
legumbres y últimamente algunas verduras y frutas, que abastece sus necesidades
por aproximadamente quince días. Otra parte de los alimentos enviados, tal como
demostraremos, termina siendo comercializada ilegalmente en las tiendas de los
campamentos. Las familias deben subsistir en base a pequeños trabajos
ocasionales, las remesas de los emigrantes, las ayudas de familias de acogida
de España, alguna jubilación otorgada por el gobierno español y actividades
ilícitas como el contrabando de gasolina a Mauritania, para completar su
alimentación y disponer de unos pequeños recursos para otros gastos corrientes.
Es por ello, que “en
los campamentos impera la contaminación extrema, la desnutrición, los jóvenes
sin educación ni empleo y la población en situación altamente vulnerable”,
tal la opinión del Peter Zang, Director General de Ayuda Humanitaria y
Protección Civil de la Comisión Europea.
Cabe preguntarse entonces porqué esa población insiste
en permanecer en ese inhóspito territorio en condiciones espantosas.
Sencillamente porque tanto el Frente Polisario como las autoridades argelinas
le impiden abandonar los Campamentos.
Nadie entra ni sale de los Campamentos de Tinduf sin
autorización y esa autorización solo se otorga en casos excepcionales luego de
una ardua negociación burocrática y los familiares de persona autorizada se
convierten virtualmente en rehenes para garantizar el retorno del autorizado y
las declaraciones que este pueda realizar sobre la realidad de lo que allí
ocurre.
Esta situación no es nueva, el mismo trato se ha dado
en Cuba y en otros de llamadas “repúblicas democráticas”, inspiradas en el
modelo soviético, a la población.
Para facilitar el confinamiento de la población en los
Campamentos, el Frente Polisario mantiene a los pobladores como indocumentados
y Argelia ha establecido el cierre de la frontera con Marruecos en toda su
extensión.
En esta forma, la frontera marroquí – argelina es la
más extensa frontera terrestre cerrada del mundo, con todos los perjuicios
humanos y económicos que esta aptitud provoca a la población de ambos estados.
EL ESCÁNDALO DE LA AYUDA
HUMANITARIA
En enero de 2015, la Oficina Europea de Lucha contra
el Fraude (OLAF) de la Comisión Europea, desclasificó y publicó un informe donde
se detallan los resultados de una investigación llevada a cabo, entre 2003 y
2007, sobre el destino de la ayuda humanitaria europea enviada a los
campamentos de Tinduf.
La investigación de la OLAF comenzó, en 2003, después
de que un experto de la Comisión, de vacaciones en Malí, observara como eran
descargados para la venta, en un mercado informal, bolsas de 25 kilogramos de
leche en polvo que llevaban impreso el logo con las siglas de la agencia
humanitaria europea (ECHO) y la referencia de que estaba prohibida su
comercialización.
La difusión del informe, retenido misteriosamente por
más de siete años, dio origen a lo que la eurodiputada alemana Ingeborg
Grassie, quien presiden la Comisión de Presupuestos del Parlamento Europeo,
calificó como “un escándalo de primera
magnitud”.
Este informe constató las persistentes denuncias,
tanto del gobierno de Marruecos como de varias ongs humanitarias, entre las que
se encuentra la holandesa “Luz”,
sobre la malversación por parte de funcionarios argelinos y polisarios de la
ayuda internacional enviada a los refugiados.
El mecanismo de apropiación ilegítima de la ayuda
humanitaria y sus autores está bien descripto en el informe. Los embarques
arriban al puerto argelino de Orán a través del cual transita la ayuda
humanitaria, particularmente alimentaria, otorgada por la Comisión Europea a
través de la Dirección General de Ayuda Humanitaria y Protección Civil (ECHO).
El puerto de Orán resulta clave porque en sus
instalaciones comienza la sustracción de la ayuda humanitaria a partir del
mismo momento de su arribo. Las autoridades argelinas y del Frente Polisario, a
través de la Media Luna Argelina y la Media Luna Saharaui, seleccionan los
materiales recibidos, así una parte se destina a los Campamentos y otra vuelca al
comercio ilegal en la propia Argelia, Mauritania e incluso Malí.
La OLAF constató que el gobierno argelino retiene una
parte sustancial de los embarques como compensación por el apoyo político y
militar que le brinda al Frente Polisario. Además, según afirma el European
Strategic Intelligence and Security Center –ESISC-, parte de la ayuda
humanitaria asume la forma de fondos –es decir, dinero en efectivo- para
financiar compras de materiales y pagos a empresas argelinas. Las autoridades
de Argelia cobran ilegalmente impuestos sobre estas compras, de tal manera que
el gobierno argelino no solo roba y comercializa ilegalmente una parte de los
embarques de ayuda humanitaria sino que también cobra impuestos por la compra
de bienes y servicios que la Comunidad Europea realiza en su territorio. De
forma tal, que el contribuyente europeo termina aportando fondos para la financiación
del fisco argelino.
Pero, el robo de mercancías no se detiene allí.
También la dirigencia del Polisario participa del saqueo de la ayuda
humanitaria en su propio beneficio y para financiar sus actividades
internacionales.
El mecanismo es sencillo, el trayecto entre el puerto de
Orán y el campamento de Rabuni, al sur de Tinduf, que opera como centro de
distribución, es efectuado exclusivamente por dos empresas de transporte
argelinas que son las únicas autorizadas a ingresar a los campamentos. Las
mercancías son trasladadas sin manifiestos de carga y sin estar precintada. El
traslado de las mercancías se efectúa empleando camiones que, para un trayecto
que puede ser recorrido en tan sólo cinco días, suelen demorar hasta 48 días.
Una vez en los campamentos, los habitantes no cuentan con “tarjetas de racionamiento” ni acusan recibo de ninguna forma por
la ayuda efectivamente recibida.
El informe de la OLAF consigna “la existencia de depósitos clandestinos de mercancías (en El Rachid,
El Jazhouani, El Hafed, Tijara, en Khila, Mijik) junto a los depósitos
oficiales que se utilizan para almacenar la parte de la ayuda humanitaria que
realmente se distribuye. Estos almacenes clandestinos se emplean también para
ocultar parte de las mercancías extraídas de los almacenes oficiales a los efectos
de luego solicitar a los donantes una asistencia suplementaria.”
Recordemos que tanto Argelia como el Frente Polisario
impiden la visita de funcionarios de la ACNUR –la oficina de Naciones Unidas
para los refugiados- y de miembros de la ongs humanitarias que donan ayuda a
los campamentos sin previo aviso. Los permisos de visita suelen demandar meses
y cuando se permiten son siempre para visitas “monitoreadas”, donde funcionarios del Polisario acompañan a los
visitantes por circuitos preestablecidos y se restringe al máximo sus
posibilidades de entrevistar libremente a los habitantes o constatar sus reales
condiciones de vida.
Los investigadores de la OLAF rastrearon puestos de
comercialización ilegal de ayuda humanitaria hasta la ciudad de Nuakchott,
capital de Mauritania, distante a 1.500 kilómetros de Orán, la ciudad de
Bechar, en Argelia a 800 kilómetros de distancia y otros muchos sitios más
incluso en el territorio de Malí.
Los beneficiarios de esta actividad criminal son altos
funcionarios, tanto de Argelia como del Frente Polisario.
Tengamos siempre presente que la dirigencia del
Polisario no reside en los campamentos de refugiados ni enfrenta las terribles
condiciones que allí imperan salvo en ocasionales visitas. Los dirigentes
polisarios viven cómodamente en la ciudad de Argel y frecuentemente llevan a
cabo diversas misiones internacionales que los mantiene ocupados recorriendo países
y asistiendo a eventos internacionales, en Nueva York, Bruselas, etc., donde se
presentan como seudo-diplomáticos de un Estado inexistente.
En otros casos explotan el apoyo desinteresado y hasta
la ingenuidad de quienes creen apoyar una legítima causa humanitaria para
desempeñar el papel de miembros de un “movimiento
de liberación” que lucha por su autodeterminación y por los derechos de los
dolientes refugiados del Sáhara.
Estos dirigentes no sólo se dan una fastuosa vida en
el exterior sino que con el producto de sus robos han adquirido importantes
villas y otras valiosas propiedades en el Sur de España y en Canarias.
Lucrativo negocio, que beneficia tanto a argelinos
como polisarios, es uno de los importantes factores que impide la solución
definitiva del Conflicto del Sáhara.
¿CUÁL ES LA POBLACIÓN DE LOS
CAMPAMENTOS?
Para poder malversar volúmenes crecientes de ayuda
humanitaria y apropiarse de los fondos que desinteresadamente donan diversas
entidades filantrópicas, tanto Argelia como el Frente Polisario deben
necesariamente sobredimensionar la población residente en los Campamentos.
Las cifras sobre la cantidad de habitantes que tenían
los Campamentos siempre fueron, como dice el Informe de la OLAF, “proporcionadas a las agencias de la ONU por
el gobierno argelino, ni Argelia ni el Frente Polisario aceptaron que las
instancias internacionales procedieran al censo de la población de los campamentos,
a pesar de los llamamientos formales de la Agencia de la ONU para los
Refugiados en 1977, 2003 y 2005”. Cabe subrayar, en este mismo sentido, que
incluso el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas hizo el mismo llamamiento en
sus resoluciones número: 1979 (de 2011), 2044 (de 2012), 2099 (de 2013), 2152
(de 2014) y 2218 (de 2015).
Además de la negativa y los impedimentos puestos por
Argelia y el Frente Polisario, una serie de factores se conjugan para
dificultar el conocimiento del número real de pobladores, como ser:
-
Se
trata de población indocumentada desde los tiempos de la ocupación colonial
española, momento en que se realizó un censo muy precario y discutido, y se
emitieron algunos documentos de identidad españoles.
-
Son
miembros de tribus numerosas asentadas en una amplia zona geográfica que
comprende el Sur de Marruecos y Argelia, el Norte de Mauritania, llegando
incluso al Noreste de Mali. Es por ello, que Argelia intentó reforzar la
población de los Campos con habitantes de Mauritania a los que prometía dinero
y ayuda si se trasladaban allí.
-
Los
pobladores tienen hábitos ancestrales de trashumancia o se ven forzados a
desplazarse continuamente por la región para obtener algún medio de
subsistencia.
-
La
región se ve afectada continuamente por las consecuencias del cambio climático
que producen prolongadas sequías y las consecuentes hambrunas.
Estos factores permiten a Argelia y al Frente
Polisario, al mismo tiempo que se oponen a la realización del censo, denunciar
una población de 155.000 personas en los Campamentos. Sin embargo, la Oficina
Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF) encargó al Centro de Investigación de
Ispra (Italia), dependiente de la Unión Europea, que determinase –mediante
fotointerpretación de imágenes satelitales- el real volumen de esa población,
al cifra obtenida por el Centro fue de 91.000 personas. Aunque fuentes
marroquíes estiman que la cifra real no supera los 60.000 habitantes.
Esto permite a los dirigentes polisarios y argelinos,
con la complicidad de la Media Luna Roja Saharauí y la Media Luna Argelina,
apropiarse ilegalmente de la ayuda alimentaria destina a alimentar al menos a
64.000 personas inexistentes.
Las instituciones donantes aunque conocen la
existencia de esta malversación de la ayuda humanitaria se encuentra ante el
dilema de que si recortan sus envíos, como los funcionarios corruptos y las
redes de distribución no van a renunciar a sus ganancias, el nivel de la ayuda
alimentaria que realmente llega a la población disminuirá aún más. Es por ello,
que la ECHO continúa enviando anualmente ayuda humanitaria por valor de diez
millones de euros al año.
Desde que se hizo público el lapidario informe de la
OLAF, tanto el Frente Polisario como Argelia, han sido incapaces de formular un
descargo creíble informando quiénes son los responsables del abominable delito
de robar el alimento donado para aliviar las penurias de la población hacinada
en míseros campamentos en el desierto del Sáhara. Tampoco han dicho si se
castigara a los responsables, ni como se impedirá la repetición de estos
lamentables hechos en el futuro.
Si desean poner fin al robo sistemático de la ayuda
humanitaria, tanto Argelia como el Frene Polisario, deberían comenzar por abrir
los campamentos a los funcionarios de la ACNUR y a los representantes de las
Ongs humanitarias que aportan ayuda y fondos a la población.
Luego deberían contribuir a la realización de un censo
de población, con supervisión de Naciones Unidas, y la consiguiente entrega de
documentos de identidad a los residentes.
Sin la implementación de estas medidas el robo de
ayuda humanitaria continuará siendo una práctica habitual que alimentara la
riqueza de los funcionarios corruptos expandiendo las actividades del crimen
organizado a todo el Magreb y el Sahel.
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