martes, 10 de diciembre de 2013

HIJOS DE LAS NUBES, UN CASO DE CINE DE PROPAGANDA


HIJOS DE LAS NUBES, UN CASO DE CINE DE PROPAGANDA

Por el Dr. Adalberto C. Agozino

            El cineasta Álvaro Longoria ha filmado para el Frente Polisario un documental titulado: “Hijos de las nubes, la última colonia” que constituye una expresión más del “cine de propaganda”. Al ver este documental apologético de la llamada “causa saharaui”, nos vuelve a la memoria la película “El triunfo de la voluntad” que Leni Reifenstahl filmó, en 1934, para promocionar a Adolfo Hitler y al partido nazi.

            Curiosamente, ambos filmes de propaganda fueron en su momento considerados expresiones artísticas y merecieron premios internacionales. “El triunfo de la voluntad” obtuvo la medalla de oro en la Exposición Internacional de París, en 1937, en tanto que “Hijos de las nubes, la última colonia” mereció el Premio Goya al mejor documental en 2012.

            Sin embargo, pese a los premios internacionales estos documentales son sólo instrumentos de propaganda política. Su peligrosidad consiste en que, al difundirse por medio de la televisión como un documental objetivo destinado a informar al público en general, invaden por sorpresa la mente de muchos espectadores que lo desconocen todo sobre el conflicto del Sáhara Occidental y manipulan sus sensibilidad en favor de quienes se presentan como una minoría desprotegida y perseguida.

            El espectador desprevenido cree estar recibiendo información objetiva de una fuente independiente cuando en realidad está siendo sutilmente “desinformado” y manipulado por el aparato de propaganda de un grupo separatista y sus eventuales compañeros de ruta.  

            En “Hijos de las nubes, la última colonia.”, todo es engañoso, comenzando por el título mismo del documental. El antiguo Sáhara Español no es en modo alguno un colonia sino una parte más del territorio de Marruecos, que como otras regiones de este antiguo Reino, en algún momento de la historia, fue víctima del colonialismo europeo.

            En cuanto a la técnica cinematográfica empleada en el documental, resulta evidente que el tándem formado por el director Álvaro Longoria y el productor y actor Javier Barden se esfuerza infructuosamente por imitar el estilo cinematográfico del documentalista Michael Moore en películas como Bowling for Columbine o Fahrenheit 9/11.

            Al igual que Moore, Longoria elige contar su historia empleando dibujos animados acompañados de materiales de archivo sobre la “Marcha Verde”. En especial filmaciones provenientes de antiguos noticiarios y viejas entrevistas realizadas a ciertos protagonistas de esos hechos históricos, como los reyes Juan Carlos de España y Hassan II de Marruecos o el Secretario de Estado de los EE. UU., Henry Kissinger.

            El material original está formado sólo por abundantes testimonios brindados por dirigentes del Frente Polisario y algunas personalidades internacionales vinculadas a los sectores de izquierda. Comenzando por el ex Jefe de Gobierno español, Felipe González, del PSOE, asesores del fallecido senador demócrata Ted Kennedy y otros políticos y diplomáticos estadounidenses, franceses y austríacos con claras simpatías hacia los marroquíes exiliados en el territorio argelino. Incluso, en algunos casos, se consigna como entrevistas nuevas, realizadas para el documental, a fragmentos de material existente desde hace largo tiempo en internet.

            Finalmente, al mejor estilo de Michael Moore, Javier Barden, con rostro adusto y tono indignado, muestra su frustración contra quienes se resisten a tomar parte de esa burda manipulación. Así, dedica gran tiempo de la filmación para mostrar que se niegan a conversar con él sobre la situación de los exilados los gobiernos de España, Marruecos y Argelia e incluso organismos internacionales como las Naciones Unidas.

            Es decir, que de todos los actores principales del conflicto los únicos interesados en aparecer en este documental “imparcial” parecen haber sido los dirigentes del Frente Polisario y sus simpatizantes.

            El resto del film se cae por sí solo. Especialmente cuando se muestra el contraste entre la prosperidad de la ciudad de El Aaiúm, gracias a las millonarias inversiones realizadas por Marruecos, frente a la pobreza en que languidecen los campos de exiliados de Tinduf en la hamada argelina.

            El documental evita cuidadosamente toda referencia a la seudo República Árabe Saharauí Democrática. Es que a los autores del documental les resulta difícil vender como un “estado democrático” a lo que en realidad es un conjunto de precarios campamentos instalados en Argelia. Donde en realidad impera un sistema totalitario de partido único y policía política que oprime a doscientas mil personas a quienes se les impide salir de ese lugar.

            Es por ello que, en el documental, se menciona al Frente Polisario y se abandona la fachada de la RASD. Aunque cuando registran el testimonio del  Secretario General del Frente Polisario, el estalinista Mohammed Abdelaziz, no pueden ocultar que ocupa su cargo en forma continuada desde 1976…

            Curiosamente, el documental comienza y termina con imágenes de los milicianos del llamado Ejército de Liberación Popular Saharaui marchando. Entonces el espectador no puede menos que preguntarse como hace esta minoría oprimida que depende de la ayuda internacional para contar con los modernos carros de combate de fabricación soviética que exhibe en el film la denominada  “División Armada Saharauí”.

            En síntesis, estimado lector cuando su canal de cable le anuncie la proyección de Hijos de las nubes, tenga en consideración que lo que usted verá no es una película comercial más sino un documental de propaganda del Frente Polisario.

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