LA ONU EN ALERTA POR LA
SITUACIÓN EN EL SÁHEL
Por Adalberto C. Agozino
UNA REGIÓN COMPLEJA
El Secretario General de la Organización de Naciones Unidas, Ban Ki-moon,
advirtió el 12 de diciembre de 2013 que la región africana del Sahel está bajo
la amenaza del terrorismo y el tráfico de armas, drogas y personas, fenómenos
que acentúan los riesgos de desestabilización.[i]
El Sahel forma un vasto espacio de 3.053.200 de km² que separa a todo lo
largo del continente africano al desierto de Sáhara (al norte) de la sabana
sudanesa (al sur).
La región saheliana alberga pueblos islámicos de origen árabe y bereber que,
divididos en tribus, clanes y familias conviven en una tensa armonía.
En su mayor parte, la región comprende a muchos de los países en vías de
desarrollo más pobres del mundo, con economías agrícola – ganaderas que en
algunas ocasiones permiten la subsistencia de su población y en otras, las
frecuentes sequías derivan en hambrunas colosales que obligan a la intervención
internacional para salvar la vida de los pobladores de un suelo tan inhóspito.
Se estima que actualmente once millones de personas sufren por acceder a los
alimentos, y cinco millones de niños pequeños están en riesgo de malnutrición.
El Sáhel comprende parcial o totalmente los territorios de Mali, Niger,
Burkina Faso, Chad, Gambia, Senegal, Marruecos, Mauritania, Argelia, Nigeria,
Camerún, Eritrea, Sudán y Sudán del Sur. Muchos de estos países no son capaces
de controlar ni a su territorio ni a su población. Frecuentemente suelen ser acudidos
por crisis de gobernabilidad, contiendas entre grupos tribales y golpes de
Estado militares que provocan serios hechos de violencia. Allí la vida humana
tiene muy poco valor y los derechos humanos carecen de significación alguna.
La región conforma un inmenso espacio
sin ley, donde debido a la extensión y porosidad de las fronteras estatales,
tienen lugar toda clase de rentables actividades ilícitas. Allí el crimen
organizado transnacional prospera con
todo tipo de tráficos ilegales desde el comercio de esclavos al tráfico
de drogas (en especial cocaína colombiana) y armas, la comercialización de los
alimentos y equipos enviados como ayuda
internacional, el contrabando de cigarrillos y el secuestro de los pocos audaces
extranjeros que comenten el error de aventurarse por la región.
La impunidad con que pueden desarrollarse las actividades ilícitas y la
miseria y el hambre que azota a la población local, tornándola vulnerable a
cualquier tipo de utopía mesiánica, han despertado el interés de los grupos
islámicos salafistas (fundamentalistas) por instalarse allí. Después de haber
sido duramente combatidos en Afganistán los seguidores de Al Qaeda se han instalado con diversas “franquicias revolucionarias” en la región del Sahel.
MERCENARIOS, TERRORISTAS
Y CRIMINALES INTERNACIONALES
Es imposible saber con certeza cuando un grupo armado responde a
motivaciones claramente criminales, al extremismo religioso o a las
aspiraciones de independencia de una minoría étnica. En casi todos los casos
esas tres motivaciones se combinan en distintos porcentajes formando un coctel
explosivo que siempre deriva en sangrientos hechos de violencia criminal.
Allí operan grupos del separatismo extremista como los saharauis del Frente
Polisario que aspiran a independizar el sur de Marruecos y los tuaregs del Movimiento Nacional por la Liberación de Azawad que quieren
separarse de los pueblos negros (Songhai
y Fulani) que durante siglos fueron sus vasallos y hoy dominan el gobierno
de Mali.
Los grupos del islamismo fundamentalista y yihadista (que practican la yihad o guerra santa contra el infiel) violento
están representados por grupos terroristas tales como Al Qaeda para el Magreb Islámico (responsable del asesinato en Malí
de los dos periodistas, Ghislaine Dupont y Claude Verlon, pertenecientes a
Radio France Internationale, el 02/11/13) y grupos aún más violentos que se han formado
de escisiones del anterior, como Ansar
al Din, el Movimiento por la Unidad
y la Yihad en África Occidental –MUYAO-;
el grupo islámico nigeriano Boko Haram
y el Ansaru (un grupo separado del
Boko Haram) o el Movimiento para la
Emancipación del Delta del Níger.
Las divisiones entre los distintos grupos del islamismo extremo suelen
responder a disputas entre caudillos, a antiguos odios entre tribus o clanes, a
disputas por el control de los negocios ilegales, etc. Pero siempre son
fundamentadas en interpretaciones diferentes del Corán.
Aunque todos los grupos islámicos extremos tienen por programa la
aplicación de la “sharia” y la “yihad”. La
“sharia” es dura ley islámica que
restringe casi totalmente los derechos de las mujeres (se la excluye de la
educación escolar y se les prohíbe conducir vehículos de motor entre otras
cosas) y contempla la aplicación de duras penas (que comprenden mutilaciones y
lapidaciones) en el caso de las transgresiones más leves. La “yihad” es la guerra santa contra los “cruzados” occidentales que profanan
con su presencia la sagrada tierra del Islam.
Desde el estallido de la Primavera Árabe, en 2009, la región se ha tornado
cada vez más inestable y violenta debido al arribo a la misma de ex
combatientes y mercenarios de las guerras civiles de Libia, Egipto y Siria que
traen consigo armamento moderno y experiencia de combate que ponen a
disposición de las actividades ilícitas en la región.
Al mismo tiempo, los paupérrimos estados de la región albergan importantes
recursos naturales: allí se produce el 10% del petróleo y el 6% del gas que
consume el mundo, existen grandes yacimientos de uranio y otros minerales raros
e ingentes recursos ictícolas.
PIRATERÍA MARÍTIMA EN EL
GOLFO DE GUINEA
Este panorama se ha complicado aún más en el último año debido al auge de
la piratería marítima en el Golfo de Guinea un región adyacente al Sahel. Sólo
en los primeros meses de este año, se han producido ya más de cuarenta ataques,
que han dado lugar al secuestro de siete buques y captura de ciento treinta
rehenes, provocando pérdidas que se han estimado entre 600 y 900 millones de
dólares.
Al parecer, el origen de esta piratería se encuentra en un movimiento
pacífico que en los años noventa pedía que parte de los ingresos que provienen
de las exportaciones de petróleo recayeran en la región del Delta del Níger y
que, a partir del año 2006, se convirtió en un fenómeno violento denominado Movimiento de Emancipación del Delta del
Níger. Desde entonces, la piratería ha consistido en robar la carga de los
petroleros que trabajan allí para las compañías internacionales. Los piratas
transfieren la carga de un barco a otro y luego lo venden en el mercado negro;
muestran escaso interés por las personas, aunque sí han llegado a efectuar
algunos secuestros.
La amenaza de la piratería marítima ha movido a la Unión Europea a
implementar el Proyecto de Ruta Marítima del Golfo de Guinea (CRIMGO). El mismo
es financiado por el Fondo de Estabilidad de la Unión Europea con 4,5 millones
de euros y participan siete países de la región: Togo, Benin, Nigeria, Gabón,
Guinea Ecuatorial y Santo Tomé y Príncipe.
Aunque la región es poco conocida en América Latina, se trata de un inmenso,
rico y peligroso “Afganistán a las puertas de Europa” que puede incendiar el resto
del continente africano. Precisamente, la elevada volatilidad de la región
originó la intervención militar francesa en Mali.
Francia desarrolla desde enero de este año la “Operación Serval” en Malí intentando poner fin a la “guerra civil” en ese país y controlar
las actividades terroristas en el Sahel. Sin embargo, once meses después y pese
a que los efectivos franceses se han incrementado hasta alcanzar los 10.000
hombres con abundante apoyo aéreo, Francia no ha podido ni proteger
eficientemente a los 5.000 ciudadanos franceses que viven en su antigua colonia
ni mucho menos estabilizar la región.
Aquellos que nos interesamos en los asuntos vinculados con la seguridad
internacional debemos comenzar a prestar una mayor atención a lo que sucede en
el Sahel porque esta región se ha convertido en una inmensa área sin ley que proyecta
su inestabilidad a todo el continente africano, incluso, por su
proximidad, al frente africano de ese
espacio común que es el Atlántico Sur.
Quienes deseen conocer más sobre esta problemática encontrarán más
artículos sobre el tema en este Blog y en especial podrán consultar mi libro “Geopolítica
del Sáhara – Sahel”.
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