Bajo el liderazgo del rey Mohammed
VI, el reino alauí inaugura un complejo de vanguardia para la fabricación y
mantenimiento de motores de Airbus. Con una inversión de 350 millones de euros,
el proyecto duplicará la facturación del sector y consolida a Marruecos como un
socio estratégico indispensable en la cadena de valor global de la aviación.
Contenido:
En
un movimiento que redefine su posición en el tablero de la industria
aeroespacial mundial, Marruecos ha puesto la primera piedra de un proyecto que
simboliza su ambición y su creciente sofisticación tecnológica. El rey Mohammed
VI, acompañado por el príncipe heredero Moulay Hassan, presidió este lunes en
la localidad de Nouaceur, un enclave industrial en las afueras de Casablanca,
la ceremonia de lanzamiento de las obras de un nuevo y monumental complejo del
gigante tecnológico francés Safran. La iniciativa, que representa una inversión
total de más de 350 millones de euros, no solo marca un hito en la colaboración
franco-marroquí, sino que también propulsa al reino a la selecta liga de países
capaces de ensamblar y mantener los corazones de los aviones comerciales más
avanzados del mundo.
El
proyecto, calificado como “estructural” por el gobierno marroquí, es el
fruto de una visión de Estado largamente cultivada bajo el reinado de Mohammed
VI, quien ha hecho de la industrialización y la atracción de inversiones de
alto valor añadido uno de los pilares de su estrategia de desarrollo económico.
Este complejo industrial, que se erigirá en la plataforma Midparc, un polo de
excelencia aeronáutica, albergará dos instalaciones punteras.
La
primera de ellas, y la más emblemática, será una planta de ensamblaje y prueba
para los motores LEAP-1A, la motorización de nueva generación que impulsa a la
exitosa familia de aviones de pasillo único Airbus A320 Neo. Con una inversión
de 2.100 millones de dirhams (aproximadamente 200 millones de euros), esta
fábrica se convertirá en el segundo centro de producción de estos motores para
Safran a nivel mundial, complementando la producción de su planta principal en
Villaroche, Francia. Se prevé que alcance una capacidad de producción de 350
motores al año para 2029, generando 300 empleos de alta cualificación y
consolidando a Marruecos en la cadena de valor de los fabricantes de motores
aeronáuticos.
Paralelamente,
se levantará una segunda planta dedicada al mantenimiento, reparación y
revisión (MRO) de estos mismos motores, una actividad crucial para el ciclo de
vida de las aeronaves. Con un desembolso de 1.300 millones de dirhams (unos 122
millones de euros), este taller tendrá una capacidad para gestionar 150 motores
anualmente y se espera que esté operativo en 2027, creando 600 puestos de
trabajo directos para 2030.
Un
Salto Cuantitativo y Cualitativo
La
magnitud del proyecto se refleja en su impacto económico proyectado. El
ministro de Industria y Comercio, Ryad Mezzour, subrayó que esta nueva
inversión “por sí sola duplicará la facturación del sector aeronáutico
marroquí”, que en 2024 alcanzó los 26.000 millones de dirhams (más de 2.350
millones de euros) en exportaciones. Estas cifras son el resultado de un
crecimiento exponencial que ha visto al sector pasar de apenas mil millones de
dirhams en exportaciones en 2004 a convertirse en un pilar de la economía
marroquí, con un ecosistema de más de 150 empresas que incluye a los
principales actores de la industria global.
La
elección de Marruecos por parte de Safran, un socio histórico del reino desde
hace 26 años, no es fortuita. Olivier Andriès, director general de Safran, lo
dejó claro durante la ceremonia: “Hemos elegido un país dotado de talentos,
infraestructuras modernas y un marco macroeconómico estable. Pero, sobre todo,
nos ha guiado la confianza que nos inspira la dinámica impulsada por Su
Majestad para convertir al Reino en una plataforma industrial competitiva a
escala mundial”. Por su parte, el presidente del Consejo de Administración
de Safran, Ross McInnes, reforzó esta idea con una frase que resonó con fuerza:
“No producimos en Marruecos, sino con Marruecos”, destacando la profundidad de
una asociación que trasciende la mera deslocalización industrial.
La
Visión Real como Catalizador
El
evento de Nouaceur es la última manifestación de una estrategia a largo plazo,
meticulosamente diseñada y ejecutada bajo el impulso personal de Mohammed VI.
Desde su llegada al trono, el monarca ha apostado por la diversificación
económica, alejando al país de la dependencia de la agricultura y el turismo y
atrayendo inversiones en sectores de alta tecnología como el automotriz y el
aeronáutico. Esta visión ha sido clave para crear un “entorno de inversión
ejemplar”, como lo describió McInnes, basado en la estabilidad política,
incentivos fiscales y, fundamentalmente, una fuerte apuesta por la formación de
capital humano.
En
este sentido, uno de los momentos más significativos de la jornada fue cuando
el rey posó para una fotografía con un grupo de jóvenes estudiantes del
Instituto de Oficios Aeronáuticos (IMA) de Nouaceur, futuros técnicos y
ingenieros que nutrirán las filas de estas nuevas instalaciones. La creación de
centros de formación especializados ha sido un factor determinante para que
empresas como Safran no solo se instalen en el país, sino que también expandan
sus operaciones y transfieran tecnología y conocimiento.
Además,
la apuesta de Marruecos por las energías renovables se ha convertido en un
atractivo adicional para los inversores. Durante el acto, se firmó un memorando
de entendimiento para garantizar que la mayoría de las instalaciones de Safran
en el país se abastezcan de energía limpia a partir de 2026, un paso alineado
con la estrategia de descarbonización tanto del grupo francés como del reino
alauí.
Con
este megaproyecto, que se suma a la expansión de otras tres plantas de Safran
en el país, el grupo francés invertirá en total más de 350 millones de euros y
creará más de 2.000 empleos en los próximos cinco años. Es una apuesta rotunda
por el futuro industrial de Marruecos, un país que, bajo el liderazgo de su
monarca, ha demostrado que tiene la visión, la capacidad y la determinación
para volar alto en la competitiva industria aeronáutica mundial.
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