sábado, 13 de enero de 2024

¿Qué está pasando en Ecuador?


 


La pequeña nación sudamericana de Ecuador enfrenta el ataque de grupos criminales que han forzado al joven presidente Daniel Noboa a declarar el estado de excepción y a declarar a veintidós de estos grupos como “organizaciones terroristas y actores no estatales beligerantes”.

En la última semana, en Ecuador se han registrado motines carcelarios con tomas de rehenes (127 miembros del personal penitenciario han sido retenidos por los reclusos en distintos penales), incendio de automóviles en las calles, secuestros de policías, atentados explosivos y hasta el ingreso de encapuchados armados en un canal de televisión, hecho que se transmitió en vivo, dejando un saldo provisorio de diez muertos por los enfrentamientos y treinta ataques violentos registrados.

Los delincuentes difundieron vídeos amenazantes contra el presidente donde los mafiosos advierten que convertirán "Las cárceles en campos de batalla. A toda la población civil de Ecuador se le recomienda no salir de sus casas en la noche porque policía y militar que encontremos será asesinado", afirmó amenzante un criminal enmascarado

El débil presidente Daniel Noboa, un empresario de 37 años sin experiencia de gestión gubernamental, con mandato hasta mayo de 2025, además su partido Acción Democrática Nacional solo cuenta con 14 escaños de los 137 que componen la Asamblea Nacional de Ecuador, se vio obligado a declarar, el 8 de enero, la existencia de un “conflicto armado interno”, establecer el “Estado de Excepción” por sesenta días, implantando estableciendo un toque de queda de seis horas durante la noche, suspendiendo por seguridad las clases presenciales en escuelas y colegios y ordenando a las fuerzas armadas a ejecutar acciones militares contra los criminales “bajo el derecho internacional humanitario y respetando los derechos humanos.”

Estas medidas pusieron al Ecuador en un virtual Estado de Guerra.

La actual ola de violencia criminal se originó en el intento del Gobierno de aislar a los líderes de las principales organizaciones criminales en cárceles de máxima seguridad, como La Roca, en la ciudad de Guayaquil, o en barcazas carcelarias hasta la construcción de penales supervigilados similares a los empleados por el presidente Nayib Bukele, en El Salvador, contra las maras.

Las autoridades intentaban mediante este confinamiento de máxima seguridad evitar que los jefes narco siguieran comandando sus organizaciones desde la cárcel.

Alertados los narcos criminales organizaron motines y atentados en las ciudades como pantallas de su fuga de los penales en donde se encontraban alojados. En esta forma, Fabricio Colón Pico, alias "Capitan Pico", líder de la banda “Los Lobos”, se fugó de la cárcel de Riobamba con otros 39 delincuentes internados en ese penal.  Algo similar ocurrió con José Adolfo Macías Salazar, alias “Fito”, líder de la banda conocida como “Los Choneros”, que huyó de la cárcel Regional de Guayaquil, donde cumplia una condena de 34 años por crimen organizado, narcotráfico y asesinato, junto a cuatro de sus hombres pertencientes a su equipo de seguridad.

Ecuador está bajo el ataque de poderosas bandas criminales que han tomado al país desde hace años, al extremo de haberlo convertido en el mayor exportador de cocaína del mundo.

En el año 2022, Ecuador, con 25,32 muertes cada 100.000 habitantes, fue el décimo país más violento de Latinoamérica y el Caribe, después de un impresionante aumento del 82% en los homicidios frente al año anterior.

En 2023, Ecuador fue el año más violento con 7.500 asesinatos y una tasa de 40 asesinatos cada 100.000 habitantes, lo que sitúa a Ecuador entre los tres primeros, aventajando a países Honduras, Venezuela y Colombia, en medio de las guerras entre bandas por el control de los flujos de drogas en el país.

En 2024, ha comenzado de forma tan violenta, que hace pensar que las cifras de este año superarán holgadamente las establecidas en los dos años precedentes.

A finales de noviembre de 2023, Guayaquil, principal ciudad portuaria del país y centro de tránsito del narcotráfico, registraba un aumento de hasta 80% en los homicidios. 

En Guayaquil, la ciudad más poblada, con un puerto donde diariamente transitan 300.000 containers, la droga transita oculta en embarques de frutas, cacao y artesanías, se trata de entre 700 y 800 toneladas de cocaína al año.

En la provincia de Los Ríos, en el interior del país, pero ubicada en medio de la ruta de tráfico de drogas entre la frontera de Colombia y la ciudad ecuatoriana de Guayaquil, los homicidios se han incrementado en 153%. Mientras que, la ciudad de Esmeraldas, al noroeste del país se ha transformado en uno de los centros urbanos más violentos de América Latina, superando a Colima en México y por la Región Capital de Venezuela.

Las macabras exhibiciones de cadáveres colgados de los puentes, algo frecuente en México, pero nunca visto en Ecuador, se convirtieron en el último año en algo frecuente en medio de la lucha entre bandas narco.

A pesar de los cientos de presos que murieron en masacres orquestadas y de las repetidas promesas de mejorar la seguridad en las cárceles, los motines siguieron sucediendo en 2023.

Desde febrero de 2021, han muerto en motines 460 reclusos. Incluso los presos de mayor interés nacional, como los criminales colombianos sospechosos del asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio, adjudicado a la banda de Los Choneros, fueron asesinados en su celda pocas semanas después de su captura.

En los centros penitenciarios de Ecuador hay 31.321 reclusos, de acuerdo con el censo penitenciario de 2022. De los cuáles, unos 1.500 son extranjeros provenientes de Colombia, Perú y Venezuela.                    

Las bandas criminales sin dejar sus actividades de narcotráfico han trasladado sus “negocios” a otros rubros adaptándose al surgimiento de nuevas oportunidades: la extorsión a profesionales y comerciantes, los prestamos usurarios, los secuestros, la trata de personas y la minería ilegal de oro.

Tanto Los Choneros, como Los lobos, mantiene negocios con los grupos mexicanos del narcotráfico, en especial, El Cartel de Sinaloa y el Cartel Jalisco Nueva Generación.

La policía ha sido infiltrada por el crimen organizado, han vendido sus armas a las pandillas y han servido de guardaespaldas para los líderes narcos.

El pasado 8 de diciembre de 2023, el embajador de los Estados Unidos en Ecuador, Michael Fitzpatrick declaró en una conferencia de prensa que “Ecuador está bajo ataque sostenido de las organizaciones criminales” y estas lavan su dinero “en cuentas bancarias, en empresas ficticias de exportación, sus testaferros ahora están metidos en la pasión nacional, el fútbol, usando algunos equipos para lavar su cara indicó el diplomático sin identificarlos o aportar mayores datos.

Algunos de los medios de comunicación que “fingían ser observadores responsables”, agregó Fitzpatrick, también ahora actúan como extorsionadores”, agregó Fitzpatrick, y están “pagados por nefastos (intereses) para desviar investigaciones criminales, confundir al público nacional y continuar viviendo bien con la plata (de los criminales)”. Tampoco en ese caso dio nombres.

En el año 2021, el embajador Fitzpatrick denunció la existencia de “narco generales” en la Policía Nacional de Ecuador al servicio de los narcotraficantes, aunque en esa ocasión tampoco los identificó, lo que derivó en sendas investigaciones internas en las fuerzas armadas y la policía, donde se indicó después de que se encontraron pruebas que corroborarán las afirmaciones del diplomático estadounidense, si bien las sospechas perduraron.

Si se toma en consideración, tanto las estadísticas criminales como las advertencias de los expertos, la actual ola de violencia criminal que ha sumergido a Ecuador en una situación de conflicto armado interno, no puede sorprender a nadie.

Los países de la región deberían sacar conclusiones de como ha evolucionado el problema de la seguridad en Ecuador para tomar medidas antes de sufrir situaciones parecidas.

Hoy, en América Latina, por muchas razones, la principal amenaza a la seguridad no proviene de la actividad en la región de los grupos terroristas de Medio Oriente, sino las organizaciones del crimen organizado que están asolando el subcontinente y convirtiendo a los sudamericanos en víctimas de la violencia narco.

 

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