Felah, una
niña española de origen saharaui ha sido secuestrada por el Frente Polisario en
los campamentos de Tinduf y tras huir se encuentra oculta en Argelia a la
espera de que un abogado español tramite su salida del país.
Contenido:
Filleh Mint Chahid Mint Laaroussi, una niña española de
18 años de origen saharaui, conocida familiarmente con el nombre de Felah, fue
secuestrada por el Frente Polisario mientras visitaba a su familia biológica en
Tinduf.
Felah sufrió la misma suerte que Mahjdjouba Mohamed
Handif, alias Mayuba, por entonces de 23 años y Darya Embarek Selma, de 25 años,
ambas en 2014 y Maloma Morales de Matos, de 25 años, en diciembre de 2015.
Estas son algunas, no todas las mujeres españolas
retenidas contra su voluntad en los campamentos de la vergüenza en Tinduf,
donde destruyen su documentación española, las fuerzan a casarse con hombres de
los campamentos y les impiden todo contacto con las familias y afectos que
dejaron en España.
¿Cómo llegaron a esa situación estas jóvenes?
Todas tiene un origen común. Fueron parte del programa
Vacaciones en Paz. Una maniobra propagandística que el Frente Polisario implementa
todos los veranos enviando a la Península a niños saharauis de entre 8 y 10
años donde son recibidos por familias españolas de acogida, en teoría para
evitarles los rigores del verano.
Las familias de acogida son elegidas por los
responsables locales del Frente Polisario en España sin otra consideración que
su participación en actividades de apoyo al grupo separatista. Esto da pie para
que no todas las familias de acogida seleccionadas tengan las condiciones
psicológicas y morales adecuadas para hacerse cargo de un niño que no conoce el
idioma español, que tiene otra religión y otras costumbres muy distintas de las
españolas. Por lo tanto, los abusos suelen ser frecuentes, aunque el Frente
Polisario intenta ocultarlos.
Por otra, parte el postularse como familias de acogida
permite a muchas parejas (en muchos casos homoparentales) obtener la adopción
de un niño saharaui sin demasiados trámites. Es suficiente, que se presenten a
un juzgado español y manifiesten que la vida del niño corre peligro, por
motivos de salud, si retorna a su hogar en Tinduf. La justicia española rápidamente,
con la intención de preservar la salud y bienestar del niño, les otorga la
tenencia provisoria para que este sea sometido a tratamiento.
Son conocidas las pésimas condiciones sanitarias que
imperan en esos campamentos, sin cloacas, agua corriente o recolección de
residuos. Los suelos están contaminados, el agua que consumen no es potables,
muchas enfermedades son endémicas y la alimentación sumamente deficiente. Por
lo que, los niños que llegan a España suelen estar desnutridos, padecen parasitosis,
requieren atención odontológica, oftalmológica y médica de diverso tipo.
Por lo tanto, es sencillo aducir problemas médicos y
riesgo de vida para retener a los niños en España.
Así, el niño o niña saharaui sufre una primera
apropiación y cambio de identidad. La familia de acogida además de someter al
niño a tratamiento médico, lo envía a la escuela, lo obliga a hablar en español,
a abandonar su religión, costumbres y a olvidar sus tradiciones y quién es en
realidad.
Con el tiempo los padres de acogida transforman la
tenencia de guarda en una auténtica adopción y tramitan la ciudadanía española,
que el país generosamente les otorga. Han dejado de ser saharauis apátridas
para convertirse en ciudadanos españoles.
Pero, estos niños nunca olvidan totalmente sus raíces
saharauis y a sus familias biológicas y buscan contactar con ellas. En esta
forma se convierten en víctimas de una segunda apropiación.
Agentes del Frente Polisario obligan a las familias
biológicas a tomar contacto con el niño, que a esas alturas suele ser un
español más, que ha olvidado en parte su idioma y en muchos casos hasta ha
formado su propia familia en la Península. Las niñas son las víctimas más
frecuentes porque quieren restablecer sus vínculos con sus madres, tías y
hermanas.
Es así como con engaños son atraídas para una “visita”
a sus familias biológicas. Solo que la visita inmediatamente se transforma en
un secuestro, sus documentos españoles son destruidos por orden del Frente
Polisario y todo contacto con el exterior les queda vedado.
En el entorno familiar tampoco suele irles muy bien.
Sus familias biológicas rechazan a la persona en que se han convertido
olvidando su idioma, religión y costumbre. Censuran su vida en España como
pecaminosa. Inmediatamente, le buscan un marido y la casan a la fuerza (aún en
los casos en que tienen esposos españoles) tratando de que tengan hijos lo más
pronto posible. Aunque siempre tendrán una posición relegada en la familia.
Algunas logran hacer trascender su situación y en
algún caso se ha logrado el retorno de la infortunada española secuestrada. No
obstante, muchos casos permanecen en el anonimato porque las familias españolas
no denuncian el hecho por temor a represalias contra la niña retenida.
Estos hechos son tan conocidos que la escritora
española Reyes Monforte lo ha retratado en su novela “Besos de Arena”.
¿Por qué las familias saharauis corren el riesgo de
enviar a sus niños a las Vacaciones en Paz en España?
Las familias saharauis saben muy bien los riesgos que
corren al permitir que sus niños tomen parte en el programa Vacaciones en Paz,
pero no suelen tener alternativa. Si se niegan le reducen la cuota de alimentos
que el Frente Polisario entrega a cada familia de los campamentos para su
subsistencia. También penalizan a las familias que se niegan con toda suerte de
presiones y sanciones, además de las amenazas físicas de encarcelarlos por
cualquier motivo.
Es por lo que, las familias saharauis, con el corazón
desgarrado, deben enviar a sus hijos a España y orar para regresen al término
del intercambio.
El caso de Felah
Al cumplir sus dieciocho años y adquirir la mayoría de
edad, Felah decidió visitar a su familia biológica en Tinduf con quien mantenía
contacto telefónico. Su familia española estuvo de acuerdo y le proporcionó los
medios para hacerlo. Es así como la niña marcho a Tinduf, no tuvo
inconvenientes ni con las autoridades argelinas ni con el Polisario, el
objetivo era retenerla.
Una vez en los campamentos, su familia, por orden de
los funcionarios del Frente Polisario, destruyó su documentación española y le
prohibieron todo contacto con el exterior como hemos descripto suelen hacer en
los casos de retención contra su voluntad de las jóvenes españolas.
En su desesperación, Felah entró en contacto con los
dueños de la empresa de repartos de comida Butincon, que provee a los
campamentos de alimentos, Louali Salem Ould y Hamada Ould Essaleh pidiéndoles
que se comuniquen con su familia española y la ayuden a salir de Tinduf.
Hamada retornó a Málaga donde reside y desde allí se
puso en contacto con la familia española de Felah. Rápidamente, acordaron que
la familia pagaría la documentación argelina que permite a un saharaui salir de
Tinduf y desplazarse por Argelia. En realidad, se trata de una “coima o
mordida de 2.500 euros” para que la Policía Militar argelina mire para otro
lado y otorgue el permiso.
Aprovechando la realización de una boda, subieron a
Felah a un vehículo de Buticon y la sacaron de Tinduf llevándola a la ciudad
argelina de Orán. Allí permanece oculta en un piso franco, no en el Consulado
español, a la espera de la llegada de un abogado español que se haga cargo de
tramitar su salida de Argelia. El único inconveniente formal que existe es que Felah
tiene 18 años y en Argelia la mayoría de edad es a los 19 años.
Mientras que Hamada ha sufrido amenazas de matar a su
familia en Tinduf, de parte del Frente Polisario, por su participación en la
fuga de Felah.
Lo cierto es que realmente, el caso está en manos de
la diplomacia española que debe negociar con su homóloga argelina el retorno de
Felah a su patria de acogida.
Por último, debemos reiterar nuevamente la necesidad
de poner fin a esa práctica de las Vacaciones en Paz, que tras una pantalla de “operación
humanitaria” esconde una manipulación de miles de niños con fines
propagandísticos por parte de los separatistas del Frente Polisario, juega con
los sentimientos humanitarios de los padres de acogida, somete a las familias
biológicas al riesgo de perder a sus niños y genera tragedias individuales con
las que viven Felah, Mayuba o Darya.
Por favor, basta de Vacaciones en Paz que en realidad
son Vacaciones al horror.
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