El próximo domingo 13 de agosto, 35 millones de argentinos concurrirán a los comicios para votar por alguno de los 93 partidos habilitados eligiendo entre los 6.450 candidatos inscriptos a aquellos que competirán por la presidencia, vicepresidencia y 197 cargos en el Congreso Nacional y el Parlasur.
Los números de los comicios
El próximo domingo, en Argentina, 35.912.841 electores
totales (18.525.116 son mujeres, 17.686.646 hombres, 1.076 de declararon
binarios y 1.166.822 son menores de 18 años), los residentes en el exterior son 448.896 y 69.520
electores están privados de libertad.
Los votantes concurrirán a 17.389 establecimientos
educativos donde entre las 08.00 y las 18.00 hs. Funcionarán 105.243 mesas
electorales donde podrán emitir su voto para las Primarias Abiertas Simultáneas
Obligatorias donde se definirán los candidatos que, una vez obtenido al menos el
1,5% de los votos emitidos, podrán competir el 22 de octubre por los cargos
electivos en las elecciones generales nacionales.
Para la presidencia se han oficializado 27 fórmulas
presidenciales pertenecientes a 15 frentes electorales y partidos políticos, en
7 de ellos habrá más de una lista para definir quién será el nuevo ocupante de
la Casa Rosada.
Para subsidiar la impresión de boletas, del casi centenar de
fuerzas políticas y alianzas que se presentan a cargos nacionales, el
Ministerio del Interior desembolsará $8.065 millones de pesos (unos 13
millones de euros). Ese monto les permitirá a las agrupaciones solventar el
costo de una boleta por elector en cada distrito y nivel nacional para
presidente, vice y parlamentarios del Mercosur distrito único. La estimación
que manejan en la Dirección Nacional Electoral es que se podrán imprimir 2.764
millones de boletas partidarias en papel.
A este aporte público para impresión de boletas, se suma el aporte
extraordinario de campaña que también da el Estado a todas los partidos y
frentes oficializados en el mes previo a los comicios, y que
totaliza $1.715 millones (2.779.578 euros) para estas PASO. Toda una
maquinaria de recursos al servicio del proceso electoral.
Para fiscalizar los comicios, los partidos y alianzas políticas deberán
reclutar un ejército de 125.000 fiscales para asegurar que en los cuartos
oscuros haya siempre boletas de su sector y controlar el recuento de votos. Los
fiscales partidarios cobrarán entre 15.000 y 25.000 pesos (entre 25 y 40 euros)
por una larga jornada de trabajo. Además, los partidos deben instrumentar una
aceitada logística para proveer de boletas adicionales, alimentos y bebidas a
sus fiscales, así como de eventuales relevos para que estos puedan descansar o ir
al baño.
El ánimo electoral
Las elecciones de 2023 se caracterizan por el desaliento y frustración
del electorado frente a la crisis económica y la carecía de propuestas serias
para cambiar el estado de cosas por parte de la clase política. Este desaliento
se manifiesta especialmente entre los menores de treinta años que sufren la
falta de oportunidades para un futuro mejor. Los jóvenes ven que aún un trabajo
formal en muchas ocasiones no garantiza ingresos que superen la línea de la pobreza,
que tienen cerrado el acceso a una vivienda propia y que al final de sus vidas les
aguardan pensiones de miseria insuficientes para sobrevivir. Frente a este
deprimente destino parece que la única alternativa es la emigración camino que
siguen los más audaces y mejor capacitados obligados a hacer su vida en otros
países.
Es así como frente a los consulados extranjeros (especialmente de España
e Italia) se forman largas filas de aquellos que aspiran a obtener una
ciudadanía comunitaria que les permita emigrar con cierta tranquilidad. Otros primero
se van y luego ven como hacen para regularizar su situación migratoria.
Al mismo tiempo, muchas familias viven con desgarramiento la emigración
de la generación más joven en búsqueda de un futuro mejor y culpan también a la
clase dirigentes por la partida de sus hijos y nietos.
En el plano electoral esa frustración se manifiesta en un bajo nivel de
participación, el ausentismo en los comicios, que ha crecido constantemente en
la última década, alcanza al 40% del padrón electoral pese a que el voto es
obligatorio entre los 18 y 70 años y optativo entre 16 y 18 y por encima de los
70 años. En la práctica el incumplimiento de las obligaciones electorales,
tanto de votar como de ser autoridad de mesa electoral, no acarrea al infractor
consecuencia alguna.
El día de la votación, el clima juega también un rol clave. Una lluvia
intensa (que enlode los caminos rurales y las calles de tierra de los
asentamientos más carenciados de la provincia de Buenos Aires o una ola de frío
polar disminuirá sensiblemente la concurrencia a los locales de votación.
Para contrarrestar el ausentismo los grandes partidos políticos (Unión
por la Patria y Juntos por el Cambio) apelan a un verdadero ejército de remises
y autos particulares para trasladar gratuitamente a los votantes desde sus
domicilios a los comicios y luego regresarlos después de haber votado.
El desinterés del electorado también se manifiesta en el gran número de
votos en blanco o anulados y en un apoyo inusual a candidatos antisistema que
prometen instrumentar cambios radicales para sacar al país de la senda del
fracaso, un camino que Argentina ha estado transitando insistentemente, al
menos durante los últimos veinticinco años.
El evidente desinterés del electoral por concurrir a votar ha llevado a
la mayoría de los candidatos a destinar algunos de sus spot de campaña a
solicitar al votante que concurra al cuarto oscuro para afianzar la democracia.
Las encuestas en la mira
Otra característica sobresaliente de la actual convocatoria electoral es
la escasa confianza que existe en las encuestas de preferencia de voto.
Esta desconfianza en los sondeos de opinión surge de una compleja
combinación de factores.
En primer término, en estas elecciones se han multiplicado el número de
firmas encuestadoras sumándose incluso los departamentos especializados de
diversas universidades públicas y privadas. Sin embargo, en Argentina no
existen regulaciones legales que velen por la veracidad y profesionalismo de
los encuestadores. Tampoco hay un consejo profesional que regule el desempeño
ético de quienes desarrollan esta actividad.
Esto hace que sea difícil para el elector evaluar la idoneidad y rigor
metodológico de las encuestadoras más nuevas, porque carece de elementos para
determinar cuan acertadas han estado las mediciones de esa empresa en comicios
anteriores o carece de elementos para determinar su orientación ideológica o su
dependencia económica o política de un determinado partido o candidato. En
general, los sondeos de las nuevas encuestadoras son poco confiables.
En cuanto a las encuestadoras tradicionales, que suelen llevar décadas
midiendo opiniones políticas, tampoco proporcionan estimaciones confiables
debido a sus gruesos errores del pasado o porque se sabe con certeza que han
sido contratadas por ciertos partidos.
Por último, en estos comicios el disgusto del electorado también se
proyecta hacia las encuestas afectando su eficacia.
El grueso de los votantes considera a las encuestas como manipuladas, se
niegan a contestar o manifiestan no haber decidido su voto aún. Según algunas
estimaciones el 30% de los votantes deciden su voto a último momento, unas
horas antes o incluso mientras forma fila esperando para emitir su sufragio.
Esto no impide que se multipliquen las encuestas que, literalmente,
bombardean al votante tanto desde los medios periodísticos tradicionales (prensa,
radio y televisión) como desde las redes sociales.
Estimaciones
Según reflejan las encuestas, el gobierno kirchnerista se encamina a
perder las elecciones, tanto PASO como generales nacionales.
La fórmula de Unión por la Patria (UP), encabezada por el ministro de
Economía, Sergio Massa y el jefe del gabinete de Ministros, Agustín Rossi, se
situaría entre los 20 y 25 puntos porcentuales muy lejos del 32% alcanzado en
las elecciones legislativas de 2021. Quizá por eso Cristina Kirchner evita
acompañar a sus candidatos durante la campaña electoral e incluso asistir a sus
actos. También el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof,
que se postula para un nuevo mandato, ha eludido lo más posible aparecer en
público junto a Sergio Massa.
El ganador de las PASO sería Juntos por el Cambio (JxC), la alianza
formada por el macrista partido PRO, la Unión Cívica Radical, la Coalición
Cívica, el Peronismo Republicano y varios partidos liberales, con una
estimación de voto cercana al 34%.
Dentro de JxC, la lista más votada sería la que lleva como candidata
presidencial a Patricia Bullrich que superaría por cerca de un 4% (es decir, un
estimado mayor al margen de erros usualmente aceptable) a su rival partidario,
el jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta.
Bullrich, quien en su juventud militó en las filas del grupo guerrillero
peronista Montoneros y debió exiliarse en Francia por varios años, pertenece a
una familia tradicional de Argentina y no se le conoce otra actividad laboral,
empresarial o profesional que la de dirigente política. Diputada nacional por
la ciudad de Buenos Aires en dos periodos (2007 – 2011 y 2011 – 2015), y
ministro de los presidentes Fernando de la Rúa y Mauricio Macri, mantiene un
fuerte enfrentamiento con los sindicalistas de la CGT, que la bautizaron con el
apodo de “La Piba”.
En el marco partidario, Patricia Bullrich es una fuerte aliada interna
de Mauricio Macri quien ha impulsado su carrera política convirtiéndola en
presidente del PRO y alentándola a confrontar duramente con el kirchnerismo
desde el inicio del gobierno de Alberto Fernández.
Desde hace más de veinte años, Patricia Bullrich está vinculada a la
Internacional Liberal. Su propuesta de gobierno consiste en reducir el déficit fiscal,
mediante la reforma (reducción del tamaño) del Estado, racionalización del
gasto social, reforma de la legislación laboral, reducción de impuestos y
levantamiento inmediato de la prohibición de comprar dólares por parte de los
ciudadanos (cepo cambiario).
Respondiendo a la demanda social de mayor seguridad, Bullrich promete
terminar con los piquetes y protestas de los movimientos sociales y aplicar
mano dura con los delincuentes.
En tercer término, en las encuestas, se situaría el candidato de La
Libertad Avanza, el economista liberal Javier Milei. Se trata de un outsider de
la política, que se inició en la política partidaria en las elecciones
legislativas de 2021 compitiendo por una banca de legislador nacional que
obtuvo con facilidad. En estos comicios, las encuestas señalan que Milei
obtendrá aproximadamente el 20% de los votos emitidos. Si esta estimación se
cumple La Libertad Avanza se convertirá en la tercera fuerza parlamentaria.
Además, podrá conformar un bloque de diputados suficientemente grande como para
que sus integrantes puedan aspirar conducir comisiones en la Cámara de
Diputados y obstaculizar cualquier proyecto de ley que considere contrario a
sus postulados políticos e ideológicos.
El resto de los candidatos no obtiene ni el 5% de los votos emitidos y
solo dos o tres superarán el 1,5% de los votos emitidos (sin considerar en el cómputo
a los votos en blanco) que marca la ley para poder participar en octubre.
De todas formas, hay que considerar que nunca los números de las PASO se
repiten en las elecciones generales. En parte, porque algunos electores que no
concurren a las elecciones primarias, sí lo hacen a los comicios generales.
Otros votantes modifican su voto en función de los resultados en las PASO,
tratando de aprovechar lo mejor posible “el voto útil”. También están quienes
modifican su voto simplemente porque cambian de idea o son incentivados (con intimidación
o dinero) para hacerlo.
Por último, debe considerarse que ocurrirá con la economía argentina
cuando se conozcan los resultados de las PASO. Un marcado deterioro, a último
momento, de la situación socioeconómica tendrá su correlato en la modificación
del voto en octubre.
Por ese motivo, algunos observadores, temen que los resultados de las
PASO conviertan en demasiado largo el periodo que va desde las primarias del 13
de agosto a las generales del 22 de octubre.
Es decir, las PASO serán un instrumento útil a la hora de reducir el
número de postulantes a ocupar el “sillón de Rivadavia” (de los actuales
27 a 4 o 5) pero necesariamente será la gran encuesta nacional que fue hasta
2019.
Habrá que votar, ver los resultados de las PASO y los efectos que
producen en el gobierno y en la sociedad argentina para comenzar nuevamente las
especulaciones electorales sobre una nueva base.
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