Juan Manuel Abal Medina fue un protagonista de primera fila en los
sangrientos sucesos de la década de 1970, como secretario general del
Movimiento Nacional Peronista, ahora nos brinda sus “memorias políticas” de
aquello tiempos turbulentos.
Contenido:
Juan Manuel Abal Medina integra el muy reducido
grupo de los protagonistas sobrevivientes del “setentismo”, junto a
Julio Bárbaro, Nilda Garré, Mario Eduardo Firmenich, Fernando Vaca Narvaja y
Roberto Cirilo Perdía, entre otros.
En ese entonces eran jóvenes de entre veinte y
treinta años en los setenta, por lo cual hoy están llegando a los ochenta años.
Una buena edad para reflexionar sobre los errores y aciertos de la juventud. Es
también el momento propicio para dejar a la posteridad sus memorias y recuerdos
sobre los hechos vividos y en los que se desempeñó algún papel de importancia. Esos
testimonios serían útiles al estudio de historia de la patria que así lo hagan.
Aunque se define peronista, Juan Manuel Abal Medina
nunca dejó de ser un nacionalista católico ni se apartó de sus amigos del
nacionalismo, entre los que figuran: Marcelo Sánchez Sorondo, Enrique Graci
Susini, Hugo Anzorreguy, Julio Mera Figueroa, Horacio Maldonado, Luis Alberto
Murray y otros más. Contrariamente a lo que muchos piensan y algunos incluso
han escrito, nunca perteneció a la Tendencia Revolucionaria ni a ninguna otra
agrupación interna del peronismo, mucho menos al grupo terrorista Montoneros,
cofundado por su hermano Fernando.
Por el contrario, mantuvo siempre buenas relaciones
con el sindicalismo vandorista de los años setenta.
En el libro -y seguramente como católico, en
privado- no aprobó el secuestro y asesinato de Aramburu. Solo a modo de pobre
justificación relata que, en su última reunión, antes de caer abatido por las
balas policiales, su hermano Fernando, a modo de arrepentimiento le dijo: “Matar
es terrible… es tremendo, o al revés: Es tremendo, es terrible…” (P. 59)
Veamos algunos aspectos de su vida.
El autor
Abal Medina nació en una familia acomodada de clase
media y orientación católica conservadora. Sus padres tuvieron seis hijos:
Antonio, Mario, Juan Manuel, Fernando, Pablo y María. Curso los estudios secundarios en el Colegio
Nacional de Buenos Aires, allí se vinculó con las corrientes nacionalistas católicas
muy de moda entre la juventud de aquellos años. Más tarde completó sus estudios
universitarios en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires
donde se graduó de abogado.
Según su propio testimonio, desde sus primeros años
como estudiante secundario comenzó a frecuentar, junto a su hermano Fernando, a
intelectuales nacionalistas como: el padre Leonardo Castellani, los
historiadores José María Rosa y Ernesto Palacio, Leopoldo Marechal y activistas
como Arturo Jauretche y Alicia Eguren la esposa del delegado de Perón, John
William Cooke.
Poco después ingreso a la Guardia Restauradora
Nacionalista que respondía a la orientación del sacerdote Julio Meinville.
En 1966, se incorporó al equipo editorial de Azul
y Blanco, una revista semanal que expresaba el pensamiento nacional,
publicación intensamente leída en los cuarteles, que dirigía Marcelo Sánchez
Sorondo, con Ricardo Curutchet como secretario de redacción. La publicación
tenía como sede el estudio de Sánchez Sorondo, en la calle Charcas 684, frente
a la plaza San Martín.
El 1966, Abal se convierte en secretario de redacción
de Azul y Blanco y contrajo matrimonio con Cristina Moldes, con la que tuvo
cuatro hijos.
Su hermano menor, Fernando, también trabajó en el
periódico. En diciembre 1968, ambos hermanos participaron, junto a Marcelo
Sánchez Sorondo, en la creación del Círculo del Plata. Un grupo de amigos que empezó a reunirse para
reflexionar, en la calle Bolívar 887 del barrio porteño de San Telmo.
Fernando Abal Medina, por influencia del
exseminarista Juan García Elorrio, Alicia Eguren y John W. Cook viajó, en 1967,
a Cuba junto a Norma Arrostito y Emilio Maza para recibir entrenamiento
guerrillero. A su regreso fundaron, en 1970, la organización terrorista
Montoneros. Fernando Abal Medina, pronto fue su primer líder, participando el
29 de mayo de 1970, del “Comando Juan José Valle” que secuestró y asesino al
expresidente de facto, general Pedro Eugenio Aramburu. Se creé que fue Fernando
Abal medina quien ultimó al militar en un sótano de la estancia “La Celma”,
en la localidad de Timote. El 7 de septiembre de ese año resultó muerto, junto
a Carlos Gustavo Ramus, en un enfrentamiento con una brigada policial en una
pizzería de la localidad de William Morris, provincia de Buenos Aires.
Después de la muerte de su hermano Fernando, Juan
Manuel comenzó a frecuentar círculos peronistas sin abandonar nunca sus ideas
nacionalistas. Así se relacionó con Antonio Cafiero, Lorenzo Miguel, José
Ignacio Rucci y otros.
En 20 de enero de 1972, se entrevistó por primera
vez con Juan D. Perón en su quinta de “17 de octubre”, en el madrileño
barrio de Puerta de Hierro. Sería el primero de muchos viajes.
En agosto de 1971, Lanusse había anunciado los
preparativos de las inminentes elecciones, y pese a su intención original de
que los peronistas fueran excluidos, permitió a los tribunales legalizar al
peronismo el 26 de enero de 1972.
Perón nombró a Abal Medina secretario general del Movimiento
Nacional Peronista, el 25 de junio de 1972, aun sabiendo los lazos que unían al
joven abogado con los militares y la derecha nacionalista. Perón entendía que
el nombramiento de un hermano del fallecido Fernando Abal Medina sería un claro
mensaje de apoyo a lo actuado por Montoneros y una amenaza de radicalización
hacia los militares. Pronto descubrió que Abal Medina, con sus contactos
militares, también era un elemento útil para su estrategia de volver al poder.
Abal Medina cumplió un papel central en el retorno
de Juan D. Perón el 17 de noviembre de 1972. También
fue el encargado de comunicar a los distintos sectores del Movimiento Peronista
que Perón había designado la fórmula Héctor J. Cámpora – Vicente Solano Lima
para representar al Frente Justicialista de Liberación Nacional (FREJULI) para
competir en las elecciones de marzo de 1973.
Dirigió el proceso de selección de los más de 3.500
candidatos del FREJULI para gobernadores, legisladores nacionales y
provinciales, intendentes y concejales en el interior del país. Los candidatos
en la provincia de Buenos Aires y en la entonces Capital Federal, fue
responsabilidad de Héctor J. Cámpora y Alejandro Díaz Bialet. Fueron los
primeros comicios que se llevaban a cabo, en la Argentina, desde 1965.
Abal Medina apoyó la decisión de Perón de designar
a su esposa María Estela Martínez Carta como compañera de fórmula en las
elecciones de septiembre de 1973, tras la renuncia de Cámpora.
Perón murió en julio de 1974 y su esposa asumió la
presidencia; durante su mandato se deterioró la situación económica con una
ascendente inflación en tanto se sucedían actos de violencia por parte de las
organizaciones terroristas, PRT-ERP, Montoneros y la Alianza Anticomunista
Argentina (Triple A). Finalmente, la situación hizo eclosión con el golpe de
Estado, del 24 de marzo de 1976, que dio paso al Proceso de Reorganización
Nacional.
La mayoría de los legisladores y otras figuras
políticas tenían conocimiento de la inevitabilidad del golpe y algunos de ellos
adoptaron previsiones para no ser detenidos. El caso más célebre en este
sentido fue la fuga del secretario general de la CGT, el sindicalista textil Casildo
Herrera, quien se exilió en Uruguay. Desde allí, respondió a un periodista que
le preguntó por la situación en Argentina con una frase lapidaria: “Ah, no
se. Yo me borré”.
Abal Medina trabajó en su profesión de abogado en
el Estudio Ramos Mejía hasta el 23 de marzo y a partir del golpe permaneció
refugiado durante un mes en distintos domicilios hasta que, acompañado por su
hermano Pablo y por su pareja, Nilda Garré, pidió asilo en la Embajada de
México en Argentina, donde permaneció hasta que se le permitió salir del país, en
1982, durante el conflicto de Malvinas. Compartió el asilo en la embajada de
México con Héctor J. Cámpora, a quien se le permitió viajar a México, en
1980, donde murió poco después.
La liberación de Cámpora fue producto de una suerte
de intercambio de refugiados. México permitió la salida de un grupo de
militares argentinos refugiados en la embajada argentina en ciudad de México.
Por decisión del comandante en jefe del Ejército,
general Leopoldo Fortunato Galtieri, un comando especial de militares
argentinos acompañados del terrorista montonero arrepentido Edgar Tulio “Tucho”
Valenzuela, viajaron a México, el 16 de enero de 1978, con el propósito de
irrumpir en una reunión de la cúpula de Montoneros y eliminar a los miembros de
la conducción nacional de la organización terrorista.
Sin embargo, Tucho Valenzuela alertó a los
dirigentes montoneros del peligro que corrían quienes a su vez alertaron a las
autoridades mexicanas. Los improvisados asesinos debieron refugiarse en la
embajada argentina.
Ambos gobiernos acordaron intercambiar refugiados:
Cámpora, por ese entonces gravemente enfermo de cáncer, por los miembros del
comando militar retenidos en México.
Abal Medina también se radicó en México. Según
Wikipedia, una fuente no muy confiable, especialmente porque encontré algunos
errores en su reseña biográfica, distanciado de Nilda Garré, “tuvo un puesto
menor en la Secretaría de Tráfico y Transporte, y serviría como agente
del CISEN (Inteligencia del Estado Mexicano), entre 1988 y 1994,
dirigido por el secretario de Gobernación, el capitán Fernando Gutiérrez
Barrios. Está cercano al Partido Revolucionario Institucional (PRI)”.
También mantendría una estrecha amistad con
Cuauhtémoc Lázaro Cárdenas Solórzano, exjefe de gobierno del Distrito Federal y
exgobernador de Michoacán y fundador del Partido de la Revolución Democrática
(PDR) y se habría entrevistado en varias ocasiones con Fidel Castro.
Estableció un exitoso bufete de abogados en
México, que más tarde abrió oficinas en España y Argentina. El director
general de Telmex, el multimillonario, Carlos Slim, contrató a Abal Medina como
lobista para sus crecientes intereses en la Argentina, y en 2007, fue invitado
por el presidente argentino saliente Néstor Kirchner para unirse al
Gabinete de su esposa y sucesora, Cristina Fernández. Juan Manuel adujo el empeoramiento
de sus problemas respiratorios y rechazó el ofrecimiento; sin embargo, suele visitar
a menudo Argentina.
Su hijo mayor, Juan Manuel desempeñó cargos en
ambas gestiones del matrimonio Kirchner como jefe del Gabinete de ministros de
la Nación hasta enero de 2014. Luego asumió como senador por el Frente de la
Victoria. Distanciado de Cristina Kirchner se sumó a las filas de Florencio
Randazzo, en 2021 y, en diciembre de 2022, se incorporó al gobierno de Alberto
Fernández.
El libro
El texto incluye un total de 398 páginas
distribuido en tres prólogos (de Hernán Brienza, Elena Castiñeira de Dios y del
autor, respectivamente), 29 capítulos y 7 anexos, con numerosas ilustraciones.
Las imágenes reproducen fotografías de personas, publicaciones o documentos.
Son de baja calidad de impresión. No hay bibliografía y tan solo alguna que
otra cita bibliográfica.
El relato, tras una breve introducción sobre la
familia Abal Medina y los orígenes de la militancia política del autor y de su
hermano Fernando, es una memoria política de los sucesos ocurridos entre el
secuestro y asesinato del general Pedro E. Aramburu (29 de mayo de 1970) y la
muerte del general Juan D. Perón (1º de julio de 1974).
Por lo tanto, no trata ningún hecho posterior, como
su prolongado asilo político en la embajada de México en Buenos Aires (1976 –
1982). O su autoexilio en México.
No encontré en el relato ninguna información nueva.
La mayoría de los hechos relatados están consignados en los trabajos publicados
por otros autores, en especial, en los libros de Juan Bautista “Tata”
Yofre.
Al final de su vida y aquejado por una seria
dolencia, Abal Medina nos cuenta sobre su relación personal con Juan D. Perón.
Su relato incluye muchas conversaciones personales e íntimas con Perón y otros
dirigentes de la época: Antonio Cafiero, Marcelo Sánchez Sorondo, Jorge
Antonio, el “Gallego” Alejandro Álvarez, Rodolfo Galimberti, los
sacerdotes Leonardo Castelani, Julio Meinville, Hernán Benítez y Carlos Mujica,
los sindicalistas José I. Rucci y Lorenzo Miguel, el expresidente Héctor J.
Cámpora, sus hijos y su hombre de confianza: Esteban Righi, entre otros.
Lamentablemente, todos estos personajes han
fallecido y solo tenemos la versión Abal Medina sobre esas conversaciones.
Entre los pocos datos que yo desconocía y que
consigna Abal Medina figuran los siguientes:
-
En 1972, Juan
Manuel Abal Medina contaba con informantes entre los generales de Lanusse que
le permitieron a Perón saber que pensaba y que medidas se disponía a adoptar el
presidente de facto, general Lanusse. En esta forma, por ejemplo, Perón se
enteró del viaje a Madrid del coronel Francisco Cornicelli para intentar
negociar con él, quince días antes de que se comunicara su delegado personal de
entonces Daniel Paladino.
-
Abal Medina
brinda una versión menos idílica de la que suelen presentar otros autores de
las relaciones entre Perón y el líder radical Ricardo Balbín. Perón, en
privado, reprochaba a Balbín que no condenara la violencia ejercida contra el
peronismo, en especial, las bombas del 15 de abril de 1953 en Plaza de Mayo que
mataron a siete manifestantes peronistas (hecho que suele atribuirse a un grupo
de jóvenes estudiante universitarios radicales entre los cuales se habrían
encontrado Arturo Mathov, Roque Carranza, Carlos Alberto González Dogliotti,
los hermanos Alberto y Ernesto Lanusse, con el apoyo del capitán Eduardo
Thölke, quien habría suministrado los explosivos) y el bombardeo de Plaza de
Mayo, por parte de aviones de la Aeronáutica y de la Aviación Naval que dejó un
saldo de cerca de cuatrocientos muertos.
Además, Perón desconfiaba
de los acuerdos y conversaciones secretar entre Ricardo Balbín, el ministro del
Interior, el radical Arturo Mor Roig y el general Alejandro A. Lanusse,
sospechaba, con razón, de que estaban destinados a crear un armado legal que
impidiera el triunfo del peronismo en las elecciones de 1973.
-
Perón sentía una
debilidad especial por Rodolfo Galimberti y trato de evitar su radicalización e
intentó apartarlo de los Montoneros. No obstante, pudo más la vocación de
Galimberti por la acción directa y su pasión por las armas.
- En la página 101, Abal Medina coloca en boca de
Perón el siguiente análisis sobre el papel que jugaron los Montoneros con el
asesinato de Aramburu: “Con un gesto, sacó de la conversación esos temas y
comenzó un resumen excelente de lo sucedido en la Argentina desde el golpe de 1966
en adelante. Señaló al Cordobazo como un momento crítico para el peronismo,
porque por primera vez la protesta popular se daba al margen del movimiento y
sin una participación masiva de dirigentes y militantes propios.
“Según su
información, que era coincidente con la que yo contaba, lo mismo podía decirse
de las derivaciones en otras provincias. Es decir, para principios de 1970 el
peronismo había quedado en una posición difícil, con el protagonismo opositor
en otras manos y con las filas propias, especialmente las sindicales, divididas
y desorganizadas. Lo único positivo de ese momento que señaló el General era la
participación de sus delegados -primero Gerónimo Remorino y luego Jorge
Paladino- en pie de igualdad en las conversaciones previas de lo que luego
sería La Hora del Pueblo y su agrupación una vez creada.
“Esta situación
fue modificada de manera abrupta, según su opinión, por los hechos de 1970 y
centralmente por el ajusticiamiento de Aramburu. Al tocar el punto, reiteró la
absoluta falsedad de las versiones que circularon y continuaban circulando
respecto a supuestas negociaciones suyas con Aramburu.”
-
En distintos
momentos del libro, Abal Medina menciona que Perón trató por diversos medios y
a través de la intervención de varios personajes, de disuadir a los jóvenes de
la Tendencia Revolucionaria de dejar la lucha armada para integrarse al Partido
Justicialista y a una militancia pacífica y tradicional. También trato de poner
fin a los ataques que este sector llevaba a cabo contra le sindicalismo
peronista (a quienes tildaban de “burocracia sindical”). Pero todos sus
esfuerzos resultaron infructuosos.
De todas formas,
Perón evitó el choque frontal con la Tendencia Revolucionaria hasta después de
las elecciones de septiembre de 1973. Dos días más tarde, tras el asesinato de
José I. Rucci, Perón cambio de aptitud con respecto a la “juventud
maravillosa”.
-
Abal Medina
también refiere que Perón conocía que la izquierda no peronista iba a forzar la
liberación de los presos políticos en el penal de Devoto, el mismo día de la
asunción del presidente Héctor J. Cámpora, pero no le advirtió a su antiguo
delegado personal ni ordenó que se adoptaran medidas de seguridad adicionales
para impedirlo.
Solo dio
instrucciones terminantes a Abal Medina de evitar por todos los medios que los
grupos terroristas de izquierda (en especial el PRT-ERP que había anticipado su
intención de continuar sus actividades guerrilleras bajo la consigna “el 25
en la calle, el 26 en la trinchera”) se quedara con el redito político de
haber liberado por la fuerza a los presos políticos. De allí la presencia de
Juan Manuel Abal Medina, acompañado del diputado Julio Mera Figueroa, en el
penal de Devoto, durante la noche del 25 de mayo de 1973, firmando la
liberación de los presos políticos (páginas 282 y 284)
-
Lo mismo ocurrió
con la toma de edificios públicos después de la asunción de Cámpora. Perón
sabía que ocurriría, pero no advirtió a Cámpora ni adoptó ninguna medida para
impedirlo.
Aunque no lo
menciona, porque el autor en el libro no habla mal de ninguna persona, con
excepción de José López Rega, su relación personal y su opinión de Héctor J.
Cámpora y de su entorno no parecen ser muy buenas. Resulta un hecho peculiar,
en especial por que compartieron cuatro años de encierro forzado en la embajada
México, entre 1976 y 1980, en que el expresidente fue liberado.
-
Como información
menor y singular, Abal Medina relata que Norma Arrostito resultó herida de bala
en las piernas durante los enfrentamientos armados entre facciones peronistas
al regreso del general Perón, el 20 de junio de 1973.Trasladada al hospital de
Ezeiza, Abal Medina la rescató y la hizo atender por médico amigo en una
clínica privada para su seguridad.
-
Por último, Abal
Medida niega dos hechos que figuran en varios libros. El primero es haber
sufrido algún tipo de atentado o accidente entre 1972 y 1974 como se consigna,
por ejemplo, en Wikipedia.
Otra cuestión
que niega es haber intervenido o propiciado la candidatura a senador de Marcelo
Sánchez Sorondo. Atribuye esa decisión exclusivamente a Héctor J. Cámpora y a
su pariente y “armador” de las listas de candidatos del FREJULI en la Capital
Federal y la provincia de Buenos Aires, Alejandro Díaz Bialet.
Recordemos que
el segundo candidato a senador por la Capital Federal era el nacionalista
conservador Marcelo Sánchez Sorondo, quien resultó finalmente derrotado en
segunda vuelta por un joven y desconocido candidato radical: Fernando de la
Rúa. Según algunas versiones, en esa ocasión, la Tendencia Revolucionaria
ordenó a sus militantes votar por de la Rúa.
Evaluación Final
El libro es de fácil
y agradable lectura. No sobran palabras ni adjetivos. Un relato directo, claro y
sencillo sin pretensiones literarias ni académicas.
Aunque no aporta
elementos nuevos a la historia ya conocida, seguramente el lector no
especializado disfrutará su lectura.
Es un libro
ideal para que lean los amantes de la historia y la política argentinas en
estas vacaciones. Lo recomiendo totalmente.
Sería de mucho
interés que en otro libro Juan Manuel Abal Medina nos contara los pormenores de
su cautiverio en la embajada de México y otros aspectos de su intensa vida.
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