lunes, 12 de diciembre de 2022

Comentario del libro de Juan Manuel Abal Medina: “Conocer a Perón. Destierro y regreso”


  

Juan Manuel Abal Medina fue un protagonista de primera fila en los sangrientos sucesos de la década de 1970, como secretario general del Movimiento Nacional Peronista, ahora nos brinda sus “memorias políticas” de aquello tiempos turbulentos.

Contenido:

Juan Manuel Abal Medina integra el muy reducido grupo de los protagonistas sobrevivientes del “setentismo”, junto a Julio Bárbaro, Nilda Garré, Mario Eduardo Firmenich, Fernando Vaca Narvaja y Roberto Cirilo Perdía, entre otros.

En ese entonces eran jóvenes de entre veinte y treinta años en los setenta, por lo cual hoy están llegando a los ochenta años. Una buena edad para reflexionar sobre los errores y aciertos de la juventud. Es también el momento propicio para dejar a la posteridad sus memorias y recuerdos sobre los hechos vividos y en los que se desempeñó algún papel de importancia. Esos testimonios serían útiles al estudio de historia de la patria que así lo hagan.

Aunque se define peronista, Juan Manuel Abal Medina nunca dejó de ser un nacionalista católico ni se apartó de sus amigos del nacionalismo, entre los que figuran: Marcelo Sánchez Sorondo, Enrique Graci Susini, Hugo Anzorreguy, Julio Mera Figueroa, Horacio Maldonado, Luis Alberto Murray y otros más. Contrariamente a lo que muchos piensan y algunos incluso han escrito, nunca perteneció a la Tendencia Revolucionaria ni a ninguna otra agrupación interna del peronismo, mucho menos al grupo terrorista Montoneros, cofundado por su hermano Fernando.

Por el contrario, mantuvo siempre buenas relaciones con el sindicalismo vandorista de los años setenta.

En el libro -y seguramente como católico, en privado- no aprobó el secuestro y asesinato de Aramburu. Solo a modo de pobre justificación relata que, en su última reunión, antes de caer abatido por las balas policiales, su hermano Fernando, a modo de arrepentimiento le dijo: “Matar es terrible… es tremendo, o al revés: Es tremendo, es terrible…” (P. 59)

Veamos algunos aspectos de su vida.

El autor

Abal Medina nació en una familia acomodada de clase media y orientación católica conservadora. Sus padres tuvieron seis hijos: Antonio, Mario, Juan Manuel, Fernando, Pablo y María.  Curso los estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires, allí se vinculó con las corrientes nacionalistas católicas muy de moda entre la juventud de aquellos años. Más tarde completó sus estudios universitarios en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires donde se graduó de abogado.

Según su propio testimonio, desde sus primeros años como estudiante secundario comenzó a frecuentar, junto a su hermano Fernando, a intelectuales nacionalistas como: el padre Leonardo Castellani, los historiadores José María Rosa y Ernesto Palacio, Leopoldo Marechal y activistas como Arturo Jauretche y Alicia Eguren la esposa del delegado de Perón, John William Cooke.

Poco después ingreso a la Guardia Restauradora Nacionalista que respondía a la orientación del sacerdote Julio Meinville. ​

En 1966, se incorporó al equipo editorial de Azul y Blanco, una revista semanal que expresaba el pensamiento nacional, publicación intensamente leída en los cuarteles, que dirigía Marcelo Sánchez Sorondo, con Ricardo Curutchet como secretario de redacción. La publicación tenía como sede el estudio de Sánchez Sorondo, en la calle Charcas 684, frente a la plaza San Martín.

El 1966, Abal se convierte en secretario de redacción de Azul y Blanco y contrajo matrimonio con Cristina Moldes, ​con la que tuvo cuatro hijos. ​

Su hermano menor, Fernando, también trabajó en el periódico. En diciembre 1968, ambos hermanos participaron, junto a Marcelo Sánchez Sorondo, en la creación del Círculo del Plata. Un grupo de amigos que empezó a reunirse para reflexionar, en la calle Bolívar 887 del barrio porteño de San Telmo.

Fernando Abal Medina, por influencia del exseminarista Juan García Elorrio, Alicia Eguren y John W. Cook viajó, en 1967, a Cuba junto a Norma Arrostito y Emilio Maza para recibir entrenamiento guerrillero. A su regreso fundaron, en 1970, la organización terrorista Montoneros. Fernando Abal Medina, pronto fue su primer líder, participando el 29 de mayo de 1970, del “Comando Juan José Valle” que secuestró y asesino al expresidente de facto, general Pedro Eugenio Aramburu. Se creé que fue Fernando Abal medina quien ultimó al militar en un sótano de la estancia “La Celma”, en la localidad de Timote. El 7 de septiembre de ese año resultó muerto, junto a Carlos Gustavo Ramus, en un enfrentamiento con una brigada policial en una pizzería de la localidad de William Morris, provincia de Buenos Aires.

Después de la muerte de su hermano Fernando, Juan Manuel comenzó a frecuentar círculos peronistas sin abandonar nunca sus ideas nacionalistas. Así se relacionó con Antonio Cafiero, Lorenzo Miguel, José Ignacio Rucci y otros.

En 20 de enero de 1972, se entrevistó por primera vez con Juan D. Perón en su quinta de “17 de octubre”, en el madrileño barrio de Puerta de Hierro. Sería el primero de muchos viajes.

En agosto de 1971, Lanusse había anunciado los preparativos de las inminentes elecciones, y pese a su intención original de que los peronistas fueran excluidos, permitió a los tribunales legalizar al peronismo el 26 de enero de 1972. ​

Perón nombró a Abal Medina secretario general del Movimiento Nacional Peronista, el 25 de junio de 1972, aun sabiendo los lazos que unían al joven abogado con los militares y la derecha nacionalista. Perón entendía que el nombramiento de un hermano del fallecido Fernando Abal Medina sería un claro mensaje de apoyo a lo actuado por Montoneros y una amenaza de radicalización hacia los militares. Pronto descubrió que Abal Medina, con sus contactos militares, también era un elemento útil para su estrategia de volver al poder.

Abal Medina cumplió un papel central en el retorno de Juan D. Perón el 17 de noviembre de 1972. También fue el encargado de comunicar a los distintos sectores del Movimiento Peronista que Perón había designado la fórmula Héctor J. Cámpora – Vicente Solano Lima para representar al Frente Justicialista de Liberación Nacional (FREJULI) para competir en las elecciones de marzo de 1973.

Dirigió el proceso de selección de los más de 3.500 candidatos del FREJULI para gobernadores, legisladores nacionales y provinciales, intendentes y concejales en el interior del país. Los candidatos en la provincia de Buenos Aires y en la entonces Capital Federal, fue responsabilidad de Héctor J. Cámpora y Alejandro Díaz Bialet. Fueron los primeros comicios que se llevaban a cabo, en la Argentina, desde 1965.

Abal Medina apoyó la decisión de Perón de designar a su esposa María Estela Martínez Carta como compañera de fórmula en las elecciones de septiembre de 1973, tras la renuncia de Cámpora.

Perón murió en julio de 1974 y su esposa asumió la presidencia; durante su mandato se deterioró la situación económica con una ascendente inflación en tanto se sucedían actos de violencia por parte de las organizaciones terroristas, PRT-ERP, Montoneros y la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A). Finalmente, la situación hizo eclosión con el golpe de Estado, del 24 de marzo de 1976, que dio paso al Proceso de Reorganización Nacional.

La mayoría de los legisladores y otras figuras políticas tenían conocimiento de la inevitabilidad del golpe y algunos de ellos adoptaron previsiones para no ser detenidos. El caso más célebre en este sentido fue la fuga del secretario general de la CGT, el sindicalista textil Casildo Herrera, quien se exilió en Uruguay. Desde allí, respondió a un periodista que le preguntó por la situación en Argentina con una frase lapidaria: “Ah, no se. Yo me borré”.​

Abal Medina trabajó en su profesión de abogado en el Estudio Ramos Mejía hasta el 23 de marzo y a partir del golpe permaneció refugiado durante un mes en distintos domicilios hasta que, acompañado por su hermano Pablo y por su pareja, Nilda Garré, pidió asilo en la Embajada de México en Argentina, donde permaneció hasta que se le permitió salir del país, en 1982, durante el conflicto de Malvinas. Compartió el asilo en la embajada de México con Héctor J. Cámpora, a quien se le permitió viajar a México, en 1980, donde murió poco después.

La liberación de Cámpora fue producto de una suerte de intercambio de refugiados. México permitió la salida de un grupo de militares argentinos refugiados en la embajada argentina en ciudad de México.

Por decisión del comandante en jefe del Ejército, general Leopoldo Fortunato Galtieri, un comando especial de militares argentinos acompañados del terrorista montonero arrepentido Edgar Tulio “Tucho” Valenzuela, viajaron a México, el 16 de enero de 1978, con el propósito de irrumpir en una reunión de la cúpula de Montoneros y eliminar a los miembros de la conducción nacional de la organización terrorista.

Sin embargo, Tucho Valenzuela alertó a los dirigentes montoneros del peligro que corrían quienes a su vez alertaron a las autoridades mexicanas. Los improvisados asesinos debieron refugiarse en la embajada argentina​.

Ambos gobiernos acordaron intercambiar refugiados: Cámpora, por ese entonces gravemente enfermo de cáncer, por los miembros del comando militar retenidos en México.

Abal Medina también se radicó en México. Según Wikipedia, una fuente no muy confiable, especialmente porque encontré algunos errores en su reseña biográfica, distanciado de Nilda Garré, “tuvo un puesto menor en la Secretaría de Tráfico y Transporte, y serviría como agente del CISEN (Inteligencia del Estado Mexicano), entre 1988 y 1994, dirigido por el secretario de Gobernación, el capitán Fernando Gutiérrez Barrios. Está cercano al Partido Revolucionario Institucional (PRI)”.

También mantendría una estrecha amistad con Cuauhtémoc Lázaro Cárdenas Solórzano, exjefe de gobierno del Distrito Federal y exgobernador de Michoacán y fundador del Partido de la Revolución Democrática (PDR) y se habría entrevistado en varias ocasiones con Fidel Castro.

Estableció un exitoso bufete de abogados en México, que más tarde abrió oficinas en España y Argentina. El director general de Telmex, el multimillonario, Carlos Slim, contrató a Abal Medina como lobista para sus crecientes intereses en la Argentina, y en 2007, fue invitado por el presidente argentino saliente Néstor Kirchner para unirse al Gabinete de su esposa y sucesora, Cristina Fernández. Juan Manuel adujo el empeoramiento de sus problemas respiratorios y rechazó el ofrecimiento; sin embargo, suele visitar a menudo Argentina. ​

Su hijo mayor, Juan Manuel desempeñó cargos en ambas gestiones del matrimonio Kirchner como jefe del Gabinete de ministros de la Nación hasta enero de 2014. ​Luego asumió como senador por el Frente de la Victoria. Distanciado de Cristina Kirchner se sumó a las filas de Florencio Randazzo, en 2021 y, en diciembre de 2022, se incorporó al gobierno de Alberto Fernández.

El libro

El texto incluye un total de 398 páginas distribuido en tres prólogos (de Hernán Brienza, Elena Castiñeira de Dios y del autor, respectivamente), 29 capítulos y 7 anexos, con numerosas ilustraciones. Las imágenes reproducen fotografías de personas, publicaciones o documentos. Son de baja calidad de impresión. No hay bibliografía y tan solo alguna que otra cita bibliográfica.

El relato, tras una breve introducción sobre la familia Abal Medina y los orígenes de la militancia política del autor y de su hermano Fernando, es una memoria política de los sucesos ocurridos entre el secuestro y asesinato del general Pedro E. Aramburu (29 de mayo de 1970) y la muerte del general Juan D. Perón (1º de julio de 1974).

Por lo tanto, no trata ningún hecho posterior, como su prolongado asilo político en la embajada de México en Buenos Aires (1976 – 1982). O su autoexilio en México.

No encontré en el relato ninguna información nueva. La mayoría de los hechos relatados están consignados en los trabajos publicados por otros autores, en especial, en los libros de Juan Bautista “Tata” Yofre.

Al final de su vida y aquejado por una seria dolencia, Abal Medina nos cuenta sobre su relación personal con Juan D. Perón. Su relato incluye muchas conversaciones personales e íntimas con Perón y otros dirigentes de la época: Antonio Cafiero, Marcelo Sánchez Sorondo, Jorge Antonio, el “Gallego” Alejandro Álvarez, Rodolfo Galimberti, los sacerdotes Leonardo Castelani, Julio Meinville, Hernán Benítez y Carlos Mujica, los sindicalistas José I. Rucci y Lorenzo Miguel, el expresidente Héctor J. Cámpora, sus hijos y su hombre de confianza: Esteban Righi, entre otros.

Lamentablemente, todos estos personajes han fallecido y solo tenemos la versión Abal Medina sobre esas conversaciones.

Entre los pocos datos que yo desconocía y que consigna Abal Medina figuran los siguientes:

-       En 1972, Juan Manuel Abal Medina contaba con informantes entre los generales de Lanusse que le permitieron a Perón saber que pensaba y que medidas se disponía a adoptar el presidente de facto, general Lanusse. En esta forma, por ejemplo, Perón se enteró del viaje a Madrid del coronel Francisco Cornicelli para intentar negociar con él, quince días antes de que se comunicara su delegado personal de entonces Daniel Paladino.

 

-       Abal Medina brinda una versión menos idílica de la que suelen presentar otros autores de las relaciones entre Perón y el líder radical Ricardo Balbín. Perón, en privado, reprochaba a Balbín que no condenara la violencia ejercida contra el peronismo, en especial, las bombas del 15 de abril de 1953 en Plaza de Mayo que mataron a siete manifestantes peronistas (hecho que suele atribuirse a un grupo de jóvenes estudiante universitarios radicales entre los cuales se habrían encontrado Arturo Mathov, Roque Carranza, Carlos Alberto González Dogliotti, los hermanos Alberto y Ernesto Lanusse, con el apoyo del capitán Eduardo Thölke, quien habría suministrado los explosivos) y el bombardeo de Plaza de Mayo, por parte de aviones de la Aeronáutica y de la Aviación Naval que dejó un saldo de cerca de cuatrocientos muertos.

Además, Perón desconfiaba de los acuerdos y conversaciones secretar entre Ricardo Balbín, el ministro del Interior, el radical Arturo Mor Roig y el general Alejandro A. Lanusse, sospechaba, con razón, de que estaban destinados a crear un armado legal que impidiera el triunfo del peronismo en las elecciones de 1973.

 

-       Perón sentía una debilidad especial por Rodolfo Galimberti y trato de evitar su radicalización e intentó apartarlo de los Montoneros. No obstante, pudo más la vocación de Galimberti por la acción directa y su pasión por las armas.

 

-       En la página 101, Abal Medina coloca en boca de Perón el siguiente análisis sobre el papel que jugaron los Montoneros con el asesinato de Aramburu: “Con un gesto, sacó de la conversación esos temas y comenzó un resumen excelente de lo sucedido en la Argentina desde el golpe de 1966 en adelante. Señaló al Cordobazo como un momento crítico para el peronismo, porque por primera vez la protesta popular se daba al margen del movimiento y sin una participación masiva de dirigentes y militantes propios.

“Según su información, que era coincidente con la que yo contaba, lo mismo podía decirse de las derivaciones en otras provincias. Es decir, para principios de 1970 el peronismo había quedado en una posición difícil, con el protagonismo opositor en otras manos y con las filas propias, especialmente las sindicales, divididas y desorganizadas. Lo único positivo de ese momento que señaló el General era la participación de sus delegados -primero Gerónimo Remorino y luego Jorge Paladino- en pie de igualdad en las conversaciones previas de lo que luego sería La Hora del Pueblo y su agrupación una vez creada.

“Esta situación fue modificada de manera abrupta, según su opinión, por los hechos de 1970 y centralmente por el ajusticiamiento de Aramburu. Al tocar el punto, reiteró la absoluta falsedad de las versiones que circularon y continuaban circulando respecto a supuestas negociaciones suyas con Aramburu.”

 

-       En distintos momentos del libro, Abal Medina menciona que Perón trató por diversos medios y a través de la intervención de varios personajes, de disuadir a los jóvenes de la Tendencia Revolucionaria de dejar la lucha armada para integrarse al Partido Justicialista y a una militancia pacífica y tradicional. También trato de poner fin a los ataques que este sector llevaba a cabo contra le sindicalismo peronista (a quienes tildaban de “burocracia sindical”). Pero todos sus esfuerzos resultaron infructuosos.

De todas formas, Perón evitó el choque frontal con la Tendencia Revolucionaria hasta después de las elecciones de septiembre de 1973. Dos días más tarde, tras el asesinato de José I. Rucci, Perón cambio de aptitud con respecto a la “juventud maravillosa”.

-       Abal Medina también refiere que Perón conocía que la izquierda no peronista iba a forzar la liberación de los presos políticos en el penal de Devoto, el mismo día de la asunción del presidente Héctor J. Cámpora, pero no le advirtió a su antiguo delegado personal ni ordenó que se adoptaran medidas de seguridad adicionales para impedirlo.

Solo dio instrucciones terminantes a Abal Medina de evitar por todos los medios que los grupos terroristas de izquierda (en especial el PRT-ERP que había anticipado su intención de continuar sus actividades guerrilleras bajo la consigna “el 25 en la calle, el 26 en la trinchera”) se quedara con el redito político de haber liberado por la fuerza a los presos políticos. De allí la presencia de Juan Manuel Abal Medina, acompañado del diputado Julio Mera Figueroa, en el penal de Devoto, durante la noche del 25 de mayo de 1973, firmando la liberación de los presos políticos (páginas 282 y 284)

 

-       Lo mismo ocurrió con la toma de edificios públicos después de la asunción de Cámpora. Perón sabía que ocurriría, pero no advirtió a Cámpora ni adoptó ninguna medida para impedirlo.

Aunque no lo menciona, porque el autor en el libro no habla mal de ninguna persona, con excepción de José López Rega, su relación personal y su opinión de Héctor J. Cámpora y de su entorno no parecen ser muy buenas. Resulta un hecho peculiar, en especial por que compartieron cuatro años de encierro forzado en la embajada México, entre 1976 y 1980, en que el expresidente fue liberado.

 

-       Como información menor y singular, Abal Medina relata que Norma Arrostito resultó herida de bala en las piernas durante los enfrentamientos armados entre facciones peronistas al regreso del general Perón, el 20 de junio de 1973.Trasladada al hospital de Ezeiza, Abal Medina la rescató y la hizo atender por médico amigo en una clínica privada para su seguridad.

 

-       Por último, Abal Medida niega dos hechos que figuran en varios libros. El primero es haber sufrido algún tipo de atentado o accidente entre 1972 y 1974 como se consigna, por ejemplo, en Wikipedia.

Otra cuestión que niega es haber intervenido o propiciado la candidatura a senador de Marcelo Sánchez Sorondo. Atribuye esa decisión exclusivamente a Héctor J. Cámpora y a su pariente y “armador” de las listas de candidatos del FREJULI en la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires, Alejandro Díaz Bialet.

Recordemos que el segundo candidato a senador por la Capital Federal era el nacionalista conservador Marcelo Sánchez Sorondo, quien resultó finalmente derrotado en segunda vuelta por un joven y desconocido candidato radical: Fernando de la Rúa. Según algunas versiones, en esa ocasión, la Tendencia Revolucionaria ordenó a sus militantes votar por de la Rúa.

 

Evaluación Final

 

El libro es de fácil y agradable lectura. No sobran palabras ni adjetivos. Un relato directo, claro y sencillo sin pretensiones literarias ni académicas.

 

Aunque no aporta elementos nuevos a la historia ya conocida, seguramente el lector no especializado disfrutará su lectura.

 

Es un libro ideal para que lean los amantes de la historia y la política argentinas en estas vacaciones. Lo recomiendo totalmente.

 

Sería de mucho interés que en otro libro Juan Manuel Abal Medina nos contara los pormenores de su cautiverio en la embajada de México y otros aspectos de su intensa vida.

 

 

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