Los gobiernos
populistas de Chile y Argentina enfrentan el cada vez más violento accionar de
grupos terroristas mapuches que aspiran a crear el “Walmapu”, un Estado
indigenista independiente en parte de su territorio patagónico.
América Latina sufrió un despertar indigenista hacia 1992
coincidiendo con la conmemoración de los 500 años de la llegada de los
españoles al continente.
Las izquierdas revolucionarias de la región encontraron
en las reivindicaciones indigenistas nuevos argumentos ideológicos para
reemplazar al modelo marxistas leninistas de corte soviético que se tornó
obsoleto después de la desaparición del Bloque Socialista.
El indigenismo, el ecologismo y el anticapitalismo
proporcionaron argumentos para enfrentar la propaganda neoliberal impulsada por
el Consenso de Washington.
En el extremo sur de América, actualmente, la
reivindicación indigenista está en manos de los mapuches.
A la llegada de los españoles a Chile se encontraron con
un pueblo aguerrido que había resistido con éxito los intentos de conquista del
Imperio Inca y que ahora los enfrentaba a ellos con un nuevo recurso: el
caballo.
Los incas los denominaban con el término en lengua
quechua auca de “araucanos” y bautizaron la región donde vivían como “Araucanía”.
Pero ellos, a comienzos del siglo XIX, adoptaron el nombre de “mapuches”,
uniendo dos términos del lenguaje mapudungun: “mapu” y “che”
(tierra y gente, es decir: “gente de la tierra”).
Los mapuches, hacia el 1800, escapando de la persecución
de los españoles de la Capitanía General de Chile cruzaron la cordillera de los
Andes y se instalaron en territorio patagónico del Virreinato del Río de la
Plata.
En el actual territorio argentino se enfrentaron a los
pueblos originarios de esas tierras, los patagones, tehuelches y pampas a
quienes exterminaron sin piedad.
Hacia 1810, las luchas por la independencia entre
españoles peninsulares y criollos permitieron a los mapuches expandir su
presencia territorial sin ser molestados.
Cazadores y recolectores nómades, que no practicaban la
agricultura ni la alfarería, los mapuches vivían de saquear las estancias
instaladas en el sur del territorio argentino. Por medio de sus “malones”
(grandes ataques a caballo) robaban ganado que luego vendían en Chile y secuestraban
a las mujeres y niños cristianos (winkas) para convertirlos en “cautivos”,
reducidos a la esclavitud.
Para terminar con los “malones” mapuches, Chile lanzó
en 1861, la “Pacificación de la Araucanía” ocupando militarmente la zona
ubicada entre los ríos Bio-Bio por el Norte y Toltén por el Sur. Argentina hizo
lo propio en 1879 con la “Campaña al Desierto” del general Julio A.
Roca.
Durante el siguiente siglo los mapuches se integraron
gradualmente a las nuevas repúblicas sudamericanas mezclándose, sin mayores
inconvenientes, con los winkas, es decir, con la población de origen
europeo.
En Chile los mapuches constituyen una minoría de
1.745.147 personas, que constituyen el 9,93% de la población chilena. En
Argentina, solo 105.000 personas, el 0,2% de la población total. Aunque solo
unos pocos centenares participan del activismo mapuche.
Casi ninguno de estos supuestos mapuches son aborígenes
puros. La integración y el mestizaje con la población europea ha sido intenso a
través de los años. Los mapuches tampoco son un pueblo originario de Argentina
porque se instalaron en su territorio después de la llegada de los españoles.
En Argentina, el grupo mapuche más extremo es la
Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), liderada por el “lonco” Francisco
Facundo Jones Huala, prófugo de la justicia chilena que lo condenó a nueve años
de cárcel por ataques incendiarios y portación de armas, delitos cometidos en
2013.
En los últimos años, los mapuches se la RAM han efectuado
un centenar de ataques incendiarios contra iglesias católicas, oficinas
públicas, maquinarias viales y puestos policiales, además de ocupaciones de
tierras en el sur argentino.
En Chile, el indigenismo mapuche es impulsado por la
organización “Identidad Cultural Lafkenche” (guerrera) que representa a
las comunidades del lafken mapu de las localidades de Chiloé y Palena.
Esta organización articula las acciones violentas a ambos lados de la
cordillera. Su fracción más violenta es la Coordinadora Arauco – Malleco que ha
reivindicado cientos de ataques terroristas.
El Consejo de Todas las Tierras (Aukiñ Wallmapu
Nugulam), constituido en 1990, intenta crear un Estado Mapuche
Independiente, el “Wallmapu” (“territorio circundante" en
mapudungun). Para ello, en 1992, creó la “Wenofoye” o bandera nacional
mapuche. Las tierras que reclama para ello se sitúan desde el río Limari por el
norte hasta el archipiélago de Chiloé por el sur -en la ribera sudoriental del
océano Pacífico- y desde el centro y sur de la Provincia de Buenos hasta la Patagonia
argentina -en la ribera sudoccidental del océano Atlántico-, en lo que
denominan “Puelmapu” (Tierra del Este).
Los terroristas mapuches desconocen tanto al Estado
argentino como al chileno. Practican una guerra de guerrillas rural a ambos
lados de la Cordillera de los Andes para lo cual han recibido instrucción
militar y armamento de ex miembros de las FARC colombianas y de los Montoneros
argentinos.
El conflicto mapuche no hunde sus raíces en la opresión
de una minoría originaria. Tanto en Argentina como en Chile desde hace décadas
los gobiernos son democráticos, respetan los derechos humanos y la diversidad
cultural de las minorías. Las causas del conflicto mapuche deben buscarse en
los intereses internacionales que ambicionan las inmensas riquezas que alberga
el sur patagónico de América.
Este artículo se publico primero en: https://www.lahoradigital.com/noticia/36181/opinion/la-violencia-indigenista-en-la-patagonia.aspx
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