El presidente de Gobierno español Pedro
Sánchez para hacer frente al escándalo de espionaje interno mediante el
programa Pegasus, interviniendo los teléfonos de los dirigentes separatistas catalanes y miembros
del propio gobierno, ha debido sacrificar a la Directora del Centro Nacional de
Inteligencia Paz Esteban reemplazándola por una antigua funcionaria de “La
Casa”, con cuarenta años de experiencia: Esperanza Casteleiro.
El
affaire Pegasus
El 18
de abril el laboratorio canadiense independiente Citizen Lab, que se
especializa en análisis de intervenciones telefónicas, reveló un informe
señalando que 65 políticos y líderes del separatismo catalán habían sufrido la
intervención de sus teléfonos por medio del programa israelí de inteligencia
conocido como Pegasus.
Entre
los aparatos intervenidos figuraban los del propio presidente de Gobierno
español Pedro Sánchez, la ministra de Defensa Margarita Robles, la exministra
de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya y el ministro del Interior,
Fernando Grande-Marlaska.
Pero
lo que detonó la crisis fue la revelación de que 18 personas relacionadas con
el independentismo catalán, entre los que se encontraban el actual presidente
de la Generalitat, Peré Aragonés, fueron sometidos a escuchas con autorización
judicial por parte del Tribunal Supremo, como exige la ley, según informó la
directora del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Paz Esteban.
La
revelación de la funcionaria indignó a los miembros de los partidos
independentistas y de izquierda que forman parte de la coalición de gobierno
que sostiene a Pedro Sánchez y cuyos votos son esenciales para sobrevivir hasta
el final de la presente legislatura en diciembre de 2023.
Los
socios del gobierno objetos del espionaje oficial no aceptaron explicaciones y
exigieron renuncias, en especial la de Margarita Robles, ministra de Defensa de
quién depende formalmente el CNI.
Pero,
Pedro Sánchez se negó a ir tan lejos, al menos por el momento, y la crisis se
ha saldado con la destitución de la directora del CNI, Paz Esteban, a quién el
presidente Pedro Sánchez ha entregado como “chivo expiatorio” para
calmar a sus aliados.
Paz
Esteban es una funcionaria de carrera de la inteligencia española. Se inició en
el antiguo Centro Superior de Información de la Defensa (CESID) y permaneció en
él cuando se transformó en CNI, en 2002. Fue la primera funcionaria de carrera
y la primera mujer en dirigir la inteligencia española.
Tiene
una personalidad de bajo perfil, como requiere su profesión a quién sin embargo
s la atribuyen diversos fallos, en especial que el CNI fue incapaz de descubrir
que los teléfonos de Sánchez, Robles, González Laya y Grande-Marlaska estaban
intervenidos, hasta un año después, durante la crisis con Marruecos provocada
por la presencia del terroristas saharaui Brahim Ghali en mayo de 2021.
La
directora Paz Esteban se negó a renunciar como le sugirieron desde el Gobierno
alegando que no cometió ningún error o delito en el desempeño de sus funciones,
Pedro Sánchez se vio obligado a destituirla.
La
nueva directora
Para
reemplazar a Paz Esteban, el gobierno eligió a otra mujer del mismo perfil
profesional con cuarenta años de servicio en el organismo, Esperanza Casteleiro
hasta hoy secretaria de Estado de Defensa.
Una
funcionaria que ha estado vinculada al PSOE desde hace dos décadas, en los
tiempos del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Poco se conoce de su vida
privada no han trascendido datos personales suyos, tales como: quiénes integran
su núcleo familiar, si tiene pareja e hijos, o cuáles son sus pasatiempos.
Esperanza
Casteleiro es una madrileña de sesenta y cinco años con una licenciatura n
Filosofía y Ciencias de la Educación otorgada por la Universidad Complutense de
Madrid.
Al
asumir Pedro Sánchez el gobierno, dejó su cargo en el CNI para desempeñarse en
el ministerio de Defensa, primero como directora de Gabinete de la ministra
Margarita Robles y desde el 1° de julio de 2020 como Secretaria de Estado de
Defensa.
Ingresó
al CESID a los 25 años contratada por el teniente general Emilio Alonso
Manglano quien condujo el organismo durante catorce años. A lo largo de su
carrera fue analista, jefa de División de Contrainteligencia y jefa del Área de
Recursos Humanos. También cumplió misiones en el exterior en Portugal y Cuba.
En
2004, el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, con José Bono como ministro
de Defensa, la nombró secretaria general de la CNI cargo que desempeñó hasta
2008.
Después
de dejar ese cargo y pese a que era una funcionaria de inteligencia conocida
como tal, se la destino en 2008, para dirigir la “antena” del CNI en Cuba bajo
cobertura diplomática.
No
duró mucho en esa posición, tan sólo unos seis meses. La detención del
empresario cubano Conrado Hernández, delegado de la Sociedad para la Promoción
y Reconversión Industrial, que era un informante del CNI, por parte de la
contrainteligencia cubana precipitó una su salida de Isla junto a otros agentes
para evitar que fueran expulsados como “personas no gratas”.
Después
de cumplir otras funciones dentro del CNI, en 2014 fue nombrada jefa de la
unidad de inteligencia del CNI en el centro de Inteligencia contra el
Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO) cargo que desempeñó hasta junio de
2018 cuando la convocó Margarita Robles.
Esperanza
Casteleiro es considerada una experta en terrorismo y en el Magreb.
Conclusiones
La
resolución del Affaire Pegasus por Pedro Sánchez es un claro ejemplo de como la
responsabilidad siempre recae sobre los organismos y funcionarios de
inteligencia cuando en realidad la crisis son resultado de decisiones
superiores emanadas de funcionarios políticos.
En otras
palabras en toda crisis que involucre a los servicios de inteligencia estos
serán los “cabeza de turco” en la resolución de conflicto.
También
el caso nos habla de la habilidad política de Margarita Robles que no solo evitó
hacerse responsable del escándalo, sino que de un solo golpe adquirió un enorme
poder sobre el CNI y eliminó del ministerio de Defensa a una posible sucesora
en caso de que Pedro Sánchez decidiera prescindir de sus servicios.
Por
último, es un hecho muy positivo que un gobierno designe al frente de su máximo
organismo de inteligencia a profesionales surgidos del propio organismo y con
muchos años de servicio en los mismos.
No
como ocurre en Argentina donde los sucesivos presidentes insisten en designar
al frente de los organismos de inteligencia a personas ajenas a esta actividad
que lo ignoran todo sobre la misma y que suelen tomar decisiones faltas de
total profesionalismo y muchas veces de criterio.
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