miércoles, 25 de mayo de 2022

ÁFRICA TIERRA DE OPORTUNIDADES



Argentina debe abandonar la visión de África como una tierra incógnita y comenzar a pensarla como un continente de oportunidades y un actor internacional cada día más presente.

África, para la mayor parte de los latinoamericanos, se presenta como una “terra incógnita”. Lo que es paradójico para un continente con quién comparte el Atlántico Sur y que contiene a más de la cuarta parte de los Estados representados en Naciones Unidas. África es una suerte de motor demográfico que, según The World Economic Forum, tiene 1.100 millones de habitantes y que pasará a 4.400 millones en el año 2100. Gran parte de ese crecimiento demográfico se producirá en las ciudades.

África está ocupando un lugar central en la geopolítica del planeta en este siglo, y no sólo por causas demográficas, sino por sus importantes recursos naturales. África alberga el 60% de las tierras cultivables del planeta y el 70% de los ríos. Tiene importantes yacimientos de petróleo y el gas que abastecen a la Europa mediterránea. Bosques llenos de maderas preciosas, depósitos de fosfatos, minerales raros, oro y diamantes, entre otras riquezas. A lo que hay que sumar su gran diversidad biológica y un potencial turístico subexplotado.

El continente africano es el origen de los migratorios irregulares hacia Europa que con frecuencia culminan en dramas humanitarios.

Es también la región más impactada por los efectos adversos del cambio climático que son causa de frecuentes migraciones internas, conflictos por el dominio de las tierras fértiles entre etnias de agricultores y ganaderos. Además de ser el origen de las espantosas hambrunas que sacuden al continente y conmueven al mundo entero.

Por último, algunas regiones africanas se han convertido en áreas sin ley donde realizan sus negocios ilícitos y operan grupos del crimen organizado transnacional, movimientos separatistas y grupos del terrorismo yihadista. En el centro de está problemática se sitúa el Sahel, una región que alberga misiones militares estadounidenses y de los países de la Comunidad Europea.

Es por todos estos factores que gobiernos y empresas de todo el mundo ponen cada día más su atención en el continente, expresada a través del fortalecimiento de lazos diplomáticos, acuerdos de seguridad y comerciales.

Desde 2010, es han abierto más de 350 embajadas y consulados en África (sólo Turquía ha abierto 26); algo desconocido anteriormente en cualquier región de la economía global.

Otras regiones africanas de gran valor estratégica han aceptado la instalación de bases militares. Siria con su base rusa y Djibouti, el diminuto Estado del Cuerno de África, que alberga instalaciones militares de Francia, Italia, Estados Unidos, Japón y la única base permanente de China en el extranjero.

Los países africanos reciben continuos ofrecimientos de asociación comercial por parte de los países emergentes, los BRICS, entre los que se destaca China, que desea involucrarlos en su megaproyecto de inversiones y penetración comercial denominado “la Nueva Ruta de la Seda”. Una estrategia comercial basada en acuerdos bilaterales con diversos países, en los cuales China hace jugar su mayor peso económico y estratégico, para el otorgamiento de préstamos para la realización de obras de infraestructura que siempre llevan incluidos los correspondientes contratos sumamente beneficiosos para las empresas proveedoras chinas.

Argentina debería imitar, de acuerdo con la proporción de su potencial económico, a las grandes potencias buscando oportunidades y socios comerciales. Para ello debe incrementar su hoy raquítica presencia diplomática en el continente. Pero deben ser especialmente los empresarios argentinos, a través de las cámaras que los agrupan y representan, quienes motoricen ese proceso, comenzando por el estudio de los diversos mercados africanos para justar su oferta de productos y servicios a la demanda de los 1.100 millones de consumidores africanos.

Naturalmente, los Estados africanos tienen diferentes enfoques en su política de alianzas. Cada uno opta por el que parece más conveniente.

Aún está lejana la posibilidad de acuerdos multilaterales realmente efectivos que permitan a África hacer valer sus intereses y derechos.

Esa carencia de poder global, tanto económico como de softpower, se hace evidente cuando se observa que un solo país: Sudáfrica, forma parte del G-20, frente a seis de Asia-Pacífico, o tres de América Latina.

Por último debemos reconocer que África enfrenta desafíos institucionales, políticos y sociales. Junto a la consolidación democrática en la gran mayoría de los países, persisten conflictos armados y hay algunos Estados fallidos. África sigue siendo el continente más pobre del mundo. Con el 13% de la población mundial, el continente acoge el 33% de la población pobre del planeta y alcana tan sólo l 1,6% del PBI global. Casi 418 millones de personas viven aún con menos de U$S 1,25 dólares al día. Todavía un cuarto de su población sufre desnutrición, un flagelo que suele matar más gente por año que el HIV/SIDA, la malaria y la tuberculosis juntas.

África sigue siendo, después de América Latina, la región más desigual del planeta. Si bien la educación y la sanidad mejoran, como así también los ingresos fiscales, o los niveles de seguridad jurídica para las inversiones y negocios, estos avances son aún muy lentos y casi imperceptibles en áreas tales como la igualdad de género, o el control de los flujos financieros ilícitos. En este panorama complejo para el observador poco familiarizado con la realidad africana los desafíos parecen superar a los logros.

Sin embargo, África es actualmente una región clave para dar respuesta a los grandes desafíos globales: crecimiento económico, acceso a las tecnologías de punta, energías limpias, instalación del Estado de bienestar, cambio climático, migraciones, terrorismo yihadista, etc.

No obstante la persistencia de algunos obstáculos, el continente africano, está llamado a ser, en un futuro no muy lejano, un actor esencial en un nuevo sistema de balance de poder global que se está conformando.      

 

   

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