A veinte meses del cambio de gobierno de
diciembre de 2023, las encuestas de imagen comienzan a perfilar el escenario
electoral del año próximo.
La
semana pasada, una encuesta de imagen entre las principales figuras políticas
del país abrió las especulaciones sobre las candidaturas con mayores
posibilidades para el 2023.
La
encuesta, realizada por la consultora “Taquión” de Sergio Doval, reveló
que en el sector más joven del lectorado, la llamada “Generación Z”
compuesta por jóvenes de entre 16 y 25 años, la vicepresidente Cristina
Fernández de Kirchner tiene una imagen negativa del 80% y en promedio, en la
totalidad del electorado, del 77,5%, seguida en imagen negativa por el
presidente Alberto Fernández con 72,7% y del gobernador bonaerense Axel
Kicillof con el 70% de imagen negativa.
En esa
encuesta, el político con mejor imagen positiva es el liberal Javier Milei con
el 55,3%, seguido muy lejos (treinta puntos por debajo) por Patricia Bullrich,
con el 23,8%, y por Mauricio Macri con el 21%.
Aun
cuando la imagen positiva o negativa de un candidato no se trasmite automáticamente
en intención de votos en una elección, sin embargo es un indicador relevante
del estado de ánimo del electorado a dieciocho meses de la próxima elección
presidencial.
Más
tarde, en el momento preciso de las elecciones inciden otros factores: el mayor
o menor peso de los aparatos partidarios y su capacidad para generar
candidaturas locales representativas, movilizar al electorado y efectuar una
fiscalización eficiente de los comicios, los recursos financieros de cada
candidato, la idoneidad de sus equipos de campaña, el manejo que haga de la
prensa, etc.
Sin
embargo, todo parece indicar que la Argentina llegará a las elecciones de 2023
con el Frente de Todos fracturado en dos o más sectores (cristinistas,
albertistas, massistas, etc.) y con múltiples candidatos aspirando a los
diversos cargos. Muchas veces anteponiendo sus intereses personales a las
necesidades del espacio partidario.
Más
grave aún se presenta el panorama económico actual y del próximo año. Este mes
la inflación fue del 6,7% y el primer trimestre de 2022 alcanzó al 14%, en
tanto que la pobreza se sostiene en el 37%.
Algunos
economistas sostienen que la inflación anual, en 2022, se situará más cerca del
100% que del 80%. Esto implica un arrastre para el 2023 de veinte puntos por lo
que estiman que la inflación mensual a lo largo de ese año será de dos dígitos.
Cabe
preguntarse entonces: ¿Qué gobierno o candidato oficialista puede ganar las
elecciones en un país con hiperinflación superior al 100% anual?
Entonces,
si el Frente de Todos se ve obligado a concurrir a las urnas dividido y en el
marco de una de una aguda crisis económica aún peor que la actual será capaz de
entrar en una segunda vuelta electoral para definir quién será presidente.
Especialmente,
con un candidato como Javier Milei creciendo en intención de votos gracias a
que es para el electorado joven una figura nueva que no arrastra ni fracasos al
gobernar ni acusaciones de corrupción y que cosecha el descontento de la
sociedad hacia una clase política, que no ha sabido encontrar el rumbo para el
desarrollo del país en los últimos cuarenta años.
No es
muy disparatado entonces imaginar una segunda vuelta electoral entre el
candidato presidencial de Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza de Javier
Milei.
El
economista del extraño peinado cuenta con la ventaja adicional de no depender
del resultado de las PASO para lanzar su candidatura presidencial. Esto le ha
permitido comenzar ahora, con veinte meses de antelación, su campaña
presidencial. Mientras que los posibles candidatos de Juntos por el Cambio y el
Frente de Todos probablemente deberán aguardar al resultado de las PASO, en
agosto de 2023, para confirmar su candidatura presidencial por esos espacios.
Otra
importante ventaja del candidato liberal es que no tiene compromisos previos ni
mantiene alianzas con otras fuerzas políticas que limiten su libertad de acción
así pude construir una fuerza partidaria en todo el país y organizar su
propuesta de gobierno sin condicionamientos.
Por
otra parte, su principal debilidad es que carece de una estructura partidaria que
orgánica a sus votantes a nivel nacional, le aporten poder de movilización y
proporcionen listas de candidatos locales con figuras representativas e idóneas
para competir a nivel municipal y provincial.
También
carece de cuadros políticos experimentados para elaborar una propuesta de
gobierno coherente y establecer puentes con otros sectores de la sociedad (los
medios de comunicación, la cultura, la justicia, el deporte, etc.) más allá de
los ámbitos estrictamente económicos o productivos.
Esta
hipótesis pone a Javier Milei, con su discurso disruptivo, antipolítico y su
guerra contra los aumentos de impuestos y críticas a la “casta política”,
en la misma senda del candidato antisistema que recorrieron con éxito el
brasileño Jair Bolsonaro y el chileno Gabriel Boric, desde los extremos
distintos del espectro político.
No hay comentarios:
Publicar un comentario