miércoles, 23 de febrero de 2022

CRECE LA TENSIÓN EN EUROPA ORIENTAL


El presidente ruso Vladimir Putin continúa aplicando su política del “hecho consumado”, que le dio resultado en Crimea, mientras la OTAN no logra consensuar una política de contención que detenga la escalada.

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En una nueva vuelta de tuerca en el conflicto que libra con Ucrania y la OTAN, el presidente ruso Vladimir Putin reconoció, el pasado lunes 21 febrero, por decreto las Repúblicas Populares de Donestk y Lugansk, hasta el momento regiones separatistas prorrusas de Kiev.

Seguidamente Moscú desplazó blindados y armas al territorio de las repúblicas separatistas.

LAS REPÚBLICAS SEPARATISTAS

Los separatistas prorrusos controlan efectivamente las ciudades de Donetsk y Lugansk y sus aledaños, lo que significa el treinta por ciento del territorio del oblast de Donestk, pero exigen la soberanía sobre la totalidad de la región de Donbás y su adhesión a la Federación de Rusia.

La región de Donbás tiene frontera con Rusia en la orilla norte del Mar Negro y está en la ruta natural rumbo a Crimea. Es conocida como “el cinturón del óxido” debido a que tiene enormes reservas de carbón y es una gran productora de acero. Su economía representaba, en 2015, el 16% del PIB de Ucrania. Está habitada por una mayoría de población ruso parlante debido al gran número de trabajadores rusos enviados allí por Josiph Stalin, durante la Segunda Guerra Mundial

El gobierno ucraniano en Kiev considera a los separatistas como terroristas e invasores, a los dirigentes separatistas como agentes de los servicios de inteligencia rusos y al territorio que controlan como ocupado por Rusia.

Donetsk (denominada en la época soviética como Stalino) es la principal ciudad de la cuenca minera del Donbás, así como uno de los principales centros metalúrgicos de Ucrania con una población de dos millones de habitantes y un territorio de 9.000 km². El líder de la República Popular de Donetsk es Denis Pushilin elegido en 2018 en elecciones que no son aceptadas por Kiev.

Lugansk (que en la época soviética se denominaba Voroshilovgrado), es una ciudad industrial con un millón y medio de habitantes y 8.400 km² de territorio. El presidente de la República de Lugansk es Leonid Pasechnik.

Actualmente, el tráfico ferroviario con estas ciudades está cerrado y debe recurrirse a un servicio de combis para enlazar con Ucrania o Rusia. Los vehículos automotores deben circular con placas identificatoria expedidas por las autoridades separatistas y solo son reconocidas por Moscú.

El origen de estas repúblicas separatistas se remonta a finales de 2013, cuando se produjo el “Euromaidán”, una ola protestas de carácter europeísta en la Plaza Maidán (Independencia), lo que derivó en los siguientes meses en una escalada de tensiones entre el presidente ucraniano prorruso Viktor Yanukóvich quien trataba de desvincular al país de los acuerdos de asociación a Europa y devolver a Ucrania a la esfera de influencia rusa.

Tras la muerte de un centenar de manifestantes y policías, el presidente Yanukóvich debió abandonar Ucrania y refugiarse en Moscú. La Rada Suprema (el parlamento ucraniano) destituyó a Yanukóvich y eligió a un presidente provisional. El país comenzó a orientarse gradualmente hacia la Europa comunitaria en medio de tensiones con Rusia.

El Euromaidán abrió un conflicto en el sureste de Ucrania entre la población ruso parlante y los ucranianos partidarios de la integración a la Europa comunitaria que fue incentivado por agentes de inteligencia y militares rusos que operaban de civil.

En ese contexto se produjo la anexión de la península de Crimea a Rusia ratificada por un referéndum.

El 6 de abril miles de personas se congregaron en varias ciudades ucranianas en protesta contra el Gobierno interino de Kiev. En Donetsk, los manifestantes rompieron el cordón policial, irrumpieron en el edificio de la administración regional y retiraron la bandera ucraniana y la reemplazaron por la bandera rusa.

Posteriormente, los manifestantes se congregaron en la Plaza de Lenin con banderas rusas y pancartas antigubernamentales reclamando la federalización de Ucrania y el reconocimiento del ruso como idioma oficial.

En Járkov, los manifestantes se congregaron en la Plaza Maidán local pidiendo la celebración de un referéndum sobre la federalización de Ucrania. Algunas personas portaban banderas rusas.

También se registraron protestas en las ciudades de Odesa, Mikoláyiv y Lugansk. En esta última un asalto a la dirección provincial del Servicio de Seguridad se saldó con ocho heridos de bala.

Finalmente, los manifestantes proclamaron las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk y con el apoyo de tropas rusas que operaban con ropas civiles se enfrentaron con las tropas ucranianas apoyadas por nacionalistas ucranianos.

Al mes siguiente, las regiones separatistas celebraron una votación popular para declarar la independencia y solicitar a la Federación de Rusia su incorporación. Moscú no obstante rechazo la incorporación de las repúblicas separatistas, pero siguió apoyando a los separatistas con armas, instructores militares y “voluntarios”.

Los enfrentamientos siguieron con batallas de tanques y artillería pesada y aviones de guerra. Después de la derrota de las fuerzas ucranianas en Debaltseve, entre enero y febrero de 2015, Francia y Alemania negociaron un acuerdo de paz, que fue firmado en Minsk por representantes de Ucrania, Rusia y los separatistas.

El Acuerdo de Minsk estableció un precario alto al fuego, el retiro de las armas pesadas y la búsqueda de un acuerdo político. Obligó a Ucrania a otorgar un estatus especial a las regiones separatistas, permitiéndoles crear su propia fuerza policial y participar del nombramiento de fiscales y jueces locales. También preveía que Ucrania solo podría retomar el control fronterizo sobre la frontera con Rusia de 200 kilómetros (zona en poder de los separatistas) después de instalada la autonomía con un gobierno local surgido de elecciones libres supervisadas por la OSCE.

Lamentablemente, ninguna de las partes cumplió totalmente con las cláusulas del Tratado de Minsk. El alto al fuego fue violado en numerosas ocasiones con fuego de fusilería y morteros. Los rusos continuaron armando y entrenando a las fuerzas separatistas.

Moscú distribuyó entre los habitantes de Donbás más de 720.000 pasaportes rusos, lo que significa aproximadamente una quinta parte de su población de unos 3,5 millones de personas. Esto permitiría a Rusia intervenir allí en defensa de sus ciudadanos

Las República Populares de Dontsk y Lugansk siguieron considerándose independientes y maniobrando diplomáticamente en busca de reconocimiento internacional. Reconocimiento que ahora han conseguido de Rusia y que seguramente también recibirán de los países aliados de Moscú.

REACCIONES

El presidente estadounidense Joe Biden reaccionó al reconocimiento de la independencia de las repúblicas separatistas de Donbás y al envío de tropas “pacificadoras” rusos a esa región con sanciones económicas contra Rusia y trasladando tropas para reforzar el dispositivo de la OTAN en el Báltico.

Biden indicó que aplicará “bloqueos totales” a dos grandes instituciones financieras rusas: el banco militar Promsvyazbank y el VEB, el banco estatal que se encarga de financiar el desarrollo económico, gestionar la deuda del Estado y los fondos de pensiones en la Federación de Rusia.

El mandatario estadounidense declaró que su país cortaría a Moscú la posibilidad de financiarse en Occidente. “Rusia no podrá recibir dinero de Occidente y no podrá negociar su deuda en nuestros mercados o en los mercados europeos”, afirmó Biden.

Hasta el momento los Estados Unidos había desplegado 6.000 hombres de sus fuerzas armadas en Alemania, Polonia y Rumania en áreas cercanas a la frontera con Ucrania. Tras el reconocimiento de la independencia de las repúblicas separatistas, Washington trasladó un batallón de infantería (800 hombres) desde Italia a la región del Báltico; ocho aviones de combate F 35 enviados desde Alemania a varias ubicaciones operativas a lo largo del flanco este de la OTAN; un batallón de 20 helicópteros Apache AH-64 de Alemania a la región del Báltico y otros 12 helicópteros Apache de Grecia a Polonia.

Alemania, por su parte, anunció la suspensión del proceso de aprobación para la puesta en funcionamiento del gasoducto Nord Stream 2 (NDS2), pendiente de certificación desde octubre de 2021 cuando comenzó a agravarse la crisis entre Rusia y Ucrania.

El tema del aprovisionamiento de gas ruso a Europa requiere de algunas líneas aclaratorias.

El NDS2 surgió como proyecto en 2015 con el propósito de incrementar el paso de gas ruso hacia Europa liberándolo de la intervención de Ucrania, particularmente el desvío de gas ruso por parte de Kiev sin pagar el costo del suministro. Ello generó una gran crisis energética, en 2009, cuando Moscú cerró las válvulas durante dos semanas.

El proyecto fue financiado por conjuntamente por Gazprom que aportó 9.500 millones de dólares (50% del costo del proyecto) y por las empresas alemanas Uniper y Wintershall, Engie, la austríaca OMV y la anglo holandesa Shell.

La puesta en marcha de NDS2 significará para Ucrania una pérdida de 2.000 millones de dólares en regalías por derecho de paso del gasoducto NDS1.

Los Estados Unidos siempre se han opuesto al NDS2 aduciendo que Europa debía romper su dependencia del gas ruso y adquirir en su reemplazo gas líquido, trasportado por barco y regasificado.

Solo que el gas estadounidense o proveniente de Qatar es mucho más caro.

Ucrania, por su parte, tras denunciar el reconocimiento como una nueva agresión por parte del Kremlin, decretó el estado de emergencia por treinta días y ordenó el reclutamiento de todos los varones entre 18 y 60 años para incrementar sus efectivos en caso de una invasión rusa.

Los Estados Unidos, el Reino Unido e Italia, por separado han denunciado que Rusia se dispone a realizar una invasión a gran escala de Ucrania.

Las tensiones en Europa Oriental crecen día a día, trayendo a muchos las horribles reminiscencias de julio de 1914 o las negociaciones de Múnich, en 1938.

Mientras que la posibilidad de una guerra a gran escala en Europa ha comenzado a elevar los precios de los combustibles, el aluminio, el trigo y la soja. También el gasto militar mundial se ha elevado en 2022, en un 2,6% con respecto a 2020.

La pregunta que nadie puede responder por el momento es si los jefes de Estado involucrados en esta locura están dispuestos a llevar al mundo a una nueva guerra, pero esta vez con armas nucleares.    

 

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