viernes, 28 de agosto de 2020

A LOS POLÍTICOS ARGENTINOS SE LES ESTÁ ESCAPANDO LA TORTUGA


 

Administrar un país durante 158 días de aislamiento social domiciliario y enfrentar más de 10.000 casos de infectados diarios parece estar afectando el sentido común de algunos dirigentes argentinos.

Algunos miembros del gobierno argentino parecen estar al borde de un ataque de nervios. Posiblemente se deba al estrés generado por la pandemia del coronavirus Covid 19 o la impotencia de no poder encausar la crítica situación económica del país, pero lo cierto es que ciertas aptitudes y declaraciones que efectúan propias de un país gobernado por el realismo mágico de Gabriel García Márquez.

El lunes 24 de agosto, el presidente Alberto Fernández, por ejemplo, recibió a Cristina Castro, madre del joven desaparecido Facundo Astudillo Castro, que lucha por saber que ocurrió con su hijo.

Facundo Astudillo Castro, un joven humilde, desapareció el pasado 30 de abril cuando iba de la localidad de Pedro Luro a la ciudad de Bahía Blanca, para buscar algunas pertenencias de la casa de su novia.

En medio de las medidas gubernamentales que restringían los desplazamientos entre localidades e imponían el aislamiento social, Facundo recorría el sur de la provincia de Buenos Aires viajando a dedo. Durante su recorrido, al menos en dos ocasiones fue detenido por personal de la Policía de la Provincia que lo intimó a retornar a su ciudad de origen y desistir de avanzar rumbo a Bahía Blanca. A partir del 30 de abril, su celular dejó de funcionar y nunca más se supo nada de él.

La madre del joven, Cristina Castro una mujer sencilla de pueblo comenzó una activa campaña para saber que había ocurrido con él. Ante la falta de respuestas adecuadas por parte de la Policía, la justicia y las autoridades de la provincia de Buenos Aires se dirigió a los medios de comunicación, a las redes sociales y organizó marchas pidiendo por su aparición con vida con el apoyo de sus vecinos y algunas organizaciones de defensa de los derechos humanos.

No obstante, Facundo Astudillo Castro sigue con paradero desconocido y se sospecha que personal de la Policía Bonaerense se encuentran vinculados con su desaparición.

Finalmente, el 16 de agosto unos pescadores encontraron restos óseos humanos en un cangrejal de la localidad de Villarino Viejo, una zona que debía atravesar Facundo en su viaje rumbo a la casa de su novia en Bahía Blanca donde nunca llegó.

La incansable búsqueda de Cristina Castro encontró rápidamente apoyo popular convirtiéndose en un problema para el gobierno provincial de Axel Kicillof y del gobierno nacional del presidente Alberto Fernández.

Para descomprimir la situación de cara a la opinión pública, el presidente Fernández tomó la iniciativa de recibir a la madre del joven que nunca le había pedido audiencia, para expresarle la preocupación del gobierno por esclarecer el hecho.

Terminada la reunión ninguna de las partes informó lo conversado, pero Cristina Castro dijo sencillamente que el presidente le había obsequiado un cachorrito de su perro Dylan.

Así, la madre de un joven que lucha por encontrar a su hijo o al menos saber que ocurrió con él y quién fue responsable de su desaparición, recibía de su presidente un perrito. Igual que una niña triste a quién para hacerle olvidar el dolor provocado por la muerte de un ser querido se le obsequia una mascota.

La única respuesta que se ocurrió al presidente Fernández frente a esta tragedia fue obsequiar un perrito. Patético.

Otro patético caso de estrés agudo fue protagonizado por el expresidente peronista Eduardo Duhalde. El piloto de tormenta que dirigió el país durante la crisis de 2002, quien es considerado por muchos como el auténtico artífice del traumático final anticipado que tuvo la presidencia de Fernando De la Rúa, protagonizó ese mismo lunes 24 un insólito hecho.

Duhalde realizó explosivas declaraciones a la prensa sobre el futuro del país. Afirmó tener conocimiento de que un sector de las fuerzas armadas estaban preparando un golpe de Estado y agregó “que es ridículo pensar que el año que viene va a haber elecciones”, en referencia a las elecciones legislativas de medio turno que deberán llevarse a cabo en octubre de 2021.

Las declaraciones del expresidente conmocionaron inmediatamente al país. Argentina padeció golpes de Estado militares seguidos de gobiernos de facto en seis ocasiones: 1930, 1943, 1955, 1962 , 1966 y 1976, además de una decena de intentonas militares que no prosperaron pero alteraron la gobernabilidad.

Por lo tanto, la posibilidad de una nueva interrupción del orden institucional y el retorno de un gobierno militar no es un tema que la gente tome a la ligera.

La postergación de las elecciones legislativas de 2021 también es una cuestión políticamente muy sensible.

Cuando todos los analistas evaluaban las declaraciones del expresidente para determinar su veracidad y los motivos detrás de las mismas y elevaban las voces de quienes censuraban a Duhalde por sus declaraciones y lo tildaban desde imprudente hasta golpista, el dirigente peronista realizó un nuevo golpe de timón.

Cuarenta y ocho horas después de sus explosivas afirmaciones el expresidente Duhalde se desdijo públicamente declarando: “No me reconozco diciendo lo que dije” […] “no lo tenía que decir”. Luego responsabilizo al aislamiento social por su exabrupto agregando “No es un brote psicótico, es un instante, es un desenganche de la realidad. No es un brote, es un momento, es un flash” y completo sus declaraciones afirmando: “Se me escapó la tortuga”.

Frente a este extraño dislate parece imposible no recordar al genial Astor Piazzola, en su “Balada para un loco”, cuando decía “Yo sé que estoy piantao, piantao…”

Para terminar este listado de incongruencias en el accionar de los miembros del gobierno argentino lo suministró la Secretaria de Acceso a la Salud de la Nación, Carla Vizzotti.

La médica Vizzotti alcanzó celebridad cuando el domingo 16 de agosto, en que se festejaba el “Día del Niño”, tras informar el número de personas infectadas y muertas por el Covid 19, por la Televisión Pública se puso a compartir monerías con la payasa Filomena.

Ahora en otro comportamiento insólito para un funcionario público de su novel declaró muy suelta de cuerpo: “Necesitamos realmente jerarquizar las actividades de más riesgo, las actividades en lugares cerrados, por tiempo prolongado, con personas próximas, sin tapabocas, realizando acciones intensas como hablar fuerte, como gritar, como cantar, como reírse, ni hablar toser o estornudar sin cubrirse la boca con el pliegue del codo: son actividades que por más que la persona que esté con nosotros no tenga síntomas, puede estar incubando el virus, podemos ser parte de la cadena de transmisión.”

Es decir que, para la Secretaria de Acceso a la Salud, los argentinos no sólo deben permanecer en confinamiento domiciliario por tiempo indeterminado sino que deben abstenerse de cantar o reírse. Un disparate más.

El gobierno argentino no sólo esta desorientado y carece de un plan para hacer frente a la crisis socioeconómica que enfrenta el país sino que algunos de sus funcionarios parecen estar sufriendo una suerte de alienación producto de la tensión acumulada que nubla su sentido de la oportunidad y los pone en ridículo.

Mientras tanto, muchos argentinos de dejan de preguntarse “¿Y dónde está el piloto?”. Es decir, en manos de qué tipo de personajes están los destinos del país en los tiempos convulsionados que se viven en el mundo.

 

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