miércoles, 6 de febrero de 2019

CRECE EL DESCONTENTO CONTRA EL POLISARIO EN LOS CAMPOS DE TINDUF



La población marroquí retenida en los campos argelinos manifiesta su descontento ante los reiterados abusos a que es sometida por los jerarcas del Frente Polisario y los funcionarios argelinos.
Desde el retiro de España del territorio marroquí en el Sáhara, en 1975, el Frente Polisario con el apoyo y la complicidad de Argelia retiene a un número indeterminado de ciudadanos marroquíes de origen saharaui en infames campamentos instalados en la inhóspita jamada argelina.

Tanto Argelia como el Frente Polisario necesitaban contar con cierta cantidad de población para dar algún sustento a sus falsas pretensiones de representar a un inexistente “pueblo saharaui”.

Así, los habitantes de los campamentos se convirtieron en rehenes de los intereses geopolíticos de Argelia y sus títeres del Frente Polisario.
Por más de cuatro décadas esa población se ha visto sometida a los abusos y atropellos de sus captores que, al mismo tiempo, se oponían a cualquier tipo de solución realista y posible al conflicto en la región del Sáhara.

En 2007, el Reino de Marruecos ofreció una clara e indiscutible alternativa de solución a través de la Iniciativa para la Negociación de un Estatuto de Autonomía para la región del Sáhara, pero el Frente Polisario alentado por Argelia se ha negado sistemáticamente a discutir la propuesta.

La población de los campamentos ha sido sistemáticamente privada de los más elementales derechos civiles y políticos mientras que sus derechos humanos son continuamente vulnerados.

Nunca fue censada ni se le otorgó documentación personal de ningún tipo. No se le permite construir viviendas confortables en los campamentos y se los confinó a perpetuidad a precarias jaimas -tiendas de campaña- carentes de agua corriente, cloacas y otras elementales y necesarias comodidades.

Mientras tanto, los dirigentes separatistas residen en cómodos apartamentos en Argel o pasaban largas estadías en el extranjero.

A la población de la diáspora saharaui no se le permite salir de los campamentos sin un permiso especial de las autoridades del Polisario. Aún desplazarse dentro de Argelia para comerciar o estudiar requiere de una autorización especial por parte del liderazgo separatista.

La ayuda humanitaria donada por las Naciones Unidas, la Comunidad Europea y diversas ONG internacionales para alimentar y sostener las necesidades básicas de esa población es sistemáticamente desviada por los dirigentes del Polisario y sus cómplices argelinos para su comercialización ilegal en los mercados informales del sur de Argelia y de los países del Sahel.

Las familias saharauis son forzadas todos los años a enviar a sus niños en edad escolar a España para participar del programa propagandístico “Vacaciones en Paz”, donde son recibidos por cuarenta días por “familias de acogida” españolas.

Los dirigentes del Polisario insisten en llevar a cabo esa práctica, aún sabiendo que todos los años algunos de esos niños son retenidos con cualquier excusa en la Península.

Las infortunadas familias de los campamentos pierden a sus hijos y los niños retenidos se convierten en seres divididos entre los afectos a sus familias de sangre y su identidad marroquí y africana y la familia de acogida que termina por adoptarlos cambiando su identidad y hasta su religión.

El caso de Maloma Morales constituye un claro ejemplo de este tipo de tragedia personal, pero, lamentablemente, no es el único. Esta situación ha sido perfectamente novelada por la escritora Reyes Monforte en su libro “Besos de arena”.

Otra trágica práctica implementada por el Frente Polisario sobre los habitantes de los campamentos son las becas de estudio de por vida. Algunos niños son enviados como becarios a Cuba para realizar estudios en la Isla. Los jóvenes marroquíes permanecen durante años en Cuba donde, además de los estudios secundarios y universitarios convencionales, son adoctrinados ideológicamente, se los aparta de sus tradiciones y de su religión y además reciben instrucción militar.

Después de pasar muchos años en la Isla, donde incluso forman familias al casarse y tener hijos, un día son obligados a retornar a los campamentos dejando a sus familias cubanas atrás. Son impiadosamente forzados a retornar así a un lugar,  una cultura y a una familia que han dejado de ser los suyos hace mucho tiempo.

Por último, el Frente Polisario administra los campos bajo un sistema antidemocrático y totalitario de partido único. Todas las expresiones y organizaciones políticas están prohibidas. Los cargos jerárquicos y de responsabilidad se deciden en forma opaca dentro del partido donde son frecuentes las luchas por el poder y las purgas de altos funcionarios. Quienes pierden en la competencia por el poder muchas veces desaparecen en las cárceles argelinas, como fue el caso de Khalil Ahmed Breih, desaparecido en 2009. La población es estrechamente controlada a través de un sistema de delaciones y con la policía secreta.

Además de estos atropellos, recientemente los dirigentes del Polisario, siguiendo directivas del gobierno argelino, han introducido nuevas regulaciones y prohibiciones de carácter económico para reducir la intervención de los pobladores de los campamentos en ciertos negocios que la cúpula mafiosa de generales que controla Argelia pretende preservar para sí.

Por ejemplo, los miembros del Polisario que residían en el extranjero simulado que era “diplomáticos” aprovechaban ese privilegio para ingresar, sin pagar impuestos, automóviles usados que luego vendían a buen precio en Argelia. A partir de ahora estos dirigentes no tendrán derecho a importar automóviles.

Los comerciantes de los campamentos tampoco podrán vender sus productos en Mauritania a través del recientemente habilitado paso fronterizo “PK75”. Ese paso sólo será empleado por comerciantes argelinos que paguen sus sobornos a los militares de su país y por las redes de contrabandistas que operan con la complicidad de las autoridades argelinas.

Todos estos atropellos y delitos, además de otros que no hemos detallado por razones de espacio, han terminado por agotar la paciencia de un gran número de pobladores de los campamentos que han superado sus temores a las persecuciones y la represión del Polisario para expresar en público su descontento.

La semana del 17 al 21 de diciembre de 2018, un grupo de disidentes del Polisario organizó una “sentada” de protesta frente a la supuesta “embajada” de la inexistente “República Árabe Saharaui Democrática” en Argel demandando mayores libertades en los campamentos.

Pero sus reclamos fueron tomados con indiferencia tanto por los jerarcas del Polisario como por las autoridades argelinas.

Pero los disidentes no estaban dispuestos a abandonar fácilmente sus demandas. La siguiente protesta se llevó a cabo en la localidad de Rabuni, el centro neurálgico de la burocracia de la supuesta “RASD”, la semana del 28 de enero al 1° de febrero de 2019.

En esta ocasión los manifestantes vistieron “chalecos amarillos” refractantes, similares a los empleados en Francia durante las recientes manifestaciones contra el gobierno del presidente Emanuel Macron, para hacer más colorida y visible su protesta.

Pero, nuevamente sus demandas fueron ignoradas por los jerarcas del Polisario. Por lo tanto, es posible que estas manifestaciones de descontento se prolonguen y que incluso convoquen a la participación de un mayor número de residentes de los campos. A menos que las autoridades argelinas obliguen a la jerarquía del Polisario a incrementar  sus habituales técnicas de intimidación y a encarcelar a los dirigentes de los descontentos.

El creciente aislamiento internacional, las recientes denuncias de corrupción efectuadas por los propios dirigentes separatistas, como el “diputado” del “Congreso Popular”, Dih Mohammed Noucha, que denunció la malversación de más de 56.000 millones de dinares argelinos (unos 2,5 millones de dólares) del presupuesto de la RASD para sus “actividades internacionales”, y la reiteración por parte de la población en demanda de mayores libertades y el respeto por sus derechos humanos, son claras señales del acelerado proceso de descomposición interna que sufre en los últimos años el Frente Polisario y que terminarán inexorablemente por hacerlo colapsar.

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