Con la reciente decisión de la República de Zambia son
36 los países africanos que han retirado su reconocimiento al falso estado de
la RASD.
UN PANORAMA SOMBRÍO
Muchos
países en el mundo están comprendiendo el peligro que el separatismo significa
para la estabilidad del mundo y han comenzado a revisar sus vínculos con los
grupos que lo emplean como excusa para justificar sus actividades.
Esto
se hace evidente, particularmente en África, donde la inteligente diplomacia
marroquí, conducida por el rey Mohamed VI, está terminando uno por uno con los
pocos apoyos internacionales con que contaban los separatistas del Frente
Polisario.
A
comienzos de 2017, Marruecos retornó a la Unión Africana, el único foro
internacional donde el Polisario gozaba de algún reconocimiento. Inmediatamente,
Mohamed VI fue nombrado “Líder de la
Unión Africana sobre la cuestión de la Migración”. Precisamente en ese rol
el rey de Marruecos aprovecho la XXX
Cumbre de la Unión Africana para presentar una “Agenda Africana para la Migración”, que consisto el rápido apoyo
de la mayoría de los jefes de Estado africano. Reflejando el creciente
liderazgo marroquí en los asuntos africanos.
Marruecos
también está negociando el cambio de su estatus en la Comunidad Económica de
Estados de África Occidental (CEDEAO) un organismo de gran relevancia en la
región que, no sólo agrupa a países africanos de la costa atlántica, sino
también a estados del muy sensible Magreb.
Pero, la
activa diplomacia marroquí no se limitó al continente africano. Seguidamente,
en una hábil maniobra, Marruecos estableció relaciones diplomáticas con Cuba.
La isla del Caribe había sido, desde los tiempos del triunfo de la Revolución
Cubana y la guerra de independencia de Argelia, el principal aliado de los
argelinos y, más tarde, del Frente Polisario, en el continente americano.
Fueron
precisamente los cubanos quienes, con su certera diplomacia y su dinámico
servicio de inteligencia, proporcionaron a los separatistas polisarios vínculos
con los movimientos revolucionarios e insurreccionales de América Latina, desde
las narcoguerrillas colombianas de las FARC hasta la Venezuela chavista.
Recordemos
que Cuba ha brindado al Polisario, durante décadas, un activo programa de
cooperación militar que permitió capacitar a miembros de la guerrilla
separatista en tácticas militares. Además, la Habana brindo un amplio plan de
becas para la formación de recursos humanos -especialmente en educación y
sanidad- en la isla.
Ahora,
el establecimiento de vínculos directos entre Rabat y la Habana, y el
desarrollo de una creciente cooperación económica entre ambos gobiernos, pone
en jaque los vínculos entre los cubanos y el Polisario.
Si a
ello se agrega el hecho de que Rafael Correa dejado, en mayo de 2017, la
presidencia de Ecuador, el apoyo al Frente Polisario en América Latina ha quedado
reducido, casi por entero, en manos del régimen dictatorial de Nicolás Maduro
en Venezuela. Un gobierno cada día menos legítimo y aislado internacionalmente.
LA REALIDAD SE IMPONE
Lo que
está ocurriendo, es que en muchos países han comenzado a comprender que no
pueden obtener mucho de la alicaída economía argelina, devastada por el
descenso de los precios internacionales del petróleo, la corrupción
generalizada y la inoperancia de la burocracia estatal.
Pero,
si Argelia tiene poco que ofrecer a sus eventuales socios, el Frente Polisario
tiene mucho menos, como no sean discursos y apelaciones a la solidaridad
ideológica.
En
tanto que Marruecos es el país más estable del Magreb y la economía marroquí en
plena expansión recoge inversiones no sólo de Europa sino de socios
considerados hasta ahora como no tradicionales, como China, India o Rusia.
El
reino alauí brinda también su generosa cooperación para el desarrollo y asistencia
humanitaria a sus hermanos africanos más necesitados.
Entonces,
para muchos gobiernos la elección resulta sencilla. En este contexto se
inscribe la reciente decisión de la República de Zambia, un país anglófobo situado
en el centro – sur del continente africano y sin salida al mar; de retirar su
reconocimiento diplomático al falso estado de la República Árabe Saharaui
Democrática (RASD) y mantener una posición neutral en la cuestión del Sáhara
marroquí.
Zambia,
que había reconocido a la RASD en julio de 2016, ha actuado con realismo político
y anulado este reconocimiento.
Con Zambia
son 36 entre 54 los Estados africanos que han resuelto retirar su
reconocimiento a la parodia de Estado creado por el Frente Polisario, aplicando
una política más realista y justa en torno al Sáhara.
EN CONCLUSIÓN
El
creciente aislamiento diplomático que sufre el Frente Polisario podrían
llevarlo a asumir posiciones aún más aventureras y radicalizadas en materia de
política internacional. Así lo señala, por ejemplo, el presidente del Fórum
Canario Saharaui y ex coronel de la Guardia Civil, Miguel Ortiz al decir: que
el Frente Polisario ha “mantenido una
postura amenazante y belicista hacia Marruecos, más acentuada si cabe desde la
llegada al poder de Brahim Ghali, y que contribuye a una pérdida de apoyos y
credibilidad internacional.”
El
Frente Polisario se ha hecho ahora más dependiente de sus vínculos diplomáticos
con los Estados, como la dictatorial Venezuela, considerados como parias dentro
del sistema internacional.
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