China
otorga, desde hace décadas, un especial interés en extender su presencia
comercial e influencia política y militar en el continente africano como parte
de una estrategia de expansión global.
LAZOS HISTÓRICOS
La
historia de la presencia china en África no es nueva, se remonta al siglo XV,
cuando navegantes y comerciantes chinos a las órdenes del almirante Zheng
arribaron a las costas de Mozambique. Sin embargo, las relaciones entre China y
África en tiempos modernos tienen sus orígenes en la etapa posterior al triunfo
de la Revolución China y especialmente en el período de descolonización. China
incrementó su presencia en el continente en el marco de una política de
solidaridad con los países en desarrollo.
Los
chinos supieron aprovechar muy bien el hecho de que su presencia no suscitaba
los mismos temores y rencores por los abusos coloniales que los europeos y
estadounidenses.
La
República Popular China buscaba el apoyo de las nuevas naciones africanas en su
puja con la República de China (Taiwán). Esa estrategia dio sus frutos cuando
en 1971, los votos africanos fueron decisivos a la hora de que la ONU votara la
expulsión de los taiwaneses de la organización e incorporara a Beijing como
miembro permanente del Consejo de Seguridad.
Desde
el punto de vista político las relaciones entre China y los gobiernos africanos
se sustenta en la aplicación por parte de los primeros del “Principio de No Interferencia”. Este principio, que forma parte de
los cinco principios de la coexistencia pacífica[i]. Fueron formulados por el
primer ministro Zhou Enlai, en 1954.
Al
final de Guerra Fría, en la década de 1990, mientras algunos países se
distendían en cuanto a sus relaciones con África, pensando que no sería una
región de gran importancia geopolítica, China penetraba son toda su fuerza en
el continente incluso en las economías más inestables, algunas devastadas por
conflictos civiles como Angola, Sudán y Zimbabue.
INTERESES ECONÓMICOS
En
1999, cuando China decidió iniciar una nueva fase de su desarrollo económico
con la búsqueda de una mayor presencia en los mercados internacionales las
relaciones con África cobraron un nuevo impulso.
En el
año 2000 se creó el “Foro para la
Cooperación China – África” (FOCAC) un mecanismo colectivo de consulta y
diálogo entre China y los países africanos, que es el primero de este tipo en
la historia de las relaciones entre las dos partes. El FOCAC reúne cada tres
años prácticamente a la totalidad de los países africanos, a excepción de
aquellos que reconocen a Taiwán.
Durante
su desarrollo, el FOCAC ha creado un mecanismo de diálogo de múltiples niveles
entre los ministros, altos funcionarios entre otros; así como en una plataforma
de consulta para los líderes de sus miembros, ministros de Exteriores y
embajadores africanos en China.[ii]
El
creciente interés de China por África es evidente y se refleja a través del
comercio, la Inversión Extranjera Directa
(IED), los prestamos estatales del China Eximbank y del China Development Bank,
la creación de zonas económicas especiales (SEZ, según sus siglas en inglés),
los contratos para grandes construcciones, etc.
Este
interés se sustenta fundamentalmente en el hecho de que el rápido crecimiento
del sector industrial y manufacturero chino ha provocado una mayor demanda interna
de recursos naturales, incluyendo gas petróleo, metales preciosos, aluminio,
cobre y minerales en general. China importa petróleo de Nigeria y Sudán; tabaco
de Zimbabue; diamantes de Sudáfrica; manganeso de Gabón y Ghana; algodón de Benín
y Burkina Faso; etc.
África
proporciona el 30% de las necesidades de China y Sudán suministra un tercio del
total de las exportaciones africanas de petróleo a China.
Además,
la creciente población africana, que comprende mil doscientos millones se
doblará en 2050, superando a China e India sumados. Estos son millones de posibles
consumidores, con una clase media en expansión, que incrementará aún más
consumo ofreciendo a las empresas locales y extranjeras grandes posibilidades
de desarrollo en el futuro. Por lo
tanto, se ha convertido en un mercado potencialmente importante para China.
Por
otra parte, el gigante asiático posee enormes reservas de divisas y su
intención es seguir invirtiendo a pesar del entorno políticamente inestable de
algunos países africanos.
China
está presente prácticamente en la mayoría de los países africanos, las
estimaciones sobre el número de empresas chinas establecidas en África supera las
dos mil entidades. La mayoría de la IED china está en manos de un pequeño grupo
de compañías estatales, pero hay también gran presencia de pymes chinas. La
presencia de empresas chinas se concentra, especialmente, en el sector de las
industrias extractivas.
Es
importante destacar la ventaja comparativa que tiene China respecto del resto
de los inversores extranjeros no sólo por la fuerza de su demanda, sino por las
facilidades que acompañan sus inversiones; su principal vehículo es el Chinees
Eximbank, así como el China Developmente Bank. En la última década, los préstamos
de estas dos entidades bancarias a África totalizaron 67.200 millones de dólares,
superando en 12.000 millones a los préstamos otorgados por el Banco Mundial a
la región, según la agencia noticiosa Xinhua.[iii]
China
elige financiar proyectos de infraestructura que constituyen el 80% de sus
inversiones en el continente. Las condiciones financieras otorgadas por estos
dos bancos chinos son insuperables con márgenes del orden de 2,85% para
préstamos a más de veinte años y con períodos de gracia de entre tres y siete
años. Esto ha convertido, en los últimos nueve años, a China en el mayor socio
comercial de África, muy por delante de Francia y Alemania.
En
todos estos proyectos los chinos imponen la condición básica de que deben
realizarse con mano de obra, proveedores y subcontratistas chinos. Esto ha
promovido un flujo migratorio chino al continente. Aunque es muy difícil contar
con datos certeros, las estimaciones más prudentes señalan la presencia de dos
millones de chinos trabajando o viendo por largos periodos en África.
Según
el Ministerio de Comercio chino, el volumen de intercambio comercial entre
China y África alcanzó, en 2016, a 149.200 millones de dólares (56.900 millones
en importaciones y 92.300 millones en exportaciones chinas).
Las
empresas manufactureras chinas tienen la ventaja de producir textiles,
electrónica y otros productos a un costo relativamente muy bajo lo que les
permite vender sus productos a precios más competitivos a aquellas economías
menos desarrolladas de África. Por ejemplo, el relativo bajo precio de los
teléfonos celulares en África se debe al influjo de los móviles chinos que
inundan el mercado y permiten el acceso a este tipo de telefonía a millones de
africanos.
Las
exportaciones chinas hacia África están diversificadas, pero destacan tres
áreas sobre el resto y comprenden: maquinaria y electrónica, textiles y equipo
de transporte y manufacturas. Están concentradas en un 60% en cinco países:
Sudáfrica con el 21%, Egipto con el 12%, Nigeria con el 10%, Argelia con el 7%
y Benín con el 5%.
Por
otro lado, las importaciones chinas se concentran en un 70% en cuatro países:
Angola con el 34%; Sudáfrica con el 20%; Sudán con el 11% y la República
Democrática de Congo con el 8%.
En
términos absolutos, si bien puede afirmarse que la inversión y el comercio
entre China y África ha aumentado un 2.116% en las últimas décadas, no debe
obviarse que este incremento se produce en el marco de un crecimiento
exponencial tanto de la inversión como del comercio global de China en el
exterior.
Según
los datos disponibles para 2016, la inversión de China en África representa tan
sólo el 3% del total, mientras que el comienzo alcanza un escaso 5%. Los
principales socios comerciales chinos son la Unión Europea, los Estados Unidos,
la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, Hong Kong y Japón, situándose
el continente africano a mucha distancia de ellos.[iv]
INTERESES ESTRATÉGICOS
Paralelamente
a los intereses comerciales, China ha desarrollado importantes intereses
estratégicos.
Los
chinos han desplegado fuerzas navales en las aguas de Somalia, en el Golfo de
Adén, desde 2008, con la excusa de proteger su comercio de la piratería marítima.
Paralelamente,
China ha expandido sus lazos militares por toda África en los últimos años.
Mientras
la Administración Trump ha recortado en mil millones de dólares sus aportes
económicos a las misiones de paz de la ONU y reduce su presencia militar en
África, China sigue el camino inverso.
En
2015, el presidente Xi Jinping comprometió ocho mil hombres para las fuerzas de
mantenimiento de paz de ONU. Ese contingente constituye una quinta parte del
total de 40.000 efectivos, provenientes de cincuenta países, con que cuentan
las Naciones Unidas para sus misiones de paz.
Por
otra parte, China también comprometió un aporte de cien millones de dólares a
la fuerza de reserva de la Unión Africana y otros mil millones de dólares para
reforzar el Fondo Fiduciario de Paz y Desarrollo de la ONU.
China
ha desplegado unos 2.500 soldados y policías como cascos azules en las misiones
de paz de Naciones Unidas en África. Sus mayores presencias se registran en
Sudán del Sur (1.051 efectivos), Liberia (666 hombres) y Malí (402 soldados).
En
2016, China firmó un acuerdo con el gobierno de Djibouti, un pequeño pero
estratégico país situado en el denominado Cuerno de África, para instalar una
base militar permanente, en Obock, la ciudad portuaria ubicada al norte de la capital
del país. Una zona relevante para el abastecimiento energético del mundo, por
la cercanía con el estrecho de Bab el Mandeb que comunica el océano Índico con
el Mar Rojo y con ello al Canal de Suez, puerta de entrada al Mediterráneo y
los mercados europeos.
Por
esa ruta transitan navíos con cuatro millones de barriles de petróleo por día y
el 90% de las exportaciones de crudo a Japón y el 40% del abastecimiento
energético de Europa.
Beijing
acordó pagar durante los siguientes diez años cien millones anuales por el
arrendamiento de esta base militar.
Los
chinos esperan que Djibouti sirva para su expansión a través del continente
africano, conectando de ese modo el Mar Rojo con el Atlántico y satisfaga sus
necesidades de mercados y materias primas.
CONCLUSIONES
A
nivel estrictamente político, el continente africano sólo representa un papel
secundario de apoyo en la estrategia internacional de China.
China
aborda las relaciones con los países africanos desde cinco ejes fundamentales.
En primer lugar, desde una perspectiva política que busca el apoyo sobre la
existencia de una única China.
En
segundo lugar, los países de África proporcionan un importante apoyo
diplomático a las iniciativas chinas en los foros internacionales cuando se
hacen necesarios.
En
tercer lugar, desde una perspectiva económica en la que el continente africano
es visto como una importante fuente de recursos naturales y un mercado de 1.200
millones de consumidores para los productos chinos.
En
cuarto lugar, desde una perspectiva de seguridad la presencia militar china en
África se convierte en una necesidad para proteger sus inversiones y la
seguridad de sus connacionales residentes en el continente.
Por
último, desde una perspectiva política, como un espacio geográfico donde
extender su influencia y exportar el “modelo
chino” de desarrollo.
[i]
COEXISTENCIA
PACÍFICA: Los cinco principios de coexistencia
pacíficas formulados por China, India y Myanmar son: respeto mutuo por la
soberanía y la integridad territorial, la no agresión mutua, la no
interferencia en los asuntos internos de otros países, igualdad y beneficio mutuo,
y la coexistencia pacífica.
[ii]
GÓMEZ-JORDANA MOYA, Rafael: “China en
África. Breve análisis de la estrategia china en el continente africano”.
Banco de Santander. Barcelona. 2014.
[iii]
BASSINE, Mar: “Economía: China, ahora
socio financiero líder de África”. Publicado en Le360 Afrique, el
27/11/2017.
[iv]
MORALES, Samuel: “China en África a
través de la seguridad y la evolución del principio de no interferencia”,
Análisis GESI, 14/2016, publicado el 25/5/2016.
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