La
llamada “Revolución Bolivariana” que pretendía llevar a Venezuela al “socialismo
del siglo XXI sólo ha sido capaz de sumir en la bancarrota al país con mayores
reservas de petróleo del mundo.
La
economía de Venezuela, al igual que la de Argelia, depende en un 95% de sus
exportaciones de petróleo. Esto no debería ser un problema para un país que
tiene las mayores reservas de petróleo del mundo. Según algunas estimaciones,
la sudoriental Faja Petrolífera del
Orinoco, de 55.000 kilómetros cuadrados, albergaría 1,4 billones de barriles
de crudo. Sobre todo petróleo extra pesado, del cual Venezuela considera tener
reservas probadas de 270.000 millones de barriles.
Sin
embargo, el descenso de los precios internacionales del petróleo, la
disminución de la producción, la gran corrupción, la falta de insumos y el
desmanejo empresario de la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) han
destruido la única fuente de divisas del país caribeño. A mediados de esta
década las exportaciones de petróleo significaban el 20% del PBI venezolano,
hoy han caído sustancialmente.
La
producción de petróleo, que en 2013 alcanzó los 2.894.000 barriles diarios,
descendió en 2017 a 1.837.000 barriles diarios y se prevé que en 2018 continuará
descendiendo hasta cubrir tan sólo 1.500.000 barriles diarios.
La corrupción,
inoperancia y lucha de poder en torno de PDVSA quedó explicitada el mes pasado
cuando la Fiscalía General encarceló a 67 directivos y gerentes de la empresa
estatal por “peculado y atentado a la soberanía
del país”. Entre los detenidos se encuentran dos ex ministros de Petróleo y
presidentes de PDVSA y de su filial estadounidense Citgo, Eulogio del Pino y Nelson
Martínez. Mientras que el ex ministro Rafael Ramírez, quien dirigió la empresa
entre 2002 y 2014, se encuentra prófugo y se ha refugiado en los Estados Unidos
mientras se lo investiga por lavado de dinero a través de la entidad Banca
Privada de Andorra.
El
mayor comprador del petróleo venezolano fue durante un siglo los Estados Unidos,
pero en la última década gran parte de la producción de PDVSA se destina a
China (600.000 barriles diarios) para cumplir con los pagos de la deuda externa
contraída con este país. China ha financiado al régimen chavista con 50.000
millones de dólares, buena parte de ellos en compras de armamentos.
Un
problema adicional es el precio subsidiado del combustible en Venezuela destinado
a un parque automotor de cuatro millones de vehículos. Un litro de gasolina
cuesta un bolívar, que al tipo de cambio oficial equivale a 10 centavos de
dólar, pero a la tasa del mercado negro imperante en el país equivale a milésimo
de dólar. Es decir, que con un billete de cien dólares se pueden comprar
100.000 litros de combustible. Una verdadera locura.
El demencial
precio del combustible genera un lucrativo negocio de contrabando de gasolina
hacia Colombia, Brasil y los países del Caribe.
Hoy la
economía venezolana se encuentra absolutamente desquiciada. A una deuda externa
de 100.000 millones de dólares se suma la mayor inflación del mundo, que según
la consultora financiera Ecoanalítica, alcanzó en 2017 a 2.735%. El dólar que
en diciembre al 31 de diciembre de 2016 se situaba a 3.164,72 bolívares, el 31
de diciembre de 2017 se ubicaba a 111.413,23 bolívares.
La
canasta básica familiar, según cifras del Centro de Documentación y Análisis
Social (CENDAS), alcanzó los 13.883.365 bolívares, es decir, unos 125 dólares,
lo que equivale a más de 70 salarios mínimos, que se sitúan en 177.000
bolívares, aproximadamente a 1,5 dólares estadounidenses.
Al
menos nominalmente, el salario mínimo mensual de un venezolano es similar a lo
que gastan en un día los habitantes de los países más pobres y atrasados del
África donde la población debe subsistir con un dólar diario.
Venezuela
produce tan sólo el 30% de la comida que consume su población. Pero no tiene
dólares para pagar sus deudas. Esta en default real. Sus divisas no le alcanzan
para importar alimentos, medicamentos y los insumos más elementales para el
funcionamiento de una sociedad. Su PBI cayó 12% en 2016 y de lo que quedaba
otro 10% en 2017. El PBI venezolano se contrajo un 50% desde 2010.
El
régimen chavista atribuye sus males económicos a embargos internacionales y
complots de los Estados Unidos, el sistema financiero internacional, los
empresarios corruptos y hasta al sabotaje de la oposición.
Las
últimas festividades navideñas transcurrieron en medio de protestas, saqueos
provocadas por el desabastecimiento y la inflación desbocada que padece la
población más necesitada. El gobierno, que había prometido distribuir alimentos
gratuitos a través de los Comités Locales
de Abastecimientos y Producción, se limitó a culpar a la oposición de estar
“conspirando para que nadie le venda ni un
solo producto a Venezuela, para que no llegue a Venezuela un barco, para que
las importaciones necesarias no lleguen”, en palabras del dictador Nicolás
Maduro y a reprimir con dureza las protestas.
Hoy el
régimen chavista se encuentra aislado internacionalmente. Incluso tiene
problemas con sus mayores aliados Cuba y China por el incumplimiento en sus
entregas de petróleo y gasolina.
La
desastrosa situación económica explica la gran diáspora de venezolanos por 98
países. En la última década, dos millones de venezolanos han dejado su país
debido a la crisis económica y el establecimiento de una férrea dictadura.
El
mayor receptor de población venezolana es Colombia con 900.000 inmigrantes de
este origen (incluyendo personas con doble nacionalidad). Le siguen muy lejos
Estados Unidos y España, en segundo y tercer lugar. Luego están Brasil, Perú, Canadá,
Argentina y los países del Caribe.
La
destrucción que hoy presenta Venezuela es típica de los países donde el populismo
demagógico se consolida en el poder engañando al pueblo con sus cantos de
sirena. No hay, atajos en el camino al desarrollo sustentable y la búsqueda de
bienestar. Tampoco hay complots internacionales
contra los pueblos o los países. Sólo hay demagogos irresponsables que no dudan
en oprimir y saquear a sus pueblos para su exclusivo provecho.
Estos
tiranos tienen nombre: Fidel y Raúl Castro, Hugo Chávez y Nicolás Maduro, Daniel
Ortega, Abdelaziz Bouteflika, Robert Mugabe, Rafael Correa, Néstor Kirchner y Cristina
Fernández de Kirchner, la lista es larga.
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