domingo, 13 de marzo de 2016

LA DEMAGOGIA DE BAN KI-MOON CONVULSIONA AL MAGREB


LA TENTACIÓN DEMAGOGICA
En la política, el oportunismo, la demagogia y el populismo son siempre condenables. Pero son mucho más repudiables cuando estos comportamientos son llevados a cabo por un funcionario diplomático internacional de quien se espera objetividad e imparcialidad en sus declaraciones y realizaciones.
Es por ello que las recientes declaraciones del Secretario General de la Organización de Naciones Unidas, el coreano Ban Ki-moon, resultan por demás sorprendentes y poco profesionales.
Tras nueve años de una más que mediocre gestión al frente del organismo internacional, donde no puede exhibir ningún logro trascendente, Ban Ki-moon pretende despedirse con un golpe de efecto a expensas de Marruecos.
Lo cierto es que, Ban Ki-moon no puso fin a ningún conflicto, no evito ninguna de las numerosas guerras y crisis internacionales que proliferaron en el mundo durante los años de su mandato.
INEPTITUD EN EL CONFLICTO DEL SÁHARA
Tampoco el Secretario General de la ONU aporto ninguna solución al Conflicto del Sáhara, ni se preocupó demasiado por la calidad de vida de los ciudadanos marroquíes retenidos ilegalmente en los campos de concentración administrados por el Frente Polisario en Argelia.
Ahora, cuando su mandato finaliza, Ban Ki-moon intenta ser recordado como un defensor de los saharauis cuando, en realidad, él ha sido responsable por no haber implementado ninguna estrategia para solucionar el diferendo que contemple un reconocimiento a los intereses de ambas partes.
Ban Ki-moon tampoco ha hecho nada para aplicar la única propuesta realista de solución al problema, la “Iniciativa para la negociación de un Estatuto de Autonomía para la Región del Sáhara”, presentada por el Reino de Marruecos, en abril de 2007.
En más de nueve años de mandato, Ban Ki-moon no fue capaz de sentar a ambas partes en una mesa de negociación para solucionar el diferendo.
Pero, pretende despedirse con una visita turística seguida de declaraciones complacientes en favor del Frente Polisario, para beneficiarse del apoyo que le dará el gran aparato de propaganda que han organizado los dirigentes polisarios con el apoyo de Argelia y otros compañeros de ruta.
Anteriormente, el Secretario General de la Organización de Naciones Unidas había evidenciado su parcialidad ofendiendo a Marruecos con su insistencia en mantener como su enviado personal para el Conflicto del Sáhara, al diplomático estadounidense Christopher Ross, conocido por su defensa de las posiciones pro polisario, a quién Rabat “retiró” su confianza, en 2012, e impidió desde entonces ingresar al territorio marroquí.
UNA CUOTA DE HIPOCRECÍA
Habría que preguntarle al señor Ban Ki-moon porqué, si le parece “realmente triste ver la situación” en que vive la población de los campamentos, que ha hecho la ONU en la última década para mejorar las condiciones de vida de esa gente.
Es innegable que la ONU ha sido incapaz de determinar cuál es la población que realmente vive en los campamentos ni les ha suministrado documentación para identificarse. Tampoco ha podido evitar el robo sistemático de la ayuda humanitaria por parte de los dirigentes del Polisario y los funcionarios argelinos o de impedir las actividades criminales que desde esos campamentos se planifican y organizan para asolar a toda la región sáharo-sáheliana.
En realidad, al único que realmente le importa el Sáhara, lo que allí ocurre y la suerte de la gente que vive en sus arenas es a Marruecos que invertido durante décadas millones y millones de dólares para desarrollar a sus provincias del Sur y dar a sus ciudadanos una vida con dignidad.
Es muy cómodo, y a vez injusto, hacer un viaje de turismo por el Sáhara y luego realizar declaraciones conflictivas que solo sirven para herir y ofender a treinta y tres millones de marroquíes y a mantener vivos los antagonismos en el Magreb.
Es por ello, que el pueblo marroquí, con su Rey al frente, ha demostrado al mundo su repudio a las irresponsables declaraciones de Ban Ki-moon y su irrenunciable defensa de la integridad territorial de Marruecos, en una histórica manifestación multitudinaria que recorrió las calles de Rabat y otras ciudades, organizada por los partidos políticos, los sindicatos y otras organizaciones de la sociedad civil.

Podemos concluir que, la actitud y las declaraciones de un diplomático internacional de la jerarquía de Ban Ki-moon constituyen una inaceptable intromisión en los asuntos internos de un Estado miembro de la Organización de Naciones Unidas, y más aún, un claro ataque a su soberanía e integridad territorial. 

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