Las poco diplomáticas y nada profesionales actitudes del funcionario internacional coreano BAN Ki-mon han generado un conflicto con el reino de Marruecos que amenaza con alterar la escasa estabilidad que hoy existe en la regional del Magreb.
Todo se inició con una visita de final de mandato que el Secretario General de la ONU realizó a los campamentos argelinos controlados por el Frente Polisario. Allí, en lugar de ocuparse de los problemas reales –tales como censar a la población, identificarla con documentos de identidad y pasaportes, investigar el destino de la ayuda humanitaria, etc.- Ban Ki-mon se dedicó a realizar gestos demagógicos que mostraban su parcialidad y que excedían los parámetros establecidos por la propia ONU para su gestión de presente Conflicto en el Sahara.
Algunos de estos gestos constituyeron verdaderas provocaciones. Tales como inclinarse ante una bandera del Frente Polisario, reunirse con representantes del grupo separatista en Tindouf o calificar la recuperación de su territorio soberano en el Sahara por parte de Marruecos como una “ocupación”.
Era lógico que estas acciones iban a causar indignación en el pueblo marroquí y en su gobierno. Los marroquíes mostraron su indignación en una multitudinaria manifestación de protesta en Rabat el domingo 14 de marzo. Al día siguiente, el ministro de Relaciones Exteriores Salahedin Mezuar se reunió con Ban Ki-Moon para presentar una protesta formal. Frente al ministro marroquí, Ban Ki-mon se disculpó y minimizó el hecho pero luego la Secretaría General emitió un comunicado expresando “indignación” ante la manifestación popular en Rabat.
Fue un balde de gasolina sobre un incendio. Marruecos debió reaccionar enérgicamente y comunicó al Consejo de Seguridad que debía reducir el personal de la MINURSO –una operación de ONU que desde 1991 controla el alto el fuego entre las fuerzas armadas marroquíes y las guerrillas de Polisario auxiliadas por Argelia- especialmente en su componente civil –la MINURSO cuenta con 482 efectivos, 246 de ellos son civiles-, la anulación de la contribución financiera voluntaria que Marruecos concede al funcionamiento de la MINURSO y el examen de los contingentes militares marroquíes que intervienen en operaciones de paz de Naciones Unidas. Esas fuerzas constituyen unos 2.300 hombres destacados en Costa de Marfil, Republica Democrática del Congo y República Centroafricana. Incluso dio un plazo de tres días para la salida de Marruecos de 84 funcionarios civiles de la MINURSO.
Un profundo impacto provocó la firme aptitud del gobierno marroquí. Inmediatamente comenzaron las gestiones diplomáticas destinadas a desactivar la crisis. El presidente pro tempore del Consejo de Seguridad de la ONU, el representante de Angola, intentó calmar la situación y buscar una conciliación entre las partes. Rabat se mostró dispuesto a dialogar y aclaró que el diferendo era con el Secretario General y no con la Organización de Naciones Unidas y aceptó revisar su decisión de retirar sus contingentes militares de las operaciones de paz.
Sin embargo, Marruecos espera que el Secretario General clarifique su conducta y busque un acercamiento, aunque por el momento mantiene las restantes medidas adoptadas con respecto a la MINURSO.
Por el momento, la crisis permanece abierta mientras se multiplican los contactos diplomáticos y las gestiones de buena voluntad.
Resulta evidente que Ban Ki-mon dio un paso en falso durante su visita a Argelia. En fuentes periodísticas europeas se sospecha sobre lo actuado por el funcionario coreano, en especial tomando en consideración su inminente retiro de la diplomacia internacional y su deseo de comenzar una carrera política en su país.
Lo cierto es que el ataque de Ban Ki-moon se produce en momentos en que el Magreb vive un periodo particularmente complejo donde el único país estable, en crecimiento y con altos índices de gobernabilidad es Marruecos, el blanco de esta agresión sin precedentes.
No obstante, Marruecos sale fortalecido de la crisis. Los lazos entre el Rey su pueblo son más firmes que nunca. Todos los marroquíes, del primero al último, han expresado su irrenunciable defensa del Sahara y de su integridad territorial frente a cualquier maniobra externa. También dieron una clara señal de que su paciencia tiene un límite.
Ahora el señor Ban Ki-mon tiene la iniciativa y deberá revisar su conducta y enviar claras señales conciliatorias.
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