lunes, 26 de octubre de 2015

FINALMENTE EL PUEBLO LO DIJO: EL REY ESTÁ DESNUDO


 
El resultado electoral del pasado domingo 25 de octubre más que consagrar el pírrico triunfo del candidato oficial, Daniel Scioli, o la derrota con gusto a triunfo del opositor Mauricio Macri marca el fin de una época.

El 65% del electorado expresó el hartazgo del electorado con el gobierno de Cristina Kirchner y el agotamiento del tan mentado modelo productivo de matriz diversificada con inclusión social, que no ha desarrollado nada ni parece haber incluido realmente a nadie.

El resultado de los comicios deja algunas reflexiones importantes. En primer término resultó una falacia la afirmación de que una larga década de kirchnerismo y de adoctrinamiento seudochavista habían provocado un desplazamiento irreversible del electorado argentino hacia posiciones de izquierda.

Tampoco era cierto que la gente se encontrara anestesiada por los planes sociales y la financiación en doce cuotas de los gastos con tarjetas de crédito y que le fuera indiferente el enriquecimiento descarado de los funcionarios públicos, la corrupción e impunidad de los políticos oficialistas y el avance del narcotráfico en el país.

El electorado mostró su hartazgo ante los reiterados monólogos y el histrionismo presidencial en las innumerables cadenas nacionales, el descaro del Jefe de Gabinete afirmando que Argentina tiene menos pobres que Alemania, las estadísticas adulteradas del INDEC, la soberbia de la militancia prevendataria de La Campora y el nepotismo descarado.

Finalmente, la opinión pública mostró su rechazo al creciente culto a la personalidad y la obsecuencia almibarada de los corifeos del Gobierno que, a través de programas  como 6, 7, 8; los foros de autoproclamados intelectuales como Carta Abierta, los sermones radiales de Víctor Hugo Morales y los comentarios destemplados de Estela de Carlotto, dictar cátedra de moral.

También agotó la verborragia de personajes oportunistas que destinan continuamente sobre la sociedad un odio sin sentido, como el pro iraní Luis D´Elia o la esperpéntica Hebe de Bonafini.

Los argentinos rechazaron también la idea de un país aislado internacionalmente, que parece haberse caído del mundo, solo vinculado con los estados y personajes que son auténticos parias en el sistema internacional.

Finalmente, el pueblo pareció decir basta a un régimen corrupto que amparándose en un supuesto progresismo se apropió del Estado para el beneficio y la impunidad de unos pocos que explotan las urgencias de los más necesitados para perpetuarse en el poder mientras intentan tergiversar la historia y hasta desvirtuar la misma defensa de los derechos humanos involucrando a sus organizaciones en estafas inmobiliarias.

El domingo estalló en pedazos la creencia de que el aparato clientelar y de fraude electoral montado por los intendentes bonaerenses no podía ser derrotado. Los principales barones del conurbano perdieron sus cargos y la oposición se impuso en 64 de las 135 intendencias permitiendo que, después de 24 años de gobierno ininterrumpido del peronismo, una mujer no peronista ocupara el sitial de Dardo Rocha en la ciudad de La Plata.

Los resultados de los comicios fueron también un llamado de atención para el peronismo que gobernó durante 24 años y medio de los treinta y dos que tiene la actual etapa democrática. Durante esos años, el peronismo se mostró incapaz de aportar soluciones de fondo para las principales carencias económicas y sociales que sufre un tercio de la población argentina ni encontrar la forma de encauzar a la tambaleante economía del país.

Lo cierto es que el electorado parece haberle retirado su confianza al gobierno y al peronismo y apostado por una renovación de los elencos gubernamentales buscando mayor eficacia en la gestión, un claro espíritu republicano y nuevas ideas.

Por último, Mauricio Macri demostró que era posible crear un nuevo partido político y gestar una renovación de la clase política desde cero, sin apelar a un desgajamiento del radicalismo o el peronismo y competir con éxito frente a los partidos históricos.

Aunque no todo está dicho, aún falta definir quién presidirá al país en los próximos cuatro años, en una reñida segunda vuelta electoral.

No obstante, debemos señalar que los recientes comicios han arrojado un escenario político muy similar al de la elección presidencial de 2003, donde el ganador se impuso por muy escaso margen sin posibilidad en la segunda vuelta de sumar el apoyo de sectores sustanciales del electorado. En tanto que el candidato situado en segundo lugar, era derrotado por muy pocos votos, si se encuentra en capacidad de consistar el apoyo de los votantes que eligieron a otros candidatos en la primera ronda electoral.

Por lo tanto, no es demasiado aventurado el esperar que Daniel Scioli finalmente realice un acto de realismo político y resigne una candidatura sin reales posibilidades y les ahorre a los argentinos el costo de una nueva elección que ratifique lo ya decidido.

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