Al respecto quiero recordar la caracterización que
hiciera de esta organización en mi libro “Geopolítica
del Sáhara-Sahel”: “Ansar al
Din: (Defensores de la Fe) Se trata de un movimiento yihadista salafista creado
por Iyad Ag Ghaly, un líder tuareg ifora, del clan de los Irayakanes, también
conocido como Abu Al-Fadl.
Nacido en la región de Kidal, en
proximidades de la frontera entre Mali y Argelia, es bajo de estatura, con
larga barba negra y semblante adusto. Entre los tuaregs se lo considera un
erudito y un noble respetado y consultado por la comunidad, que lo apoda el
León del Desierto.
Hijo de ganaderos, apasionado por las
carreras de camellos en su juventud, Iyad Ag Ghali desarrolló entre otras
actividades la de mecánico y empleado administrativo en Libia y Argelia. En
1988 fundó el Movimiento Popular para la Liberación de Ghaly de Azawad, que
acaudilló la rebelión de 1990 a 1996. En la noche del 28 de junio de 1990, Yyad
ag Ghaly dirigió los ataques del Movimiento Popular para la Liberación de
Azawad (MLPA) en Tidemèn y Menaka (en el extremo Este) que originaron la muerte
de dieciocho personas, incluidos cuatro soldados de Mali. Con estas incursiones
nocturnas comenzaron las rebeliones tuaregs en el norte de Mali. Desde 1991
hasta la tregua formal con el gobierno de Mali, en 1996, Iyad Ag Ghaly lideró
el grupo más radical del MPLA y fue el quien firmó los Acuerdos de Tamanrasset,
en Argelia, en nombre del pueblo tuaregs que luchó por su independencia. En
2003, tuvo una participación decisiva en la negociación que llevó a la
liberación de catorce turistas alemanes secuestrados por los salafistas
argelinos del Grupo Salafista para la Peregrinación y el Combate (GSPC).
A finales de 2011, Iyad Ag Ghali
intentó asumir el liderazgo del grupo tuareg Kel Adagh, pero fracaso. Incapaz
de asumir el liderazgo pleno del Movimiento Nacional para la Liberación de
Azawad en la rebelión creó su propia organización salafista. Así, se dio a
conocer como líder de Ansar al Din al iniciarse la rebelión tuareg de marzo de
1212.
Iyad Ag Ghali inspira su salafismo en
los principios del movimiento paquistaní Tablighi Jama’at. Estuvo en Pakistán
en el 2000 donde descubrió su verdadera fe. Su principal preocupación no es el
crear un estado tuareg sino la aplicación de la sharia o ley islámica. Los
combatientes de Ansar al Din llevan largas barbas y banderas negras con el
“Shahada” –credo islámico inscrito en blanco.
El 3 de abril de 2012, Iyad Ag Ghaly,
en una entrevista radial en la recientemente capturada ciudad de Tombuctú,
anunció la imposición de la sharia, el velo a las mujeres, y la aplicación de
brutales castigos tales como la lapidación a los adúlteros, y la mutilación
punitiva de ladrones y blasfemos. El anuncio causó que casi la totalidad de la
población cristiana de la ciudad huyera hacia Burkina Fasso.
Ansar al Din tiene su base principal
entre los miembros de la tribu Ifora de la parte sur del territorio tuareg. Se
lo ha relacionado con la organización Al Qaeda del Magreb Islámico porque su
líder Iyad Ag Ghali es primo del comandante de AQMI, Hamada Ag Hama. Al
declarar su obediencia a Al Qaeda su preocupación principal pasó a ser la yihad
global aunque para financiar sus actividades proselitistas continua con sus
antiguos negocios.”
Como
puede apreciarse este grupo terrorista sólo opera en Malí y a lo sumo
desarrolla alguna actividad terrorista en la inestable región del Sahel. Se
especializa en el contrabando de armas, cigarrillos y combustibles como así
también en el secuestro de europeos que viajan por el Sahel. Sus miembros
pertenecen casi exclusivamente a la tribu Ifora.
Por
lo tanto, parece poco probable que desarrolle algún tipo de accionar fuera del
continente africano porque carece de capacidades para ello. Al mismo tiempo, es
difícil –sino imposible- encontrar alguna motivación por la cual este grupo
realizaría atentados terroristas contra centros de compras en Argentina.
Esto
lleva a pensar que el documento es apócrifo. Que quienes lo redactaron conocen
muy poco de las características de este grupo salafista y que tan sólo
emplearon su nombre para difundir el rumor sobre posibles atentados porque les
sonaba bien.
En
consecuencia podría atribuirse todo el asunto a una campaña de acción
psicológica destinada a sembrar el temor en la población en la etapa previa a
la segunda vuelta en la elección presidencial y desalentar a posibles
inversores extranjeros dispuestos a apostar por el país en la nueva etapa que
se abrirá a partir del 10 de diciembre.
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