La República de Yemen constituye un Estado
bicontinental situado al mismo tiempo en Medio Oriente y en África. Su sector
asiático está situado en el Mashreq, al sur de la península de Arabia. Se trata
de un territorio delimitado por el mar Arábigo, el golfo de Adén y el mar Rojo,
en Asia. La isla de Socotra pertenece al continente africano. Comparte
fronteras terrestres con otros dos estados árabes: Omán al Este y Arabia Saudí
al Norte, aunque su frontera norteña recién se delimitó en el año 2000.
Yemen constituye uno de los más antiguos centros de
civilización de Medio Oriente. Su territorio alberga algunos valles
relativamente fértiles, con un clima húmedo que permitió el desarrollo de una
población estable. Sus habitantes, en su mayoría nómades, se dedicaron desde
tiempos remotos al pastoreo y la cría de aves.
Yemen tiene una estructura social basada en clanes y
tribus. Religiosamente, el país está dividido casi en forma igual entre suníes
y chiíes. Su población se encuentra en un proceso de crecimiento exponencial,
alcanzando actualmente a los veintiséis millones de habitantes cuyos dos
tercios viven en áreas rurales. Con un promedio de 6,2 nacimientos por mujer,
la mitad de la población del país tiene menos de 15 años, y casi el 70 por
ciento es menor de 25 años.
Hay fuertes incentivos sociales para que las familias
tengan muchos hijos. Los niños pueden ayudar en las tareas, principalmente en
la agricultura, lo que reduce los costos. Además, los grandes clanes proyectan
su poder en las disputas locales y los hombres, incluso los viudos, toman
esposas adicionales para que los ayuden en la casa y los niños. Las mujeres son
forzadas al matrimonio en la pubertad con hombres mucho mayores, antes y
después del matrimonio están sujetas a la autoridad de padres y esposos. Los
yemeníes están orgullosos de su estructura familiar y la norma social otorga
prestigio a la familia numerosa, según el refrán “Cuantos más hijos tengas, más poder tendrás”, según informa el
Fondo de Población para las Naciones Unidas. Conservadoras creencias
religiosas, la ignorancia y la falta de acceso a métodos de planificación
familiar también contribuyen a alimentar supersticiones en torno al control de
la natalidad. Son comunes los rumores sobre que los anticonceptivos causan
cáncer…
El crecimiento demográfico –para 2050 se estima que
alcanzará los cincuenta millones de habitantes- agrava los males de Yemen: el
agotamiento del agua potable, la desnutrición, la falta de calidad y capacidad
en materia de educación y salud, escasez de empleo, una pésima economía y la
violencia recurrente.
Desde su nacimiento Yemen formó parte del grupo de los
48 países de menor desarrollo, que los sitúan como los más pobres entre los más
pobres. Económicamente, depende de unos recursos petrolíferos escasos y a punto
de agotarse completamente en los próximos años. En tanto, que cientos de miles
de jornaleros yemeníes en Arabia Saudí, de cuyas remesas dependen sus familias,
están bajo el riesgo de deportación por no tener la documentación que les
permite trabajar legalmente.
A todo ello se une un alto nivel de corrupción que lo convierte
en el Estado más pobre del Golfo Pérsico. Además, el Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo estima que la ciudad yemenita más poblada: la capital
Saná, para el año 2025, será la primera urbe del mundo en agotar sus reservas
de agua potable.
La capital de Yemen, Saná tiene más de 2.500 años de
antigüedad, lo que hace una de las ciudades habitadas más antiguas del mundo.
Pero está viviendo tiempo prestado.
Más de la mitad de los cuatro millones de habitantes
que tendrá Sana en 2030 no contarán con alimentos suficientes, advierten los
economistas. Pero antes de que eso pase, la ciudad se quedará sin agua.
Saná consume agua mucho más rápido de lo que la
naturaleza la reemplaza, dice el hidrólogo Noori Gamal, del Ministerio del
Ambiente. La napa freática se reduce seis metros por año.
Yemen tiene una disponibilidad anual de agua por
persona de las más bajas del mundo: 125 metros cúbicos, cuando el promedio
mundial es de 7.500 metros cúbicos. Cuando según Naciones Unidas, una población
con una disponibilidad anual de menos de mil metros cúbicos por persona
enfrenta escasez hídrica y un ser humano necesita cien metros cúbicos de agua
por año para sobrevivir.
A lo largo de todo el siglo XX y las primeras décadas
del XXI, Yemen ha vivido en continua e intermitentes guerras civiles que los
han convertido en el país del Golfo que más armas de fuego tiene por persona.
El recrudecimiento de la violencia, que el país ha vivido con mayor intensidad en
los últimos meses, y que ha llevado a la intervención militar de otros países
de la región, ha dejado hasta el momento un saldo de cuatro mil muertos y un
millón y medio de desplazados y amenaza con producir un drama humano de grandes
dimensiones.
Según un informe elaborado por la ong Save the Children, 21 millones de
personas requieren alivio urgente en forma de alimentos combustibles, medicina,
saneamiento y refugio. El sector de salud está al borde del colapso, y la
amenaza de una hambruna es considerable, mientras se estima que doce millones
de personas enfrentan “niveles críticos de inseguridad alimentaria. Hay seis
millones de niños que padecen hambre y 7,3 millones de personas enfermas o
heridas que no reciben atención médica.
Como ocurre con frecuencia cuando las tragedias
humanitarias se producen en remotos países de África o Asia pasan
desapercibidas para la opinión pública occidental –mucha más para los lectores
argentinos-, por lo cual nos parece relevante llamar la atención sobre lo que
está ocurriendo en Yemén. En la segunda parte de este artículo analizaremos los
aspectos políticos y militares de la situación por la cual atraviesa este país
árabe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario