Marruecos ha vuelto a posicionarse
como un actor clave en el tablero de la seguridad mundial. La figura central de
esta proyección internacional es Abdellatif Hammouchi, el discreto pero
influyente director general de la Seguridad Nacional y de la Vigilancia del
Territorio del Reino, quien participó activamente en la 13ª Reunión
Internacional de Altos Representantes para Asuntos de Seguridad celebrada en
Moscú.
Buenos
Aires 7 de junio de 2025
En
un escenario internacional marcado por tensiones geopolíticas, amenazas
cibernéticas y la persistencia del terrorismo transnacional, la cita,
organizada por el Consejo de Seguridad ruso y presidida por Serguéi Shoigú,
reunió a delegaciones de más de cien países, incluidos miembros del FSB ruso,
el FBI estadounidense y agencias de inteligencia de África, Asia, Europa y
América Latina. En este contexto, Hammouchi no fue un invitado más: fue
protagonista.
Desde
el atril principal, el alto funcionario marroquí instó a construir una “infraestructura
común e indivisible de seguridad global”, basada en la cooperación
horizontal, la confianza mutua y el intercambio rápido y seguro de información.
“No puede haber seguridad verdadera si no es compartida”, sentenció ante
una audiencia atenta.
De
bastión regional a referente global
El
ascenso de Marruecos como potencia en materia de seguridad no es casual ni
repentino. Detrás de este salto estratégico se encuentra la reforma profunda
del aparato de inteligencia y seguridad nacional impulsada por el Rey Mohammed
VI desde hace más de una década. Bajo su liderazgo, el país ha pasado de ser un
punto vulnerable de tránsito para redes criminales a convertirse en un nodo
central en la contención del crimen transfronterizo.
En
dicho esquema de seguridad, Abdellatif Hammouchi constituye una pieza clave. Nacido
en 1966 en Beni Ftah y formado en Derecho en la Universidad de Fez, ingresó en
el servicio secreto marroquí en los años noventa. Su perfil técnico, reservado
y eficaz lo llevó rápidamente a posiciones de mando. En 2005 fue designado jefe
de la DGST, y en 2015, el rey Mohamed VI le confió también la DGSN,
convirtiéndolo en el primer marroquí al frente de ambos aparatos estratégicos.
Desde
entonces, ha modernizado la Policía, creado un laboratorio de criminalística de
referencia en Casablanca, fundado un instituto de formación policial
internacional en Ifrán y profesionalizado un sistema de seguridad que ya
coopera de igual a igual con agencias como el FBI, Europol, la CIA y la
inteligencia alemana.
Una
diplomacia de seguridad al servicio de la estabilidad
En
Moscú, Hammouchi no sólo ofreció discursos. También mantuvo reuniones
bilaterales con el FSB ruso y otros servicios homólogos para estrechar la
cooperación en ciberseguridad, antiterrorismo y lucha contra el crimen
organizado. Marruecos ha demostrado que la diplomacia no se ejerce únicamente
desde los ministerios de exteriores: hoy la seguridad es también una
herramienta de política internacional.
Los
resultados están a la vista. Marruecos fue elegido para acoger la 93ª Asamblea
General de INTERPOL, se ha integrado a redes africanas de ciberseguridad y ha
firmado memorandos clave con países como España, los Emiratos Árabes Unidos,
Qatar o Sri Lanka. Además, su colaboración en la Copa Mundial de 2022 en Doha y
en los Juegos Olímpicos de París 2024 fue decisiva para el éxito de los
dispositivos de seguridad.
Un
modelo de seguridad con rostro humano
A
diferencia de muchos sistemas de inteligencia cerrados y opacos, Hammouchi ha
promovido una cultura de seguridad próxima a la ciudadanía. Ha abierto las
puertas de la policía al talento femenino, fomentado la inclusión y liderado
campañas de desradicalización juvenil. En paralelo, ha reforzado la vigilancia
de las fronteras y anticipado amenazas emergentes, como los ataques
cibernéticos, con una estrategia nacional hasta 2030.
Este
equilibrio entre firmeza operativa y respeto a los derechos humanos le ha
valido múltiples condecoraciones internacionales, entre ellas, la Medalla de
Honor de la Policía Nacional de Francia y la Medalla Príncipe Nayef de
Seguridad Árabe.
El
Sur toma la palabra
La
presencia de Hammouchi en Moscú simboliza más que la excelencia técnica de un
servicio de inteligencia: representa la afirmación del Sur global como
interlocutor estratégico en un mundo cada vez más multipolar. En un momento en
que las viejas arquitecturas de seguridad muestran signos de fatiga, la
propuesta marroquí de una cooperación equitativa y horizontal suena no sólo
razonable, sino necesaria.
“Ya
no somos un país de tránsito para los estafadores. Somos un nodo de seguridad
que los enfrenta”, dijo Hammouchi. Con él, Marruecos no solo protege sus
fronteras: contribuye activamente a la construcción de un orden internacional
más seguro y justo.
En
los pasillos del foro de Moscú, muchos vieron en Hammouchi no solo a un
director de inteligencia, sino a una figura de Estado con visión estratégica.
Marruecos, bajo las expresas directivas de Su Majesta, Mohammed VI, ha dejado
de ser un actor periférico de la seguridad global para convertirse en una
bisagra entre continentes y un socio confiable en tiempos inciertos. Una
posición que, en el nuevo mundo que se dibuja, no es menor.
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