Ha comenzado
oficialmente la campaña electoral para las Primarias Abiertas Simultáneas
Obligatorias -PASO- y los votantes reciben el bombardeo de los espacios de propaganda
electoral gratuita otorgados por el gobierno.
Una campaña sucia
Con 27 fórmulas presidenciales registradas
oficialmente, por fin a comenzado la campaña electoral para las PASO.
La mayor parte de estas candidaturas son meramente
testimoniales. Sus candidatos son desconocidos para el grueso de los votantes y
carecen de estructuras partidarias a nivel nacional (algunos ni siquiera
cuentan con locales y militantes suficientes para cubrir la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires) y de medios económicos suficientes para afrontar los costos de
una campaña presidencial.
Muchas de estas listas no alcanzarán a reunir el 1,5%
de los votos del padrón como para sortear las limitaciones que imponen las PASO
para pasar a las elecciones generales del próximo 15 de octubre.
La campaña electoral se desarrolla en medio de una
inusual proliferación de operaciones sucias, mensajes de odio, fake news y
maniobras de desinformación de todo tipo, especialmente a través de las redes
sociales, conformando un cuadro que el columnista del diario Clarín, Eduardo Van
Der Koy ha definido como “un embotellamiento de spots, eslóganes, frases,
hechas y bravuconadas que poco tendrían que ver con la sustancia de la
política”.
Los candidatos del oficialismo, que son todos funcionarios
públicos (Sergio Massa, el candidato presidencial es ministro de Economía y su
vice Agustín Rossi es jefe del gabinete de ministros) no solo mantienen sus
cargos públicos, sino que se han lanzado a realizar anuncios de medidas
populistas e inauguraciones de supuestas obras públicas e instalaciones.
La más emblemática de estas inauguraciones fue la
grotesca puesta en marcha del “gasoducto presidente Néstor Kirchner”
donde confluyeron en el podio Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio
Massa.
Inmediatamente de concluido el acto, las redes
sociales se poblaron de imágenes tomadas por la gente que mostraban como la
cañería del gasoducto no estaba terminada y se interrumpía a unos cien metros
del palco donde estaban las autoridades.
Al día siguiente circularon por las redes vídeos y
audios grabados por los operarios a quienes el gobierno encargó desmontar la
falsa estructura empleada para dar marco al anuncio.
Después del papelón público, el gobierno debió salir a
aclarar que se trató de una puesta en marcha “protocolar”, es decir
simulada del gasoducto. A veces, es mejor no aclarar…
Lo único que no hay en esta campaña electoral son
propuestas serias, ideas para sacar al país adelante y discursos coherentes por
parte de los candidatos que superen el intercambio de agravios y acusaciones.
Las cifras de las encuestas
Mientras que las firmas encuestadoras, que brotan de
un día para otro como hongos después de la lluvia, dan cifras disparatadas.
Recordemos que, en las elecciones legislativas de 2021,
el Frente de Todos (actualmente Unidos por la Patria -UP-) en todo el país el
34,56% de los votos válidos por debajo de Juntos por el Cambio (JxC) que logró
42,75%.
Analizando el calamitoso estado de la economía
argentina (que combina recesión con una inflación acumulada en los últimos tres
años y medio que supera el 500%, pobreza que ronda el 43% y ocho millones de
trabajadores en el sector informal de la economía); la creciente inseguridad,
el deterioro de los niveles educativos y donde 27 empresas internacionales de
primer nivel han dejado el país, es difícil encontrar argumentos para pensar
que UxP pueda obtener el 30% de las preferencias a nivel nacional que le
asignan algunas encuestadoras cercanas al gobierno.
El mismo panorama preelectoral se observa en la
provincia de Buenos Aires, el principal bastión kirchnerista y donde los
exfuncionarios del actual gobierno proyectan atrincherarse durante los próximos
años si pierden las elecciones. Allí, en el 2021, JXC se impuso por el 39,77%
sobre el FdT que logro el 38,59%.
Tampoco encontramos en el espacio bonaerense elementos
que nos hagan pensar que el desastroso gobierno kirchnerista de Axel Kicillof
pueda revertir esa derrota, por mucho que las encuestas pagas intenten recrear
un panorama distinto.
Especialmente, porque JxC ha logrado desplazar al
peronismo en dos de reductos tradicionales, las provincias de San Luis y San
Juan y amenaza con hacer algo similar en la estratégica provincia de Santa Fe y
posiblemente también en la provincia del Chaco.
Claro que no todo está igual que en 2021, hoy se ha
hecho evidente el conflicto entre Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Sergio
Massa, el gobierno kirchnerista se debate en el descrédito sin ideas, planes o
iniciativas, las elecciones legislativas no son iguales que las presidenciales,
ha aparecido el llamado “fenómeno Milei” y la crisis económica se abate
sobre un electorado indefenso y sumido en la impotencia.
Para realizar algún tipo de pronóstico casero de los
resultados electorales de las PASO podríamos, por ejemplo, hacer un promedio
con las cifras aportadas por las encuestas “más confiables” (si las hay).
Entonces nos encontraríamos con el siguiente panorama en las preferencias
electorales de los argentinos.
En primer lugar, se ubicaría claramente JxC con
aproximadamente el 34% de intención de voto, casi un 10% por debajo de los
sufragios que obtuvo en 2021.
En segundo término, el kirchnerista UxP con
aproximadamente un 25% de intención de voto.
Los votos perdidos por las dos principales fuerzas,
JxC y UxP, se trasladan en gran medida al economista liberal Javier Milei, que
expresa una buena parte del llamado “voto bronca” o “voto desilusión”,
que pasaría del 5,55%, obtenido en 2021, a superar ligeramente el 20%.
También debe esperarse un importante crecimiento de
los partidos de izquierda alimentado por votantes kirchneristas y sectores
progresistas que no están dispuestos a votar por Sergio Massa, un candidato al
que asociación con las negociaciones con el FMI, que mantiene contactos poco
claros con la embajada de los Estados Unidos y a quien apoyan con sus medios de
prensa los grandes empresarios del llamado “círculo rojo”.
En consecuencia, el Frente de Izquierda y de los
Trabajadores – Unidad, que en 2021 obtuvo el 5,41% de los votos, en agosto
podría crecer hasta el 8% de las preferencias.
Además, está la coalición “Hacemos por Nuestro País”,
que impulsa la candidatura de los peronistas ortodoxos Juan Schiaretti y
Florencio Randazo, y podría rondar otro 5% de los votos. Recordemos que, en
2021, Randazo se consagró diputado nacional por la provincia de Buenos Aires
con el 3% del padrón y que Schiaretti acaba de imponer a su sucesor en gobernación
de la provincia de Córdoba.
Estos partidos estarían nucleando el 92% de los votos
válidos.
Por otra parte, posiblemente la participación
electoral, que en 2021 fue del 72%, sea aún menor y que también crezca el voto
en blanco y anulado.
El panorama después de agosto
Los resultados de las PASO no se repetirán
automáticamente en las elecciones generales de octubre, en parte debido a que
muchos votantes que no concurrirán a los comicios de agosto por tratarse de una
votación de primarias dentro de los partidos y coaliciones, sí lo harán en las
elecciones generales.
Por otra parte, conocidos los resultados de las PASO,
un ejército de militantes rentados (especialmente del kirchnerismo) revisaran
los padrones detectando a quienes fueron a votar para luego visitarlos en sus
domicilios para tratar de obtener su apoyo y participación realizando todo tipo
de promesas y veladas amenazas para tratar de dar vuelta la elección o aumentar
la diferencia con los opositores si resultaron triunfadores por un escaso
margen.
Con una distribución similar a la que esbozamos no
solo habría una segunda vuelta electoral para definir al presidente sino que el
Congreso Nacional quedaría fuertemente atomizado de forma tal que el nuevo
gobierno se vería forzado a arduas negociaciones para aprobar las leyes más
importantes (como la Ley de Presupuesto), designar embajadores y funcionarios
que requieren aprobación legislativa (como el director de la AFI), agregar
jueces a la Corte Suprema de Justicia, designar jueces en los tribunales
inferiores y ascender a los militares.
En síntesis, podemos imaginar que el próximo gobierno
tendrá una debilidad de origen que el nuevo presidente deberá superar para
poder comenzar a sacar al país del borde del abismo económico e institucional
en que lo deja el tándem Alberto Fernández – Cristina Kirchner.
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