El Frente
Polisario sufre otra aplastante derrota diplomática cuando la maniobra
estratégica diseñada e implementada por el Rey Mohammed VI culmina en un nuevo
reconocimiento internacional a la soberanía marroquí sobre su Sáhara.
El reconocimiento internacional a la soberanía
marroquí sobre su Sáhara se consolida como un proceso constante e irreversible,
en especial a partir de la decisión en ese sentido adoptada por los Estados
Unidos, en 2020, y acompañada en los últimos años por quince países europeos,
entre ellos Alemania, España, Países Bajos, Italia, Suiza y Austria y la
apertura en la Provincia del Sur de veintiocho consulados de países africanos,
árabes y latinoamericanos.
Recordemos que, la apertura de oficinas consulares en
un territorio en disputa en el derecho internacional implica un reconocimiento
implícito a la soberanía del Estado que tiene el dominio de este, en este caso,
un reconocimiento a la incuestionable soberanía marroquí sobre el Sáhara.
En un nuevo y decisivo paso en el mismo sentido que
otros países, el Estado de Israel, mediante una carta enviada al rey Mohammed
VI, el primer ministro Benjamín Netanyahu, anunció también si decisión de
“reconocer la soberanía de Marruecos sobre el territorio del Sáhara
Occidental”.
Mostrando la firme resolución con que se ha adoptado
esta trascendente medida, la misiva de Netanyahu comunica que la misma “se
reflejará en todos los actos y documentos pertinentes del gobierno de Israel”.
La comunicación de Netanyahu agrega que la decisión de
su gobierno será “trasmitida las Naciones Unidas, a las organizaciones
regionales e internacionales de las que Israel es miembro, y a todos los países
con los que Israel mantiene relaciones diplomáticas.”
Por último, la comunicación reitera la intención de
Israel de abrir a la brevedad un consulado en la ciudad puerto de Dajla, en las
provincias del Sur.
Recordemos que el Reino de Marruecos y el Estado de
Israel reanudaron sus relaciones diplomáticas en diciembre de 2020, en el marco
de los “Acuerdos de Abraham”, la iniciativa de acercamiento de Israel a los
países árabes, auspiciada por los Estados Unidos, y que el reino alauí aceptó
sin que esta aproximación signifique un abandono de la defensa de los legítimos
derechos del pueblo palestino que el Rey Mohammed VI ha elevado al rango de
causa nacional.
En los últimos años, Tel Aviv y Rabat han suscriptos
acuerdos en materia de comercio, transporte, turismo y defensa. En este último campo,
la relación avanzó lo suficiente como para que Marruecos reciba al primer
agregado militar residente en el Reino alauí.
Es que tanto Marruecos como Israel se encuentran
enfrentados con Irán y su milicia terrorista libanesa Hezbollah.
Las directivas emanadas de Su Majestad el Rey Mohammed
VI, destinadas a forjar nuevas alianzas políticas diversificando a los socios
del Reino en distintos ámbitos, permitieron que el comercio bilateral entre
Marruecos e Israel creciera 32% y que doscientos mil turistas israelíes
visitaran al reino magrebí en 2022.
Indudablemente, el actual reconocimiento de la
soberanía marroquí sobre el Sáhara es un contundente paso adelante que
consolida los vínculos entre ambos países y tendrá consecuencias en el orden
internacional a nivel regional e internacional.
La intransigencia de Argelia y el Frente Polisario,
que se niegan a un diálogo constructivo con Marruecos y en analizar seriamente
la Propuesta para la Negociación de un Estatuto de Autonomía para la Región del
Sáhara, presentado por Rabat ante Naciones Unidas en 2007, ha convertido al
diferendo por el Sáhara en una suerte de “juego suma cero”, en que la ganancia
de un actor se equilibra con exactitud con la pérdida del otro actor.
Es decir, que en la medida en que Marruecos suma continuamente
nuevos reconocimientos internacionales a su soberanía en el Sáhara; Argelia y
el Frente Polisario pierden constantemente posibilidades de construir un Estado
títere en ese territorio.
Así ha ocurrido en forma constante con los intentos
frustrados del Frente Polisario de obstaculizar los acuerdos económicos de
Marruecos con otros países, que fueron categóricamente desestimados, por
ejemplo, por el Tribunal de Apelaciones de Londres y el Tribunal Comercial de
Tarascón, entre otros foros. El Frente Polisario también ha perdido
gradualmente el reconocimiento que antaño recibían de algunos países a la
inexistente República Árabe Saharaui Democrática.
El proceso de consolidación de la soberanía marroquí
sobre su Sáhara, que se inició en 1975 con la gesta de la Marcha Verde
dispuesta por el Rey Hassan II, ha logrado sumar cada vez más éxitos concretos
bajo el reinado de su hijo, el Rey Mohammed VI que, sin apelar a las armas o a
la violencia, supo construir un eficaz sistema de alianzas internacionales para
apoyar los justos derechos de Marruecos sobre sus provincias del Sur.
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