La
desaparición del Mohamed Abdelaziz, dirigente histórico de los separatistas
polisarios, no altera el panorama político y estratégico del Magreb, solo
produce un cambio de liderazgo en su organización.
LA
COSTOSA VIDA DE UN REVOLUCIONARIO
El reciente deceso del
dirigente separatista Mohamed Abdelaziz es un claro ejemplo de cómo viven
algunos personajes que hacen de la “revolución”
y el separatismo una forma de vida, pero por sobre todo un próspero negocio.
Durante décadas, Abdelaziz,
frustrado estudiante de medicina devenido en seudo revolucionario, engañó a sus partidarios y a muchas personas
de buena voluntad, aunque algo ingenuas, presentándose como un esforzado
luchador de una causa humanitaria, como un socialista consecuente con sus ideas
que dedicaba su vida a la “liberación”
de su pueblo de opresión capitalista, que luchaba por el triunfo del socialismo
en el mundo y que por lo tanto compartía las mismas penurias que muchos de sus
sacrificados seguidores. Nada más falso que esta imagen.
Abdelaziz siempre vivió como
un burgués adinerado, disfrutando del bienestar y los placeres que el mundo
capitalista suele ofrecer a quienes pueden pagarlo. Por cierto, el líder polisario
contaba con recursos suficientes para pagar esos lujos, para ello disponía,
además del sueldo que oportunamente le pagaban sus mentores argelinos, con las
generosas donaciones que le llegaban desde Europa. Estas donaciones provenían de
algunas ONGs, que no encontraban mejor forma de dilapidar sus fondos que el
promover a estos bandidos ideológicos que siempre hayaban alguna causa “revolucionaria” o “humanitaria” de la cual servirse.
Por si esos ingresos le
resultaban insuficientes, para pagar sus giras por lujosos hoteles europeos y
las numerosas delegaciones que enviaba a cuanto evento internacional
organizaban las Naciones Unidas, Abdelazis, con la ayuda de sus cómplices
argelinos, había creado un aceitado sistema de desvío y comercialización
clandestina de la ayuda humanitaria proveniente de la Unión Europea, las
distintas agencias de la ONU y diversas ONGs.
Este dinero recolectado
ilegalmente, era desviado para adquirir lujosas propiedades en Canarias y en
España, terminaba en cuentas secretas en Suiza y otros paraísos fiscales o
servía para solventar el oneroso tren de vida de la cúpula del Polisario.
Los dirigentes del Polisario
solían viajar con frecuencia a Naciones Unidas o visitar, bajo cualquier
escusa, a sus aliados de Venezuela, Cuba y algunos países africanos. En esas
visitas Abdelaziz aprovechaba la ocasión para manejarse con la pompa de un “jefe de Estado” cuando en realidad solo
controlaba un grupo de tiendas en el desierto argelino y a un grupo de
aprovechados como él, bajo la tolerancia y complicidad de Argel.
VIVIR
COMO REVOLUCIONARIO, MORIR COMO BURGUÉS
Lo cierto es que Abdelaziz
pasaba en menor tiempo posible en su residencia de Argel y sólo concurría a los
campamentos de Tinduf cuando se veía forzado a ello por algún evento
excepcional como un “festival” de
solidaridad o la visita de algún funcionario internacional.
Fumador empedernido, cuando
presentó los primeros síntomas de la enfermedad que pondría fin a sus días, no
confío en la superioridad de la “medicina socialista” no se hizo atender ni en
su amada Argelia ni en Cuba, sino que se puso en manos de la mejor medicina
capitalista del mundo, es decir, la de los Estados Unidos.
Mostrando hasta donde llega la
conciencia revolucionaria de estos personajes, no falleció en una humilde jaima en la hamada de Tinduf, privado de agua y servicios sanitarios, como
suelen terminar sus días los saharauis retenidos por el Polisario en Argelia.
Abdelazis eligió para morir la tranquilidad y el confort que brinda la lujosa
Clínica Mayo en Rochester, Minnesota.
Tampoco quiso una tumba en
Argelia, sino que demandó ser enterrado en suelo marroquí en Bir Lahlu, aunque
en lo más íntimo de su alma posiblemente hubiera preferido retornar a su
Marrakech natal.
NADA
CAMBIA EN EL SÁHARA
Más allá de la utilización que
de la muerte de Abdelaziz como elemento de propaganda por parte del Frente
Polisario y la creación de una suerte de “culto
a la personalidad” sobre su figura a los efectos de reforzar la posición
política del círculo de dirigentes que lo rodeaban, lo cierto es que la
desaparición de uno de los líderes históricos del separatismo en el Sáhara no
tendrá ningún impacto real sobre la situación en la región.
Marruecos seguirá sólidamente
establecido en el Sáhara, trabajando para desarrollar la región y mejorar aún
más las condiciones de vida de la población que vive en paz y seguridad en
estas provincias.
La Iniciativa para la
Negociación de un Estatuto de Autonomía, presentada por Marruecos en 2007,
continuará siendo la única alternativa posible de solución para este antiguo
conflicto.
El único cambio, o el único
problema lo tiene el Frente Polisario que deberá encontrar un nuevo líder capaz
de arbitrar con éxito entre las diversas facciones, mantener el apoyo y fluidas
relaciones con sus patrones argelinos y por sobre todas las cosas seguir con el
lucrativo “negocio familiar” de las donaciones, el robo de la ayuda humanitaria
y el contrabando de combustible entre otras actividades ilícitas.
Seguramente el nuevo dirigente
supremo será un miembro de la tribu Erguibat, siempre que haya nacido en
Argelia y haya cumplido el servicio militar en las fuerzas armadas de ese país.
Incluso puede ser la propia viudad de Abdelaziz, la argelina Khadija Hamdi,
ministra de Cultura, que conoce acabadamente como se instrumenta el negocio
ilegal de la “ayuda humanitaria”. Sino será otro dirigente de perfil similar.
Pero nada cambiará, ni en
Tinduf, ni en el Sáhara. El Polisario seguirá con su guerrilla diplomática y de
propaganda en los foros internacionales. Algo que necesita para asegurarse un
flujo constante de donaciones y ayuda humanitaria.
La población marroquí retenida
ilegalmente en esa suerte de campos de concentración levantados en la hamada
argelina seguirá viendo transcurrir sus días en la desolación y la impotencia.
Mientras tanto, los dirigentes
polisarios -nuevos y antiguos- continuarán viajarndo por el mundo para dar discursos
y declaraciones revolucionarias a los efectos de recibir la solidaridad de los
socialistas del siglo XXI y otros compañeros de ruta, pero por sobre todo el
dinero que sostiene su causa y endulza sus existencias.
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